A monseñor Uriarte le preocupa que se acabe con Eta policialmente

Monseñor Uriarte sabe ya que sus horas al frente de la diócesis de San Sebastián están contadas. Monseñor Monteiro se encargó de decir que su sustitución está ya encima de la mesa en Roma, ante lo cual es cuestión de semanas que el Papa nombre a su sucesor. Pero mientras tal cosa ocurre, sigue siendo el pastor legítimo de todos los católicos guipuzcoanos. Lástima que, como su antecesor -cuyo nombre prefiero no escribir-, don Juan María sea más pastor de unos que de otros. Cuando se dice que los obispos españoles han sido peones del PP, se suele ignorar que si hay un obispo en España cuyo discurso es calcado al de un partido político, concretamente el PNV, ese es monseñor Uriarte.

Ahora bien, vamos al fondo de lo que plantea este obispo. Habla de dialogar en vez de aplicar sólo la ley. Ocurre que los españoles no tenemos memoria de pez y sabemos ya cuál es el resultado del diálogo con ETA comparado con el uso de todas los instrumentos del estado de derecho. Y, oh la lá, resulta que cuando se ha hablado con los terroristas, no se ha conseguido nada, absolutamente nada para acabar con la lacra que representan. Sin embargo, cuando se ha aplicado la ley, los resultados han sido fabulosos. No como para pensar que Eta va a desaparecer por completo, cosa harto difícil debido a lo sencillo que resulta matar, pero sí como para creer que sus actividades serán mínimas y que sus miembros saben que les espera la cárcel por tal cantidad de años que cuando salgan serán ancianos. A pesar de ello, el obispo habla del diálogo como camino ineludible para la paz. Y, aún más, considera que aplicar sólo la ley es una tentación a evitar. No ha dicho que es pecado de puro milagro, pero yo creo que eso es lo que piensa

.

Monseñor Uriarte, como todo el mundo, sabe que ETA entiende el diálogo como ese proceso por el cual se les concede todo lo que piden o de lo contrario siguen matando. Pero eso no es diálogo. Eso es chantaje asesino. Y por más que los partidos políticos “democráticos” hablen entre sí, de nada vale mientras haya unos señores dispuestos a volar la cabeza al primero que se les cruce por el camino. El obispo de San Sebastián quiere que los partidos dialoguen para conseguir que se cumplan parte de los objetivos que busca ETA -básicamente la independencia- y así se puedan establecer las bases para una futura negocación con los asesinos en la que estos accedan a dejar las armas. O sea, acepten los partidos la independencia del País Vasco de forma pacífica y así los violentos no tendrán razones para matar y se dialoga por ellos para concederles la amnistía a cambio de la entrega de armas. En otras palabras, el obispo de San Sebastián quiere que la sangre de los asesinados y heridos por ETA sea en vano. Pues nadie duda que si alguna vez el País Vasco se separa de España, habrá sido no gracias a la negociación política sino a la violencia de Eta. La nueva nación nacería de esa infamia. Eso quiere don Juan María. Eso es algo que, mientras quede algo de dignidad en este país, no ocurrirá.

Monseñor Uriarte ha vuelto a decir que a los terroristas no se les debe torturar. Eso es, en román paladino, una acusación contra las fuerzas de seguridad del estado. Si dice que no debe de haber tortura es porque afirma que la hay, pues de creer que no la hay, no diría tal cosa. Y claro, la cosa pasa de castaño oscuro, porque nuestros guardias civiles, nuestros policías nacionales e incluso sus ertzainas no tienen por qué soportar que un obispo nacionalista les señale con el dedo y les acuse de torturadores.

No sé quién será el próximo obispo de San Sebastián, pero parece difícil que esa diócesis vasca tenga la desgracia de volver a tener al frente de la misma a otro Setién bis. Si tal cosa ocurriera, habría que denunciar a quien provee la sucesión apostólica en esa parte del rebaño del Señor. Creo que se me entiende, ¿verdad? Pues eso.

Luis Fernando Pérez