Así la llamo yo, sí; sin comillas ni ironías, en conciencia, mirando las leyes liberales -con la libertad de ir todos cantando al infierno, acostumbrados a vivir en un buen simulacro del mismo-. Evoco, pues, a la Santa Inquisición, viendo las leyes humanistas de que gozamos, tan respetuosas de todo tipo de “género” humano, homínido, humanoide, homúnculo, homifémino, trans-humano, trashumante (ya que estamos…), y un largo etcétera- y por supuesto, democráticas numerolátricas y esquizofrénicas (¿suena bien el binomio, eh?).
Como bien señala la historiadora francesa Regine Pernóud, “..Se comprende que en muchos aspectos, la Inquisición fuera sobre todo la reacción de una sociedad que consideraba la defensa de la fe tan imporante como a nosotros nos parece la protección de la salud fisica” (Qué es la Edad Media, Ed. Magisterio Español, Madrid, 1979, p. 162).
Hoy, quien optara por permanecer al margen del sistema de “salud” (sic) en Estados Unidos, por ejemplo, sería sancionado con una multa. El culto al cuerpo va desde las modas para anoréxicas; el ocultamiento y asesinato de los enfermos con la eugenesia y eutanasia; el estiramiento de la cara de las “estrellas” hasta tironearles el dedo gordo del pie, y cuanta ridiculez se nos ocurra para lucir lo más “plásticamente” posible.
Por el contrario, la defensa de las almas hay que suplicarla a veces mediante “recolección de firmas” para presentar hasta al propio Obispo, porque es como si estuviésemos hablando de fantasmas, y el Número de las firmas hace visible lo que ya ni se recuerda que existe. En cuanto a Defensa de la Fe…gracias a Dios, aún hay algunos sacerdotes y obispos que se avienen a celebrar Misas en Desagravio, como el que se realizará este jueves en la parroquia porteña de San Ignacio, tras su reciente profanación.
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