¿Otra vez lo del negacionismo de Williamson?

Desde que el Papa tuvo la “osadía” de levantar las excomuniones a los obispos lefebvristas, las maniobras arteras desde fuera y dentro de la Iglesia contra el Santo Padre han sido casi el pan nuestro de cada día. Desgraciadamente monseñor Williamson dio munición a los críticos del Papa al realizar unas declaraciones poniendo en duda la gravedad del holocausto nazi. Pero la propia Fraternidad Sacerdotal de San Pío X le mandó callar y le separó de la dirección de su seminario en Argentina. Como quiera que ni en el Credo de la Iglesia, ni en el Catecismo, ni en el Código de Derecho canónico existe el dogma del Holocausto nazi, pues no veo forma de que a Williamson se le pueda hacer más de lo que se le hizo. Que fue un bocazas está claro. Que lo que dijo era históricamente inaceptable y, estando todavía tan cercano en el tiempo, una provocación, también parece evidente. Pero no tenía nada que ver con las razones que llevaron a Juan Pablo II a excomulgar a monseñor Lefebvre y el resto de obispos de la FSSPX.

Ya en su día hubo polémica sobre si el Papa conocía o no esas declaraciones. Desde la Santa Sede se aseguró que no. Pues bien, hete aquí que al arzobispo de Estocolmo, que debe de tener tantos fieles católicos a su cargo como el párroco de Caná en Pozuelo (Madrid), va y dice que ellos ya informaron al Vaticano de las palabras de Williamson. Ante lo cual Lombardi ha vuelto a decir que el Papa no sabía nada.

Todo ello abre las siguientes posibilidades:

1- Desde Suecia se advirtió a Roma de la existencia de la entrevista, pero alguien en Roma decidió no decirle nada al Papa. Mal hecho. Si esa es la verdad, alguien debe dimitir o ser despuesto, porque hasta un zopenco se hubiera dado cuenta de que los medios montarían la mundial con esa cuestión.

2- Desde Suecia se advirtió a Roma de la existencia de la entrevista, se informó de la misma al Papa y éste pensó que la velocidad no tiene nada que ver con el tocino y, por tanto, podía seguir adelante con sus planes respecto a los lefebvristas. Una vez montado el cirio mediático, llegó el pánico y se optó por negar la verdad, a lo cual en mi pueblo le llaman mentir. Mal hecho. Si el Papa hubiera dado permiso para tal cosa, que yo no lo creo, craso error por su parte. Si Lombardi hubiera decidido ocultar los hechos para salvarle la cara al Papa, habrá que decirle que el Santo Padre es lo suficientemente mayorcito y sabio como para no necesitar de la mentira para justificar sus actos.

3- Que en Suecia mienten y no se advirtió a Roma del “caso Williamson". De ser así, quien sobra es el arzobispo de Estocolmo, que debería retirarse a pastorear renos cerca del Polo Norte.

A mí todo este asunto me huele muy mal desde el principio. Da toda la sensación de que alguien quiere boicotear a Benedicto XVI desde dentro de la propia Iglesia. Lo cual, dicho sea de paso, tiene mucho de espíritu cismático, que es de lo que se les acusa a los lefebvristas. Que ahora que van a empezar las conversaciones entre Roma y la FSSPX sobre las diferencias doctrinales, aparezca de nuevo el caso Williamson en los medios, es claro síntoma de que hay una mano negra que quiere boicotear cualquier posible avance en la reconciliación plena de la FSSPX con la Iglesia. Si el arzobispo de Estocolomo lamenta que la FSSPX “tampoco hayan mostrado la apertura y humildad necesarias para sacar adelante las negociaciones con el Vaticano que están a punto de comenzar en octubre“, yo lamento que él se dedique a echar más gasolina al fuego del escándalo mediático contra el diálogo entre Roma y los lefebvristas. No niego que la actitud de los lefebvristas, salvo quizás el propio monseñor Fellay, no ha sido la ideal en los últimos meses, pero me parece más grave que obispos que dicen estar en plena comunión con el Papa le pongan obstáculos para que logre acabar con un cisma en la Iglesia.

No soy especialmente optimista ante el diálogo vaticano-lefebvrista, pero menos lo soy ante el espectáculo que la propia Iglesia está dando al mundo por este tema. Ni dimite ni se destituye a nadie. Pretenden seguir adelante como si no pasara nada. Es la técnica del “dejémoslo pasar que ya se olvidarán de ello". Muchos en Roma no entienden que esa actitud podía valer hace 40 años, pero hoy es absolutamente contraproducente. Y el más perjudicado es el Santo Padre. No sé si ellos no les importará en demasía a algunos de los que están cerca de él. A mí sí me importa y les pido que hagan el favor de ser verdadera ayuda para el Santo Padre. La mujer del César debe ser casta y parecerlo. Los colaboradores del Papa, también.

Luis Fernando Pérez