Fátima y la Asunción

Dos noticias alegran el corazón católico en el desarrollo de este Año de la Fe, primeramente que el Romano Pontífice actual estaría considerando la posibilidad de canonizar al venerable Papa Pío XII «con la fórmula de scientia certa (certeza de conocimiento) y por lo tanto incluso pasando por encima la beatificación», en segundo lugar, que el próximo 13 de octubre, Francisco consagrará la humanidad al Inmaculado Corazón de María.

En las apariciones de Fátima, nuestra Señora dijo: «Dios quiere establecer en el mundo, la devoción a  Mi Inmaculado Corazón».

El arzobispo Fulton Sheen, que defendió con su palabra y con su ejemplo la Eucaristía y la devoción a la Madre de Dios, dijo lo siguiente:

Estamos viviendo los días del Apocalipsis –los últimos días de nuestra era… Dos grandes fuerzas, el Cuerpo místico de Cristo, y el cuerpo místico del Anticristo, están formando filas para la catastrófica contienda.

Trescientos años antes, San Luis María de Montfort escribió en el Tratado de la Verdadera Devoción a María, su convicción de que

El Reinado de la Santísima Virgen precederá al Reinado del Señor Jesús… María resplandecerá más que nunca en estos Últimos Días para traer a los pobres pecadores que se han alejado de la Familia de Dios… María hará surgir a los Apóstoles de los Últimos Tiempos para hacer la guerra al Maligno.

San Ignacio de Antioquía, San Antonio del Desierto, y San Ignacio de Loyola nos dicen que estamos en medio de una gran batalla espiritual, ya sea que la reconozcamos o no.

El estado actual del mundo, como declaró Pío XII, puede fijarse así:

En realidad, el problema radical del universo está ya fundamentalmente resuelto y se apoya en la importante disyuntiva que jamás se había planteado a la libertad humana: con Dios o contra Dios. Esta es la elección que hoy planea sobre el destino de la humanidad.

Inmediatamente de finalizado el Concilio Ecuménico Vaticano II, junto a la crisis litúrgica se suscitó una crisis de la devoción a María Santísima. «¿Por qué se ha borrado el nombre de María?» Es la pregunta que se formulaba el obispo Rudolf Graber el 24 de marzo de 1968.

Sí, lo mariano ha venido a ser piedra de escándalo. Pero ¿acaso es de extrañar? ¿No se dijo en el paraíso que la Mujer (juntamente con su Hijo) habría de aplastar la cabeza de la serpiente, y que ésta, empero podría acechanzas a su calcañar?

En 1917, como consecuencia de la victoria bolchevique, el «Dragón Rojo» surgió en un extremo de Europa, en Leningrado, que era entonces Petrogrado, en el otro extremo de Europa, en Fátima, apareció la «Mujer vestida del Sol», el Inmaculado Corazón de María.

El Dragón –continúa revelando Apocalipsis 12, 15- vomitó de sus fauces como un río de agua detrás de la  Mujer, para arrastrarla con su corriente. ¿Qué es esta agua? ¿Qué es el agua que amenaza ahogar el Corazón Inmaculado? ¿No será en gran medida, como Su Eminencia el cardenal Alfonso Stickler aludió: las nuevas teorías teológicas que buscan minimizar y socavar el rol de la Santísima Virgen  María en la Redención? ¿Aquello de negarle el rol de Madre de la humanidad? ¿Aquello de llamarla solamente “discípula”, o “hermana”, pero no Madre? ¿Hay acaso un intento generalizado de reducir el rol de la Santísima Virgen María en la Redención a jun lugar menor a aquél que le ha dado la Santísima Trinidad colocándola como una observadora pasiva o física y no un canal moral? (Dr. Mark I. Miravalle, S.T.D.).

El Papa Pacelli, no se cansó de propagar el mensaje de Fátima, de mantener vigentes sus exigencias en toda la Iglesia y trabajar por la realización de las mismas. Recordemos que el«milagro del sol» por cuatro veces fue «renovado» en la persona del  Papa Pío XII en 1950, cuando el Pontífice definió el dogma de María asumida por Cristo al cielo, el dogma de la Mujer totalmente reclamada por el «Sol de la Justicia» y establecida por Él en la gloria y en el poder de Su Reino como el Sol tanto del cielo, como de la tierra.

A propósito, el cardenal Tedeschini, legado papal para la clausura del Año Santo de 1950-1951, en su discurso, después de haber descrito el prodigio solar de 1917, dijo:

Os quiero decir que otra persona vio también este prodigio. Lo contempló fuera de Fátima algunos años más tarde en Roma. Fue el Papa, nuestro Santo Padre, el Papa lo vio.

Así como la Santísima Virgen vino a confirmar la acción del Vicario de Su Hijo, declarando a Bernardette el 25 de marzo de 1858 «Yo soy la Inmaculada Concepción», dogma que el Papa Pío IX había definido cuatro años antes, inaugurando la Era de la Inmaculada, a mediados del siglo XX, Pío XII inauguraba la Era de la Asunción, la Era de la Mujer vestida del Sol, que es el mensaje de Fátima «con todo su brillo glorioso y en todo su poder salvífico» (cf. Nuestra Señora de Fátima en el cumplimiento de la profecía bíblica, P. José de Sainte Marie, OCD).

(Desconstrucción mariana - 7)