(268) Sobre una extraña sanción y un proceso reabierto
El domingo último, en que la Iglesia celebraba el día de la Candelaria, tradicionalmente dedicado a la Vida Consagrada, el arzobispo de La Plata, Víctor Fernández dio a conocer un intempestivo comunicado en que se informa a los fieles que el p. Roberto Juan Yannuzzi, fundador del Instituto Miles Christi, “fue hallado culpable en una investigación interna de “delitos contra el sexto mandamiento con adultos”, del cual rápidamente se hicieron eco –y banquete- algunos de los principales medios, sedientos de escándalo y de excusas para patear a la Iglesia, sobre todo si los escándalos provienen de sectores tradicionales.
Hace un par de años el Instituto M.C. había sido intervenido, enviándose al p. Roberto a Méjico, y el proceso siguió su curso sin que se difundan demasiados detalles, más allá de cierto inequívoco abuso de autoridad del fundador, pero sin alusiones a delitos sexuales. Incluso el propio diario Clarín señala que “El comunicado se abstiene de brindar mayor información respecto de qué delitos instaron al Papa a desvincular a Yannuzzi de su función ministerial como sacerdote.”
Pero como bien señala el Diario Pregón de La Plata, “sucede que el pecado contra el “sexto mandamiento”, de comisión de actos impuros, puede ser de pensamiento, de palabra o de obra”, ya sea con alguien del sexo opuesto o del mismo sexo. La absolución de cómplice, se encuentra reservada en el Derecho Canónico a la Sede Apostólica, y significa que acusa al sacerdote de haber confesado y absuelto a aquella persona con quien se cometió un delito sexual.
Muchos lectores desprevenidos dirán inmediatamente “¡qué diligencia para reprimir la impureza, y qué celo hay en Roma para procurar sacerdotes verdaderamente impecables!” Y nuestra respuesta es una estruendosa carcajada.
Por supuesto que no es nuestro propósito hacer aquí apología de ningún pecado, pero sí al menos llamar la atención sobre algunos otros pecados tal vez más graves que nos provocan una irreprimible náusea cuando parece que se quieren legitimar, como es el caso del fariseísmo más descarado.
Nos parece por lo menos “sospechoso” y no exento de cierta hipocresía la dimisión del estado clerical a un sacerdote que -¡oh, casualidad!- era fundador de un Instituto que jamás gozó de la simpatía del anterior Arzobispo de Buenos Aires, por cuya razón debió trasladarse a La Plata, acogidos por Mons. Galán, de feliz memoria. Es justo recordar, asimismo, que el p. Roberto Yannuzzi se había dirigido espiritualmente con Mons. Bergoglio desde su adolescencia, pero que al fundar el Inst. M.C. se desencadenó una literal persecución a muchos de sus miembros, porque no respondían al modelo rotundamente modernista que aquí se imponía.
Por supuesto que estos datos no deberían eximir a la Iglesia de la sanción que corresponda en caso de existir culpa probada, pero sinceramente no podemos dejar de percibir un tufo muy turbio en esta causa, para nada transparente, y que no se dice que ha sido reabierta, como nos enteramos hoy.
Llama la atención la celeridad para suprimir el estado clerical a este sacerdote, mientras no se ha hecho lo propio con personajes como Mons. Agustín Sucunza (llamado “el terror de los maridos”) mutilando y archivando la denuncia por su trato adúltero con una mujer casada (que terminó divorciada de su esposo, el denunciante) mientras era obispo auxiliar de Buenos Aires y promovido luego a Administrador de Bs. As hasta la elección de Mons. Poli.
Llama poderosamente la atención que no se quite tampoco el estado clerical a un tal James Martin, ferviente defensor de la homoherejía (sobre este tema, ver art del p. Dariuz Ocko) o a Mons. Paglia (el del mural homoerótico, desde 2016 presidente de la Pontificia Academia para la Vida y del Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Vida y la Familia (que prácticamente destruyó con la modificación de sus estatutos). Llama la atención, por lo menos….
¿Qué tal el obispo Bargalló, que tras haberse difundido su relación adúltera tuvimos que escuchar la apología que de él hicieron los obispos celebrantes -incluido el entonces arzobispo de Bs.As.- en su “misa de despedida” pidiendo comprensión e indulgencia revalorizando su “trabajo y compromiso social”? Hoy Bargalló no sólo mantiene su estado clerical, sino que está muy bien protegido en una parroquia de Bariloche.. ¿Qué decir de Mons. Maccarrone, a quien tras un escándalo homosexual -video probatorio incluido- se aceptó su renuncia pero no se le quitó el estado clerical, e incluso se dijo en su funeral que “ha realizado su pascua quien de manera particular ha vivido muchos años de pasión y cruz” (Cf. Aica) Y por no extendernos de más, no seguimos la lista…
Habrá que pensar entonces que el castigo obedece a una limpia búsqueda de justicia, o más bien se trata de un “ajuste de cuentas” por no pertenecer al grupo de quienes tienen la venia para pisotear a su antojo el 6to, el 9º, el 5to, y sobre todo el 1er mandamiento solamente por su vinculación con cierto “lobby oficial”?
De ninguna manera abogamos aquí por el encubrimiento, cuando hay víctimas inocentes, pero no parece ser este el caso, pues se habla de pecado cometido entre “adultos”. Ahora bien, ¿desde cuándo, para hacer justicia, hay que escarnecer públicamente a un sacerdote fundador de un Instituto, difundiendo a los cuatro vientos pecados que no sabemos si están debidamente probados? ¿Hasta dónde se está legitimando con este comunicado del obispo Fernández una lapidación de los “impuros”? ¿Puede sancionarse con semejante pena, por un pecado que no sabemos si se ha restringido al ámbito privado, cuando por otra parte se está dando la Comunión a pecadores públicos, como fue el caso del presidente argentino, orgullosamente adúltero y abortista, días pasados? ¿Qué mensaje se pretende dar a los fieles?
Y lo más grave: ¿No se está poniendo tal vez en la mira el propio Sacramento de la Confesión, faltándose gravemente a la caridad, dando lugar a la sospecha de que se ha violado el sigilo sacramental por parte del supuesto “padre obispo", delito tan grave -o más- que el cometido por el sacerdote?
Por todas estas dudas, en honor a la verdad, la caridad y la justicia, pensamos que debería ser tenido en cuenta lo que nos llega del propio imputado:
“…el 21 de enero pasado, fui llamado a la Nunciatura de México con mi abogado canonista, y ahí se me comunicó sucintamente el dictamen de dimisión. El decreto que me dieron dice muy poco, menos de lo que Uds. han leído hoy. Yo no atiné a decir una palabra, porque jamás me podía imaginar algo así, porque NO había motivos para algo así. Y el abogado canonista que me acompañaba, literalmente se enfermó por varios días, por la injusticia de lo que habíamos escuchado ambos.
Hoy, cuando vi que me llegaba una avalancha de saludos y consternación, no quise seguir respondiendo, porque no quería dejarme llevar por pensamientos negativos. Así que me dediqué el día a leer y trabajar.
Pero, no los puedo dejar sin algún comentario antes de que acabe el día. Ante todo, y en la presencia de Dios, como si ahora me fuera a morir, les digo que el cargo que genera la dimisión es FALSO. Más aún, ni siquiera el acusador acusa eso, sino que es una deducción errónea o perversa del Instructor de la causa. Más aún, en conciencia, sé que cometí faltas y lo reconocí desde el primer momento en Roma, en el año 2016. Pero, jamás cometí un delito canónico. Y muchísimo menos habría hecho la locura de absolución de un cómplice en dicha materia.
Además, si la Congregación para la Doctrina de la Fe considera que yo cometí ese delito, y lo hubiera juzgado bien…, ¿por qué me dimite del estado clerical y no me aplica la Excomunión latae sententiae, que es lo que prevé el Código? O lo cometí o no lo cometí, no hay una tercera postura. Si juzgan que lo cometí, ¿por qué no estoy excomulgado?
La noche misma del día en que me lo informaron, le expliqué el caso y los errores que mi abogado y yo veíamos, a una instancia muy elevada de la Iglesia. A la semana, aproximadamente, esa instancia obtuvo que se reabriera el proceso, para presentar nuevamente las pruebas. Por lo tanto, y hasta donde yo entiendo, el comunicado de hoy no tiene vigencia.
El viernes pasado, le escribí al Arzobispo platense, explicándole lo de la reapertura del caso y, pidiéndole que, si lo veía prudente, no se apresurase a comunicar la determinación de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Mi carta lamentablemente no llegó a tiempo. Dios sabrá por qué.
Sea lo que fuere, y cómo devengan las cosas, estoy en paz, y sé que NO COMETÍ NINGUNO de esos delitos que me acusan. No estoy apegado a un nuevo resultado, ni me genero expectativas. Quiero vivir en la Divina Voluntad. Lo que sí me inquieta es el escándalo sobre la gente que me conoce y me quiere bien.
Dios es muy bueno, y ha previsto que, no sé por qué prodigio… me sienta preparado para lo que me toca vivir ahora y, con la ayuda de Dios y de Su Santísima Madre, lo estoy llevando muy bien.
Alguien me dice: “Dios tiene la última palabra”. Pero, pienso que la última palabra no se pronuncia con un decreto. Yo tengo mi conciencia, y sé qué es lo que hice mal, mis faltas y pecados, pero no cometí de ninguna manera esos delitos.
También me preguntan qué pienso hacer ahora: pues, buscar un canonista que ayude al que ya tengo, para presentar una mejor defensa. Y, no mucho más. La vida sigue.
Dios proveerá lo que le parezca mejor, sea lo que fuere. Y rezo así: “Señor, si Tú no quieres mi honra, ¿yo para qué la quiero?".
Gran abrazo y saludo a los que reciban esto. Me sigo encomendando a sus oraciones.
Suspendemos completamente el juicio, y por supuesto, rezamos. Personalmente, así como Mons. Bergoglio trató de “disculpar” a su amigo el obispo Bargalló mirando su “servicio social” (sic), yo no culpo ni disculpo, pero sí pido que Dios mire con ojos de misericordia al p. Roberto Yannuzzi, y además de sus infidelidades ciertas y probadas, sopese también sus fidelidades, de las cuales El se ha valido también para obrar muchas maravillas en no pocas almas, en la presente tempestad.
Otros, en su balance, tienen tanto, tanto escándalo acumulado, y allí sigue Nuestro Señor teniéndoles paciencia…y nosotros pidiendo por la conversión de sus corazones.
Porque los hijos de Dios -los bautizados-, no podemos comportarnos como lobos o gallinas, que destrozan a picotazos a la compañera herida. ¿Cómo era lo de la misericordia….?
Yo espero ver en el Cielo a los sacerdotes, que Nuestro Señor eligió desde hace siglos en su Corazón, y de cuyas manos recibimos las gracias más altas, como son la absolución, y al propio Autor de la Gracia.
Celebro a los sacerdotes fieles, como triunfo exquisito de Cristo Rey, y me duelo con toda el alma de los infieles, suplicando que vuelvan a la fidelidad de su primer “sí” vocacional.
Comparto, finalmente, una oración por los sacerdotes de un antiguo devocionario, instando vivamente a que la recemos con más frecuencia:
“Guarda, Señor, a vuestros sacerdotes que todos los días os inmolan en el altar. Protégelos porque sin ser del mundo, han de vivir en él. Cuando los placeres los seduzcan, sácialos con las delicias de Vuestro Corazón. Defiéndelos y protégelos en las horas de amargura, y cuando crean estéril su vida de sacrificios, atráelos, porque no tienen a nadie sino a Vos. Presérvalos inmaculados, como la Hostia que diariamente toman en sus manos. Bendice sus pensamientos, palabras y obras. Te pedimos que aumentes cada día los aspirantes al sacerdocio y los formes según tu Corazón, para que seamos un solo rebaño bajo un solo Pastor. Así sea.”
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14 comentarios
Lo admiro como persona, como Fundador y como sacerdote.
Dios ha querido darle el inmenso privilegio de ser juzgado de manera análoga a NSJC, con cargos falsísimos y por un Sanedrín corrompido.
Ya se lo premiará en la otra vida, y en esta le ha de dar fuerzas para no pecar de rebeldía ante la soez catarata de infamias conque se lo trata de destruir.
Ruego por ello.
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V.G.: Ricardo, nunca se puede sondear el abismo de inmundicia al que puede llegar el hombre cuando no lo sostiene la gracia. No nos sorprendamos de nada, que queda mucho por ver aún.
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V.G.: Juana, la confusión y turbulencia salpica y corrompe todo. Hay por lo visto faltas graves y probadas -que el propio p. Roberto reconoce-, pero se aprovecha el "río revuelto", como quien dice. En cuanto a los frutos, no olvidemos que el árbol de las fundaciones, en lo que tiene de bueno es de Dios, no de su fundador. Esto vale para otros institutos también, en que se han probado crímenes de sus fundadores sin inutilizar las gracias que Dios ha querido dar por medio de ellos, por indignos que fuesen. Es tiempo de mirar sobre todo al Dueño de la Mies, y no a los administradores, por lo que parece.
Las pruebas de abuso autoridad, desmanejo financiero, celebración sistemática de la Misa estando en pecado mortal, y el largo etcétera que integran la abultada prueba en su contra son tan escandalosamente evidentes, que sólo puedo imaginarme que usted ensaya esta defensa sin tener idea de cómo se dieron las cosas y qué testimonios valederos se han dado; y que lo defiende porque era "ortodoxo".
Si es así, si sólo lo defiende en buena fe porque cree que él era "ortodoxo", entonces disculpo su ignorancia del tema. Pero retire esta apología. Sólo logra quedar en evidencia usted misma.
Si el infame Tucho hizo UNA cosa bien en su ministerio, esa fue emitir ese decreto y reducir al estado laical a Yanuzzi, que es un pobre miserable que ha destruido vidas consagradas, matrimonios, vidas de inocentes seminaristas, y tantas cosas más, sin temor de la Ley de Dios ni del Derecho canónico. Es casi como defender al padre Maciel o a Buela. Así de brutal.
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V.G: Ud. yerra desde el comienzo, porque NO ESTOY DEFENDIENDO al p. Yannuzzi, sino manifestando mis legítimas DUDAS sobre la transparencia del proceso, y de la medida tomada.
Y ya que lo menciona, no recuerdo que a Maciel ni a Buela se les haya dimitido el estado clerical. Si hay tan "abultada prueba en su contra" y son "tan escandalosamente evidentes" (no lo son para mí), no veo por qué no se hacen públicos como se debiera, y como el mismo Yannuzzi dice, por qué no se lo excomulga, pero con un mínimo de CARIDAD evangélica, que aquí brilla por su ausencia. No veo que "el infame Tucho" (aquí coincidimos) pida ni siquiera una oración por "el señor Yannuzzi".
Todo esto hiede, simplemente, y me he tomado el derecho de manifestar mis arcadas, no producto de una apología ideológica, sino de la pretensión de justicia.
ASQUEA que nadie se atreva a manifestar esto, sólo para "no quedar mal parados".
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V.G.: No he desacreditado el proceso, sino simplemente manifestado mi "sorpresa" por el tipo de sanción, del cual, como cualquier hijo de vecino tengo derecho a opinar. ¿O sólo valen las opiniones que se refieren a Yannuzzi como a un monstruo?. Con respecto a 2) ¿a ud. le consta que las relaciones han sido homosexuales? Y si así lo fuesen, vamos a ser exhaustivos: ¿en cuántas ocasiones ha sido, y con quiénes? ¿Qué sucedería si se tratara de caídas de las que el sacerdote busca levantarse y curarse? Mientras los James Martin siguen haciendo apología del vicio contranatura, todo esto huele a podrido. ¿Qué parte no se entiende?
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V.G.: A ver, Millán; yo no estoy abogando aquí por la exculpación, porque según tenemos entendido hay pruebas suficientes para la condena. Lo que creo que para una opinión equilibrada, se debe tener en cuenta el quiénes condena, cómo y por qué. Y creo que esto no se ha de perder de vista.
Pero tampoco reduzcamos el tema a la cuestión doctrinal, porque faltaríamos a la verdad. Los delitos existieron, pero al menos yo quisiera ver más claridad.
El cargo más grave del que es acusado, con diferencia, que nadie menciona, es el de absolución de cómplice, porque es merecedor de la excomunión latae sententiae reservada a la SS. En el comunicado de Trucho ni se menciona este aspecto, pero al divulgarlo como hecho cierto informa implícitamente a todo el mundo que YA ESTÁ EXCOMULGADO desde la comisión del delito y, en conciencia, no se le pueden administrar los sacramentos. ¿Y no se le ha vuelto a llamar a Roma por este asunto para defenderse (veo que declaró en... ¡2016!) y, en caso de que lo hubiera cometido, arrepentirse para poder levantársela tras la penitencia pertinente? Viva la Iglesia de la Misericorditis™, en que las excomuniones ya no son medicinales sino que te caen para no irse.
Nota: el sacerdote africano condenado por divulgar la confesión de una mujer en Australia, hará como un año, tuvo muchas más garantías y pruebas de cargo.
En Miles Christi la Misa tradicional es únicamente privada. Salvo alguna Misa pública, es todo Novus Ordo cara al pueblo.
Entonces su argumento de que persiguen a ambas congregaciones por ser tradicionalistas es un sinsentido. Lo que sí comparten ambas es la amistad entre los fundadores, que son compañeros de Ordenación pues estudiaron juntos en Devoto en los '70.
Le sugiero que, para balancear su juicio y presentar aquí información completa y no sesgada, copie también el comunicado de los sacerdotes de Miles Christi, https://www.mileschristi.org.ar/.
Por otra parte, y separo esto de lo puramente objetivo que usted no informa, a título personal puedo comentar que estuve vinculado a MC muchos años como laico, y tuve trato personal asiduo con Yannuzzi. Me llevó un tiempo de negación, pero finalmente tuve que admitir que el hombre (además de visiblemente amanerado en sus formas) es un psicópata, y decidí salir (claro que ello me mereció una carta insólitamente agresiva del ex cura). Ahora todo cierra. No pierda su tiempo defendiendo a este sujeto.
Saludos.
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V.G.: Le pido que por favor, lo que ud. cuenta aquí lo presente formalmente en la causa judicial competente.
El link a la página está en el cuerpo del post.
Ahora bien, si se trata de un psicópata, ¿no debería procurársele algún tipo de atención psiquiátrica? ¿O para este tipo de enfermedades cree que es mejor -más evangélica- la silla eléctrica?
Ahora bien, no tengo dudas de las motivaciones que tiene Francisco en destruir al P. Yannuzzi y su obra. Pero mi pregunta es: el P. Roberto es homosexual? Actuaba como tal?
Porque Ud dice que hay pruebas suficientes para la condena. Y él dice que cometió faltas y las reconoció, pero nadie dice cuáles.
Recordemos que el P. Castellani cuando se quejó del proceso que le hicieron en tiempos de Pío XII, sí se "expuso" explicando las cosas. No tiró un genérico "cometí flatas", verdad de perogrullo porque todos las cometemos.
Sobre quién, cómo y por qué condena no digo que no sea importante. Pero siguiendo al Kempis: No te preguntes quién lo dijo sino más bien atiende a lo que ha dicho. O sea, que el P. Roberto sea sincero y diga qué es verdad y qué no. El resto que lo apele a las autoridades que mejor crea conveniente.
La garantía del debido proceso, el derecho a la defensa y a apelar déjeselos al abogado de Yanuzzi.
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