¿De qué se alarma Bibiana Aído? Sembraron vientos y cosechamos tempestades
Leo con perplejidad sobre la voz de alarma dada por Bibiana Aído constatando el desbarajuste sexual de nuestros adolescentes. ¿Pero que esperaban ustedes señores? Es como si un investigador insensato liberara un virus mortífero y luego se lamentara ante la mortalidad resultante entre la población.
Estamos, en definitiva, recogiendo los amargos frutos de una perversa ingeniería social que ha acabado destrozando a nuestra juventud con todo lo que esto comporta. Suscribo plenamente el análisis de la noticia que ha hecho muy lúcidamente nuestro director de Infocatólica y quisiera añadir algunas consideraciones.
En mi anterior post advertía sobre la peligrosidad de ciertas series televisivas que alimentan espiritualmente a cientos de miles de nuestros adolescentes. Los retorcidos patrones de conducta sexual que inoculan dichas series penetran con facilidad en estas mentes jóvenes tan desprovistas de recursos para resistir.
He podido comprobar que en numerosos centros de enseñanza secundaria y bachillerato en las clases de religión nada se dice de la moral sexual que propone la Iglesia y de su fundamentación. Ya no digamos de un programa serio de educación afectiva y sexual de nuestros jóvenes en clave cristiana, incluso en la escuela católica. Con estas perspectivas nuestros jóvenes son carne de cañón ante los depredadores.
El mensaje que se ha vendido y se vende a bombo y platillo es simple: disfruta del sexo con tal que evites los dos grandes males que son “embarazos no deseados” y enfermedades de transmisión sexual. Una perspectiva netamente animalesca y animalizante. Poco importa y nada se dice que estos jovenzuelos con unas prácticas sexuales promiscuas e inoportunas se destrocen para siempre el corazón, se incapaciten la mayoría para amar y fundar una verdadera familia, célula base de nuestra sociedad.
Es urgente, tremendamente urgente ponerse las pilas y empezar a trabajar en serio esta importante parcela de la educación humana. En este campo, lamentablemente, los hijos del mundo son más astutos que los hijos de la luz.
Tengamos presente que muy pronto se iniciara en el proceso educativo de jóvenes e incluso de niños una “educación” sistemática incompatible con una verdadera educación humana y cristiana e incapacitante para la misma si no llegamos a tiempo de evitarla; una visión de la sexualidad humana separada de su fundamental servicio al amor y a la vida. Sólo si los padres y familias toman cartas en el asunto y superan la pasividad y negligencias imperantes podrá ponerse remedio al problema. Y junto a los padres, la escuela católica y educadores sensatos que desde sus competencias ofrezcan una educación afectiva y sexual desde una antropología cristiana.
Hoy por desgracia, muchos adolescentes sólo reciben “enseñanzas sexuales” desde ámbitos tan poco orientadores como la televisión, internet y el ambiente que les rodea. Ni padres, ni educadores católicos les hablan de este tema con la competencia y seriedad que requiere. Me contaba hace poco una profesora de religión de secundaria que en su instituto va una enfermera que enseña a los chicos y chicas a partir de doce años cómo colocarse un preservativo y otros métodos contraconceptivos. Ahora ya se pretende enseñar sistemáticamente el aborto dentro del programa de “salud sexual”. ¿Qué podemos esperar de todo esto? Sembraron vientos y cosechamos tempestades…
Luís Fernando hablaba de “fornicadores de hoy, adúlteros de mañana”. Probablemente sea así en gran parte, aunque muchos de estos jovencitos que se volverán adictos al sexo, hastiados de tantas experiencias se verán del todo incapacitados para asumir un compromiso tan serio como el matrimonio y, probablemente también, siempre ávidos de nuevas sensaciones, totalmente cegados moralmente, no duden en intentar romper verdaderos matrimonios con tal de satisfacer sus deseos. Si no ponemos remedio y muy pronto a este desbarajuste debemos inquietarnos seriamente sobre el futuro inmediato de nuestra sociedad.