Física, química y fórmulas peligrosas ¡Atención, padres y madres de familia!
A mediados del curso escolar pasado, en una visita pastoral que hice en una escuela católica de mi parroquia hice una pequeña encuesta a alumnos de primero y segundo de ESO. Los chicos y chicas, entre doce y catorce años, coincidían en que uno de los programas televisivos que seguían con más interés era una serie llamada “Física y química”. También constaté que muchos niños de sexto curso de primaria, de once años, la veían habitualmente, incluso más pequeños.
La verdad es que debido a mis muchas ocupaciones y por un sentido claro de higiene mental, veo poca televisión. Pero consideré que debía ver un tiempo estas series que los más jovencitos seguían con devoción. Y así lo hice.
Debo confesar la perplejidad e incluso cierto embarazo de muchas escenas que aparecían habitualmente en la serie. En definitiva, un grupo de estudiantes de bachillerato con una obsesión enfermiza por la sexualidad, prácticas sexuales prematuras e inconscientes, un claustro de profesores como yo nunca lo he visto en mis años de docente de bachillerato (incluidas relaciones sexuales de trío entre profesores). También, como no, buenos ejemplos de virtudes como la amistad, el compañerismo, de fortaleza en las dificultades, pero todo profundamente viciado por la filosofía de fondo que incita a una vivencia sexual desquiciada.
Un chico o una chica que ven habitualmente esta serie reciben un fuerte impacto emocional sobre sus patrones de conducta en cuestiones muy serias e importantes de la vida. Habituarse a una sexualidad trivial y banalizada es causa segura de infelicidad en la vida.
Ahora bien, lo más sorprendente es que la mayoría de estos chicos y chicas puedan ver en la sobremesa nocturna estas series profundamente deseducadoras con la avenencia de sus padres. Y mucho más con niños de once años o más pequeños. ¿Qué podrá esperarse de semejante bombardeo ideológico en edades tan tempranas? Y todo esto sustentado en muchos centros con un enfoque muy preciso de ciertas lecciones de EPC y, ya no digamos, con otras “enseñanzas” que van a impartirse pronto si Dios no lo evita y nosotros también.
Un baño constante en estas series televisivas puede destruir muchos años de esfuerzo que las buenas familias y las buenas escuelas intentan ofrecer.
A menudo les hablo a los padres de los niños que asisten al catecismo de la importancia de gestionar bien el uso de la televisión y de Internet. Conozco muchos casos de adolescentes que llegan por la mañana a la escuela con unos ojos como platos porque se han pasado “navegando” toda la noche en su habitación y no precisamente por aguas plácidas.
Y cuando a los catorce años ha penetrado en la mente del joven el virus de una antropología extraviada, se compromete seriamente el éxito de una buena educación y su mismo itinerario vital.
Es hora que muchos padres y educadores tomen conciencia del poder que pueden ejercer medios como televisión o Internet en la educación o desucación de los hijos y que supervisen con mucha atención lo que los hijos deben ver y no deben ver a ciertas edades. Probablemente en algunos casos será difícil controlar lo que se enseña en la escuela, pero hay que empezar controlando en casa.
Y a propósito de la serie televisiva en cuestión y otras por el estilo, con estas fórmulas físicas y químicas solo cabe esperar reaciones muy explosivas y peligrosas.
4 comentarios
Por lo demás, hay que admitir que muchos de los programas que se ven en televisión son poco recomendables, ya que incluyen telebasura, programas del corazón, series de escaso intérés moral o programas imbuidos de ideología de género, por poner varios ejemplos.
¡¡Cuidado!!. Aún sin darnos cuenta, nuestros hijos pueden ser presa facil de amenazas a la moralidad cristiana provocados por la curiosidad o el dejarse enganchar a programas televisivos cuyo material incite a las prácticas sexuales e inmoralidad que puede apartar del camino de limpieza moral que Cristo ejemplificó en su derrotero de vida.
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