(99) Principios básicos para recordar, de cara a este Sínodo...
Ya en los últimos días del Sínodo de la Familia, vemos que ha proliferado una serie de artículos en diversos medios, profetizando, ponderando, lamentando y celebrando las diferentes posiciones que desde hace más de un año suscitan en el pueblo fiel desde la euforia más auspiciosa hasta la decepción más amarga. Si en algo deberíamos coincidir, es en el reconocimiento de que lo más ausente allí ha sido el espíritu de unidad.
Y pese al cúmulo de datos que ofrecen o que tergiversan los medios de comunicación, notamos que muchísimos hijos de la Iglesia, en vez de estar más o mejor informados, han sido cada vez más confundidos, por no estar suficientemente formados en la fe que profesan.
A ello se suman los “despistes” de los propios responsables de “bajar” este acotecimiento eclesial al común de los fieles. Vemos, en efecto, que hoy no faltan catequistas, religiosas (en cuya administración recaen numerosos colegios, con muchísimas familias que allí nutren su fe en gran medida) y hasta sacerdotes que –inclinados hacia una u otra facción de la pulseada entre modernistas y católicos-, colocan la frutilla de la torta en sus homilías, clases y hasta en la oración de los fieles, diciendo que “el Sínodo nos enseñará hacia dónde debe ir la familia cristiana en este tiempo de misericordia” (?), o bien creyendo que el Espíritu Santo inspirará DECISIONES (?) que tendrán que ser acatadas por el común de los bautizados.