(316) Presentación: "El obsequio religioso -el asentimiento al Magisterio no definitivo-", de D.Rodrigo Menéndez Piñar -edición argentina-
“En el contexto actual cobra importancia, tratar acerca del asentimiento que todo fiel debe al Magisterio que algunos llaman “ordinario". Esto es debido a la gran multiplicación de expresiones magisteriales por parte de los Papas en los últimos tiempos, así como a la inseguridad de muchos fieles, cada vez más creciente, ante la confusión doctrinal en la que vivimos..” (D.Rodrigo M. Piñar, El Obsequio Religioso)
Nos complace sobremanera invitar a nuestros lectores a la presentación de esta obra (el día de hoy, 14/9, en este enlace) que no dudamos, hará un gran bien entre los fieles de buena voluntad.
Efectivamente, la ingente desorientación en que vemos sumida a una gran cantidad de fieles, obedece seguramente, en gran medida, a dos situaciones convergentes: por una parte, la multiplicación de declaraciones magisteriales de muy diverso grado, y por otra parte, una cada vez mayor despreocupación por la formación doctrinal inversamente proporcional al sensacionalismo y al imperio de la “experiencia” en todos los órdenes de la vida religiosa.
El fiel medio es más propenso a dejarse llevar por su “intuición” y por la empatía personal con tal o cual pastor, juzgando sus declaraciones por el mayor o menor tinte carismático que tenga, como si la fidelidad eclesial dependiera del éxito de una campaña publicitaria, no pudiendo sino recordar las palabras del p. Julio Meinvielle…
“…Puede haber dos Iglesias, la una la de la publicidad, Iglesia magnificada en la propaganda, con obispos, sacerdotes y teólogos publicitados, y aun con un Pontífice de actitudes ambiguas; y otra, Iglesia del silencio, con un Papa fiel a Jesucristo en su enseñanza y con algunos sacerdotes, obispos y fieles que le sean adictos, esparcidos como “pusillus grex” por toda la tierra. Esta segunda sería la Iglesia de las promesas, y no aquella primera, que pudiera defeccionar.
Un mismo Papa presidiría ambas Iglesias, que aparente y exteriormente no sería sino una. El Papa, con sus actitudes ambiguas, daría pie para mantener el equívoco. Porque, por una parte, profesando una doctrina intachable sería cabeza de la Iglesia de las Promesas. Por otra parte., produciendo hechos equívocos y aun reprobables, aparecería corno alentando la subversión y manteniendo la Iglesia gnóstica de la Publicidad. (Cf. Meinvielle, J.: De la Cábala al Progresismo)
En semejante panorama nebuloso, en las últimas décadas, como reacción a un movimiento de desprecio y rebeldía frente al Magisterio -en que los aires del mayo francés han permeado incluso el cuerpo de la Iglesia-, se ha ido propagando luego un movimiento inverso –aunque no menos peligroso- de presunta fidelidad al Magisterio, pero edificado lamentablemente, muchas veces, sobre la arena movediza del positivismo jurídico.
Así, frente a la desobediencia anárquica que peca contra la obediencia por defecto, se levantaba el obediencialismo ciego y obsecuente, que peca contra la misma virtud por exceso, incurriendo muchas veces en imprudencias e injusticias, y obrando generalmente contra la recta razón.
“Puesto que el obsequio religioso se le debe al obispo (cf. LG 25), ante afirmaciones contrarias de distintos obispos, ¿a cuál estamos obligados? Resolverlo por vía de autoridad es absurdo, porque lo que es falso en un lugar limítrofe de una diócesis es también falso a 10 km, aunque estemos en otra diócesis distinta. La autoridad sirve a la verdad y no viceversa.”
Por esa razón, santo Tomás señala que cuando hay peligro para la fe, existiría el deber de corregir incluso públicamente a los superiores:
“Reprender a la cara y en público [Gal 2, 11] sobrepasa el modo de la corrección fraterna; por eso no hubiera reprendido Pablo a Pedro de no haberle sido de alguna manera igual en la defensa de la fe. […] Con todo, hay que saber que, cuando hubiera peligro en la fe, aun en público han de corregir los súbditos a los prelados” (S.Th, II, II, q 33 a. 4 ad 2),
Por esta razón, la obra que nos honra presentar hoy es “de capital importancia para entender la naturaleza del obsequio religioso y saber actuar en las posibles situaciones críticas”, pues el autor se propone
“tratar las cuestiones que nos puedan ayudar a perfilar una correcta noción de la naturaleza del asentimiento al Magisterio meramente auténtico, (ya que) ello nos permitirá arrojar luz ante el conocido problema de la posibilidad del disenso frente a algunas afirmaciones magisteriales, que es algo que preocupaba a muchos padres del último concilio.”(p.133)
Creemos que se ha cumplido sobradamente ese objetivo, por lo que ha merecido un juicio muy favorable del p. Eduardo Vadillo Romero en la presentación de la edición española, quien considera que
“este trabajo abre el camino a pensar con rigor muchos temas en teología que se suelen dar por descontados o se tratan con superficialidad. Invitamos al lector a entrar en las reflexiones que nos ofrece D. Rodrigo y a profundizar en sus presupuestos. Será una aportación no pequeña para la formación de una mens theologica.
Por su parte, Mons. Schneider, quien ha prologado nuestra edición, recuerda que
“El Magisterio tiene un papel muy subordinado a Cristo, la Verdad. El Magisterio está al servicio del sensus fidei de los fieles, que siempre esperan del Magisterio formulaciones inequívocas que no dejen sombra de duda. Esa es también la principal preocupación que este libro del Rvdo. Rodrigo Menéndez Piñar quiere transmitir y que espero tenga una amplia distribución. ¡Que Dios bendiga esta obra!”
Es, pues, un honor para nuestra editorial -Ediciones Del Alcázar- incorporar esta obra a nuestro Catálogo, por haber sabido compaginar la profunda solidez y fundamento doctrinal, con la claridad expositiva, que hacen su lectura apta para la comprensión del fiel interesado en este tema, y especialmente -¡ojalá!- del estudiante en la materia.
Nos interesa destacar y celebrar asimismo la juventud del autor, sacerdote de la diócesis de Toledo, que realizó sus estudios en el Seminario de San Ildefonso licenciándose en Teología con especialidad en Teología Fundamental por la Universidad Eclesiástica de San Dámaso, y que actualmente prepara su doctorado, mientras se desempeña como párroco de la localidad de Siruela y como capellán de las clarisas.
Sobre esta edición, queremos también expresar nuestra gratitud hacia Dustin Muñoz, artista plástico católico de la República Dominicana, que generosamente nos autorizó el uso para la tapa, de la imagen de su mural que se halla en la Catedral de San Pedro de Macorís, y cuyo motivo nos ha parecido especialmente elocuente al plasmar la actitud reverente de San Pedro en el momento de recibir las llaves de Nuestro Señor: hace al Príncipe de los Apóstoles su Vicario y administrador de la Iglesia, pero no un dueño absoluto.
Confiamos especialmente la fecundidad de esta obra y del ministerio sacerdotal de su autor a las oraciones de los lectores, poniéndonos siempre bajo el amparo de Nuestra Señora, Reina y Alcázar inexpugnable.
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Dejamos a continuación el video de la presentación, para quienes no hayan podido verla en vivo:
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5 comentarios
Papa León XIII:
«Es evidente que Jesucristo instituyó en la Iglesia un magisterio vivo, auténtico, y, además, perpetuo, al cual confirió su propia autoridad, revistió con el Espíritu de la verdad y confirmó mediante milagros. Él quiso y ordenó con gran severidad que las enseñanzas doctrinales de ese magisterio fueran recibidos como las suyas propias» (Encíclica Satis cognitum, 20)
Papa Pío XII:
«Este sagrado Magisterio, en las cuestiones de fe y costumbres, debe ser para todo teólogo la norma próxima y universal de la verdad, ya que a él ha confiado nuestro Señor Jesucristo la custodia, la defensa y la interpretación del todo el depósito de la fe, o sea, las Sagradas Escrituras y la Tradición divina» (Humani Generis, 12)
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V.G.: Ya le he respondido por correo, Gonzalo; sepa disculpar la demora.
El Magisterio de la Iglesia, debe ser fiel, pues ha sido puesto por Cristo mismo como faro de referencia para los fieles en medio de la oscuridad y confusión del mundo, por ello Cristo oró por Pedro para que su fe no desfalleciera: Lc 22,32.
Esta doctrina firme de la Iglesia se ha visto cimbrada recientemente por actos y dichos escandalosos de ciertos prelados (no especifico para no ser reprendido) que no obran y enseñan en consonancia con el Evangelio transmitido por el Magisterio de los veinte siglos previos, incluyendo el de Nuestro Señor Jesucristo, sino de acuerdo a ideologías mundanas.
Es cierto que la infalibilidad magisterial sólo aplica a las declaraciones pontificias ex-cathedra, y las opiniones personales de Su Santidad o de los obispos, aún en cuestiones teológicas carecen de ese aval del Espíritu Santo, sin embargo, ha habido declaraciones de conferencias de obispos e incluso mensajes y documentos pontificios bastante cuestionables en el aspecto doctrinal respecto a la fidelidad a la fe recibida, que como magisterio ordinario no solo confunden sino que corrompen la conciencia cristiana de los fieles.
Los disidentes de otros tiempos que tildaban al Papa Juan Pablo II o al Papa Benedicto XVI de 'rigoristas' y 'ultraconservadores' por su doctrina moral, ahora se sienten cómodos y reivindicados, ahora son 'más papistas que el Papa'.
Intuyo la gran la tristeza del Señor por esta sutil traición.
El P. Rodrigo dijo algo así como que la regla para juzgar si una afirmación es conforme o no a la fe de la Iglesia son la SE y la Tradición sin necesariamente acudir al Magisterio. Pero incluso autores ortodoxos hablan del Magisterio como "fuente o regla próxima de fe" y la SE-Tradición como "fuente remota." También Pío XII como cita "Ecclesiam". Si nosotros "saltamos" el Magisterio, ¿no estaríamos sutilmente haciendo un "libre examen"?
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V.G.:No, Sebastián, porque el "tribunal" para juzgar no es nuestra conciencia individual al modo luterano, sino que nos sometemos a lo que la propia Iglesia enseña sobre el alcance de la potestad del Magisterio. Señala claramente el Catecismo citando a Dei Verbum:
86 "El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído" (DV 10).
A principio de este año Mons. Schneider brindó un pequeño ciclo de 4 conferencias, una de las cuales se refería puntualmente al "Magisterio como servicio", como puede ver aquí. En alguna de las preguntas finales se responde específicamente a su planteo. Ser custodio e intérprete del depósito de la fe no convierte en su dueño arbitrario. Lo remito asimismo al Conmonitorio de San Vicente de Lerins, sobre el papel de la Tradición como criterio de discernimiento.
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