¿Salva el "octavo sacramento"?
El famoso demonólogo y exorcista Padre Gabriel Amorth cuenta lo siguiente: Cuando era niño, mi viejo párroco me enseñaba que hay ocho sacramentos: el octavo es la ignorancia. El octavo sacramento salva a más gente que los otro siete juntos.
La ignorancia es falta de conocimiento de algo por parte de un ser capacitado para conocer, ésta resulta entonces, o de las limitaciones de nuestro intelecto, o, de la oscuridad del propio asunto. La ignorancia es un mal para la inteligencia y ésta puede ser vencible o invencible.
Es invencible o completa, cuando no se sabe que se ignora, y por esta razón es insuperable. Precede a la acción y al impedir el conocimiento suficiente, destruye la responsabilidad o voluntariedad.
Y es vencible cuando ésta no es total y se puede salir de ella. Hay obligación grave de aprender las cosas necesarias, y quien descuida por culpable negligencia este deber, comete un pecado muy grave de ignorancia voluntaria, que puede traerle fatales consecuencias en este mundo y en el otro (cf. Teología moral para seglares, Royo Marín, n. 300).
Hay católicos llenos de errores doctrinales, unas veces porque aprendieron mal el catecismo, y, posteriormente no lo han vuelto a leer, y otras veces por la contaminación de tanta doctrina equivocada que flota en nuestro ambiente. El analfabetismo catequístico es espantoso.
Convendría meditar la confesión sincera que hiciera de sus errores el presbítero Lúcido (de Rietz) el año 473 ante el Concilio de Arles. Dice:
Vuestra corrección es la salud de todos, y vuestra decisión una medicina, de ahí que yo también estimo ser el mejor remedio, el excusarme, acusado los pasados errores y purificarme por medio de una confesión salvadora, por tanto, de acuerdo con los recientes decretos del venerable Concilio, condeno juntamente con vosotros estas opiniones:
- la que dice que el trabajo de la obediencia humana no tiene que unirse a la gracia divina;
- la que dice que después de la caída del primer hombre quedó totalmente destruida la libertad de su voluntad;
- la que dice que Cristo nuestro Señor y Salvador no sufrió la muerte por la salvación de todos
- la que dice que la presencia de Dios empuja violentamente al hombre a la muerte o que los que se condenan, se condenan por la voluntad de Dios;
- la que dice que después de haber recibido legítimamente el bautismo, muere en Adán todo aquel que peca;
- la que dice que unos están destinados a la muerte y otros a la vida;
- la que dice que desde Adán hasta Cristo, ninguno de los paganos se salvó en vistas a la venida de Cristo, por la primera gracia de Dios, es decir, por la ley natural; porque perdieron la libertad en el primer padre;
- la que dice que no existe el fuego y los infiernos.
Todo esto lo condeno como impío y totalmente sacrílego. Y de tal modo afirmo la gracia de Dios, que siempre añado el esfuerzo humano a la moción de la gracia; y proclamo que la libertad de la voluntad humana no está extinguida, sino atenuada y debilitada; y que el que está a salvo está en peligro, y el que se ha perdido hubiera podido salvarse.
Ante esta confesión de Lúcido, antes pecador, que nos habrá refrescado algunos de los dogmas católicos, preguntémonos: ¿Cuántos libros sagrados y espirituales, he leído? ¿Qué responderá a los herejes que atacan nuestros dogmas? ¿Sabría defenderse dignamente en el terreno de la fe, de los violentos ataques doctrinales de algunos hermanos separados?
Quizá no, y, ¿qué espera entonces para ilustrarse? ¿Que el Espíritu Santo envíe un angelito como maestro sólo para mí?
Es necesario leer para obtener conocimiento. Debemos leer, pero no podemos leer cualquier cosa, hay que escoger lo mejor. La fórmula es elegir sólo aquellos textos que nos inspiren a actuar, que nos hagan ser mejores de lo que somos, que despierten en nosotros el deseo de elevados ideales e iniciativas, particularmente la santidad, en este orden:
La Sagrada Escritura. San Agustín narra en sus Confesiones, que su conversión la debió a un texto de la Escritura.
Los escritos de los santos y sabios de la Iglesia, que nos han legado grandes clásicos espirituales como la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis.
Las vidas de los santos. Pocas cosas pueden elevar tanto el alma como la heroica vida de otros.
Qué bello es zambullirse en la doctrina revelada, leer las páginas de los grandes maestros espirituales, sobre todo saborear directamente buenos comentarios de la Biblia, pero eso es una felicidad que alcanzan pocos cristianos, naturalmente que sólo por su sola culpa.
12 comentarios
El problema mayor que ocasiona la ignorancia es que nos convertimos en : OPINÓLOGOS de TODO! Entonces tenemos los templos ("la Iglesia") llenos de los que CAMBIAN TODO¡! T O D O ! ! ! lo que ha dicho Cristo, el Magisterio de la Iglesia y la Tradición!.
(Con el agravante que quienes deberían corregir, y se sobre entiende que "no son tan ignorantes" se "hacen Cómplices"
Sostengo que PODEMOS NO HACER LO QUE DIOS dice( y hago esta distinción porque allí estaríamos todos con nuestro pecados personales) pero no se DEBE CAMBIAR¡! lo que Nuestro Señor ha instituido o enseñado,¡!¡!
¿Por qué cree Ud. que tantos Católicos están a favor del aborto, del divorcio, de la eutanasia,del gaynomio... etc... etc...?
Virgen Ssma., Reina y Madre de Misericordia, Ruega por Nosostros!¡!
http://hjg.com.ar/sumat/b/c76.html
"Mas si es tal la ignorancia que sea totalmente involuntaria o porque es invencible, o porque es de aquello que no está uno obligado a saber, tal ignorancia excusa totalmente de pecado."
Muchas veces se usa la esencia frase para excusar de pecado infinidad de situaciones. Parece que la clave de la santidad está en ser lo más ignorante posible. El perfecto ignorante parece no pecar. Vd, lo aclara de forma clara: la ignorancia vencible ofende a Dios.
Santo Tomás también lo dice.
Lamentablemente, me tocó ser de los "entendidos". Y entre más leo, más estudio y más trato de comprender, más me alejo de la Verdad absoluta, del Amor único y sin medida que es Dios, más allá de todos los artículos del Derecho Canónico, todos los párrafos del Catecismo y todos los versículos de la Biblia.
A veces me pregunto si hacemos bien en enseñar. Porque aunque sea una de las obras de misericordia, con tanta frecuencia difundimos errores y malas interpretaciones, que quizás haríamos más bien callando y dejando a los demás en la bendita ignorancia.
Sólo tengo la esperanza que al final de todo el conocimiento pueda ver la luz, volver al origen, desechar todo lo que aprendí y comprender que no necesitaba saber nada.
Se les pide y recuerda.
Repecto del comentario de David, tiene razón cuando dice que a veces uno preferiría ser un ignorante invencible ciertamente, porque a mayor conocimiento y oportunidad, mayor es la responsabilidad.
No se preocupen, que tengo sicólogo, gracias a Dios sacerdote y creo que un poquitito santo (sólo un poco).
Sí, a veces el exceso de conocimiento nos enloquece. Y repito, sería mucho más feliz si no estuviera entre los entendidos. Ojalá Catholicus tuviera razón :D
Imprescindible, sí, una vez que uno sabe que existen. Pero, si no supiera, ¿que necesidad tenemos de ello?
Conozco muchos católicos que no han pasado jamás del catecismo de primera comunión, ni siquiera saben que existe un Catecismo "de verdad" y viven tan felices, tan santos si no es que más que usted y yo. ¿Están en un error? ¿Acaso no es el Credo lo único realmente necesario saber para la Salvación?
El mismo Cristo, cuando aquel joven le preguntaba qué necesitaba para alcanzar la vida eterna, a propósito omite la mitad de los mandamientos, y los otros el joven ya los conocía. Y cuando le revela lo que REALMENTE debía hacer, lo deja con más dudas que certezas. (Cf Lc 18,18-25)
¿Habría llegado aquel joven al cielo si no se le ocurre preguntar? ¿Habrá podido superar su egoísmo ahora que ya sabía que lo tenía? ¿O se condenó por un pecado que ni sabía que estaba cometiendo?
Al fondo de todo, ¿por qué Dios quiere que sepamos -si no quisiera, no se habría revelado- pero una vez que sabemos nos enfrenta al abismo absoluto de la fe donde ningún conocimiento es útil? Son dos extremos donde ninguno es bueno y ninguno es malo y el punto medio tampoco.
Si yo tuviera que votar, votaría por la ignorancia. Al menos, la ignorancia absoluta es posible, mientras el conocimiento absoluto es inalcanzable.
Lo que me deja más perplejo es que D. Germán le de la razón aunque sea solo en parte. Vd., que en su curriculum expone un largo número de servicios, incluyendo el de catequista y profesor, ¿dice que preferiría la ignorancia invencible "a veces"?
¿Se ha parado a pensar un solo instante la que es la ignorancia invencible?. Ignorancia invencible es la que sufren millones de musulmanes y por la cual viven esclavos de una religión inhumana. Ignorancia invencible es la que viven millones de asiáticos que viven de rituales, filosofías y supercherías vacías que les impide conocer y experimentar la gracia de Dios. La ignorancia invencible es una desgracia tremenda de la que Dios le ha librado. Dios le concede la oportunidad de ganar méritos, de conocer el reino de Dios en esta vida, de saber el por qué de Vd. mismo y de la humanidad, y Vd dice que "a veces" preferiría ser ignorante invencible.
Perdone pero esa actitud es la misma que la del siervo al que le dan el talento y lo entierra. "Ojalá no me lo hubiera dado".
Además siendo Vd. catequista debería saber que el conocimiento de Dios es siempre bueno, siempre ayuda a la conversión. Uno de los dramas de los cristianos de nuestros siglo, es que teniendo la Iglesia 2000 años de historia y de decenas de teólogos santos, no pocas veces ese legado que nos han dejado se desprecia o ningunea. Y lo que no es un problema es el conocimiento, sino la pereza y la ingratitud del hombre.
Desde luego, quién desea la ignorancia pudiendo conocer, no va bien, porque tiene sus afectos en el sitio que Dios no desea.
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GML: "Qué bello es zambullirse en la doctrina revelada, leer las páginas de los grandes maestros espirituales, sobre todo saborear directamente buenos comentarios de la Biblia, pero eso es una felicidad que alcanzan pocos cristianos, naturalmente que sólo por su sola culpa".
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