Tengamos las cosas claras con la Confesión
Se acerca la Semana Santa, la Pascua y el tiempo pascual. Estos días me llegan muchas preguntas relativas al sacramento de la Penitencia y a algunas prácticas que causan perplejidad a muchos fieles. Afortunadamente en la mayoría de parroquias se ha erradicado la praxis de las absoluciones colectivas sin los requisitos que las legitiman.
Con todo, parece que en muchos lugares se ha impuesto una curiosa costumbre:
Los fieles se acercan al confesor y se acusan genéricamente. Dicen “he pecado” o sólo manifiestan algún pecado. Seguidamente se les da la absolución.
Esta manera de proceder está explícitamente reprobada por la suprema autoridad de la Iglesia y, por tanto, debe suprimirse en los lugares donde aún se practica.
Como párroco considero que uno de los bienes más grandes para la mayoría de fieles que no practican habitualmente durante el año (y que por desgracia son mucha mayoría) es que se cumpla el precepto de confesar al menos una vez al año y comulgar por Pascua de Resurrección (que puede extenderse a la cincuentena pascual). Puede parecer poco, pero preguntémonos ¿cuántos son los fieles bautizados que no confiesan ni comulgan una sola vez al año?
La solicitud maternal de la Iglesia para con sus hijos manda con fuerza de precepto grave que no falte al menos esta confesión y comunión anual. Si esto se prepara bien y se hace debidamente puede ser el punto de partida para una reinserción gradual a la normalidad de la vida cristiana.
Sería una lastima y algo muy grave para la vida sobrenatural de los fieles (en palabras de Juan Pablo II) que se olvidaran estos saludables preceptos y que se desvirtuaran con prácticas del todo abusivas e inaceptables.
Dicho esto me permito recordar algunos puntos de la Carta Apostólica en forma de Motu Propio Misericordia Dei que todos los pastores y fieles de la Iglesia deberíamos tener muy claros.
En la carta de convocatoria del Año Sacerdotal, el Papa, proponiendo el ejemplo del Santo Cura de Ars, nos decía que los sacerdotes no deberíamos resignarnos jamás a ver los confesionarios vacíos. Ni de fieles, ni de sacerdotes que están allí ofreciendo el Sacramento. Tal vez el Santo Padre debería añadir que tampoco nos resignáramos a ver iglesias “vacías” de confesionarios, pues, aunque parezca increíble, éstos han llegado a desaparecer de algunos templos.
Los puntos que siguen del documento papal, como verán, son de gran actualidad ocho años después.
CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE «MOTU PROPRIO» MISERICORDIA DEI SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA CELEBRACIÓN
DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA (Breve extracto)
La tarde del día mismo de su Resurrección, cuando es inminente el comienzo de la misión apostólica, Jesús da a los Apóstoles, por la fuerza del Espíritu Santo, el poder de reconciliar con Dios y con la Iglesia a los pecadores arrepentidos: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20,22-23).
A lo largo de la historia y en la praxis constante de la Iglesia, el «ministerio de la reconciliación» (2 Co 5,18), concedida mediante los sacramentos del Bautismo y de la Penitencia, se ha sentido siempre como una tarea pastoral muy relevante, realizada por obediencia al mandato de Jesús como parte esencial del ministerio sacerdotal.
La celebración del sacramento de la Penitencia ha tenido en el curso de los siglos un desarrollo que ha asumido diversas formas expresivas, conservando siempre, sin embargo, la misma estructura fundamental, que comprende necesariamente, además de la intervención del ministro – solamente un Obispo o un presbítero, que juzga y absuelve, atiende y cura en el nombre de Cristo –, los actos del penitente: la contrición, la confesión y la satisfacción.
A fin de que el discernimiento sobre las disposiciones de los penitentes en orden a la absolución o no, y a la imposición de la penitencia oportuna por parte del ministro del Sacramento, hace falta que el fiel, además de la conciencia de los pecados cometidos, del dolor por ellos y de la voluntad de no recaer más, confiese sus pecados. En este sentido, el Concilio de Trento declaró que es necesario «de derecho divino confesar todos y cada uno de los pecados mortales». La Iglesia ha visto siempre un nexo esencial entre el juicio confiado a los sacerdotes en este Sacramento y la necesidad de que los penitentes manifiesten sus propios pecados, excepto en caso de imposibilidad.
Por lo tanto, la confesión completa de los pecados graves, siendo por institución divina parte constitutiva del Sacramento, en modo alguno puede quedar confiada al libre juicio de los Pastores (dispensa, interpretación, costumbres locales, etc.).
… consciente de mi responsabilidad pastoral y con plena conciencia de la necesidad y eficacia siempre actual de este Sacramento, dispongo cuanto sigue:
1. Los Ordinarios han de recordar a todos los ministros del sacramento de la Penitencia que la ley universal de la Iglesia ha reiterado, en aplicación de la doctrina católica sobre este punto, que:
a) «La confesión individual e íntegra y la absolución constituyen el único modo ordinario con el que un fiel consciente de que está en pecado grave se reconcilia con Dios y con la Iglesia; sólo la imposibilidad física o moral excusa de esa confesión, en cuyo caso la reconciliación se puede conseguir también por otros medios».
b) Por tanto, «todos los que, por su oficio, tienen encomendada la cura de almas, están obligados a proveer que se oiga en confesión a los fieles que les están encomendados y que lo pidan razonablemente; y que se les dé la oportunidad de acercarse a la confesión individual, en días y horas determinadas que les resulten asequibles».
2. Los Ordinarios del lugar, así como los párrocos y los rectores de iglesias y santuarios, deben verificar periódicamente que se den de hecho las máximas facilidades posibles para la confesión de los fieles. En particular, se recomienda la presencia visible de los confesores en los lugares de culto durante los horarios previstos, la adecuación de estos horarios a la situación real de los penitentes y la especial disponibilidad para confesar antes de las Misas y también, para atender a las necesidades de los fieles, durante la celebración de la Santa Misa, si hay otros sacerdotes disponibles.
3. Dado que «el fiel está obligado a confesar según su especie y número todos los pecados graves cometidos después del Bautismo y aún no perdonados por la potestad de las llaves de la Iglesia ni acusados en la confesión individual, de los cuales tenga conciencia después de un examen diligente», se reprueba cualquier uso que restrinja la confesión a una acusación genérica o limitada a sólo uno o más pecados considerados más significativos. Por otro lado, teniendo en cuenta la vocación de todos los fieles a la santidad, se les recomienda confesar también los pecados veniales.
7. Por lo que se refiere a las disposiciones personales de los penitentes, se recuerda que:
a) «Para que un fiel reciba válidamente la absolución sacramental dada a varios a la vez, se requiere no sólo que esté debidamente dispuesto, sino que se proponga a la vez hacer en su debido tiempo confesión individual de todos los pecados graves que en las presentes circunstancias no ha podido confesar de ese modo».
c) Está claro que no pueden recibir validamente la absolución los penitentes que viven habitualmente en estado de pecado grave y no tienen intención de cambiar su situación.
8. Quedando a salvo la obligación de «confesar fielmente sus pecados graves al menos una vez al año», «aquel a quien se le perdonan los pecados graves con una absolución general, debe acercarse a la confesión individual lo antes posible, en cuanto tenga ocasión, antes de recibir otra absolución general, de no interponerse una causa justa».
9. Sobre el lugar y la sede para la celebración del Sacramento, téngase presente que:
a) «El lugar propio para oír confesiones es una iglesia u oratorio», siendo claro que razones de orden pastoral pueden justificar la celebración del sacramento en lugares diversos;
b) las normas sobre la sede para la confesión son dadas por las respectivas Conferencias Episcopales, las cuales han de garantizar que esté situada en «lugar patente» y esté «provista de rejillas» de modo que puedan utilizarlas los fieles y los confesores mismos que lo deseen.
Todo lo que he establecido con la presente Carta apostólica en forma de Motu proprio, ordeno que tenga valor pleno y permanente
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 7 de abril, Domingo de la octava de Pascua o de la Divina Misericordia, en el año del Señor 2002, vigésimo cuarto de mi Pontificado.
JUAN PABLO II
25 comentarios
Su juicio sobre la casi desaparición de las absoluciones colectivas arbitrarias me parece algo optimista. Probablemente hables usted por su diócesis de Urgell donde el Obispo Martí cortó de raíz los abusos hace años. Pero le aseguro que en Barcelona siguen abundando. Hace poco visité una Iglesia y vi que se utilizaba un confesionario para guardar unas bombonas de butano... Buena Pascua.
Sin embargo, no para descargo y excusamiento de las innúmeras negligencias de los fieles seglares sino por amor a la verdad, he de decirte, P. Joan Antoni, que como a menudo se ha denunciado por aquí, son principalmente los curas los responsables de que la situación haya desembocado en loque ha desembocado, puesto que son precisamentelos curas los que han abandonado los confesionarios, casi como gatos que salen huyendo del agua -y no lo olvidemos que los gatos, llegado el caso, saben nadar muy bien; los curas que ya no confiesan,me supongo que sabrán volvera serbuenos confesores-.
Es más, conozco el caso de una chica joven, íntima amiga mía, que luego de permanecer años y lustros incluso comulgando asiduamente (domigo tras domingo y fiestas deguardar) sin jamás confesar, le contó al sacerdote con el que, por insistencia mía, tuvo a bien confesarse, y cuál no fue mi sorpresa al decirme ella misma que el sacerdote con el que acababa de confesar le había dicho, ignoro, lógico, con qué intención, que su proceder con el sacramento de la penitencia tampoco era algo especialmente grave y que no le diera más importancia al asunto. De modo que por lo que ella me contó, confidencialmente y sin revelarme, obviamente, nada de los pecados suyos que le acababa de revelar al confesor, puedo deducir que salió dela confesión un poco como ella misma entró, a saber, desconociendo la importancia trascendental de este sacramento, sin el cual no puede haber verdadera conversión cristiana católica, así de claro. Y por experiencia creo conocer que los muchos curas no son explícitos en este asunto, dejando claro, por ejemplo,que no hay ningún derecho a tomarse, como millones de fieles católicos hacen, por lo demás, la libertad de permanecer comulgando domingo tras domingo al tiempo que se pasan años,lustros y hasta décadas sin ponerse de rodillas en confesión delante de un sacerdote. Esto está pasando con inusitada frecuencia. Es el pan nuestro de cada día en las comunidades católicas. Cada vez hay más fieles que se apuntan a empujar ese carro. Y uno no ve que se haga nada especial al respecto.
Nada más.Saludos.
Desde luego, con sacerdotes así -ojo, sin entrar a juzgar sus conciencias ni su labor pastoral en otros cometidos o campos- ya me dirá usted paraqué se empeñan los papas y los obispos más sensibles a este tema, exhortar a los fieles sobre este asunto del sacramento de la penitencia y sobre cualesquiera otros concernientes a la fe.
Además de las razones que da en favor de este gran sacramento, hay una puramente humana y muy válida: reconocer las propias debilidades, los propios pecados y decirlos explícitamente favorece la madurez psicológica en sumo grado. Tenemos un sencillo ejemplo, en reuniones de terapia para alcohólicos, por ejemplo. No sé ahora, pero antes, el recién llegado se ponía en pie, decía su nombre y añadía: " Soy alcohólico ". Y los psicólogos explicaban que reconocer eso era comenza muy en serio la curación.
Pues eso mismo, aunque a otro nivel, lo veo yo en la confesión. Me arrodillo ante Dios en el confesionario ( porque el sacerdote actúa en nombre de Cristo ) y digo sencillamente en qué me parece que he pecado, que he sido infiel al Señor. Y el perdón y la bendición divinos, sanarán mi alma y la harán cada vez más fuerte.
Por eso, les recomiendo a todos recuperar la confesión semanal.
"Las razones de la crisis son múltiples. La más obvia es el modo con que a menudo se ha administrado este sacramento. LOS TIEMPOS Y LOS AMBIENTES INADECUADOS... CON LOS CONFESIONARIOS CERCA DE LOS BANCOS, EN VEZ DE ESTAR SITUADOS EN UNA ZONA MÁS TRANQUILA... han terminado por convertir el rito de la confesión en un gesto anacrónico que NO CORRESPONDE AL SENTIDO QUE EL HOMBRE DE HOY TIENE DE LA CONFIDENCIALIDAD Y DE LA PROPIA DIGNIDAD.
... Un elemento importante de la crisis concierne a los sacerdotes, ya sea porque existe una escasa disposición a encargarse de este ministerio... ya sea porque la disminución de su número ha hecho que sean pocos los que, físicamente esperan al penitente en el confesionario.
...Es una crisis a la que no podemos resignarnos porque, directamente proporcional a ella, está la caída del nivel de la vida espiritual de una comunidad".
En el mismo sentido se manifestaban los Obispos en su Instrucción Pastoral sobre la Penitencia en 1.989:
"LA MISMA ESTRUCTURA DEL MUEBLE-CONFESIONARIO, TAL Y COMO ES EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS, PRESTA UN MAL SERVICIO A LA PENITENCIA... Por ésto, y para dar todo el relieve necesario al coloquio penitencial, debe cuidarse la estética, funcionalidad y discreción de la sede para oír confesiones...
... EL LUGAR PARA LA RECONCILIACIÓN DEBE RESPONDER A LA DISCRECIÓN PROPIA DE LA ACCIÓN QUE REALIZA Y ASI PUEDA FAVORECER EL DIALOGO.
... No podemos dejar de recordar aquí el respeto que se debe tener a este sacramento y la dignidad con la que debe celebrarse".
Por otra parte, quisiera hacerle una pregunta, Padre, aprovechando su apelación a tener las cosas claras. Cuál es para usted, es decir, para la Iglesia católica, una buena confesión. Quisiera que fuera lo más explícito posible. Le agradecería que no me remitiera a documentos oficiales al respecto. Mi pregunta es concretísima: cómo ha de comenzar, desenvolverse y concluir toda confesión; cuál ha de ser la estructura correcta o prescrita para que se dé una confesión en toda regla.
Quedo a la espera.
No parece que la desaparición de los confesionarios haya contribuido a mejorar la situación, por lo que creo que se hace urgente, establecer nuevos lugares donde ir a confesarse más acordes al "sentido que el hombre de hoy tiene de la confidencialidad y de la propia dignidad", pequeñas salas donde quede garantizado el derecho al anonimato del penitente (sea enfermo, minusválido o sordo como una tapia), y que faciliten el diálogo durante el tiempo que cada persona necesite.
Si al menos en cada diócesis se pudiera contar con algo así, atendido por sacerdotes preparados y motivados para ésto, auguro una nueva primavera para este sacramento y para la vida de la Iglesia.
Discurso de J Pablo II a la Peniteniciaría Apostólica en 1.993:
"...No se debe hacer pesar sobre el penitente el propio gusto, sino respetar su sensibilidad en lo que concierne a la elección de la modalidad de la confesión, sea cara a cara, o a través de la rejilla del confesionario".
Yo conozco una parroqia en Madrid donde ha tenido a feliz idea de enclaustrar el mueble dentro de una estructura de cristal con una puerta, de modo que laconfdencialidad el penitent queda asegurada no sólo por el secreto de confesión sino por la propia estructura del lugar del Sacramento de la Penitencia.
¿Por qué han tnido tanto tirón las "absoluciones" colectivas? Pues precisamente porque no se pone en juego ese desnudar el alma delante de un sacerdote.
Porque la obligación que atañe a los pecados graves implica muchas veces laconfesión de cosas vergonzosas para el penitente. Yo qué sé... pegar a la esposa tras emborracharse, robar a los hermanos, irse con prostitutas.
Esa confidencialidad, ese facilitar las condiciones óptimas, es un requerimiento obligatorio.
Sería mucho más fácil confesar en la sacristía, qe es lo que hacía un sacerdote que yo conocí con los abuelos sordos, para que pudieran hablar en voz alta y entenderse.
Habilitar un especie de cubículos con puerta, como hay por ejemplo en Inglaterra en muchas iglesias, es muy buena idea. Es decir, incluir el o los confesionaios en la estructura arquitectónica del propio templo.
La parroquia de Madrid a la que te refieres, si no me equivoco es una instalación provisional en espera de construir la parroquia definitiva ¿no?. Al menos yo conozco una así y me gustaría que hubiera fotos en internet para poder poner un enlace a ellas y poder mostrarlas. A ver si difundiéndolas, se va convirtiendo en algo generalizado, pues me parece el camino a seguir.
Y me parece que no es sólamente porque los pecados sean más o menos vergonzantes, pues a algunos podrían avergonzar más cosas pequeñas que otras más "gordas". Esto es muy subjetivo. Es que, como tú dices, "hay que desnudar el alma" y normalmente, cuando queremos hacer algo similar, por ejemplo con un amigo o nuestra pareja, buscamos un sitio aislado de interferencias ajenas, un sitio que preserve adecuadamente nuestra privacidad.
Se trata de que la gente hoy dia, la gente es especialmente sensible "a la salvaguarda de su intimidad", como reconocían también los Obispos en la Instrucción Pastoral antes mencionada.
Se trata de que la persona que quiere acercarse a confesar, puede sentir una especie de agresión a su propia dignidad si tiene que hacerlo en "un cajón" situado en un pasillo de la iglesia, en los 5 ó 10 minutos previos al inicio de la misa, justamente por donde están "desfilando" todos los que van a asistir a la misma.
La Iglesia ha contribuido a que la sociedad en general sea más consciente del respeto debido a la dignidad de las persona, sin embargo, no está cayendo en la cuenta de que, justamente ese sentido de la propia dignidad se convierte, para muchos, en un obstáculo para aceptar las condiciones en que normalmente la gente debe confesarse.
Se trata también de que el propio Sacramento tiene una dignidad, que no se refleja como debiera en los lugares actualmente establecidos para llevarlo a cabo. Algo tan importante como es este Sacramento, no menos importante que otros que se celebran por todo lo alto, como pueden ser las bodas y los bautizos, merece que se le adjudique algo más de 1/4 de metro cuadrado rodeado de un panel de madera, y algo más de 5 ó 10 minutos a la semana en algunas iglesias y en otras, ni siquiera eso.
Sí Tulkas, "facilitar las condiciones óptimas, es un requerimiento obligatorio" que viene recogido en el Motu Proprio objeto de este post:
2. Los Ordinarios del lugar, así como los párrocos y los rectores de iglesias y santuarios, deben verificar periódicamente que se den de hecho las máximas facilidades posibles para la confesión de los fieles.
Dices: "Sería mucho más fácil confesar en la sacristía, qe es lo que hacía un sacerdote que yo conocí con los abuelos sordos, para que pudieran hablar en voz alta y entenderse". Esa es la Confesión cara a cara que siempre es una opción para todo el que la desee, la cuestión es que ésta no puede ser impuesta obligatoriamente a nadie porque sea, de hecho la única disponible, por eso he citado el Discurso de JP II:
"...No se debe hacer pesar sobre el penitente el propio gusto, sino respetar su sensibilidad en lo que concierne a la elección de la modalidad de la confesión, sea cara a cara, o a través de la rejilla del confesionario".
El derecho del penitente a mantener su anonimato viene recogido en el Código de Derecho Canónico, independientemente de su edad o su sordera. Máxime que a veces el confesarse en la Sacristía, es, en la práctica, en un rincón de la misma, en la que sigue entrando y saliendo gente por muy diversos motivos, igual que suele ocurrir en las propias iglesias.
Por último, añadir que ese "verificar periódicamente que se den de hecho las máximas facilidades posibles para la confesión de los fieles", del punto 2 del M Propio, que corresponde a sacerdotes y Obispos, se traduce para mí concretamente, en MEJORAR LAS CONDICIONES DE ESPACION Y TIEMPO respecto a las que se vienen dando actualmente.
Tulkas, si estás interesado en este tema, (perdón por el tuteo), seguro que disfrutarás leyendo los discursos de JP II a la Penitenciaría Apostólica y la mencionada Instrucción Pastoral sobre la Penitencia de la CEE (está en su web). La pena es que tantos preciosos documentos, parecen haber quedado en papel mojado.
En mi opinión, hacer sentir al penitente un respeto exquisito por su persona, en su dignidad y en su intimidad e incluso por el tiempo que cada uno necesite según sus circunstancias, sería la mejor manera en que, la Iglesia, -prolongación de Cristo que perdona-, podría transmitirle tangible y palpablemente, la entrañable misericordia de nuestro Dios que, tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo único, y que en este bendito Sacramento se derrama profusamente de una manera particular y exclusiva para él.
Y por otra parte, creo que las condiciones actuales en que se hace la Confesión, tampoco benefician a los sacerdotes, que también han ido progresivamente dándole de lado. Ellos también tienen que hacer un esfuerzo, entre otras cosas por entender lo que el penitente le dice susurrando y contestarle de igual manera, en un tiempo limitado y a veces a gran número de penitentes.
Para ellos mi gratitud inmensa por prestarse a este servicio al Cuerpo de Cristo.
Con la confesión colectiva, hecha con rigor y caridad fraterna entre unos y otros, pues la ofensa a nuestro Creador repercute en todo y en todos, se impartiría doctrina y conocimientos evangélicos.Hoy en día existe una ignorancia religiosa imponente.No digamos de los símbolos y grandes figuras bíblicas.¿Como se va a amar lo que se desconoce?.
De verdad, la Iglesia no ha estudiado la situación de tantísimos cristianos sobre su situación espiritual. De facto estan abandonados.
-----------------
Ja, ja...
Madrileño tienes mucha razón. Justamente porque no se tiene esa conciencia de respeto en torno a un confesionario cuando se está usando, es por lo que, habría que tomar ciertas medidas por parte de cada párroco o rector de iglesia para que se impida el paso de gente de forma efectiva. Así ni uno ni otro tendrían que bajar tanto la voz.
En determinados sitios, bastaría quitar algunos bancos próximos, poner unos cordones, etc.
En la web de archimadrid, en la sección de Publicaciones hay una, cuyo título es: Para mejorar la celebración de la Penitencia, que dice:
" El espacio propio es el ORATORIO PENITENCIAL o la Iglesia. Hay un lugar patente para oír confesiones: (a) sede con rejilla, que puede utilizar libremente el fiel para la discreción; (b) y con otra posibilidad, para que el penitente pueda acercarse cara a cara (personalmente) al ministro y de esta manera se pueda imponer las manos.
# EL LUGAR SEA ACOGEDOR, esté iluminado y limpio. NO ESTE EXPUESTO AL TRANSITO DE LOS FIELES. Si pueden disponerse varias áreas para los sacramentos en la nave, se reserva una para la penitencia..."
Pero a pesar de eso, apenas en todo Madrid se puede encontrar un sitio adecuado. Imagínate en el resto de España...
Para terminar, propongo que los laicos enviemos escritos a los Obispos respectivos, para que, al menos, en este Año Sacerdotal, se hagan algunas cositas concretas en este sentido y no vuelva a quedarse todo muy bonito pero sólo en los papeles. Y nada en la práctica.
Y quienes conozcan más sitios como la parroquia de La Araucana, que lo comuniquen, por favor.
Me regaña también a mí, por intentar convencer a mis hijos que vayan a misa, por cualquier pecado, incluso venial y al final, no me da la absolución.
Salgo de allí sintiéndome peor que una niña a la que regañaran y humillada, pues pienso que sólo Dios puede juzgarme.
_______
Debe poner en conocimiento del Obispo lo que me está diciendo y dejar de confesarse con este sacerdote.
______
Puede y debe confesarse antes de casarse, para recibir en gracia el sacramento.
Y menos hacernos direccion espiritual
Pero confiesa y dirige a unos poco mas afines a el por lo que sea.
Antes decia que Jesus no confesaba nunca. Nos dice que nos confesemos en otras parroquias.
Me siento discriminada y chantajeada porque nos exige y obliga a hacer servicios en la parroquia porque dice que son para gloria de Dios y que negarnos a hacer servicios es ir contra Dios y que no podemos criticar a ningun sacerdote por mal que lo haga.
Como veis el tema es un poco grave
____
si es así, esto es dictadura, hable con el Obispo
______
El sacerdote actuó prudencialmente al usar el derecho que tiene de utilizar la rejilla. Yo creo que debiera ser para todos, hombres y mujeres. Con todo, las cosas se deben hacer con tacto y delicadeza y explicar las cosas. El sacerdote no deja de ser hombre y la confesión de ciertos pecados por parte de una mujer requiere la máxima discreción. No se trata de ningún desprecio a usted como mujer y creo que es un error verlo así. Los antiguos padres espirituales nos advertian sobre le control que debemos hacer sobre nuestras miradas. Es algo muy sabio que debemos considerar.
Lo curioso es que uno quiera confesión semanal y guía espiritual y el cura no quiera ... Como está el mundo debería de estar contentos. No lo entiendo
Los comentarios están cerrados para esta publicación.