(300) Enrique Díaz Araujo, In Memoriam...
“Registremos pues, por anticipado, que seremos «fascistas», «macartistas», «reaccionarios», «obscurantistas», «inquisitoriales», «totalitarios», partidarios de la Gestapo y de los cosacos, lacayos del capitalismo y cuantas cosas más que se les venga en ganas decir. Ninguno de estos epítetos nos preocuparán ni nos impedirán decir lo que vamos a decir”
("La rebelión de los adolescentes", Uncuyo. 1979, p. 258)
Con profundo dolor, es la mañana de ayer nos despertamos con la noticia del fallecimiento de Enrique Díaz Araujo, quien honró con su luminosa y afectuosa presencia desde los primeros Encuentros de Formación Católica de Bs.As., y cuyas obras signaron el rumbo de una gran cantidad de jóvenes y no tanto, dentro y fuera de la patria, celosos de la verdad especialmente histórica y política.
Es por eso que no podemos dejar de dedicarle este mínimo pero sentido homenaje desde este sitio, con la certeza de que su obra seguirá dando testimonio de fecundidad mucho más alá de su vida terrena, en sus obras, su gran familia, tantos amigos y discípulos. Para quienes no lo conocen aún, recordamos su trayectoria:
Díaz Araujo era jurista de formación, y aunque oriundo de la provincia de Mendoza había realizado sus estudios de abogacía e historia en la Universidad de La Plata (Bs.As), desempeñándose como funcionario judicial, juez de instrucción y camarista en lo criminal.
No obstante su labor más destacada ha sido como historiador de vocación con “aguijón filosófico”, investigador y escritor declaradamente católico, nacionalista y antiperonista. Ejerció la docencia durante 50 años como profesor secundario y universitario, sobre todo en las universidades de Cuyo y Buenos Aires, pero también en casas de Altos Estudios de Santiago y Valparaíso (Chile), y luego en Guadalajara (Méjico). En 2010 fue uno de los dos argentinos elegidos para representar al país en el Congreso Internacional de Roma, convocado por la Comisión de Cultura Vaticana.
Fue miembro de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza (Argentina) y Director del Instituto de Derecho Público, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Mendoza.
Por abominar de toda innecesaria escisión de la unidad del saber, como también del intelectualismo disecado, se lo ha definido como uno de los polfgrafos más laboriosos y fecundos del pensamiento tradicional, ya que sus escritos son siempre ricos, tanto por la variedad y vastedad de sus conocimientos como por la solidez de su criterio y la falta de concesiones ante la cultura políticamente correcta, dejando muy clara la imposibilidad de concordia entre Cristo y Belial, lanzándose siempre frontalmente contra los enemigos de Dios y de la Patria.
Decía de él A. Caturelli que
“en el campo de la filosofía ha examinado y puesto bajo su lupa al evolucionismo tanto biológico como cultural, al marxismo en sus diversas formas, a los embaucadores de la “fantaciencia". Bajo la calificación genérica de “rebelión de la nada” ha sometido a análisis crítico no exento de humor, a los que llama “los ideólogos de la subversión cultural". Marcuse, Reich, Fanon, Gunter Frank, José Ingenieros, Paulo Freire, Teilhard de Chardin. Ya en ese libro -continúa Caturelli- señalaba Díaz Araujo el parentesco ideológico entre Teilhard y Bartolomé de Las Casas y amplió su crítica historiográfica a este último en su volumen “Las Casas, visto de costado; Crítica bibliográfica sobre la leyenda negra. Como Irazusta, Meinvielle, Castellani, Doll, Taborda, y tantos otros, en Díaz Araujo la pasión por su país se hace una con la pasión por la Verdad” (A.Caturelli; Historia de la Filosofía en la Argentina, 1600-2000; Bs.As., Ciudad Argentina, 2001, p.911).
Ha sido conferencista entusiasta dentro y fuera del país, colaborando como columnista en varias publicaciones, entre las que destacamos Cabildo y Gladius.
Es autor de al menos 60 libros, de temática variada, pero centrándose sobre todo en historia y política contemporánea. Destacamos como fruto de su investigación histórica sus tres voluminosos tomos de “Mayo Revisado”; “San Martín: Cuestiones Disputadas” (2 tomos); “Del laicismo del ‘80 a la reforma universitaria del ‘18″ (3 tomos); “La primera América"; “La Epopeya Cristera"; “Ernesto Guevara de la Serna, aristócrata, aventurero y comunista"; “Malvinas, lo que no fue”.
De sus obras críticas, mencionamos “La rebelión de la nada”; “Aproximación a la posmodernidad”; “Diccionario político”; “La guerrilla en sus libros” (4 tomos); “Crítica de las teorías economicistas del imperialismo"; “Aquello que se llamó la Argentina”; “Maritain y la cristiandad liberal"; “Prometeo desencadenado o la ideología moderna"; “La rebelión de los adolescentes"; “Irracionalismos”;"Orígenes del democratismo latinoamericano"; “La política del bien común".
Quienes lo conocimos sabemos que era grande de estatura, pero por sobre todo, no dudo en afirmar que era “un hombre muy grande”, en el sentido más profundo de este término.
“Don Enrique” -como sus amigos lo llamaban- era de una solidez y profundidad académica asombrosa, pero guardaba una calidez familiar para sus amigos, y especialmente para los jóvenes, como sólo un verdadero maestro sabe prodigar. Si algo lo definía, era esa, su calidad de maestro; guía seguro, paternal y solícito hasta el detalle, paciente y comprensivo de las debilidades de los demás, con una misericordia genuina, sin demagogia, que no paraba mientes en corregir con rotunda franqueza cuando era preciso, pero sin acritud, y sobre todo, sin renunciar nunca al sentido del humor. Una personalidad que suscitaba conjuntamente la admiración y el cariño. Los lectores que lo hayan conocido darán fe de que no miento, e incluso observar su trato con los niños era “de postal”…
Nos regocijaba su alegría genuina, profunda, al verse rodeado de familias y jóvenes de mirada y miras limpias. ¡Cómo lo extrañaremos, Enrique queridísimo!…
Como muchos sentimientos se hacen más elocuentes a través del lenguaje poético, incluimos a modo de corona de flores, estos versos de Antonio Caponnetto en nuestra despedida:
ENRIQUE DÍAZ ARAUJO TOMA EL CIELO POR ASALTO
“Yo quisiera dormir en mi estrecha tumba junto a los santos de Maratón”
Hölderlin
“El Reino de los Cielos está en tensión, y únicamente lo arrebatan los valientes”
Mt.11, 12
Madrugada en febrero. Es jueves por Tolosa.
a cambio de mortaja, calzó yelmo y loriga,
pidió los sacramentos, llamó a la muerte amiga
y tomó por asalto su cielo, el de Mendoza.
La recepción tenía un ritual preparado:
a su paso rindieron ballestas y arcabuces
los seráficos coros. Tremolaban las cruces.
El Ángel de la Patria se había engalanado.
Se cuadraron etéreos, como el viento de Cuyo,
como los vendimiales cuando ríe septiembre,
las alas fabricaron una grácil urdiembre
de azules y de blancos, mientras silba un coyuyo.
“Soy un paisano, apenas", les dijo recoleto.
“¿Dónde queda el archivo, el altar, la cocina?;
traigo un encargo grave: rezar por La Argentina
pero me restan libros por hacer, no me aquieto".
Dio un vistazo al entorno, vio rostros familiares:
dos curas, uno tuerto, otro de iras famosas,
Don Julio, el de la Vida de Juan Manuel de Rosas
moraban en los cirros de claros almenares.
Vio mejor y allí estaban sus maestros señeros,
los héroes de Malvinas, los Padres de la Iglesia,
los juristas romanos, los tres sabios de Grecia
y a quienes montan guardia cercano a los luceros.
Preguntó qué distancia separaba su nimbo
de los sitios propicios a batallas campales,
pensó en los inocentes matados a raudales
y al fin vio que era cierta la existencia del limbo.
Lo detuvo en la marcha una sombra rampante
-morrión de granadero, sable diestro en audacias-
le pareció que dijo: “Soy José y le doy gracias”
“¿Es Usted, General?", pero seguía errante.
Abajo, mientras tanto, tejíanse obituarios
que tuvieran la dura certidumbre de un filo,
brotó entonces la noble exigencia de Esquilo:
por Dios y por la Patria peleé entre legionarios.
Descanse camarada, libró su Maratón.
Que la Virgen del Carmen custodie su reposo.
Hasta que llegue el día del triunfo glorioso
seremos los custodios del Fuego y del Fogón.
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Me queda en el alma la nostalgia de no haber conversado más larga y reposadamente con Don Enrique, pero no dudo que algún día saldaré esa deuda junto al Padre, en un Encuentro sin cronogramas, signado en la Eternidad.
¡Hasta la vista, pues, y con todo el corazón, Gracias, siempre Gracias!
Y porque siempre ha sido tan fiel testigo de ella, que brille para él la Luz que no tiene fin.
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Próxima (y última) Conferencia en vivo de Mons. Schneider del I Ciclo de Conferencias virtuales 2021: sábado 6/2, 10.30 hs (Argentina); “La liturgia, unidad entre fe y vida” (canal CF.S.Bernardo de Claraval)
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14 comentarios
El padre Javier Olivera le hizo una entrevista el año pasado, viéndolo ahí conversar se puede corroborar, al menos en parte, la descripción de su personalidad y erudición que se hace aquí. Recomiendo mirarla.
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V.G.: ¡Muchas gracias por recordarlo, Javi! Aquí el link: https://www.youtube.com/watch?v=QSel0-10c9A
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V.G.: No, Markus; si ud. es español, debe tener en cuenta que en Argentina el nacionalismo es lo más cercano a lo que uds. entienden como tradicionalismo político, es decir, nada que ver con los separatismos. Sobre el tema, un libro de referencia muy ilustrativo es "Nacionalismo y Revolución" de Rubén Calderón Bouchet, o algunas conferencias sobre el tema del Dr. Caponnetto disponibles en You tube. No hay ninguna contradicción, sino lógica coherente.
Lo mismo con el término "nacionalismo". "Nacionalismo católico" para ser más exacto.
Le recomiendo el libro "Independecia y Nacionalismo", y el de reciente aparición "Respuestas sobre la Independecia" ambos de Antonio Caponnetto.
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V.G.: Markus, le recomiendo repasar el Catecismo.
El patriotismo es virtud bien católica, vinculado al cuarto mandamiento y a la Justicia. Llámele entonces idólatra a Santa Juana de Arco, a los santos Cristeros y a tantísimos santos y héroes de Dios y de la Patria.
En cuanto a Unamuno, pidamos por su alma, y disfrutemos su bella pluma, pero no lo tome como guía espiritual.
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V.G: No dudo que se encontrarán, celebrando algún día juntos las Bodas del Cordero.
El patriotismo es parte del cuarto mandamiento, fundado en la Ley Natural.
Mezclar a Pol Pot, Stalin, Castro, etc., con Franco o Pinochet, es chocante. Cualquier democracia moderna es tanto o más sanguinaria y cruel que los tres marxistas citados por ud. Franco lideró la última Cruzada reconocida como tal por la Iglesia y el General Pinochet liberó a Chile del tirano Allende y sus secuaces terroristas y gángsteres.
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V.G.: Markus, por respeto a la memoria de quien este post pretende honrar, este es el último comentario que le publico.
Ya le dije que lea el Catecismo (Cf. n.2239: " El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad...."), pero ahora le sugiero también que repase algunas nociones elementales que parece confundir gravemente, como es el caso de Patria y Estado; Autoridad y Totalitarismo, etc.
No sé si le da algún crédito a Sto. Tomás, pero puede mirar aquí (hjg.com.ar) la Suma Teológica, y buscar una explicación suficientemente clara.
Para que reflexione, piense asimismo en las apariciones de Fátima, ¿recuerda que a los niños se les aparece el Ángel de Portugal? ¿Cree que si las patrias fuesen algo no querido por Dios, Él se ocuparía de colocar a sus Santos Ángeles para protegerlas?
Finalmente, el racismo y la xenofobia no son propios de patriotas sino justamente, de racistas y xenófobos. Sólo quien ama a su patria es capaz de respetar y apreciar la del prójimo.
Le dejo finalmente este documental sobre San Fernando Rey, en el 350º aniversario de su canonización https://www.eukmamie.org/es/especial/san-fernando/, esperando que lo disfrute.
Que María Reina lo ilumine.
En fin, yo ya no discuto más con los camaradas nacionalistas. No le entran balas y yo ya estoy viejo.
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V.G.: Yo entiendo su planteo, pero el de Markus es muy burdo y simplista, porque en su caso hay cuestionamiento de puntos concretos (en los que ni siquiera coinciden todos los nacionalistas argentinos), mientras que en el Markus hay una impugnación inadmisible del propio término "patriotismo", desconociendo su carácter objetivo de virtud católica, yendo mucho más allá de la posición nacionalista, que muchos católicos pueden no comprender ni compartir.
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