Educar en valores para el auténtico desarrollo y para la paz
Todos los acontecimientos de la vida humana que constantemente nos plantean retos y oportunidades para conocer y comprender nuestro entorno y para transformarlo en un entorno más humano y mejor, ponen de manifiesto que el hombre ha nacido para conocer la verdad sobre sí mismo, sobre su origen, sobre su destino y sobre todo lo que le rodea. En efecto, la conquista de la verdad constituye el fin último de la vida humana pero este fin es imposible de alcanzar si no se considera seriamente la naturaleza personal y social del hombre. La inteligencia humana es el medio con que el hombre cuenta para alcanzar la verdad, pero es un hecho que en el conocimiento, cada persona conoce muy poco. Es muy poco lo que cada uno puede alcanzar en comparación con lo que la humanidad en su conjunto ha logrado. Por eso, la solidaridad resulta imprescindible para alcanzar la verdad porque si somos conscientes, en el conocimiento de la verdad es mucho más lo que recibimos que lo que cada persona puede aportar. De estas ideas de carácter introductorio se puede concluir que de la naturaleza personal y social del hombre, es decir, de su capacidad natural para relacionarse y para conocer la verdad de las cosas y entre ellas la verdad del orden social, se fundamenta la llamada sociedad del conocimiento. El fin de la sociedad del conocimiento debe ser conocer la realidad objetiva y transformar el entorno en un entorno mejor, lleno de valores, en un entorno más humano. El objetivo de este breve texto es resaltar el papel de la educación, el papel de los valores en la sociedad del conocimiento, de modo que ell punto de partida es el conocimiento de lo que son los valores para ubicar dentro de los valores a la educación para el auténtico desarrollo y la paz.
La crisis actual es la consecuencia inevitable de la carencia de una orientación estable sobre los fines de la vida, es decir, sobre los bienes dela persona que hoy conocemos con el nombre de valores. El problema es que llevamos décadas hablando de crisis de valores sin que muchas personas sepan, a ciencia cierta, qué son los valores. Por eso es tan importante partir aclarando que los valores son bienes para el hombre y que por lo mismo es muy importante entender qué es o quién es el hombre para saber lo que es bueno para él, es decir, valioso.
La antropología filosófica realista o la filosofía del hombre, es la ciencia que nos permite conocer la persona humana con la mayor profundidad que podemos alcanzar racionalmente, para de este modo saber qué es lo que nos conviene como seres humanos de acuerdo a nuestra naturaleza. De tal suerte que, mientras los sistemas educativos sigan sin considerar que el hombre es, ante todo, un ser personal, es decir, un individuo dotado de razón y de voluntad libre, en el que la razón nos sirve para conocer la verdad y el bien, mientras la voluntad nos permite el querer alcanzarlos y poseerlos, continuaremos fallando en la educación con las consecuencias que estamos viviendo.
Tiene mucho tiempo que la humanidad ha pasado por alto que el hombre es un ser superior a los demás existentes de la naturaleza porque es capaz de reflexionar sobre sí mismo y sobre el entorno, un ser capaz de conocer de un modo científico y profundo las cosas, y de utilizar y transformar racionalmente lo modificable que hay en ellas para procurarse un ambiente mejor.
En aras de un pluralismo exagerado, la educación actual ha olvidado que el hombre es un ser capaz de conocer la unidad, la verdad, el bien y el orden social objetivo. También el hombre actual ha olvidado que de la naturaleza personal y social del hombre dotado de inteligencia y voluntad libre se deduce que el hombre sea susceptible de educación.
Y es que es preciso recordar que, en el hombre conviven con la inteligencia y la voluntad; las facultades, propias del reino vegetal y animal:
*La nutrición
*El crecimiento
*La reproducción
*La capacidad de trasladarse de un lado a otro
*Los sentidos externos oído, vista, gusto, olfato y tacto
*Los sentidos internos memoria, imaginación, sentido común, cogitativa.
*Las tendencias o apetitos, que producen la afectividad y la sensibilidad humana, por ejemplo: el deseo, la ira, el temor, el gozo, la alegría, la tristeza, todas las pasiones.
En la persona humana conviven todas estas facultades que además si observamos son jerárquicas en tres niveles:
1) Vegetativo - vegetal
2) Sensitivo - animal
3) Racional - humano
A lo largo de la historia, diferentes pensadores han sido capaces de descubrir este orden y han advertido la necesidad de una educación que garantice que el hombre dirija con la inteligencia y la voluntad, sus afectos, sus pasiones y sus facultades reproductivas, nutritivas, etc. Que en el hombre y en la sociedad exista unidad e integridad. Aunque hoy no se considere, la humanidad ha descubierto la capacidad del ser humano para desarrollar hábitos buenos que permitan el autodominio y la recta transformación del medio que nos rodea. El hombre no sólo actúa por instinto, y por eso la educación le es intrínsecamente necesaria.
Los grandes teóricos desde la Grecia clásica han sido conscientes de que sin una buena educación y sin la adquisición de hábitos buenos se llenaría de hábitos malos o vicios la sociedad. Desde Grecia ya era clarísima la necesidad de una paideia (educación) en función de la propia naturaleza humana y es que los griegos advirtieron que no todo es bueno para el hombre, supieron que es una exigencia para él mismo conocer y respetar el orden natural y social.
Los filósofos realistas han descubierto que existe una jerarquía de valores, o de bienes para el hombre que es indispensable respetar. Los valores más altos objetivamente son los que poseen mayor unidad, verdad y bondad.
Se ha descubierto que en el orden de la naturaleza hay cosas o bienes que perfeccionan el entorno o medio ambiente, (valores exteriores al hombre); bienes que perfeccionan al cuerpo como la integridad física, la salud, el ejercicio, y la alimentación; bienes que perfeccionan a las facultades vegetativas, sensitivas y racionales del hombre como la música, el arte, la técnica, la ciencia y la justicia que perfeccionan las facultades superiores del hombre.
De aquí que sepamos que una adecuada jerarquía de valores o de bienes para el hombre debe coincidir con una adecuada jerarquía de los bienes que son o existen. Es evidente la distancia que hay entre una piedra por valiosa que sea y una estructura vegetal, y la distancia entre un vegetal y un animal.
También es necesario considerar que la técnica depende de la ciencia como por ejemplo, un puente construido con una deficiente base matemática constituye un peligro que puede llegar hasta su destrucción.
Hasta aquí podemos sostener que la educación actual si quiere ser adecuada debe considerar los siguientes puntos:
1. El hombre está hecho para la verdad y tiene la capacidad de alcanzar las verdades necesarias para realizarse aunque estas se alcanzan en la sociedad.
2. Los valores son los bienes para el hombre, es decir, las cosas buenas, que por tanto permiten que el hombre se perfeccione y alcance su realización plena.
3. La jerarquía de los valores es la jerarquía de los seres o de los existentes que perfeccionan al hombre.
4. La jerarquía de valores se puede agrupar de la siguiente manera:
+ Bienes (valores) exteriores al hombre que perfeccionan el medio ambiente.
+ Bienes (valores) que perfeccionan al cuerpo del hombre.
+ Bienes (valores) que perfeccionan la vida humana en sus funciones vegetativas, sensitivas y sobre todo, en las propiamente humanas que son las racionales. De aquí que los valores más altos sean la unidad, la verdad y el bien.
5. El hombre es susceptible de conocer y de vivir esta jerarquía o escala de valores, por medio de hábitos que lo perfeccionan: artísticos, técnicos, morales e intelectuales que garanticen la armonía en los individuos, en la sociedad y con el medio ambiente. Estos se alcanzan por medio de la educación.
6. Por eso es necesario, atender a los fundamentos que hemos visto y que deben guiar toda la educación para lograr una mejor política educativa que facilite la ordenación de la sociedad, mediante hábitos buenos, al verdadero bien de todas y cada una de las personas que la conforman y que es el bien común, y que además es el fin de la educación, que exige el recto aprovechamiento y distribución de todo lo que nos rodea (economía).
Los seis puntos anteriores, hacen patente la necesidad de tomar como punto de partida para cualquier discurso sobre la educación en valores, el reconocimiento del fin de la vida humana. La tendencia al bien y la disposición para desarrollar hábitos buenos son elementos fundamentales de la naturaleza humana pues toda persona aspira a un bien o fin que colme todos sus deseos y que es la felicidad.
De modo que, retomando el discurso de la filosofía del hombre podemos resaltar tres aspectos.
1) La vida humana tiene un fin, pues todas las acciones humanas son por un fin que es su bien y por tanto su perfección.
2) La tendencia al bien (felicidad) y a la disposición para los hábitos buenos o virtudes resultan ser el fundamento de la capacidad que tiene el hombre de ser educado.
3) La naturaleza humana es capaz de conocer la verdad y el bien pero requiere de hábitos buenos para alcanzarlo de manera estable. Por esto son tan importantes los padres de familia, los educadores y los maestros.
Lo anterior hace patente la necesidad de orientar a las personas para que adquieran hábitos buenos. La orientación y asistencia ayudan a la persona a actuar en consonancia y armonía con la disposición natural que ella tiene.
La educación para el conocimiento de los valores o bienes para la persona y para la adquisición hábitos que permitan alcanzar los valores es necesaria y congruente con la misma naturaleza humana. Los hábitos buenos o virtudes, por su estabilidad favorecen a que la persona alcance su máxima perfección posible y a que se colmen y se realicen las aspiraciones y los intereses más íntimos y profundos del ser humano.
Por todo lo anterior, insisto en que dado que educar, es educir o sacar a la luz todas las capacidades, resulta imposible la educación en valores si no consideramos un conocimiento profundo de lo que es el hombre mismo: un existente que tiene consciencia de sí y que es libre. Un ser que existe, en el que la teoría siempre debe ir antes que la acción ya que del conocimiento teórico depende la buena práctica y por tanto el conocimiento de la verdad y de todas las verdades que acabamos de decir, constituye el valor fundamental.
Otro punto a considerar es que dada la unidad e integridad del hombre, o se desarrolla mediante la educación toda la persona o se destruye el hombre. Es necesario desarrollar el cuerpo y la vida con todas sus facultades, sobretodo la inteligencia y la voluntad que constituyen la parte más perfecta de lo humano. Es preciso hacer crecer al hombre mediante la adquisición y el perfeccionamiento de los hábitos buenos o virtudes que le hagan captar y poseer lo bueno de todo lo que existe y por lo tanto lo que es valioso según su propia perfección. Unidad, Verdad y Bien son valores supremos.
Educar es, por tanto, lograr el desarrollo de todo lo que el hombre es, llevándolo a su máxima perfección posible.
Pero además he dicho que el hombre es un ser personal y social. No es un individuo singular como lo propone el liberalismo o capitalismo, ni un ser disuelto en la colectividad que evoluciona, como lo propone el marxismo. Por esto es necesario precisar que la sociedad es un medio para la realización plena de todas y cada una de las personas.
Urge superar las utopías del siglo XIX y XX, tanto la marxista como la capitalista o liberal que tergiversan la realidad. Frente a estas posturas, es necesario tener bien claro que el Estado es para el hombre y no el hombre para el Estado, la empresa es para el hombre y no el hombre para la empresa. Lo importante es la persona y no una sino todas y cada una de las personas sin excepción.
Toda la educación gira en torno a la formación por medio de los hábitos, de las cualidades estables que perfeccionan al hombre para que conozca y ame lo bueno decidiéndose en cada caso por lo mejor.
La educación del ser humano no puede limitarse a una mera adquisición de informaciones y enseñanzas útiles y necesarias que le conviertan en una persona instruida, técnica y humanamente competente en las tareas que la sociedad plural exige. Si lo que se pretende es que la persona y la sociedad alcancen su fin, es preciso conceder a la educación y a la formación ética, técnica y científica el lugar que le corresponde.
Mientras los hábitos que perfeccionan la inteligencia capacitan al hombre para conocer la unidad, la verdad y el bien; las virtudes morales le capacitan para alcanzar, poseer y realizar esa verdad y ese bien mediante acciones buenas. Por eso es inconcebible una educación en valores que no sea moral, técnica/artística y científica.
La adquisición y aumento de los hábitos buenos, es en principio fruto del deleite que experimenta la persona educada al actuar bien. Ya que la voluntad educada goza al realizar actos buenos. Mediante la realización de actos buenos, la persona se dispone mejor para alcanzar su fin que es la unión con la verdad y el bien, alcanzando así, una mayor unidad e integridad. El ejercicio repetido de la obra buena, conduce a la persona a participar más perfectamente de esta capacidad de obrar bien. La persona va conociendo lo bueno y actúa conforme a ello adquiriendo una mayor integridad y unidad.
Orden, disciplina, orientación firme hacia el fin, resistencia a los modos de actuar contrarios para lograr la adquisición de todos los hábitos buenos posibles: físicos, morales[1] e intelectuales. Es de este modo, que resulta imposible sin la gracia, como se logran las medallas de oro, los grados académicos, los grandes descubrimientos, pero sobre todo esto, la paz y el orden justo de una sociedad educada y virtuosa, puesto que los malos hábitos y la falta de educación son causa de injusticia de inseguridad y de violencia.
Pero hemos dicho que actualmente se exalta la pluralidad, de hecho pareciera que todo hombre aspira a vivir en sociedades plurales donde van desapareciendo los vínculos de unidad. Pero aquí hay que destacar que no es posible la pluralidad sin una base sólida de unidad que se logra viviendo en la verdad y el bien. Por esta razón la unidad es tan importante como valor fundamental. La unidad es el fundamento de la pluralidad ya que la pluralidad depende de la unidad, no hay pluralidad si no hay unidad. Si pretendemos una educación que nos conduzca a convivir en un Estado plural es necesario encontrar los elementos de unidad que son los valores entre los que destacan la unidad, la verdad y el bien.
Otro aspecto muy importante es que la educación debe ser consciente del hecho de que el hombre no siempre logra hacer lo que la razón le presenta como bueno. En el hombre es evidente una disposición desordenada que incluso puede llegar a ser vicio como un hábito corrompido. En lo que se refiere a la razón, ésta no siempre alcanza la verdad, en el ser humano cabe la ignorancia y el error. En lo que se refiere a la voluntad, el hombre no siempre actúa bien, en el ser humano cabe el mal.
Además en el ser humano cabe la confusión del bien aparente con el bien real y a veces los humanos eligiendo el bien, actuamos el mal y con la repetición de actos desordenados, estos se hacen costumbres y después hábitos malos debilitando a la persona y anulando su libertad.El desorden acaba por arrastrar a la razón a juzgar subjetivamente por “conveniencia” anteponiendo lo particular o el capricho personal al conocimiento universal, a los principios y los fundamentos universales.
Si el valor es un bien para las personas, y lo que buscamos es que las personas y la sociedad alcancen su máxima perfección posible, la educación ha de ser un proceso temporal, en el cual los hábitos buenos se van adquiriendo poco a poco, en cada opción libre de cada momento presente. La voluntad se va perfeccionando en el tiempo, conformándose el humano que se quiere formar. Los padres de familia, los maestros y educadores son los que ayudan a conformar el carácter del hombre educado. La persona educada para los valores, es decir, para lo que es bueno para ella, elige en cada opción el verdadero bien y con esto logra la libertad que consiste en elegir siempre lo mejor. Nadie puede ser más libre que el hombre bien educado. La persona sin educación acaba siendo esclava de su propio desorden y de sus errores que repercuten en los ámbitos social y ambiental.
La adquisición y aprendizaje de la virtud constituyen un arte por el cual a la persona le es posible superar los obstáculos y el desorden en sus facultades, en el que las pasiones desordenadas y el egoísmo provocan toda clase de actos destructivos para la persona, para la sociedad y para el medio ambiente.
Por esto son necesarios los hábitos buenos, porque la característica más importante del hábito es la estabilidad, el hecho de que una vez que se adquiere es muy difícil de perder con lo que se garantizan las buenas acciones, que perfeccionan a la persona y al entorno. Los hábitos buenos permiten al ser humano una facilidad de acción para alcanzar su objeto sin esfuerzos ni retrasos.
Estabilidad, espontaneidad y facilidad para actuar bien en toda ocasión son las características de los actos buenos realizados con los hábitos. Los buenos hábitos perfeccionan al ser humano, lo disponen bien y de manera estable para su fin. Y como de lo que se trata es de la unidad, la verdad y el bien sobre el hombre, de su naturaleza social como principio básico para la adquisición de virtudes, por esto es tan importante la amistad que produce un ambiente adecuado para la manifestación de la virtud y de la vida feliz. La amistad que consiste en buscar el verdadero bien del otro es el principio activo para la educación que sólo es posible en un ambiente en el que se busque y comunique la verdad y el bien para el perfeccionamiento de las personas y de su entorno.
No basta tolerarse, es necesario el compromiso y la amistad. El amor de amistad, es pues, el principio activo de la educación para las virtudes o hábitos buenos y la razón de esto es que no es posible ser feliz si se excluye la felicidad de otros. Y como nadie da lo que no tiene, el maestro debe tener en grado óptimo lo que pretende transmitir al alumno. Por todo esto también podemos ordenar los valores o bienes para el hombre en bienes útiles y bienes que se llaman honestos.
Es muy importante para los educadores distinguir entre los bienes o valores que son útiles para alcanzar hábitos buenos, de los bienes que son indispensables o necesarios para alcanzar hábitos buenos, es decir, aquéllos sin los cuales resulta imposible alcanzar la virtud.
+ Bien útil>Es aquél que se elige en vista de otro bien. Por ejemplo el dinero siempre se busca por que me sirve o me es útil para comprar cosas. Es un medio.
+ Bien honesto>Es aquél que es un fin. El que no se busca por otra cosa sino por sí mismo, la ciencia, la unidad o la verdad. Es un fin.
A todas luces se ve que los bienes útiles, que son medios, son menos perfectos que los bienes que se llaman honestos, que son fines. Sin embargo, el hombre necesita de todos estos bienes para su desarrollo: Como quedó dicho necesita de bienes exteriores o cosas exteriores para el cuerpo, también necesita de amigos en todos los estados, circunstancias y momentos de su vida y también cuando alcanza la felicidad por ser virtuoso. El hombre feliz necesita amigos no por utilidad sino para actuar bien. Para la educación en hábitos buenos y hacia los valores es necesaria la amistad desinteresada.
Si queremos educar en las virtudes y en los valores, es necesario salir del utilitarismo y buscar la amistad que produzca un ambiente propicio para su desarrollo. Al maestro deben interesarle realmente sus alumnos, debe buscar el bien de estos y contar con las perfecciones que desea transmitir. Lo anterior es importante porque ha quedado establecido que los hábitos buenos son fundamentales dentro de la escala de valores y este tipo de valores no se puede lograr sin la amistad. El estudiante o el formando, también debe contar con la capacidad y buena disposición de perfeccionarse.
Con todo esto podemos definir las virtudes como hábitos buenos y estables que perfeccionan, por lo que quedan como medios para alcanzar la unidad, la verdad y el bien. De aquí que la verdad, el bien y la unidad sean valores superiores a las virtudes o hábitos buenos tanto intelectuales como morales. Las virtudes intelectuales son las que perfeccionan a la inteligencia. Nos facilitan el conocimiento de lo verdadero y bueno.
Las virtudes morales son las que perfeccionan a la voluntad del hombre. Nos ayudan a actuar y a alcanzar el bien.
Es importante tener en cuenta que tanto para la educación en general como para la educación de la inteligencia, es necesario orientar la vida sensible especialmente la memoria sensible y la imaginación que son la base del proceso intelectual. La educación estética o de los sentidos, es fundamental para el desarrollo del intelecto humano y para la transformación adecuada del entorno. Como no hay ningún conocimiento sensible que no esté relacionado con la inteligencia y la voluntad libre, es muy importante que desde edades tempranas, la educación favorezca el ejercicio de la conceptualización, o de la formación de conceptos, de juicios y de razonamientos.Es muy importante que la acción educativa favorezca el desarrollo de los procesos naturales de la inteligencia.Toda la sensibilidad de la vida emocional y afectiva, todas las pasiones humanas ordenadas por la recta razón, es decir, por la razón que juzga objetivamente, pertenecen al ámbito de la virtud. La virtud no es el único valor ni el valor supremo pero si es el fundamento para la adquisición y realización de todos los valores.
En lo que se refiere a la voluntad, ésta debe orientar y moderar las pasiones y la vida emocional del hombre. Una vez conocido el bien y por lo tanto el fin, hay que favorecer la decisión hacia lo que es bueno y hacia lo que es más perfecto.
El objeto de la voluntad es el bien común que es el verdadero bien de todos y cada uno de los miembros de una sociedad y por eso el hombre debe ser educado para quererlo y para tender a él. Hay que educar para el pleno dominio de nuestros actos de modo que queriendo algo que es bueno o valioso, podamos también alcanzarlo. En la definición de bien común como verdadero bien de todos y cada uno de los miembros de una sociedad van incluidos otros valores importantes que son los derechos humanos.
Toda la vida ética y moral se encuentra dirigida y ordenada hacia el fin último (la felicidad) que es su razón de ser y todo fin mueve porque es un bien y conviene, pero no todas las cosas convienen para todos los seres sino que hay que ver qué tipo de bien son, y a qué tipo de ser va dirigido y ése es el fundamento del valor, tomar en cuenta que sea un bien pero para la persona en sus circunstancias concretas. La disposición del que desea o tiende a un fin debe ser muy tomada en cuenta en la educación en valores, de lo contrario no se puede alcanzar la meta.
En los niños muy pequeños, si antes del uso de la razón mediante la acción de los padres y educadores, se habitúa a renunciar a algunas satisfacciones egoístas y placenteras inmediatas para cambiarlas por un bien superior y universal, en la adolescencia y en la edad adulta podrán más fácilmente habituar su voluntad a desear y perseguir lo que es mejor. El teórico educador o el maestro ha de examinar las inclinaciones estudiando la forma en la que se relaciona la inclinación o tendencia del alumno con la apetición de los últimos fines concretos.
Analizando todas las inclinaciones habituales de la voluntad y de la afectividad, se llega a la conclusión de que las pasiones tienen un papel muy importante como disposición subjetiva determinante de la voluntad para tender a un fin concreto. Las pasiones en sí, no son actos voluntarios, no son moralmente buenas ni malas en sí mismas pero pueden tornarse buenas o malas si son bien o mal dirigidas y orientadas por la voluntad.
Es necesaria una educación de la voluntad sobre las pasiones puesto que éstas pueden de alguna manera intervenir en la bondad o maldad de los actos humanos. Los hábitos morales son los que perfeccionan a la voluntad y no deben ser confundidos con los valores religiosos que se encuentran en otro lugar en la escala de valor.
Cuanto más fuerte sea la pasión: odio, amor, tristeza, gozo, esperanza, deseo, aversión, etc., más fuerte debe ser la voluntad respecto a la pasión, sin embargo, en la medida en que es más fuerte la pasión disminuye la deliberación de la razón y por esto la voluntad es menos libre hasta el punto en el que en algunos casos, la pasión puede impedir por completo la capacidad de deliberar, y de este modo impide el acto de la voluntad. Esto puede ser causa de violencia y crímenes…
La pasión que se presenta antes del acto aumenta la intensidad de la voluntad pero disminuye su libertad restándole valor ético. La pasión que se presenta después del acto puede aumentar la calidad moral buena o mala de la acción.
Con todo esto se ve claro que es indispensable una política educativa con un profesorado que garantice que la población actúe bien y de manera estable mediante virtudes o hábitos intelectuales y morales pero sobre todo las virtudes morales porque mientras la virtud intelectual nos permite conocer lo que es bueno o malo, la virtud moral nos garantiza el poder actuar bien, es decir, alcanzar el bien que hemos conocido con la inteligencia.
Es muy importante que la inteligencia y la voluntad estén orientadas a la verdad y al bien y esto resulta imposible sin la educación que garantice el desarrollo de todas las virtudes. La educación es el único medio con el que se puede garantizar la paz, como tranquilidad del orden justo, pero además la educación es el único medio con el que se puede alcanzar el auténtico desarrollo de una sociedad.
3 comentarios
Quiera Dios que mucha gente lo lea. Pensamientos profundos y fundados como los expresa Ud. no son frecuentes.
Mi vida, mi experiencia , le agregaría una base : si se buscan valores y no se apoyan sobre el Amor que Jesucristo derramó en la Cruz por mí, por ti, por cada uno de nosotros; si no nos conmueve la locura de la Cruz y la Resurrección ...carecen de sustento , pueden derrumbarse con facilidad.
Sentirnos llamados nos invita a responder con todo nuestro ser!
Gracias. Saludos.
Felicidades y gracias.
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