¿Ciencia y Dios incompatibles? El 90% de los Premios Nobel en el siglo XX eran creyentes
Hay un mito muy extendido entre la población, y también entre muchos creyentes, y es el de que la religión y la ciencia tienen una especie de pelea irreconciliable que hace que se esté del lado de la ciencia o se esté del lado de la religión. De esta manera, parecería que los partidarios de la ciencia serían todos ateos anti-religión y los religiosos serían anti-ciencia. Esta narrativa lógicamente carece de todo tipo de sentido, y más en nuestros días donde ya ha quedado sobradamente acreditado que la ciencia y la fe no sólo no es que no sean incompatibles, es que van de la mano en la búsqueda de la verdad. La ciencia se ocupa de un campo concreto de la realidad al que la fe no llega ni pretende llegar, y lo mismo ocurre a la inversa. No obstante, son muchos los que justifican esta supuesta antítesis entre la ciencia y la fe en una afirmación un tanto arriesgada, que vendría a decir que la mayoría de los científicos son ateos o no creyentes y que, por tanto, no hay amistad posible entre ciencia y religión.
Esta afirmación viene a tener dos problemas esenciales, a saber, el primer problema es que, aunque fuera cierto que el 100% de los científicos son ateos, eso no vendría a demostrar nada, simplemente nos vendría a decir que esos científicos no creen en Dios, sin más. Esto es lo que se conoce como «falacia de autoridad», por la cual se nos quiere hacer creer que una afirmación es verdadera por el simple hecho de que una autoridad (o varias) en la materia lo afirmen. Y, en segundo lugar, porque no es cierto que la mayoría de los científicos sean no creyentes, sino que es más bien al contrario, y eso es lo que vamos a ver en este artículo.
Cuando uno muestra que muchos, sino la inmensa mayoría, de los grandes científicos a lo largo de la historia han sido creyentes y muchos de ellos cristianos, como es el caso de Gregor Mendel, Louis Pasteur, Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Sir Isaac Newton, Alessandro Volta, etc., la respuesta de estos ateos o no creyentes es decir que como la malvada Iglesia Católica tenía mucho poder en siglos pasados, y que a través de la aún más malvada Inquisición se castigaba a todo aquel que no fuera creyente, lo lógico es que todos se hicieran pasar por cristianos aunque realmente no lo fueran, por el mero hecho de salvar la vida. Aun siendo generosos y dando por buena esta hipótesis, vemos que, en todo el siglo pasado, el siglo que podríamos considerar el más ateo con diferencia, es también el siglo donde se ha mostrado que los más grandes científicos son creyentes, y la gran mayoría de ellos cristianos.
Gracias a un exhaustivo estudio del genetista israelí Baruch Aba Salev llamado «100 Years of Nobel Prizes», publicado en el año 2003, donde analiza (entre otras muchas cuestiones) las creencias o no creencias religiosas de cada uno de los ganadores del Premio Nobel en sus distintas categorías durante todo el siglo XX, podemos comprobar que el 89,61% de los galardonados son creyentes, mientras que el restante 10,39% serían no creyentes, donde se incluyen tanto ateos, como agnósticos y librepensadores. En el siguiente gráfico podemos ver como se estructura cada categoría del Premio Nobel en función del porcentaje de creyentes y de no creyentes que hay en esa categoría, veámoslo:
Como podemos observar, hay seis categorías distintas del Premio Nobel, a saber: Química, Medicina, Física, Paz, Literatura y Economía. Curiosamente, es en categorías como la de Química, Medicina o Física, las llamadas «ciencias naturales», donde el porcentaje de creyentes es superior al 91%, mientras que en una categoría como la de Literatura, una «ciencia social», es donde hay un menor porcentaje de creyentes. Siendo tanto las ciencias naturales como las ciencias sociales unas ciencias de carácter empírico, son las primeras las que se suelen asociar más frecuentemente con la imagen del científico en un laboratorio experimentando.
Por otro lado, si nos fijamos en cómo se dividen las creencias (o no creencias) de los Premios Nobel en tres grandes categorías, vemos que la configuración sería la siguiente:
Los cristianos vendrían a copar 2/3 de todos los Premios Nobel del siglo XX, mientras que los judíos habrían ganado el 21,1% de los premios y un 10,5% del total de premios habría ido a parar a personas no creyentes. Dentro de la categoría de «Otros», nos encontramos con cinco premiados de creencias islámicas, siete budistas, tres hindúes y un neopagano, entre otros. Aquí el autor señala un dato curioso, y es que mientras un 20% de la población se puede considerar musulmana, estos tan sólo han conseguido ganar un 0,8% de todos los Premios Nobel en el siglo XX, mientras que los judíos ganaron un 21,1% de todos estos premios siendo un 0,2% de la población mundial. Los cristianos vendrían a representar en torno al 30% de la población mundial, traduciéndose en un 65,4% de todos los premios en el siglo XX.
En definitiva, hemos comprobado como no es verdad que la mayoría de los grandes científicos sean no creyentes, sino más bien lo contrario y que la mayoría de estos se consideran cristianos. Hay que ir diciendo cada vez con más fuerza lo evidente, y es que no existe ningún tipo de incompatibilidad entre ciencia y religión, y qué forma más visual de decirlo que explicando las creencias de los mejores científicos del siglo XX. Al final, todo se resume en lo que decía el católico y científico Louis Pasteur: «un poco de ciencia nos aleja de Dios, pero mucha ciencia nos devuelve a Él».
Miguel Puga
4 comentarios
2. La Ciencia en su definición clásica era todo conocimiento razonado, y, muchas Humanidades, eran consideradas "ciencias": teología, filosofía, matemática, ciencias políticas, historia, ciencias de la información (periodismo), medicina, psicología, etc. etc. etc. Pero, esto cambió y la imagen del científico que tenemos no es la de un político, teólogo, matemático, filósofo, historiador, periodista, ... No, el científico es el astrofísico, químico, físico, biólogo, ...
3. Pues, había errores en esa definición clásica de Ciencia hasta hace 100 años en la filosofía griega (universo eterno, infinito e ilimitado); el socialismo científico era el marxismo; no toda la matemática se ajusta a la realidad (por ej +4 dimensiones) y cuando se ajusta a la realidad no es exacta en cuanto a los valores paramétricos; el periodismo y la política sin comentarios; la interpretación de la Historia sin principio moral; la empírica de la medicina; la teología de la liberación, pueblo u otra heterodoxa; etc.
4. La definición de Ciencia hoy, a diferencia de las Humanidades, es el estudio de la materia con comprobación experimental y universal en laboratorio y que da razón suficiente de lo que sucede en la realidad del Universo material.
5. Por tanto, existen 3 formas de conocer la realidad por fe humana: (1) Fe divina, que tiene como fuente primaria la revelación directa de Dios; (2) Humanidades, sujeta a la moral y la empírica; y (3) la Ciencia, sujeta al estudio de la materia en experimento de laboratorio.
6. Cuando hablamos de conocimiento de la Verdad por los modos de la Ciencia y Fe, hay que aclarar que Ciencia es en el sentido técnico moderno (forma de conocer muy restringida por conocer el accidente y no esencia de la materia); y Fe se refiere a la Fe católica: traditio, confianza y don.
7. La Ciencia responderá a las preguntas de su competencia y la Fe católica a las suyas. Así, la realidad material humana nos lo dice la Ciencia, que nunca es rechazada por la Iglesia y la Teología nunca suplanta a la Ciencia ni a la Filosofía, y la espiritual la Fe católica: los hechos históricos de la Revelación de Dios y Su Cristo, la confianza en ese conocimiento de Fe divina por fe humana para cambiar el modo de vivir en el mundo por el modo de vivir para la santidad en combate espiritual y el don bautismal de la fe como virtud teologal por haber creído y por creer en el futuro si se es bebé, por el credo comprometido de los padres y padrinos.
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