La palabra que hiere
Se define al lenguaje como un conjunto de símbolos que, articulados, unidos o combinados expresan el pensamiento o el ser de las cosas, las ideas y el sentir de los pueblos; además permiten a las personas comunicarse a través del sonido de la voz por medio de las palabras, de los gestos o de la escritura.
El psiquiatra chileno Otto Dörr, a través de los medios, ha dado una dura batalla desde hace muchos años a la degradación de nuestro lenguaje, especialmente a la degeneración lingüística de las nuevas generaciones de su propio país. En junio 2010 escribía en El Mercurio una columna respecto de que quizás lo más impresionante sea que el 84% de los alumnos que han ingresado a primer año de la Universidad de Chile no entienden lo que leen.
Constata Dörr, que un tipo de lenguaje muy patológico, que en psiquiatría y neurología se denomina “coprolalia”, palabra que significa “lenguaje excrementicio”, propio de ciertas demencias secundarias a la destrucción de los lóbulos frontales del cerebro, en los últimos veinte años, ha experimentado un fenómeno de generalización.
Otro psiquiatra el Dr. Ricardo Castañón, boliviano, doctor en psicología clínica, especialista en medicina psicosomática, neuropsicofisiología cognitiva, converso del ateísmo y actualmente conferencista de fama internacional, ha escrito: Hábitos y actitudes. Cuando la palabra hiere, un trabajo científico de elevadísima profundidad.
Respondiendo a la pregunta: ¿Por qué herimos con las palabras? Señala entre otros aspectos los siguientes:
Se hiere para “tocar”, “impactar” al otro, lastimándolo. Propio de personas autoritarias, dominantes, déspotas, seguras de que pueden “tocar” al otro, porque éste no posee la misma autoridad o derecho para replicar…
Para gozar de aquello que se dice: satisfaciendo la antipatía y el odio acumulados; liberando la envidia, los celos, y muchos otros sentimientos de rencor y venganza. Personas con complejo de inferioridad, envidiosas y susceptibles entran fácilmente en esta categoría.
La envidia puede ser definida como la tristeza de una persona por la buena fortuna de los demás. Job menciona que el rencor mata al tonto, la envidia aniquila al necio.
La palabra puede construir o destruir, ensalzar o humillar. Con ella también puedes alcanzar riqueza o ser despedido de tu trabajo porque dijiste algo inoportuno sobre la esposa de tu jefe. El manejo especializado de la palabra se ha convertido para muchos en una profesión rentable. Algunos trabajan a plena luz, otros jamás dan la cara. La desinformación, un sistema pensado para distorsionar la verdad o mostrar la mentira como verdadera por medio de la manipulación de la palabra, ha pasado en ciertos momentos de instrumento a arma. Tampoco se puede olvidar el chisme, la calumnia, el insulto, el prejuicio verbalizado, hasta llegar al perjurio que se convierte en sacrilegio que condena la grave mentira pronunciada en nombre de la Divinidad. No sin razón escribía Platón: Las palabras falsas no son solamente malas en sí mismas, sino que también contagian al alma (Hábitos y actitudes. Cuando la palabra hiere, Ricardo Castañón Gómez).
Es muy curioso que quienes suavizan las palabras duras del Evangelio para evangelizar, usan palabras brutales para insultar a quienes no comparten sus teologías.
San Francisco de Sales siendo estudiante, casi llega a matar a un compañero de estudios en un duelo provocado por su temperamento. Eso moderó al santo y pasó 22 años tratando de aplacarlo. Tan bien lo logró, que siempre se mostró sereno y sonriente.
Otro santo que pasó momentos de angustia por su modo de ser fue San Jerónimo. Cuando falleció un monje con el que había tenido diferencias lo llamó alacrán muerto expresando su beneplácito por ese hecho. Cuando se enojaba, profería tal torrente de vituperios y abusos verbales que llegaron a llamarlo El azote del desierto, pero era consciente de su defecto e hizo todo cuanto pudo por corregirse hasta llegar a santo.
Así y todo hemos de evitar la palabra que hiere.
Y añadió: Lo que sale del hombre, eso es lo que mancha al hombre. Porque es del corazón de los hombres de donde salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, perversidades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, soberbia y necedad. Todas estas maldades salen de su interior y manchan al hombre (Marcos, 7, 20-23).
4 comentarios
"Es muy curioso que quienes suavizan las palabras duras del Evangelio para evangelizar, usan palabras brutales para insultar a quienes no comparten sus teologías".
Me cuido mucho de no utilizar palabras brutales pero no evito que las utilicen conmigo vengan de donde vengan. Más bien, por la frecuencia con que las recibo, parece que las ando buscando.
Brausoft: gracias.
San Pablo dice "El amor todo lo excusa". Así el verdadero amor excusa mucho de lo que proviene de otros, excusa las heridas en silencio, oculta las ofensas cuanto puede.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.