(32) A.Grün: la “espiritualidad invertida” que desemboca en una moral corrupta (y III)
“La librería es un templo; el librero, un predicador; los frutos que se buscan son la luz, la santidad, el gozo en Jesucristo y la vida cristiana. El mostrador es un púlpito de la Verdad” (Beato Santiago Alberione)
Abusando quizá de la paciencia del lector, ofrecemos este post más extenso de lo que hubiésemos querido, por creerlo en conciencia necesario, al umbral de la llegada de Grün a nuestro país, con la esperanza de servir de advertencia a muchos desprevenidos.
Habiendo tratado de recorrer hasta ahora los puntos fundamentales en los que este autor se aleja considerablemente de la verdad revelada sobre Nuestro Señor y del misterio del hombre herido por el pecado, veremos aquí hacia adónde lo llevan estos presupuestos.
Al referirse al paso de Jesús por el Desierto, hemos visto que no vacila en rebajar el misterio del Verbo Encarnado, afirmando que allí “Jesús hace experiencia en su propia carne del animal salvaje. No huye de él, sino que intenta conciliarse con lo salvaje y con lo animal” (Luchar y amar, p.205).
Unas páginas antes, ya había afirmado que “los demonios son fuerzas internas, complejos que se apoderan de los hombres” (p.201).
No debe sorprender, pues, que nuestro autor transite un rumbo completamente torcido también en lo atinente a las principales “coordenadas” de espiritualidad, y finalmente en las cuestiones morales que preocupan más al hombre de nuestro tiempo.

Figurémonos una Academia de Gastronomía, y frente a ella, una notoria Panadería. Y resulta que en los recipientes de “polvo para hornear”, esa pobre (?) gente coloca veneno para ratas, pero con un envoltorio más atractivo y elegante que todos los demás. ¿Qué les parece la “travesura”?… ¿Qué debe hacer una autoridad sanitaria frente al hecho? ¿Y qué actitud cabe a quienes han visto los efectos de intoxicación de sus familiares o amigos, ante la desidia corriente para corregir la cosa? Por mi parte pienso que no cabe jamás la resignación ante la pasividad generalizada en una epidemia, sino la acción diligente y enérgica para que se proteja cuidadosamente la “salud de la población”.
Un comentarista del post anterior, señalaba “¿cómo les hacemos ver a nuestros hermanos bautizados que estamos en un combate con el Mundo (ONU incluida)?”
El católico no puede ser cronolátrico, sino litúrgico. Al fin y al cabo, toda fecha está escrita en la eternidad, y de ella recibe sus resonancias más significativas. Por eso habría que ver qué relaciones misteriosas se tejen Allí entre la fiesta de Ntra. Sra. de Lourdes, que hoy celebramos, y la sesión plenaria que hoy dedicó la Asamblea Nacional de la ONU para celebrar el 20ª aniversario del Año Internacional de la Familia, en donde se examinaría el papel de las políticas sobre la familia desde el 2015.
La tradicional distinción entre Iglesia docente y discente era bastante clara, aunque haya caído en desuso. Sin entrar en sutilezas, digamos que la misión docente que compete especialmente a los obispos, llamada por eso magisterial, “está ligada al carácter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su Pueblo; debe protegerlo de las desviaciones y de los fallos, y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica. El oficio pastoral del Magisterio está dirigido, así, a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad que libera.” (Catecismo de la Iglesia Católica, n.888).
