El Santo Cura de Ars, nos lo recordaba Benedicto XVI en la carta a los sacerdotes con ocasión del año sacerdotal, estaba convencido de que todo el fervor en la vida de un sacerdote dependía de la Santa Misa. Decía: “La causa de la relajación del sacerdote es que descuida la Misa. ¡Dios mío, que pena el sacerdote que celebra como si estuviera haciendo una cosa ordinaria!”.
Estas palabras de San Juan María Vianney me recordaban otras que me dijo hace años en Roma, a las puertas de mi sacerdocio, un buen jesuita, digno de este nombre, el P. Antonio María de Aldama, con quien tuve el privilegio de recibir dirección espiritual: “Celebra cada día la Santa Misa. Celébrala como si fuera tu primera Misa, tu única Misa, tu última Misa”. Durante estos años, ya cerca de mi jubileo de los veinticinco años de sacerdocio, me he esforzado por vivir este santo y sabio consejo, celebrando el Santo Sacrificio con atención, devoción y piedad.
Hoy recojo en este artículo algunas opiniones que escribieron los lectores a mi post sobre la Liturgia. Creo que en su mayoría nos ofrecen a los sacerdotes consejos muy atinados. Expongo a continuación trece de estas opiniones que los lectores escribieron y añado un pequeño comentario a cada una, al mismo tiempo que invito a seguir participando en este tema tan crucial como es la Liturgia.
Opiniones de los lectores
1. ¿Qué cosas considera usted que podrían y deberían mejorar en las celebraciones de la liturgia? Estoy, para empezar, de acuerdo con su perspectiva, lo que sucede -y es algo que le iba a mencionar desde el principio- es que es raro hallar sacerdotes que se tomen estas cosas con la naturalidad con que se las toma usted. Para empezar, eso es lo primero que debería cambiar: la desconfianza hacia los cambios.
Le cuento, a manera de detalle, que en mi país nadie toma la comunión de rodillas y cuando pregunté en la Conferencia Episcopal y en la Curia sobre las disposiciones del Arzobispo, me han respondido: Si, pero mejor no. Y no, porque sobre documentos eclesiales y sobre directrices del Pontífice, prevalecen para mi amado Obispo, sus directrices pastorales. Consulté al respecto también a algunos sacerdotes y seminaristas y reaccionaron de la misma manera: Si, pero mejor no, por razones pastorales… se me hace que para muchos sacerdotes y obispos, Cristo ha dejado de ser acontecimiento para trocarse en una directriz administrativa.
Comentario: Creo efectivamente que los sacerdotes debemos tener una gran apertura y disposición positiva del espíritu a todas las indicaciones que nos lleguen por parte del Magisterio, especialmente a las directivas litúrgicas del Santo Padre. Y, por supuesto, lo peor que le podrá pasar a un sacerdote es convertirse en un “funcionario” dejando de configurarse a Cristo Pastor.
2. Yo solo pido y seguiré pidiendo una cosa: Que los sacerdotes sean obedientes, que cumplan lo que dicen las rúbricas y la OGMR así como todos los documentos emanados de Roma sobre liturgia. Esa “reforma” hoy por hoy sería revolucionaria, algo que varias generaciones de católicos no hemos conocido: que los sacerdotes de forma generalizada sigan el misal y las normas.
Es absurdo que se edite un nuevo misal, que se modifique la OGMR que se publiquen encíclicas, cartas… si luego muchos sacerdotes SE RÍEN DE ELLAS. Es verdad que en la mayoría de las misas no se dan los casos que aparecen con toda difusión en internet, pero también es verdad que rara es la misa a la que vamos en la que el sacerdote no se salte algo (o lo interprete a su manera) de lo que pone el misal y dictan las normas. En las iglesias a que yo voy no hay abusos escandalosos pero sí errores continuos: modificación arbitraria de los textos del misal, admoniciones infinitas incluso en mitad de la consagración, sacerdotes dando la paz por media iglesia… ¿Para qué queremos más reformas, contrarreformas y metarreformas si después los encargados de llevarlas a efecto -que son los sacerdotes- las ignoran?
Comentario: La indisciplina es causa de muchos de los males que nos afligen. Ya en su momento la constitución Sacrosanctum Concilium ordenaba que “nadie se atreviera a introducir cambios en la Sagrada Liturgia por su propia cuenta y riesgo”. Lamentablemente hemos tenido que sufrir muchos desmanes para advertir a dónde conduce la arbitrariedad. Sin duda, hay que observar todas las normas y rubricas que están al servicio de la unidad.
3. Yo pediría dos cosas:
1) Revisar de arriba abajo las traducciones, como ha hecho la CE de Estados Unidos (y en mi opinión, la traducción revisada supone una mejora GIGANTESCA).
2) Hacer lo imposible para que los sacerdotes dejen de cambiar a su antojo las palabras del misal
Comentario: El asunto de las traducciones no es un tema menor. En muchos casos se impone una revisión a fondo.
4. Lo que les pediría a quienes celebran con el misal ordinario es que retomen la actitud teocéntrica de adoración, junto con las rúbricas que la facilitan (el sacerdote de cara al Oriente, la recitación en secreto de algunas oraciones, la ausencia de temperamento de showman, etc.). Es un cambio de actitud más que un texto o una rúbrica. En eso, “contagiarse” del rito romano extraordinario es siempre bueno.
Comentario: Yo he celebrado siempre según el rito romano en su modo ordinario y creo que somos muchos los sacerdotes que mantenemos la actitud de adoración. Y aunque ordinariamente celebro “versus populum”, espiritualmente siempre lo hago “conversus ad Dominum”. La cruz en medio del altar me ayuda a esta disposición.
5. Redemptionis Sacramentum bien claro expresa:
[91.] En la distribución de la sagrada Comunión se debe recordar que «los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos». Por consiguiente, cualquier bautizado católico, a quien el derecho no se lo prohíba, debe ser admitido a la sagrada Comunión. Así pues, no es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie.
Los Obispos siguen teniendo la facultad de poder decir si se permitirá o no dar la comunión en la mano, y según entiendo, de aconsejar y promover recibirla de rodillas y en la boca.
Comentario: Negar la Sagrada Comunión a un fiel que la solicita arrodillado constituiría un grave abuso de autoridad, intolerable, equiparable a negarla a un fiel que la pide de pie en conformidad con las disposiciones de la Iglesia.
6. En mi opinión, es importante recuperar el latín, pero todavía es más importante que el sacerdote celebre hacia Dios, en vez de dándole la espalda (si es que el sagrario, es decir, Cristo verdaderamente presente, está donde debe estar, en el lugar central). Ustedes los sacerdotes no se dan cuenta de hasta qué punto lo que hacen y dicen, y cómo lo hacen y cómo lo dicen, atrae la atención de nosotros, los fieles. He asistido a Misas cara al Sagrario y ¡qué distinto! El sacerdote es como si no existiera, sólo existe Dios y la adoración a Dios. Así, además, los errores que ustedes, como es lógico y humano, cometen, se notan mucho menos y la celebración no se ve afectada por ellos.
Comentario: En verdad nunca tengo la impresión de “dar las espaldas a Dios” cuando celebro. Eso sí, procuro siempre no dar la espalda al Santísimo Sacramento. La presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento permanece después de la Santa Misa y recibe en el Sagrario la adoración de los fieles. A veces es más digno que esta presencia esté en una capilla apropiada para la adoración que en la nave central de grandes templos. Y los errores, más que ocultarlos, mejor no cometerlos ¿no le parece?
7. Lo primero, es que el sacerdote crea en Dios, en Jesús presente en la Eucaristía, en el gran misterio del sacrificio de Cristo sobre el altar, y por consiguiente se acerque al altar lleno de temor reverencia y humildad, preparándose con recogimiento unos minutos antes de iniciar la Santa Misa y no llegar ante el altar a toda velocidad, sin ninguna reverencia incluso mirando a veces el reloj como si fuera a jugar una partida de tenis y vestido con la mitad de indumentos que debe vestir.
Atenerse fielmente a los textos litúrgicos y celebrar la misa entera, dejar de inventarse la mitad de los mismos o reducirlos al mínimo, no hacer comentarios fuera de ellos, especialmente si estos son personales, Dejar de actuar como si estuviera en un teatro, o intentar hacerse el simpático, el amable, el buenista. Todo personalismo del sacerdote da la vuelta a lo que debe ser el celebrante en la Santa Misa que debe desaparecer ya que actúa en la persona de Cristo y es solo en Cristo que se debe centrar la atención, la adoración y oración. Por ello lo lógico es que el sacerdote de la espalda a los fieles. Tanto para el sacerdote como para los fieles es una distracción el contemplarse mutuamente en lugar de estar centrados en la celebración
El sacerdote debería de mostrar el máximo respeto y adoración cuando da la Comunión, en la forma que coge el cáliz con las Sagradas Formas y como da la Comunión a los fieles si realmente cree como dice al dártela que aquella hostia es el Cuerpo de Cristo, y no dar la Santa Comunión como si estuviera repartiendo hojillas a la puerta del cine a toda velocidad, corre corre, vuela vuela. Observar este lamentable espectáculo es suficiente para comprender la fe y el estado espiritual del celebrante. Asi como observar la omisión de arrodillarse cuando debe hacerlo durante la Misa, o al abrir y cerrar el Sagrario. Debería haber siempre un reclinatorio delante del altar, para que los fieles puedan arrodillarse si lo desean para recibir la Santa Comunión, tal como hace el Santo Padre en Roma ejemplo que se debería seguir en todas las Iglesias.
Naturalmente el sacerdote debería preparar muy bien la homilía, y no repetir de manera torpe, lo que ya nos ha dicho magistralmente el Evangelio. Si no es un buen orador como sucede normalmente, que eduque al pueblo de Dios en alguna verdad de nuestra fe, verdades de las que nunca mas se oye habla ni se explican a los fieles, los cuales la mayoría hoy día no conoce ni el catecismo. En fin la reforma litúrgica se hará automáticamente cuando nuestra jerarquía y clero vuelvan a ser Católicos Apostólicos Romanos, santos, fieles y creyentes, lo que los convertirá en valientes para abandonar lo políticamente correcto, y el espíritu de este mundo del cual han sido impregnados, para volver a ser verdaderos discípulos de Nuestro Señor Jesucristo.
Comentario: Suscribo casi la mayoría de sus proposiciones y recalco que, como dice, todo se edifica sobre la fe. No por casualidad proclamamos en la Santa Misa “Mysterium fidei”. Por cierto, es muy importante, en el transcurso del año litúrgico, predicar todas las verdades.
8. Creo que la Santa Misa debería celebrarse “ad orientem". Solamente las lecturas serían en lengua vernácula, y en esto deberían tanto los lectores como los oficiantes en leer claramente, con buena vocalización y teniendo en cuenta que, sobre todo en las últimas edificaciones, la acústica es mala, y los que ya somos algo deficientes de oído no entendemos nada. Si se preguntara a los fieles en una encuesta, más del 50% no sabrían qué se leyó, o se predicó en las homilías. Se ha de procurar adoctrinar, en caso de comunión en la mano, de la forma ritual de hacerlo. Por varias razones sería conveniente volver al Misal manual. Gracias
Comentario: Agradezco la valoración que hace sobre la importancia de la Palabra de Dios bien proclamada y explicada. Creo que debería recuperarse el uso del latín, sin embargo, la Santa Misa puede celebrarse con toda la dignidad que le corresponde en español, francés o cualquier otra lengua siempre que se haya hecho la correcta traducción.
9. Normas respetadas, creatividad pausada, progreso equilibrado, entonada adaptación al momento y a la comunidad, sin salirse del patrón, pero “sin decir como el sacristán los rezos", y siempre con dignidad o al menos “vergüenza para el oficio".
Comentario: Me gusta esto de “vergüenza para el oficio”. Yo diría “profesionalidad”, que también debe tenerla y acreditarla el sacerdote en su ars celebrandi.
10. Recuperaría las posturas durante la Santa Misa.
De rodillas desde el inicio del Canon hasta la oración del padrenuestro.
Comunión de rodillas y en la boca.
De rodillas o profundamente inclinados durante la bendición.
La oración de San miguel al final de la Misa.
Las tres Avemarías y la Salve arrodillados sacerdote y asistentes, como final.
Recuperación de las genuflexiones delante del Sagrario, de nuevo en el Centro de la Iglesia.
Silencio absoluto dentro de la Iglesia.
En una palabra Adoración en posturas y actitudes.
Comentario: Oportuna su insistencia en la adoración. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que son muchas las personas que físicamente ya no pueden arrodillarse. Para los demás, creo que debe recuperarse este nobilísimo gesto de adoración.
11. Pocos cambios y bien pensados. No podemos andar mareando continuamente al personal.
1. Revisar los ritos introductorios. La Santa Misa comienza muy ex abrupto. Reintroduciría las preces ante el altar: Introibo (versión breve), Confiteor (doble, para el celebrante y el pueblo. Es hermoso ver como el pueblo intercede por su sacerdote), la preciosa oración Aufer a nobis y el Oramus que acompañaba el beso al altar.
2. Después de esto pasar a la sede. Se reservaría para el altar (todos mirando ad Dominum) la liturgia sacrificial.
3. Restituiría las antiguas oraciones de presentación de los dones por su lenguaje claramente sacrificial.
4. El Canon Romano debería ser como en el Misal de 1963.
5. Suprimiría el rito de la paz o lo colocaría en otro momento.
6. Obligación estricta salvo para inválidos de arrodillarse durante la consagración.
7. Favorecería la Comunión de rodillas y suprimiría del todo la comunión con la mano.
8. Una Misa en latín obligatoria al menos una vez al mes.
Gracias por permitir expresarnos. No sé si nos harán mucho caso…
Comentario: Yo quiero hacerle caso recogiendo sus sugerencias que, salvo algún matiz, me parecen muy sensatas. Me da la impresión que es usted sacerdote o ha estudiado bastante liturgia.
12. Lo primero que cambiaría es la actitud. Parece que el carácter sacrificial y ritual, y sobre todo la debida reflexión sobre lo que implica la Presencia Real de la Divina Majestad, durante la Misa se ha perdido. Creo que es fundamental. Y a partir de ahí los corolarios son fáciles de elucidar.
Me parece que volver a orientar al sacerdote con el pueblo es fundamental, no sólo por la ruptura y las cuestiones teológicas, sino por las prácticas. El Presbítero no preside una asamblea (es la estrella del show), sino es el primero y portavoz de la oración del pueblo.
Entiendo las razones del Santo Padre por utilizar la forma intermedia y temporal del crucifijo, pero me temo que no es suficiente
Comentario: Coincido con usted en la necesidad y urgencia de recuperar la comprensión sacrificial de la Santa Misa. De hecho la Misa es, por esencia, el Sacrificio, y es alarmante constatar en muchos fieles, particularmente jóvenes, la capacidad más absoluta de relacionar “Misa” y “sacrificio”.
13. Daría gracias a Dios si mientras se comulgara y después de hacerlo se estuviera en completo silencio durante los diez - quince minutos en los que el Señor está presente. Porque estorban los cantos y los comentarios del sacerdote en estos precisos y preciosos momentos.
Si estamos allí por Jesús y es cuando comulgamos que Jesús viene y vive en nosotros, entonces, ¿por qué no compartir y departir con Él en vez de interrumpir constantemente una agradable relación entre criatura y Creador?
Comentario: Ya también daría gracias a Dios por ello. Efectivamente se cuida muy poco, o casi nada, este momento tan íntimo y profundo de coloquio con Jesucristo acabado de recibir en la Sagrada Comunión. Además, sucede, que muchos fieles, la mayoría, cuando el sacerdote ha dicho “podéis ir en paz”, salen del templo como si se hubiera declarado un incendio en el mismo. Es un tema que tenemos que trabajar. Un buen canto durante la Comunión puede ayudar más que estorbar.