Desde Zumárraga, sobre Mons. Munilla
Conocí a don José Ignacio Munilla cuando yo tenía 20 años. He tenido la suerte de pertenecer a su parroquia hasta que le hicieron obispo y por lo tanto compartir innumerables vivencias. Mi experiencia ha sido inmensamente enriquecedora. Cuando ahora me preguntan ¿cómo es José Ignacio? Yo siempre contesto de la misma manera. Con él, lo mismo rezas el Rosario que pasas el mono con un yonki, que te da una clase de euskara, que limpias los cristales. Aprendimos a ser una gran familia con mayúsculas, con nuestros defectos y virtudes. Nos enseñó la importancia de encontrar puntos de encuentro y de tratar de superar los que nos separaban, siempre desde la amorosa mirada de nuestro Señor y de la Virgen.
Vi pasar muchísimas familias rotas por la droga, y demás problemas sociales y José Ignacio, siempre, siempre, era un hombro en el que apoyarse y caminar. Jamás vi en él una mala cara, un gesto de cansancio, o un vuelva usted mañana. Si como párroco de El Salvador de Zumarraga, fue capaz de hacer todo lo que hizo, ¡qué no será capaz de hacer de obispo! Si realmente queremos una Iglesia viva y con ilusión, caminando al lado de Jesús de Nazaret, se merece todo el apoyo y confianza que seamos capaces de darle.
José Luis
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