Hace menos de un mes, el papa nombró a dos “curas villeros” (qué triste que el puro nombre de sacerdote no les baste para identificarse…), como obispos en la Argentina.
Para quienes aún no los conozcan, pueden leer aquí su declaración del año pasado en un aniversario del fallecimiento del p. Mugica, aquel sacerdote vinculado al accionar del terrorismo de izquierda en nuestro país, y hoy usado como bandera junto al Che.
En cuanto al p. Jorge García Cuerva, se nos dice que recibirá su ordenación episcopal en marzo de manos de Mons. Lugones (el mediador de la “causa mapuche”). Por ahora, a la luz de algunas entrevistas como ésta echamos de menos alguna mención al orden sobrenatural, que sería lo más esperable de un pastor de almas,…No hay duda de que está en la misma sintonía de muchos miembros de la Conferencia Episcopal, a quienes solemos oír invocando el bienestar social y el pan para los pobres, sin importar mucho si la grey sigue siendo católica o “lo que venga"; todo se comprende y se incorpora, como el “Gauchito Gil” en algunos templos -incluso en la Catedral de Corrientes-, aunque su “culto” sea paralelo al de “san La Muerte” y a prácticas francamente satánicas. Nos preguntamos qué significa, más allá de las palabras, la cacareada “opción por los pobres” que parecería que la Iglesia ha descubierto hace unos….¿50? ¿o tal vez sólo 4 años?… Modernismo y Teología de la Liberación han formado en esta pobre patria nuestra una especie de matrimonio indisoluble, y sus pestíferos frutos están bien a la vista, inundando el campo litúrgico, teológico doctrinal, pastoral, social, y un largo etcétera.
Mons. Gustavo Carrara (a quien pueden conocer en esta charla o bien en su homilía) ha sido ya consagrado obispo el sábado último, en la Catedral Metropolitana, cuyos detalles “oficiales” pueden ver aquí.
Ha elegido como lema episcopal “Compartir con los pobres la alegría del Evangelio” (siempre creí que el Evangelio era para compartir con todo el mundo, pero bueno, debe ser fundamentalismo mío…). Lógicamente, sus fieles lo han “celebrado”…a su manera, más allá de la celebración que en sí misma es la Santa Misa, pero todo se reduce por los visto, a diferentes “percepciones culturales” (sic).
Para quien no comprenda a qué me estoy refiriendo exactamente, comparto aquí una serie de videos más que ilustrativos:
Entrada procesional:
Durante la Misa:
Al ver la siguiente escena, nos preguntamos qué idea habrá del Misterio Eucarístico tanto en quien da la Comunión, como en quienes La reciben:
Por supuesto, el “festejo” continuó a la salida de la catedral:
Todo esto presenta suficiente “tela para cortar”, especialmente sobre el sentido de lo sagrado que estos fieles han recibido en los años de trabajo ¿misionero?, y una pregunta asoma al escuchar las consignas del segundo video: ¿ser villero es una condición racial o “nacional” de la que uno debe sentirse orgulloso por ser miembro de ella? Que se me comprenda bien: la pobreza debe ser llevada con dignidad, pero cuando se la levanta como bandera inficionada con el espíritu de la lucha de clases, de profundo cuño marxista, estableciendo una barrera de división con todo lo que huela a “no villero", ¿qué está pasando allí? ¿dónde queda la universalidad de una misma fe que nos hace Familia de Dios?; ¿dónde queda el mandato evangélico de no hacer acepción de personas, cuando la balanza de la misericordia y la ternura se inclina siempre para el lado izquierdo? En esta turbia confusión, uno se pregunta si hay búsqueda de almas o de “votos", desde la pespectiva más mundana, ¿y quién es el príncipe de este mundo?… No logro imaginar, por ejemplo, un fruto semejante de la prédica de un San Gabriel Brochero, o de San Francisco Solano o San Felipe Neri…
Una y mil veces preguntaremos a quienes dicen ocuparse de los pobres: si tanto los “prefieren", ¿por qué les retacean el pan más sabroso y sustancial de la doctrina íntegra católica, arrojándoles sólo migajas sazonadas con ideología? No hay que perder de vista aquí, por detrás de bambalinas, en las omisiones de puntos fundamentales de doctrina y el “aflojamiento” de otros, la presencia de la herejía americanista, definida por Pío XII como la “herejía de la acción", que en palabras de Ricardo de la Cierva,"… representó una anticipación del modernismo y de rebeldías posteriores” (Las puertas del infierno. La historia de la Iglesia jamás contada.). En su carta Testem Benevolentiae, el papa León XIII advertía:
“El fundamento sobre el que se fundan estas nuevas ideas es que, con el fin de atraer más fácilmente a aquellos que disienten de ella, la Iglesia debe adecuar sus enseñanzas más conforme con el espíritu de la época, aflojar algo de su antigua severidad y hacer algunas concesiones a opiniones nuevas. Muchos piensan que estas concesiones deben ser hechas no sólo en asuntos de disciplina, sino también en las doctrinas pertenecientes al “depósito de la fe". Ellos sostienen que sería oportuno, para ganar a aquellos que disienten de nosotros, omitir ciertos puntos del magisterio de la Iglesia que son de menor importancia, y de esta manera moderarlos para que no porten el mismo sentido que la Iglesia constantemente les ha dado…”
De más está decir que la catolicidad va perdiendo progresivamente significado para muchos, en aras de un pluralismo rancio, que -¡curiosamente!- sólo excluye a quienes piden ortodoxia, Evangelio y Catecismo “completo y purito”, y a los que aún creemos en la validez de los Mandamientos y del orden natural (eso de sólo hombre y mujer, no robar, no mentir, etc. etc.). Algo así como el totalitarismo de los democráticos, de quienes lamentablemente se han contagiado los que -conscientes o no- quieren amancebar a la Iglesia con el Mundo, olvidando que su único Esposo debe ser Cristo.
Entonces uno piensa… observando estas “contaminaciones”, que hay discursos que representan bastante elocuentemente el ideario de este tipo de “asociación” en que muchos parecen querer convertir a la Iglesia, conquistando el beneplácito de las muchedumbres, esto es, buscando el populismo.
Y así como este partidismo enfermizo resquebrajó la unidad de la Argentina, hoy vemos perfilarse en nuestra Iglesia, a través del remozado tercermundismo, un nuevo y a la vez extraño partidismo personalista, que quiebra la unidad católica, porque busca más la adhesión a ciertas figuras, que al mismísimo Evangelio.
Unas breves pinceladas de lo que fue el peronismo en boca de sus propios dirigentes -Eva Duarte y Perón-, puede arrojar algo de claridad sobre el paralelo que sugerimos:
El Hijo de Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga en Él, hijo de Dios; no para que se hunda más en la tierra haciendo de ella su morada permanente, sino para que aprenda a ser realmente hombre viviendo más erguido, caminando hacia la Patria eterna.
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