¿De qué hay que hablar con esos depravados?
Damos hoy la noticia de que los representantes católico y ortodoxo para el diálogo ecuménico con los luteranos suecos condenan la decisión del sínodo de la “Iglesia” Luterana de Suecia de aprobar la celebración de matrimonios entre homosexuales en sus comunidades eclesiales. En el comunicado conjunto firmado por un sacerdote católico y otro ortodoxo, se asegura que tal medida ensancha las diferencias entre unos y otros. Eso sí, luego dicen que el diálogo ecuménico es más necesario que nunca. Y ahí es donde llega mi pregunta. ¿Para qué es necesario dialogar con quienes son una panda de depravados que se saltan la clara enseñanza de la Biblia sobre ese tema?
¿Qué sentido tiene dialogar con quienes se ciscan en 20 siglos de tradición cristiana sobre el matrimonio, por no hablar de los 15 siglos anteriores de tradición judía? ¿qué ganamos con hablar con los que pretenden que Dios sea instrumento de bendición del pecado de la sodomía? ¿no sería mejor romper de forma radical cualquier relación con ellos, de forma que quede patente que católicos y ortodoxos no queremos mezclarnos con quienes prostituyen la Revelación y la moral cristiana?
En todo caso deberíamos de hablar con los pocos o muchos luteranos que están avergonzados de la decisión de su comunión eclesial. Que, como las meigas, “haberlos hailos". Es a ellos a quienes hay que dirigir nuestros esfuerzos para ayudarles a separarse de esa ponzoña mortal en que se ha convertido el protestantismo liberal. De hecho, son ellos los que cuentan con más fieles practicantes. La Iglesia Luterana Sueca tiene el apoyo del estado -Suecia es confesional, ¿saben?- pero los suecos hace ya bastante tiempo que la han dado la espalda. Yo mismo conocí hace años a un pastor sueco que pertenecía a una denominación luterana independiente que me contaba que la iglesia “oficial” contaba con menos de un 5% de fieles “practicantes", mientras que la suya superaba el 80%. Nuevamente se repite una norma que parece casi un dogma de fe reformado: cuanto más “progresista” es una denominación protestante, con menos fieles cuenta; cuanto más conservador en materia de moral, más “viva” está.
Lo que está ocurriendo con los anglocatólicos debería de abrirnos los ojos de una vez en relación al ecumenismo. Con los liberales no merece la pena ni hablar. Están alejados de cualquier cosa que huela a cristianismo genuino. Además, de aquí a 30 años ni existirán. La tierra se los habrá tragado como en su día lo hizo con Coré y sus huestes. Con los protestantes evangélicos, verdaderos herederos de los protestantes del siglo XVI, las diferencias doctrinales son irresolubles, siquiera sea porque no tenemos el mismo concepto de Revelación. Sin embargo, sí que se puede llegar a acuerdos con ellos para defender de forma común determinados valores -vida, familia, etc- para nuestra sociedad. Y con los filocatólicos, el camino es abrirles la puerta para que entren en la Iglesia y se sientan a gusto en la misma, pidiéndoles que acepten el Magisterio a la vez que se les respeta parte de su idiosincracia. Fuera de eso, el burro puede seguir dando vueltas a la noria todo el tiempo que se quiera, pero no avanzará ni un paso en la dirección adecuada.
Luis Fernando Pérez