Unidos en la belleza
Aclaremos una cosa: soy protestante. Como todos los demás, todavía estoy tratando de entender la transubstanciación, las cosas relacionadas con María y lugares como el purgatorio. Pero a pesar de todo esto, nunca he tenido un sentimiento de pertenencia a algo como el que tengo en la Parroquia de los Santos Inocentes, uno de los últimos lugares donde se celebra la misa en latín[i] en la ciudad de Nueva York.
Digo «pertenencia» porque parece que se siente lo contrario en torno a las misas en latín y sus asistentes desde las últimas noticias de Roma, que determinaron una actitud de división en los grupos online y presenciales dedicados a la celebración de esta Forma Extraordinaria.
Es posible que exista un divisionismo en torno a la TLM, pero está por verse en los Santos Inocentes. La suya fue la primera misa en latín a la que asistí, y este hecho en sí mismo parecía ser un punto de venta para que estos «radicionalistas radicales» se acercaran a hablar conmigo. Las encantadoras personas que se acercaron a mí sólo se iluminaron más cuando les informé de que no era católica.
«Te oí decir que estabas pensando en convertirte», dijo un hombre con aspecto de hipster mientras se sentaba a mi lado. «Es muy interesante». Sus ojos amables y curiosos me miraron a través de sus gafas de Harry Potter. Había crecido en la ciudad, era estudiante de música en el Hunter College y trabajaba para los dominicos. Estos datos son todo lo que sé, ya que se pasó el resto del tiempo preguntando por mí y por mi historia.