(193) El santo misterio de Epifanía: elogio de la inocencia
“Hoy en cierto modo se celebra otra Navidad del Salvador”(S. Máximo de Turín)
Ya desde los Padres de la Iglesia, al abordar la manifestación del Señor a los gentiles, se han relacionado profundamente la adoración de los Magos con la huida a Egipto, el bautismo de Cristo y el primer milagro en las bodas de Caná. Se trata de una Epifanía prolongada en una especie de “retablo” de varias escenas, en las cuales la Luz y el agua cobran toda su significación espiritual.
Pero sin lugar a dudas, ha sido la Adoración de los Magos el episodio que más hondamente ha calado en la tradición familiar y festiva cristiana.¡Qué inmensa significación tiene esta fiesta para el autosuficiente hombre moderno!...
Así se ocupa de esta preciosa fiesta el p. Alfredo Sáenz s.j. comentando los sermones de San León Magno (San León Magno y los misterios de Cristo, Paraná, Mikael, 1984), que ya hemos compartido aquí en otras oportunidades:
“Los Magos han prestado un gran servicio a todas las generaciones futuras. (…) De por sí les hubiese bastado con creer, a la luz de la fe, en la venida del Mesías (…), pero el celo por cumplir plenamente su deber, los indujo a ir hasta el Niño para verlo con sus propios ojos.
(…) de modo que cuando después nuevos testigos nos hablen de sus milagros y otros actos de su majestad divina, pruebas evidentes de que es verdadero Dios, no olvidemos aquella verdad fundamental: que Cristo es verdadero hombre. Contemplároslo los Magos bien humano, bien niño, bien desvalido, pero no vacilaron en adorarlo como a Dios….”
Y su reconocimiento de Dios es asimismo el reconocimiento de Su divina Realeza. A propósito de esto, viene muy bien un fragmento de homilía del p. Sáenz:
En efecto, algunos se inclinan tiernamente ante el Niño de Belén, pero como lo harían también ante cualquier niño puramente humano, por su calidad de infante a secas, convencidos de la inocencia natural rousseoniana, que nada tiene que ver con la reverencia maravillada por la contemplación del Dios encarnado y Rey del universo. Y esta confusión cada vez más generalizada afecta también nuestra comprensión y experiencia de los misterios de la Infancia de Cristo…
En el período de apostasía y hostilidad a la fe que hoy transitamos, debemos asociarla estrechamente a la virtud luminosa de la inocencia, propia de los niños, pero que también debería ser custodiada como tesoro hasta la muerte, sin mengua alguna de la madurez necesaria que requerimos los adultos. Y que no se vea aquí mojigatería alguna. He tenido la enorme gracia de contar entre mis seres más queridos, con mujeres y hombres -consagrados y laicos- de una inocencia exquisita, que no tienem ni sombra de ingenuidado o de pacatería.
Hoy la inocencia en cambio es despreciada o abandonada sin más, como algo inevitable, no sólo por una buena cantidad de adultos sino dolorosamente, por buena parte de nuestra juventud y adolescencia, como si se tratara de un puro ideal impropio de tiempos “avanzados” (sic). ¿Cuántos de los fieles que miran embelesados la belleza y “ternura” del Pesebre, se inclinan reverentes ante el Dios hecho hombre…?
Volviendo, pues, a los Magos, señala el p. Sáenz que
“no hubieran podido mirar al infante de Belén y reconocer a Dios, si no hubiesen tenido ojos de niño.”
Y ante esto, nos preguntamos si es posible conservar estos ojos -ojos inocentes- transigiendo con una cultura que desde sus expresiones más elementales y “populares” conspira contra toda inocencia y pureza de mirada. Retoma el p. Sáenz a San León:
“Cristo ama la infancia, maestra de humildad, regla de inocencia, modelo de dulzura. Cristo ama la infancia; hacia ella orienta las costumbres de los mayores, hacia ella conduce a la ancianidad. A los que eleva al reino eterno los atrae a su propio ejemplo….”
Los Santos Reyes Magos, en efecto,
“En la carne adoran al Verbo; en la infancia, a la Sabiduría; en la debilidad, a la Omnipotencia; en la realidad de un hombre, al Señor de la majestad. Y para manifestar exteriormente el misterio que ellos creen y entienden, atestiguan por los dones lo que ellos creen en su corazón. A Dios le ofrecen incienso; al hombre, mirra, y al rey oro, sabiendo que honran en la unidad las naturalezas divina y humana…”
Hoy, cuando la fe es atacada con mayor saña que nunca a la par que el espíritu de infancia, precisamente en la corrupción de su inocencia –tanto física como espiritual- la fiesta de Epifanía adquiere una vigencia extraordinaria, que no debería ser pasada por alto.
Adelantaba ya San León la actualización de este misterio entre nosotros, pues cada conversión real al Dios verdadero sigue la misma Estrella que los Magos:
“…esto mismo advertimos que sucede ahora con la iluminación de todos los que son llamados, y de una manera más manifiesta y abundante, pues se cumple la profecía que dice El Señor ha revelado su santo brazo a los ojos de todos los pueblos, y los extremos confines de la tierra ven la salvación de nuestro Dios..(Is.52,10-15). (…) Lo que aparece de nueva luz en los corazones enetenebrecidos, irradia de la misma estrella, de modo que a las almas que son tocadas por su resplandor las pone en movimiento milagrosamente y las guía para llevarlas a adorar a Dios. (…) “
Pero también están presentes las acechanzas que amenazaban a aquellos:
“Encontramos que ni siquiera falta la persona de Herodes, del cual el diablo, en otro tiempo su instigador secreto es ahora su infatigable imitador, pues le atormenta la vocación de todos los pueblos…”
Por eso sabiendo que le queda poco tiempo, se afana para que en toda la tierra se persiga el Evangelio con saña evidente o bien con sutileza sibilina:
“Prepara sus engaños, forja malentendidos, irrumpe en asesinatos y sirviéndose de los que aún engaña, arde de envidia en la persona de los judíos, echa las redes mentirosas en la de los herejes, se inflama de crueldad en la de los paganos.”
¿Cómo no advertir el mismo signo nefasto en el creciente auge del satanismo y el de la pedofilia y la corrupción de menores? Advierte claramente San León:
“Herodes en la persona del diablo, tiembla y gime al ver desaparecer su reino de iniquidad en los que pasan a Cristo. Por eso al matar a los niños, cree que da muerte a Jesús. Es lo mismo que el demonio trata de hacer sin cesar cuando intenta arrancar el Espíritu Santo a los que acaban de renacer y de aniquilar al que como niño, aún tiene una fe tierna. En cuanto a los judíos, que han querido estar fuera del reino de Cristo, en cierto modo están aún bajo el poder de Herodes. (…)
Herodes pues, como vicario de Satanás tiene en el mundo un ejército de “ministros”; en Oriente especialmente vuelve a derramarse la sangre de cristianos, y en occidente –por ahora-
“la emprende entonces contra las costumbres de quienes no puede conseguir su muerte. Reemplaza el pavor de las proscripciones por el fuego de la avaricia y corrompe por la sensualidad a los que no puede quebrar inflingiéndoles males. Su maldad, habituada por largo tiempo a una perversidad grande, no ha depuesto el odio, sino que cambia el modo, sometiendo con halago a las almas fieles. Enciende las concupiscencias de aquellos que no puede atormentar con los suplicios…” (Sáenz, op. Cit. p. 161)
Por todo esto, hay que seguir levantando la voz, retomando el ejemplo parresíaco de los Magos, que
“mientras tenían su vista fija en el Rey futuro no temían al rey presente, era que aun cuando todavía no habían visto a Cristo, estaban, sin embargo, dispuestos a morir por El. ¡Oh, bienaventurados magos! que antes de conocer a Cristo fueron confesores de Cristo en presencia del rey más cruel.” (Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2)
Y tomando incluso, ejemplo de la Estrella
“conservando en nuestro interior el resplandor de una vida santa, al punto de convertirnos en estrella para los demás, señalándoles el camino que conduce a Cristo”, sabiendo que “sólo brillarán como hijos de la Luz aquellos que hayan aprendido a saborear las cosas de lo alto, donde viven las estrellas, y no las de la tierra.” (pp. 162)
Y nosotros, ¿Cómo prepararemos la mirada para el regreso del Señor, si no preparamos antes, el corazón?
“(…) Esto que ellos habían creído y habían comprendido, les debía haber bastado para no tener necesidad de examinar con los ojos del cuerpo, lo que habían visto plenamente con los ojos del alma. Pero aquel mismo celo, aquella perseverancia que tuvieron hasta ver al Niño Jesús, debía servir a los hombres de nuestro tiempo; porque así como el examen de las llagas del Salvador, después de su resurrección, por el apóstol Santo Tomás fue útil para nosotros, también lo fue el que los magos vieran con sus propios ojos la infancia del Salvador. Por esto dijeron: “Hemos venido a adorarle".
Y por supuesto, no podemos limitarnos a defender la Luz de la Verdad sólo de palabra, sino que es preciso bendecirla, atesorarla y adorarla con reverencia en nuestros corazones y costumbres, para que resplandezca con renovado fulgor, teniendo en cuenta que Dios salva en la Noche (Noche de Navidad, noche de Pascua); su Luz inconmensurable relumbra más radiante en medio de las Tinieblas, en las almas y en la Historia.
Con estas consideraciones, ¿cómo podremos claudicar en la esperanza, si el Señor nos sostiene con su gracia?
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7 comentarios
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V.G.: ABSOLUTAMENTE! Pero últimamente, en la infancia, pone la piel de gallina...
-India, con casi catorce millones de abortos (especialmente de niñas por el machismo de su sociedad pues es la familia de la esposa la que debe pagar la dote del matrimonio ).
-China, con más de siete millones (la cifra real no oficial probablemente sea mayor).
-Rusia, con un millón trescientos mil (a pesar de que Putin es muy del gusto de algunos cristianos por su ideología autoritaria, Pero lleva casi veinte años gobernando el país con mano de hierro y no ha hecho casi nada contra el aborto).
-Estados Unidos, un millón doscientos mil.
Estos cuatro son también de los más poblados del planeta. Pero llaman la atención algunos países de Europa del Este con muy poca población, donde también gobiernan políticos admirados por cristianos de derechas, pero donde el aborto se practica mucho más que en Europa Occidental.
Por ejemplo Hungría tiene casi cinco veces menos población que España (diez millones frente a cuarenta y siete millones ), sin embargo tienen el doble de abortos (doscientos mil frente a cien mil de las españolas ). ¡Señor Orban tal vez debería preocuparse menos por unos cientos de refugiados y más por ese problema!.
Igualmente la República Checa tiene la quinta parte de población que España pero igual número de abortos.
ustedes quieren cristianos ignorantes, no inocentes; para así poderles embaucar con sus ritos mágicos y alejados de la realidad científica y en el fondo espiritual del Dios verdadero.
Allá ustedes.
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V.G.: Lo veo especialmente navideño, Hugo. ¿Qué le ha molestado tanto de este post?...
" Dios escribe recto con renglones torcidos ". Lo entendí desde el inicio de mi conversión . Ahora bien, en ese caminar, de dicho proceso, surgen muchas preguntas, temores, de fallarle a Cristo. muchas oras de meditación, es claro que estamos llamados a la santidad. Pero siempre tenia, y tengo en el corazón , la palabra inocencia, quizás esté equivocado, si es así corrígeme, creo que nuestro amadísimo Jesucristo, me llama a la inocencia, que me entregó en la infancia, pero para ello tengo que entregarme totalmente a él, y así lo estoy haciendo, para que por sólo su gracia, llegue a la inocencia, y pueda recostarme en su pecho. Cuanto necesitamos de las personas fieles al Señor, y a su madre la Virgen María. El Señor conoce de tu gran labor : Ma. Virginia, tu paga será grande en el Reino de los Cielos.
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V.G.:Muchas gracias J.Pablo, ¡Dios nos conceda siempre fidelidad!
Pero no puedo evitar cuando escucho a un rigorista hablar de inocencia, pensar en el padre Maciel o la monja Kosaka Kumiko o el padre Julio Cesar Grassi u otros similares.
Usted me entiende.
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V.G.: Lo que entiendo es que ud. está bastante enfermo.
Porque si trato de seguir su razonamiento, habría que invalidar entonces toda prédica de virtudes evangélicas por los pecadores que las han empañado con ejemplos torcidos. No me vence ni me convence. Dios lo guarde. Y no se moleste por seguir argumentando pavadas, que no se las publicaré.
El Papa lo condena bastante.
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