(92) Sobre algunas concepciones del Anticristo (p. L. Castellani)
Recuerda Mons. Juan Straubinger en su edición del Nuevo Testamento que “el Apocalipsis era, en tiempos de fe viva, un libro de cabecera de los cristianos, como lo era el Evangelio. Para formarse una idea de la veneración en que era tenido por la Iglesia, bastará saber lo que el IV Concilio de Toledo ordenó en el año 633: “La autoridad de muchos concilios y los decretos sinodales de los santos Pontífices romanos prescriben que el Libro del Apocalipsis es de Juan el Evangelista, y determinaron que debe ser recibido entre los Libros divinos, pero muchos son los que no aceptan su autoridad y tienen a menos predicarlo en la Iglesia de Dios. Si alguno, desde hoy en adelante, o no lo reconociera, o no lo predicara en la iglesia durante el tiempo de las Misas, desde Pascua a Pentecostés, tendrá sentencia de excomunión” .(Enchiridion Biblicum Nº 24). El momento está cerca: esto es, el de la segunda Venida de Cristo. Véase 22, 7 y 10; 1 Co. 7, 29; Fil. 4, 5; Hb. 10, 37; St. 5, 8; 1 Jn. 2, 18. Si este momento, cuyo advenimiento todos hemos de desear (2 Tm. 4, 8), estaba cerca en los albores del cristianismo ¿cuánto más hoy, transcurridos veinte siglos?”




“La Iglesia ("la barquilla de Pedro “, que le dicen) ha tenido muchas tempestades y ha de tener todavía otra que está profetizada, en la cual las olas invadirán el bordo, y parecerá realmente que los pocos que están dentro “suenan”. Cristo parece haber conservado su costumbre juvenil de dormir en esos casos; y también su idiosincrasia de no amar la cobardía.” (Leonardo Castellani)
Alguna vez hemos suscripto la afirmación de que la imbecilidad es pecado, y esta vez volvemos a hacerlo, calurosamente. Una de las versiones etimológicas sugiere que imbécil proviene de im-bellum (no apto para el combate), término con el que los romanos señalaban al que no era capaz de formar parte de las Legiones Romanas, por sus características físicas o mentales. Y efectivamente, creemos que debe ser pecado, sobre todo si esa incapacidad de combatir pone en grave riesgo la integridad de otros puestos a su cuidado, como pueden ser los niños no nacidos.
Toda planta para crecer, necesita ser regada.