“Como a nuestros mayores les fue necesaria la paciencia contra el león, así también a nosotros nos es necesaria la vigilancia contra el Dragón. Jamás cesa la persecución contra la Iglesia (…) y más ha de temérsele cuando engaña que cuando se ensaña. En otro tiempo incitaba a renegar de Cristo, en éste enseña a negar a Cristo. Entonces impelía, ahora enseña; entonces usaba de violencias, ahora de insidias; entonces se le oía rugir, y ahora, presentándose con aparente mansedumbre y rondando, difícilmente se le advierte...” (S.Agustín, Enarraciones sobre los salmos, 39,1)
Como madre y educadora, es inevitable que con mi esposo nos planteemos a menudo si además de inclulcar los principios cristianos, estamos brindando los “anticuerpos” suficientes para que nuestros jóvenes enfrenten al mundo, que se les presenta -cada día más violentamente- dando señales de estar “bajo el poder del Maligno”. Esto es evidente a través de los diferentes “avances” de la Contracultura.
Pero frente al panorama imperante, no podemos permitirnos educar desde el temor y la pura crítica, sino al contrario, desde la fortaleza iluminada por el discernimiento.
Esta fortaleza ha de ser por una parte, pasiva, de resistencia firme ante las seducciones de la mentira y el error, pero por otra parte, activa, de proclamación valiente de la verdad, con la parresía que sólo Dios puede otorgarnos con Su gracia.
Ahora bien, ¿cómo discernir convenientemente, si no se está dispuesto a una formación sólidamente católica? ¿Y hasta qué punto esta formación será suficiente, si paralelamente no se conoce suficientemente lo que ha de enfrentarse, o se lo subestima, minimizando la gravedad de sus peligros, y el alcance de sus logros?
Digo esto porque a veces vemos con estupor que ciertas familias de fe sencilla, profunda y sincera, a la hora de enfrentarse con el mundo en la educación de sus hijos, pecan tal vez de excesiva ingenuidad, y no se atreven a repudiar más enérgicamente algunas modas y costumbres que se van introduciendo como caballos de Troya en los hogares. Y hasta en el Hogar con mayúsculas que es la Iglesia, debido a la desinformación, cobardía o la complicidad de ciertos pastores. Ante aquellas estrategias bélicas (pues se trata de una guerra, no podemos olvidarlo), se bajan todas las armas, se arrían las banderas y enmudecen las admoniciones y protestas, decretando tregua…mientras el enemigo avanza a pie firme cobrando sus víctimas entre los más inocentes, pues
“El perfecto ciudadano del nuevo orden es un individuo colonizado intelectual y espiritualmente, narcotizado, acrítico, sumiso…” (p.J.Claudio Sanahuja)
Pensamos entonces que podemos resumir en unos pocos, lo que a nuestro juicio parecen ser los principales Caballos de Troya que se han introducido en el alcázar de nuestras familias:
- Vestimenta y modas contrarias completamente al Evangelio.
- Hipersexualización desde la niñez. Noviazgos tempranos, con plena carta de ciudadanía, de modo que cualquier adolescente de más de 11 años pueda sentirse un anormal o descastado entre sus pares si no ha tenido ya alguna “experiencia” de tipo sexual.
- El acostumbramiento a un tipo de música -si así podemos llamarla..- inadmisible no sólo por su contenido asombrosamente procaz en sus letras, sino por la pérdida casi completa de la armonía y el sentido de belleza en sus formas.
- La actitud confiada ante el sistema educativo y sanitario.
- El obediencialismo (obediencia mal entendida) ante las leyes civiles, cuando éstas contradicen frontalmente la ley de Dios.
Vamos, pues, explicitando un poco:
- EL PANSEXUALISMO “INEVITABLE” EN MODA Y MÚSICA
Cuando una familia ve con buenos ojos que los adolescentes y jóvenes, para poder sentirse tales, se paseen en verano tranquilamente vistiendo semidesnudos (y no me refiero sólo a las mujeres), y en invierno como si la ropa estuviese cosida al cuerpo, no podemos pensar que “la cosa terminará allí”. Pues si nuestros hijos se presentan con el “uniforme” que les ordena el mundo, es lógico que éste crea que son suyos. Y ellos –nuestros hijos- también, claro! ¿cómo han de enfrentarlo, cuestionarlo y conquistarlo convincentemente, si es su “Amo”, a quien creen íntimamente que deben rendir honor y pleitesía?
Si a esto se suma la costumbre de iniciar a los niños ya desde pequeños en este frenesí pansexualista no sólo en el vestido sino en canciones infantiles, cine, baile, juguetes y entretenimientos, muchas familias que se dicen católicas van contribuyendo sin querer o sin saber, a la edificación de una Sodoma Global que será plataforma para el reinado del Anticristo:
“No es una guerra ideológica. Se trata en realidad de defendernos a nosotros mismos, a nuestros hijos y a generaciones futuras ante una ideología demoníaca. (…) Esta forma de persecución religiosa es más escondida: no destruye físicamente, pero sí lo hace espiritualmente…” (Cf. Intervención del Card. Sarah en el 12th. Annual National Catholic Prayer Breakfast en Washington, ReL, 19-5-16)
Señala Margueritte A.Peeters (cuyo libro Il gender, una questione politica e culturale, Ed. S.Pablo prologa el Card. Sarah), refiriéndose a la extendida teoría queer,
“Esta teoría no se detiene en la deconstrucción del sujeto: afecta principalmente a la deconstrucción del orden social.(…) Se trata de sembrar la duda sobre las tendencias de orden sexual, para introducir la sospecha sobre las ‘restricciones de la heterosexualidad’, para cambiar la cultura, para demoler las normas convencionales (…) Están perdiendo la humanidad, el sentido de la realidad y la razón de las cosas, y contribuyen a la creación de una cultura suicida…”
Esta ideología va “salpicando” progresivamente diferentes áreas infantojuveniles, como se ve en este video:
Este tipo de mentalizaciones no se están dando al margen de las familias, sino muchísimas veces, con la anuencia de éstas. Si pusieramos las manos en el fuego asegurando que todas ellas son ateas o anticristianas, creo que nos quemaríamos. Se ha pasado “la barrera", y simplemente, el enemigo ha tomado la plaza, porque muchos centinelas están adormecidos…
Muchísimos padres no terminan de caer en la cuenta de lo que está sucediendo; no leen portales católicos, no tienen sacerdotes que los alerten y carecen de tiempo para detenerse a mirar a su alrededor, preocupados por los problemas cotidianos, entre los cuales se “filtran” algunas señales de alerta, pero que no se calibran del todo.
No se advierte que muchos elementos y circunstancias que hoy aparecen atomizados, y que parece que se producen “casualmente” de manera paralela, obedecen a un plan prolijamente calculado por un puñado de personajes que tienen siempre un denominador común: el odio a la cultura cristiana, a su moral y tradiciones más genuinas.
El debilitamiento de una sociedad a través de la corrupción de sus costumbres es un dato histórico en la caída del Imperio Romano, pues así como Sansón sucumbió a los embrujos de Dalila, la lujuria puede enceguecer a todo un pueblo paralizándolo frente al ataque.
En el mundo contemporáneo, esta experiencia ha sido convenientemente capitalizada como arma de guerra. El masón italiano Giuseppe Mazzini afirmaba sin empacho “Nosotros corrompemos a fin de reinar“, y el historiador académico judío Nathan Abrahams confiesa abiertamente que la pornografía
“es el resultado de un odio atávico a la autoridad cristiana: con ella se está tratando de debilitar la cultura dominante mediante una subversión moral.”
Así, por ejemplo, no se ha tenido suficientemente en cuenta el bombardeo de horror psicológico que significó cuando en el 2002, los militares israelíes transmitieron contenidos pornográficos a los hogares palestinos desde todos los canales de televisión que habían tomado en pleno Ramallah.
Diversos teóricos de la “revolución sexual” -de la cual la ideología de género es sólo punta del iceberg- son inoculados hasta el cansancio en planes universitarios y terciarios de estudio, y están detrás de la concepción “abierta” que profesan quienes educan a nuestros hijos más pequeños, y a sus pares.
Por eso, videos como los que siguen no deberían llamarnos la atención, sino hacernos pensar en un anticipo de lo que muy pronto estará absolutamente generalizado si no se toma suficiente conciencia de que libramos una guerra integral, que por supuesto, no es contra hombres sino contra potestades infernales, pero que tienen aquí sus lugartenientes con nombre y apellido, instituciones, medios económicos, etc.etc.y ante la cual es preciso tomar partido:
Algunos frutos podridos de estas siembras, ya asoman visiblemente, desde los padres con la cabeza tan abierta que se les ha caído el cerebro, y a quienes no les alcanzaría una piedra de molino como “galardón” por corruptores de sus propios hijos:
hasta los niños que, víctimas de la demencia reinante, han naturalizado tempranamente todos los desvíos:
“La insistencia en ignorar el vicio es el sello distintivo de una cultura degradada, pero la insistencia en que una mentira se confirme públicamente como verdad es el sello distintivo del totalitarismo ideológico. Tales mentiras son siempre acompañadas por la monopolización de la educación y otras formas de control del pensamiento…” (Cf. Mirus, Jeffrey: Gay Marriage and the Next Gulag, 5-7-11)
Pero la desesperación no puede ser nuestra reacción, y mucho menos la sola perplejidad.
La razón se nos ha dado para indagar y conocer la luz de la Verdad.
En un ambiente enrarecido por el humo, hay que adquirir la costumbre de mirar siempre más allá, inquiriendo las causas, y buscando detrás de bambalinas, quiénes mueven los hilos. Cuando toca combatirlos, habrá que enfrentarlos, y cuando no se pueda, habrá que esquivarlos a toda costa: acción y reacción según juicio prudente, pero nunca rendición.
Habremos de considerar, entonces, cuáles son los medios más eficaces de corrupción que están sufriendo las más jóvenes generaciones, que generalmente han nacido en este ambiente enrarecido y muchas cosas ya no les “hacen ruido” para provocar su extrañamiento, por lo que se han habituado a llamar al mal, bien, y al bien, mal.
- UN DATO SOBRE LA MÚSICA CONTEMPORÁNEA…
La importancia de la música en la formación –o deformación- es un tema que da abundante material para otros varios posts, pero apuntamos sólo como botón de muestra, ciertos conceptos del teórico marxista Theodor Adorno, que no pueden ser soslayados en ningún momento al abordar la cuestión de la música que oyen, cantan y reproducen nuestros jóvenes, inclusive a veces dentro del ámbito litúrgico (lo que podría redundar en un modo de abominación en el lugar Santo…).
Adorno -cerebro fundamental de la Escuela de Frankfurt-, sentaba los presupuestos sobre los que se apoya el poder de manipulación de masas que ejerce la música rock (y sus sucedáneos). Ya en 1939, participó en los Estados Unidos en un proyecto financiado por la Fundación Rockefeller, cuyo propósito era la búsqueda de métodos para manipular gradualmente el gusto del público, creando formas de música capaces de pulsar los resortes psicoafectivos. Se da cuenta de estos estudios en su obra “Introducción a la sociología musical”, donde elabora una teoría en que describe cómo la música puede provocar en el oyente únicamente reacciones animales o infantiles, lo que él llama “regresión”. Dicho estado de total rebajamiento es la circunstancia adecuada con que la identidad puede dislocarse completamente, en una verdadera “desarticulación del Yo”.
Hans Graf Huyn (“Seréis como dioses”, Eiunsa, 1991, p.94) señala al respecto:
“Así, la música puede oficiar como narcótico, que también impulsa hacia las drogas, y franquea con ello la entrada a lo diabólico…”
Llegados a este punto, nos preguntamos si no son también cómplices de corrupción los familiares que por omisión o desesperanza, se encogen de hombros ante la música que “el medio” impone en los hogares…
- LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS: EL ACELERADOR NECESARIO PARA LA TOMA DE LA CIUDAD
Si la música contemporánea es en gran medida uno de los vehículos más poderosos para el bombardeo a los principios morales y religiosos cristianos, las nuevas tecnologías agregan a ello un plus que acelera el proceso de descomposición de manera vertiginosa. Porque una familia puede poner mil recaudos en lo que sus hijos ven, oyen y viven…en la realidad. Pero si éstos tienen acceso “privado” a un dispositivo móvil durante períodos prolongados de tiempo, “fuera” de la compañía de su familia, aunque estén en sus habitaciones, es como si literalmente se los perdiera entre los bosques de Narnia…y allí pueden encontrar a Aslan, pero también a la Bruja Blanca.
Entre internet y la telefonía móvil con todas sus variantes, el aislamiento del niño, joven y adolescente de su entorno real es pavoroso. En cambio, éste es reemplazado cada vez más en su vida por una pseudorealidad virtual que amén de los grandes trastornos psicofísicos ya sobradamente comprobados, “blinda” y esclaviza muy especialmente a los usuarios, volviéndolos refractarios a todo lo que no sea susceptible de ser experimentado/compartido a través de esos medios. Hay, de hecho, adolescentes que se muestran apáticos ante entretenimientos de los que no obtengan videos o fotografías para reflejarlos luego en las redes sociales.
Muchos tal vez responderán que “se trata de nuevos desafíos a los que hay que adaptarse”, y nuevos “espacios” que hay que evangelizar, pero esto es harina de otro costal. No podemos negar que se trata de un espacio harto peligroso, y que a menudo empieza a ser transitado apenas hay uso de razón (¡¡!!), en una etapa del desarrollo en la que -además de no ser necesario su uso- no hay prácticamente anticuerpos para enfrentar sus riesgos. Porque en última instancia, los mayores no han tomado conciencia cierta de éstos, o lo ven como algo muy remoto, que sólo pueden afectar a los demás.
Esperamos poder volver sobre esto en un corto plazo.
- EL VOTO DE CONFIANZA INQUEBRANTABLE AL SISTEMA EDUCATIVO Y SANITARIO
Con respecto a la credibilidad que aún muchos prestan al sistema educativo y sanitario -sin tener en cuenta que lo que hoy los mueve dista mucho de ser el celo por la vida y la verdad-, pensamos que es, sencillamente, suicida.
No se trata de excepciones: los sistemas educativo y sanitario “oficiales” ya NO tienen como fin incuestionable la defensa de la verdad ni de la vida.
Habida cuenta de quienes planifican y gestionan la educación y salud pública, lo mínimo que nos toca es desconfiar, y en ciertos casos, resistir y refutar, en vez de seguir a la manada, a la que se va “domesticando” a fin de ir cambiándole progresivamente el sentido común, a fuerza de mentiras, tal como proponía Voltaire (“miente, miente, que algo queda”) y Gramsci, al programar la revolución cultural, mucho más eficaz –a todas luces- que la armada.
Hoy no cabe la respuesta ingenua “¡Pero me lo había asegurado el médico..!", por ej., cuando se sugiere que los anticonceptivos no son abortivos.
Lo mismo cabe para el inmenso entramado de mentiras dogmáticas que campean en el área educativa en todos los niveles, epecialmente en biología, historia, filosofía, literatura, y ya llegará también, en matemáticas, si seguimos por este camino, pues el miedo a desentonar es el motor de una gran serie de medidas por parte de ciertas autoridades docentes, aunque en su fuero íntimo no concuerden con ellas:
“La menor resistencia intelectual se percibe como una grave amenaza para la paz y el orden. La verdad se convierte en subversiva. Decir la verdad lo convierte a uno en un paria social o un traidor. La más obvia de las realidades es negada. El más obvio de los hechos es ocultado. La más obvia de las declaraciones, es desoída…"(Cf. Mirus, Jeffrey, op.cit)
- EL ÚLTIMO DIQUE DE CONTENCIÓN: LA LEY
Pero no se trata ya de la ley natural, ni de la ley moral, sino de la ley a secas, procedente del más craso positivismo jurídico, heredero del nominalismo. El capricho mayoritario bajo el imperio de las pasiones, es erigido en obligación civil. ¿La “diosa” Ley permite asesinar inocentes? Ergo, el delito es oponerse a ello. ¿La ley establece que 2+2 =7, o que en un sitio con 500 habitantes han sido masacrados 40.000? Hay que decir amén. Y allí va el rebaño obedientísimo, a poner el cuello para que se lo corten, porque es ilegal la recta razón.
En la era de la posverdad, urge, pues, una pastoral de la santa desobediencia al Padre de la Mentira que gobierna el mundo, cuando el mandato capital del buen ciudadano hoy exige rendir culto periódico a cada uno de sus ídolos, aunque quienes lo sugieran sean incluso los que deberían animarnos al martirio.
Si Lucifer fue capaz de responder Non serviam al Principio, ¿no es razonable que los cristianos le demos a él la misma respuesta en el FInal?…
Nos sugería el p. Sanahuja:
“…Por encima de toda consideración acomodaticia, la fidelidad a Jesucristo nos exige defender, promover, enseñar, transmitir las verdades inmutables aunque sabemos que ese camino es humanamente inseguro, porque al no aceptar los esquemas mentales políticamente correctos, rechazamos ser incluidos en la categoría de nuevo ciudadano, según lo que el Nuevo Orden define como paradigma de la nueva ciudadanía.“ (Poder global y religión universal, Ed.Librería Córdoba, p. 193)
Muchos lectores nos pedirán entonces la “solución” o propuesta “positiva”.
No creemos en las recetas nuevas, pero confiamos absolutamente en la que nos ha dado Nuestro Señor con el orden natural y las fuentes de la Revelación. No se trata de que inventemos nada nuevo, sino de que conservemos el tesoro de nuestra identidad: lo nuevo envejece, lo eterno, nunca.
Allí se alza, pues, al fin del camino, luminosa y triunfante de este túnel lleno de brumas, la única respuesta: la Cruz gloriosa, mástil y coordenada incorruptible. Si la queremos esquivar a toda costa, fracasaremos siempre, en esta vida que es un soplo, y en la eterna.
Y quienes con odio luciferino la quieran derribar, seguirán saliendo mal parados tarde o temprano, como sucedió hace unos días.
Entre Babel y Sodoma, ”¿Adónde iremos, Señor? ¡Sólo Tú tienes palabras de vida eterna…!”(Jn. 6, 68).
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Para Agendar e inscribirse:
XX Encuentro de Formación Católica de Bs.As. (29/9 al 2/10): “Nuestra Señora y la Iglesia .1517-1917-2017: Fidelidad o Revolución-”
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Infocatólica agradecerá vuestra generosa colaboración; le sugerimos cómo hacerlo.