La Caverna está de acuerdo con Leonardo Boff
Es cierto que Leonardo Boff, ya en su época de franciscano, tendía a desbarrar bastante. En opinión de este cavernícola, su Teología de la Liberación era una mezcla de lucha de clases marxista, liberalismo teológico, justa indignación y tonterías varias a partes desiguales. Y, por supuesto, desde que dejó de ser franciscano y se ha convertido en defensor de un panteísmo ecológico-indigenista, aún dice más tonterías.
Nadie, sin embargo, se equivoca en todo lo que dice. De hecho, equivocarse en todo es estadísticamente tan difícil como acertar en todo. Y, aunque en la Caverna estamos dispuestos a dar un garrotazo al que se lo merece, también somos capaces de admitirlo cuando alguien tiene razón. Como dice uno de mis compañeros: Semos brutos pero Onraos.
¿En qué estamos de acuerdo con Leonardo Boff? No en una simple afirmación, sino en todo un artículo. Enterito. Lo suscribimos de cabo a rabo. Se titula Elogio de la Siesta.
Ahí van algunos fragmentos:
“[…]
exaltar los beneficios de la siesta como algo que es bueno para la salud, y más aún, que es una necesidad biológica que vuelve a las personas más inteligentes
[…]
soy un siestero inveterado.Tan inveterado que condiciono algunas conferencias a la posibilidad de echar una pequeña siesta después del almuerzo aunque sea en una butaca o en la silla.
[…]
algunos alemanes tienen el mal gusto de organizar durante el almuerzo un encuentro con algún grupo que quiere conversar hasta sobre cuestiones metafísicas. El resultado es que echan a perder la comida, o uno acaba no comiendo o, lo que es peor, no le queda tiempo para echarse la indispensable siestecita.
[…]
Es misterioso el origen de la siesta, pero por su bondad intrínseca debe estar ligada al proceso de la antropogénesis, o sea, debe existir desde que apareció el ser humano. Si hasta los animales hacen siesta, ¿cómo no íbamos a hacerla los humanos, hermanos y hermanas más complejos de los animales?
Algunos creen que en Occidente fue introducida oficialmente por los monjes y los frailes. Hay un sabroso dicho español que dice: «si quieres matar a un fraile, dale de comer tarde y quítale la siesta»
[…]
Aquí está para mí lo bueno de la siesta: ella nos brinda una segunda noche y dos nacimientos del sol. La siesta nos permite tener, en el mismo día, un segundo día. Al despertar de la siesta, todo recomienza con renovado vigor como si el día volviera a empezar.
Si me quitan la siesta, el cuerpo se venga, especialmente si estoy oyendo una charla: dormito, pestañeo y no es raro que eche una cabezadita.
[…]”
Arqueológico Brutote
11 comentarios
Respetemos la siesta, don de Dios, como se merece, y hagámosla con calma, bien a oscuras y con pijama. A ver.
Lo sorprendente es que aún haya quien quiera ser ejecutivo.
Arqueológico Brutote
Ahora bien lo que no me parece correcto es que en el artículo de Boff al que hace referencia Arqueológico Brutote aproveche la ocasión para colocar una foto suya durmiendo...
Es que le gusta ser protagonista en todo.
De ahí deduzco, empíricamente, que los errores y horrores del empirismo británico proceden fundamentalmente de que uno de sus principales autores no hacía la siesta.
No es posible atentar contra el orden natural impunemente.
Véanse si no los Tischrede de Lutero.
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