(118) San José y las imágenes sagradas
“Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios". (Santa Teresa de Jesús)
Haz José, que nuestra vida se deslice santa y pura / y que siempre esté segura por tal Patrón defendida.
¡Qué santo tan grande entre todos los santos; qué suavidad tan firme; ¡qué silencio tan profundo, el de aquel que mereció dar nombre a la Palabra! ¿Cómo dejar de alabarlo, contemplarlo y suplicar la gracia de imitar sus virtudes tan domésticas, y por eso, tan altas?
A veces veo que la devoción a San José llega tal como es él: silenciosamente, casi sin darnos cuenta…como crecen las raíces profundas de los robles.
Y en este año de la Misericordia, San José es paradigma de la Misericordia del Padre, que deposita su predilección soberana dejándonos siempre extasiados, entre el desconcierto y el anonadamiento. “¿Qué es Señor, el hombre, para que te acuerdes de él? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad…” (Sal.8, 5-6)