Testigos de Jehová a por los chinos
Leo en Religión en Libertad que Testigos de Jehová españoles aprenden chino para captar fieles entre los inmigrantes. La noticia me recordó una divertida anécdota que viví hace años con los Testigos. Por aquel tiempo yo estaba estudiando teología y acudía también a clases de Filología Clásica en la Universidad de Barcelona. Estando de vacaciones en mi pueblo natal, una tarde de verano llamaron a la puerta de mi casa dos jóvenes testigos de Jehová, un chico y una chica. Me dijeron que el mundo estaba muy mal y que se nos venía algo gordo encima. Me preguntaron si me interesaba conocer la Palabra de Dios y se ofrecieron a orientarme. Les hice pasar. Nos sentamos y sacaron su Biblia. Les pregunté si no tenían inconveniente en que yo usara mi propia Biblia. Me dijeron que no había problema. Fui a mi biblioteca y agarré una edición griega del Nuevo Testamento y un Antiguo Testamento en hebreo. Y empezó el diálogo. Me propusieron un texto del Nuevo Testamento y yo fui a buscarlo en el mío. La chica vio mi libro y exclamó: ¿Oiga, esto es chino o qué?
No era chino. Era la lengua con que se escribió el Nuevo Testamento, al menos, en los primeros papiros y códices que disponemos del mismo. Les pregunté dónde habían estudiado la Biblia, pues me parecía muy raro que unos expertos que se disponían a dar clase de Biblia ignoraran la lengua del Nuevo Testamento. Se pusieron muy nerviosos y me dijeron que volverían en otra ocasión. No los vi nunca más. Y ahora resulta que aprenden chino. Me parece muy bien. Ampliar los horizontes lingüísticos y culturales siempre es positivo, y a lo mejor, y esto es más fácil que aprender chino, se ponen a estudiar griego y algo de hebreo y empiezan a tener una comprensión más cabal de la Biblia.
La vida da muchas vueltas. El pasado curso académico, en una de las clases que impartía en el Instituto de Teología Espiritual de Barcelona me pasó una cosa muy curiosa. Se me acercó un alumno después de la clase y me dijo: Oiga, yo a usted le conozco. ¿Verdad que es usted de Tremp? Le dije que sí. Yo no le recordaba, pues hacía años que ya no vivía allí. Se dio a conocer. Era, nada más y nada menos, que el testigo de Jehová, anciano responsable de toda aquella zona del prepirineo y Pirineo, y por tanto, el responsable de aquel par de jovencitos que vinieron a catequizarme. Después de muchos años en los Testigos, el Señor le concedió la luz, como él mismo me dijo, y regresó a la Iglesia Católica. Ahora estudia teología, trabaja en un grupo que ayuda a salir de sectas y adicciones y es un buen amigo mío. Nos reímos mucho cuando le conté lo del Nuevo Testamento en griego que sus ex acólitos tomaron por chino.
Al margen de la anécdota, sí me parece muy digno de imitación por parte de los católicos este celo de los Testigos (no tanto sus métodos) por hacer apostolado y dar a conocer aquello que más valoran: su fe. Los inmigrantes de otras religiones que conviven con nosotros tienen el derecho de conocer el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y consiguientemente nosotros tenemos el deber de anunciárselo. De la misma forma que la Iglesia envía misioneros a países y lugares lejanos para anunciar a Jesucristo, nosotros debemos ser misioneros para con los que viven con nosotros y todavía desconocen a Jesucristo. Proponer la fe, invitar a creer es sin duda uno de los mejores servicios que les podemos ofrecer.