Algo sobre la mística cristiana
Todo bautizado, por la gracia del bautismo, está llamado a alcanzar, en algún grado, la participación en la vida mística, es decir, en una visión o experiencia mística de Dios. En relación con esta mística, Santo Tomás destaca dos cuestiones que no deben faltar. Por un lado la verdad del conocimiento de sí, que debe estar relacionado interiormente con el conocimiento de Dios hasta el punto de que si falta esa conexión, el hombre cae en el desaliento y hasta puede llegar a la desesperación. Por otro lado, el hecho de que el mero conocimiento sobre Dios, por la dificultad que implica, puede conducir a la soberbia. Por eso el hombre en su interior conoce la bondad de Dios y de este modo puede tener un verdadero conocimiento de su limitación y de su indigencia frente a Él. En su interior, el hombre puede verse a sí mismo con los ojos de Dios que es la bondad infinita, y de este modo no perder la paz al percatarse de su propia precariedad.