Si tuviéramos fe...
Si tuviéramos fe …
(Mat 13, 31-35)
Han transcurrido tan solo 20 días desde mi regreso de Tanzania a Navarra y reconozco que, aunque conocía «de oídas» la realidad de la pandemia, me ha impactado encontrarme de frente con el confinamiento, el toque de queda, la tensión e incertidumbre de tantas personas por el contagio, por el familiar o amigo enfermo, el temor ante la situación económica y social de nuestro presente y futuro…
Cuando aparecieron los primeros casos de COVID en Tanzania. el Presidente John Magufuli, consciente de que no podía paralizar una economía que ya es bastante precaria ni pedir a la población el confinamiento porque para muchos, la casa es un pequeño habitáculo de ladrillos y paja sin otra abertura que la pequeña puerta y que utilizan solo para pasar la noche porque el resto de la vida se hace a la intemperie, donde la inmensa mayoría no tiene agua corriente y tienen que ir al pozo o al lago a por agua varias veces al día, hizo un llamamiento general a la población en el que invitaba a un triduo de oración y penitencia, de tal modo que cada uno pidiera a su Dios que nos librara de la pandemia. En Tanzania hay muchas confesiones religiosas, pero la gente tiene fe y la acogida y respuesta a la petición del Presidente fue masiva. ¿Cuál fue el resultado? Que en Tanzania no se puede hablar de pandemia porque los casos de COVID fueron muy pocos, se concentraron en las ciudades importantes y desapareció por completo. Pero quizás lo más bonito es que, conscientes de que los países fronterizos como Kenia y Uganda y el resto del mundo está padeciendo el azote de la pandemia, y convencidos de que el auxilio viene del Señor, siguen elevando su plegaria por todos nosotros, para que esta pandemia desaparezca de los países en los que parece haber hecho nido.