Sobre las maniobras de infiltración LGTB en la Iglesia

Después de confirmar el martes que no se trata de acoger al pecador sino de bendecir al pecado, decidí que tenía que acudir el sábado. La experiencia me confirmó muchas cosas de las que ya sabía.

Nos presentamos mi hijo pequeño (15 años) y yo en el lugar de la convocatoria, apenas 2 minutos después de la hora fijada para la «eucaristía en tierra de acogida». Tanto la puerta de la iglesia como la del convento estaban cerradas. Se acercan un anciano acompañado de un hombre relativamente joven. Con sólo ver al joven sé que viene a esto. Le dice al anciano «aunque esté cerrado, yo llamo y nos abren» mientras maneja el móvil. Y, efectivamente, la puerta se abre y aparece una mujer con una camiseta de la organización convocante.

Mi hijo y yo desplegamos los carteles desde la acera de enfrente. La suya, recordando un punto del catecismo. La mía, un par de líneas de la 1ª Corintios. Los tres nos miran. Les digo algo así como que «hemos venido a recordarles lo que dice la Iglesia, porque creemos que tienen alguna confusión». Los dos hombres entran y la mujer cierra rápidamente la puerta. Oímos deslizarse el cerrojo.

Decidimos quedarnos hasta la salida. Durante la hora de espera hablamos. De lo que hacemos allí. De lo que defendemos. De lo que nos van a decir. De la responsabilidad de quien no cumple con su deber al respecto. Le reconozco no tener ninguna gana de estar allí. De no tener ninguna gana de haber estado el martes en la charla. Pero de la necesidad que tienen, no los pobres despistados, sino los organizadores que tienen una intención muy clara, de tener a alguien enfrente. Alguien que no deberíamos ser nosotros, pero ante su cobarde deserción no nos queda más remedio.

Oímos voces y sabemos que van a salir. Nos colocamos -o nos mantenemos, porque llevamos una hora allí- al otro lado de la estrecha calle, justo frente a la puerta. Desplegamos los dos carteles y los mostramos. La puerta se abre y salen.

Nos miran. Alguno se ríe pretendiendo burlarse. Los más parecen sorprendidos. Alguno se muestra enfadado. Comentan entre ellos, sin levantar la voz. Alguno pregunta qué hacemos allí. Y contesto: «Queremos recordar lo que dice el Magisterio, porque nos parece que alguien les está engañando». Un hombre se acerca. Amablemente nos pregunta de qué congregación somos. A qué carisma pertenecemos. Yo le contesto que somos católicos preocupados, sin más. Me sorprende su insistencia. Mi hijo me dirá después «estuve a punto de decirle que a una congregación llamada Iglesia Católica ¿la conoce?». Hubiera sido una magnífica respuesta.

Le explico que estamos allí porque comprobamos, en la charla del martes, que no se está hablando de acogida sino de celebración del pecado, y queremos recordarles el magisterio de la Iglesia porque nos preocupa que alguien lo está manipulando. Me corta con una pregunta: «¿ustedes defienden la moral previa al Concilio Vaticano II?». A pesar de que sabía que algo así se nos iba a plantear, me sorprende el desparpajo de la pregunta, que me hace sonreír. «No, por supuesto que no. Nosotros defendemos la moral de la Iglesia actual… aunque ahora que lo dice, es la misma que la de antes de ese concilio». Él me lo niega y yo le hago ver que el cartel que sostiene mi hijo es el texto de un punto del catecismo publicado en 1992, 30 años después del CVII. Su respuesta tiene el mismo desparpajo y es tan reveladora como su pregunta. «Bueno, pero es que ese catecismo fue publicado por un papa que no había desarrollado la moral surgida del Vaticano II». Intentando no parecer descortés, le pregunto cómo es posible que un Concilio Pastoral y no dogmático podría cambiar la moral de la Iglesia y sus dogmas sin tener capacidad para ello. Titubea. Le recuerdo que, aparte de que la moral no ha cambiado, tampoco podría hacerlo ya que es un principio de la Iglesia que lo que niega lo que ella ha defendido siempre es anatema, Le hablo de Santo Tomás de Aquino «que usted habrá leído», y me viene a decir que, bueno, Santo Tomás, eso es de hace muchos siglos y que ya no vamos a tirar de Santo Tomás para hablar de moral. Le pido perdón humildemente, «no sabía que estaba ante una autoridad superior a la de Santo Tomás». Una mujer le tira del brazo y se lo lleva.

Viene una señora. Mayor, con mascarilla. Señala el cartel que llevo yo y me dice que decir eso es pecado. «Señora, que es de San Pablo». «Pues eso no es cristiano, Jesús nos perdonó a todos y nos quiere a todos hagamos lo que hagamos». «Señora, Jesús nos acoge a todos pero nos pide conversión. A la mujer adúltera le dice vete y no peques más, no le dice que siga con su vida». Mueve las manos insinuando un «déjame», vuelve a señalar el cartel y mientras se retira dice algo así como «eso ya no es así, eso no es de Jesús». Vaya. Tenemos autoridades superiores a Santo Tomás de Aquino y a San Pablo. Aquí hay nivel.

Yo intento volver a argumentar que lo que nos mueve allí es querer recordar el Magisterio de la Iglesia, que todos somos pecadores, y yo el primero, pero que el pecado se perdona cuando se reconoce y nos arrepentimos. Que hay que acoger, ayudar y acompañar al pecador, pero no animarle a que se mantenga en el pecado diciéndole que a Dios eso no le importa.

No puedo. No quieren oír hablar de ello, Estamos provocando, me dicen. Tú no eres cristiano, otra. Los pecados «ya no son una lista», otro más.

Un hombre se acerca señalándome la cara con evidente nerviosismo «esto es delito de odio, y él es un menor y no puede estar aquí». «Él es mi hijo y estará donde él quiera y yo considere, no donde diga usted, y ¿dice usted que es delito de odio citar en la puerta de un templo a San Pablo y el catecismo?». «SIIII; CLARO QUE LO ES» me grita, ofuscándose cada vez más. «Pues no pierda tiempo. Llame a la policía, por favor». «Estamos en ello», me dice, Pero desgraciadamente no aparece ningún caballero.

Intento exponer razones con los que se acercan, yo no tomo la iniciativa. A todos con los que lo intento empiezo con «todos somos pecadores, y yo el primero ¿eh? pero la Iglesia nos enseña que todos estamos llamados a la conversión, que la Redención es para los que reconocen y se arrepienten, que….

No se puede razonar. «No sois cristianos, esa no es la Iglesia de Jesús, Jesús ama a todos, sólo perdonáis los pecados de los heterosexuales…».

Se van yendo. Permanecemos en nuestro sitio hasta que se ha ido el último. Sus comentarios y chascarrillos dan muestra de lo que ellos entienden por caridad. Una chica pasea por la calle, ajena todo, con un perrillo. Uno de los participantes hace la gracia de señalarnos y hacer ademán de achuchar al chuco, valga la redundancia… «ataca, ataca… muerde…» para sobresalto de la dueña. La estampa de achuchador desentonaría por ridícula en una peli de Torrente.

Nos vamos. Hemos pasado un mal rato, porque no es el mejor plan de un sábado por la tarde estar una hora esperando con tanto calor para hablar a quien no quiere oírte. Pero ahí volvería a estar mañana mismo, ya que quien debiera hacer algo no lo hace. Darán cuentas.

Mi conclusión es la misma que al llegar. La mayoría de esta gente es gente engañada. Gente que se ha abrazado a quien les dice que no pasa nada porque sean débiles. Que no pasa nada porque pequen. Gente a la que les han NEGADO el magisterio de la Iglesia, a los que le han mentido miserablemente. Ellos tienen una responsabilidad, por supuesto. El magisterio está ahí, es claro, y deberían acudir a él. Pero hay quien tiene mucha más responsabilidad.

Los primeros, los que se esconden detrás de las siglas y colorines convocantes, que no buscan más que la infiltración en la Iglesia para destruirla. No se enteran de que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.

Los segundos, los sacerdotes y religiosos que o bien prefieren el aplauso del mundo o bien directamente sirven al enemigo, y no sólo abren sus templos para estos akelarres sino que incluso llevan estas barbaridades al mismísimo altar de Dios.

Y terceros, los que deberían ser pastores pero han preferido ser funcionarios eclesiásticos, siempre tan dispuestos a acusar de rigoristas a quien defiende la recta doctrina como a mirar para otro lado ante las aberraciones que domingo tras domingo se produce en tantos templos y parroquias, ante tanta herejía defendida en los ambones, ante las barbaridades defendidas en la llamada «asignatura de religión católica» por muchos profesores que son enviados y confirmados por esos funcionarios, ante el nombramiento como catequistas de tantos y tantos defensores del pecado….

Todos tendremos que dar cuentas. Las mías serán terribles. Pero las de esos tres grupos tendrán difícil defensa.

Termino con dos cosas:

Publiqué en redes dónde estaba el sábado. Algunas respuestas han sido o insultantes (pero no ofende quien quiere sino quien puede) o -en el caso de un miembro de la organización convocante- acudir a citas de la Escritura manipuladas. Ante esto último mi respuesta fue acudir al magisterio. A cambio, más citas, confirmando lo que estaba claro: En todo caso, serían protestantes. Ellos seleccionan lo que les conviene y lo interpretan a su gusto. Y la «nueva iglesia» es la que se amolde a ello.

Reitero que ojalá yo no tuviera que ir a estas cosas. Ojalá yo no tuviera que recordar según qué cosas. Algún pobre despistado dice que lo hago porque odio a los homosexuales, o porque me considero mejor que ellos y quiero «que desaparezcan». Si fuera por eso me quedaría en mi casa, no iría a intentar recordarles cuál es la puerta estrecha de la Salvación. Para ellos y para mí. Porque es lo que quiero, para mí y para ellos. «Hay que amar al prójimo», me dice alguno. Precisamente, respondo. Y no les ama quien no quiere para ellos lo mejor. Que no es disfrutar en esta vida, sino en la Vida Eterna. A la que fuimos llamados por Nuestro Señor, no por el Vaticano II.

 

Gonzalo

28 comentarios

  
Francisco
Tremendo y valiente testimonio. Simplemente gracias por estar ahí!!
Dios ama al pecador pero aborrece el pecado.
Paz y bien
26/06/24 12:36 PM
  
Doña Pruden
Muy bien post, y la foto pega muy bien.
26/06/24 1:21 PM
  
Roberto Ibarra Videla
Que Dios te Bendiga!!
26/06/24 3:22 PM
  
Chus
Dios se compadece de todos, todos somos pecadores pero dice que está con El quien cumple sus mandatos, hace su voluntad. Queremos ser fieles a Cristo que nos ha dado el don de la fe y la iglesia tiene que enseñar la verdad, el pecado destruye, esclaviza
26/06/24 3:39 PM
  
Mikel
Este testimonio es una joya. Cuando se les confronta con la verdad, con lo que recoge el Catecismo de la Iglesia Católica algunos reaccionan como posesos.
Hay que pedir por los que están confundidos, pastores y laicos. Este tiempo de gran tribulación pasará pronto, la victoria es mantenernos fieles.
26/06/24 3:57 PM
  
Vladimir
No digo que yo lo haría mejor. Simplemente no discutiría con nadie, iría con mis carteles y que los lean y se aguanten: la Verdad se impone por sí misma.
26/06/24 4:27 PM
  
JCxM
A los Sacerdotes y personas consagradas, en mi humilde opinión, deberían reflexionar sobre el Santo Temor de Dios¡

26/06/24 7:05 PM
  
Chus
Estamos en una guerra espiritual y nuestras armas son el escudo espiritual que describe San Pablo y si hay odio en los adversarios
26/06/24 8:52 PM
  
TELÉMACO
¡¡¡Olé, olé y olé por vuestras pelotas!!!
26/06/24 10:33 PM
  
SS
No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros[a]?». 23 Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad».
27/06/24 5:07 AM
  
Beatriz Montes
Enhorabuena valientes!! El Señor les dará el ciento por uno!!
"El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará" (Lc 9,22-25)
27/06/24 7:02 AM
  
Juan Carlos, Jerez
Qué valiente testimonio, Gonzalo. Ojalá todos tuviéramos tu valor.
27/06/24 7:49 AM
  
Fermin
Honor a este señor y su hijo.
Mateo 10:32. "Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos".

27/06/24 10:18 AM
  
maru
Ojalá hubiese cientos de testimonios como el de este valiente católico y su hijo. Lo terrible es que el engaño parta desde dentro de la Iglesia: sacerdotes, obispos, etc .
27/06/24 12:30 PM
  
Hispanicus
Que Dios haga llover infinidad de bendiciones sobre ti y tu hijo!.
Hermoso y caritativo testimonio!.
Auténtica bofetada para los “perros mudos”!.

“Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos».
Pero Él respondió: «Os aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras».”
(Lucas 19: 39-40)
27/06/24 2:04 PM
  
Juan
Estoy un poco perdido. ¿Fue en una iglesia católica? Si es así, ¿cómo que la cierran con llave con la gente dentro?
¿Era una Misa o algún tipo de celebración extraña de un "carisma" de esos? Si es así, ¿qué organización católica realizó el acto? ¿O es cosa solo del cura de esa parroquia?

Dad más info para que estemos alerta!!
27/06/24 9:12 PM
  
Juan
¡Ánimo!
27/06/24 9:44 PM
  
Jesus Alberto

y decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado. Este es aquel de quien el profeta Isaías dijo: “Una voz clama en el desierto: Preparen el camino del Señor; enderecen sus sendas

O sea es obvio
Dejar de pecar
27/06/24 11:21 PM
  
Juan Mac Donnell
Mis felicitaciones por la valentía de defender la verdad. Ninguno de nosotros escribió la Biblia ni le dijo a San Pablo lo que debía decir y mucho menos a Santo Tomás. Simplemente tratamos de respetar y cumplir con lo que expresan y sus enseñanzas.
Pero justamente esa moral relativa, distorsionada y errónea respecto a que todo se debe juzgar a través de la misericordia sin importar si existe o no el compromiso de no seguir incurriendo en el pecado, es propia de Jorge Bergoglio y Víctor Fernández. También, respecto a que todas las religiones, en la medida que se crea en Dios, permiten llegar a la vida eterna; o sea, que la venida de Cristo, la nueva alianza con Dios que el mismo significó y la Iglesia Católica carecen de validez y, es más, ni siquiera se justificaría con ese criterio.
Eso está disminuyendo los miembros de la Iglesia Católica - seminaristas, sacerdotes, fieles, etc. - con la única excepción de las comunidades cerradas que defienden la doctrina que se sustenta en la Biblia. los evangelios, los padres de la Iglesia, Santo Tomás y San Agustín, a los que los seguidores de Bergoglio y Fernández califican despectivamente de "conservadores". Que raro no?
27/06/24 11:35 PM
  
Sancho
Les felicito por su iniciativa y su valentía. Resulta patético que los acusen de odiarlos cuando se están exponiendo para evitarles que acaben en el infierno. Ellos, en cambio, no tienen inconveniente en mostrar odio y desprecio hacia todo aquel que no esté dispuesto a blanquear su pecado contra el cuerpo, templo del Espíritu Santo.

"los que quieran ser fieles a Dios en Cristo Jesús, tendrán que sufrir persecución. Los pecadores y los impostores, en cambio, irán de mal en peor, y engañando a los demás, se engañarán a sí mismos" (2 Tim. 3, 12-13).
28/06/24 1:55 PM
  
Mª Pilar
La narración nos ha hecho imaginarnos la situación. Animo y oraciones a ti y a tu hijo!!!!
Me he imaginado la situación y he revivido lo que pase hace poco, cuando tuve una iniciativa en este orden de cosas.
28/06/24 10:59 PM
  
María Elena de Viñas
¡Los felicito de todo corazón por su valentía, por su fidelidad y amor a la Verdad! Si todos fuéramos como ustedes, ¡cambiaríamos el mundo tal como lo hicieron los primeros adoradores y discípulos del Señor!
¡Que Jesús, María y José siempre los cuiden, protejan y bendigan!
Un saludo afectuoso y con admiración desde El Salvador, en Centro América.
29/06/24 2:14 AM
  
José Ramón
Pasa con el pecado, lo mismo que con el infierno. De tanto omitir el clero el hablar de ellos, muchos no creen ni en el infierno ni que casi haya pecado. Sólo creen en la "misericordia" sin matices.
29/06/24 8:14 AM
  
José Ramón
Cuántos sacerdotes hablan de los pecados mortales contra el sexto mandamiento? Y de las consecuencias de morir en pecado mortal? Y del infierno? La trinchera me parece bastante abandonada. Luego, que si hay infiltración, etc, etc.
29/06/24 8:31 AM
  
pelicanillo
No sé cómo no te liaste con el lanzallamas ante la triste tropa de necios y señora con mascarilla.
Gonzalo, del "movimiento" y "carisma" de los grandes de España.
29/06/24 2:29 PM
  
Juan
¿Alguien sabe si el Arzobispo ha dicho o ha hecho algo al respecto?
¿Ha respondido a esta carta?
30/06/24 3:46 AM
  
Rigidus Contentus
¡MUCHAS FELICIDADES Y MUCHAS GRACIAS!

Lo que hizo Usted con su hijo, es un verdadero acto de caridad, una de las bienaventuranzas, "enseñar al que no sabe, corregir al que yerra".

Jesús vino a sacar a todo un pueblo - el judío - de su error, y los sabios y poderosos - los peores la jerarquía judía - lo crucificaron... la muchedumbre gritaba "crucifícale, crucifícale...!"

Son los mismos que, si hubieran podido, le hubieran crucificado a Usted y a su hijo, el sábado, y por la misma razón, defender la Verdad.

¿Lo más triste? Que ahora los que crucifican son los que deberían salvaguardar el mensaje, la obra redentora de Cristo. Pero no ha cambiado, son los sabios y los poderosos: la jerarquía católica, empezando por el primero.

¡Mucho ánimo, siga así, es Usted un ejemplo... estará muy alto en el Cielo!
30/06/24 2:20 PM
  
Atinasio
Bravo, bravísimo. ¡Enhorabuena!
08/08/24 1:47 PM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.