(173) La fecundidad del Silencio: Entrevista al Prior General de la Gran Cartuja
No es atrevido afirmar que la mayor cercanía con el mundo se halla en el corazón de la Cartuja: en el silencio y la soledad del monasterio. ¿Acaso no fue esto lo percibido por Sta. Teresita del Niño Jesús, patrona de las Misiones?
El Card. R.Sarah nos ha recordado recientemente en su libro “La fuerza del silencio“, que incluso, -aunque nuestro “activísimo” mundo se escandalice-, “el silencio es más importante que toda obra humana, porque allí habla Dios".
“No temamos jamás permitir que el silencio habite en nosotros”, nos propone también, en una entrevista Dom Marcelijn Theeuwes, hasta hace poco Prior General de la Cartuja, hablando de su temprana vocación, del progresivo descubrimiento de Cristo como el Viviente, de la profunda cercanía con los suyos y su familia pese a la distancia.física, de su paz ante la muerte gracias a la naturalidad con que de ella hablaba su madre, y sobre todo, de la profunda e inquebrantable felicidad y fecundidad de su vida monástica.
Gracias al p. Diego de Jesús -monje del Monasterio del Cristo Orante, Argentina-, hemos visto esta entrevista decidiendo inmediatamente compartirla, para ver y conversar en familia, en catequesis…¡para mirar con los niños!, y para “rumiar” ante el Nuestro Señor Sacramentado.. Reproducimos aquí entonces las palabras del p. Diego al enviárnosla, considerando que constituyen la mejor presentación de su luminoso contenido:
Les ofrecemos aquí un video que, nos parece, puede hacer un bien inmenso, tanto a cada uno de ustedes como a otros a quienes lo compartan.
Se trata de un largo reportaje a quien fuera por años el Prior General de la Orden de los Cartujos (renunció el año pasado). Muchos de ustedes habrán visto “El Gran Silencio”, el documental sobre la vida en ese Monasterio. Pero de seguro, ninguno de ustedes, jamás, haya podido tener acceso a una conversación como ésta. Simplemente porque no hay antecedentes de que un cartujo concediera un intercambio de este tipo.Aunque finaliza el programa cerca de la media hora, y luego prosigue la entrevista, la secuencia es correcta: primero rueda el material editado para el programa de TV y luego los sobrantes crudos (no editados), que no se incluyeron en el programa.
Tal vez, el bueno del Padre Marcelijn lo concedió presumiendo que era para un canal de cable de la televisión holandesa, de bajísima audiencia… y no contara con que del otro lado del planeta, desde otro monasterio, lo amplificaran al vasto mundo hispanoparlante. Ojalá lo disfruten.
Sugerimos no hacerlo desde el celular, en medio de corridas. Den con un momento oportuno en que poder atenderlo bien, con serenidad, desde la computadora.
No hay rimbombancia alguna en sus palabras. Más bien es rico su decir, en la sencillez, como es rica el agua. Para los sibaritas del agua fresca y pura, va entonces este bellísimo video de un niño-anciano, de un monje cabal.
¡Roguemos por la fidelidad de los monjes, pulmón orante de la Iglesia, y consuelo magnífico del Corazón de Cristo y de los fieles!
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4 comentarios
Eso, y poco lenguaje evangélico, de la gracia, de los santos padres -aunque a veces mencionase a los padres del desierto-, el desconocimiento de la razón de ser enterrados de manera anónima y austera, ¿dónde se le menciona a la Virgen Santísima, medianera de todas las gracias? En fin, leyendo un post del P. Iraburu o del Catecismo se encuentra más luz, que no niego que aquí la hay, pero no pasa con facilidad, es tenue y poco luminosa.
Relato mi impresión a primera vista, esperando luz de las palabras de un monje cartujo.
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V.G.: Comprendo su comentario perfectamente, y lo agradezco.
Mirando el video apresuradamente, debo confesarle que mi primera impresión casi habría coincidido con la suya, pero creo que ésta es equivocada, procedente de una visión sesgada de las cosas. Personalmente, dada mi particular y lacerante experiencia de la apostasía y confusión reinante sobre todo en la Iglesia, tiendo generalmente a una lectura y discurso apologético de todos los aspectos de nuestra fe. Del mismo modo, por formación espiritual “contrarreformista”, por así decir, tiendo a creer que todo pasa por allí…. Pero esto es erróneo, fruto de una visión mía deficiente y poco madurada, y por eso no puedo responder a ese impulso.
Hace unos años, desde que comencé a hacer mis retiros periódicos en un monasterio trapense -gracias a la paternidad del p. Iraburu, a quien le debo mi crecimiento en estos aspectos-, lo primero que eché de menos fue el “molde” (jesuita) al que estaba habituada. Una de las hermanas a la que le comenté esta impresión me dijo entonces algo más o menos así: “¿Y ud. cree que se puede estar “inseguro” rodeado por el ritmo de la Liturgia de las Horas y respirando prácticamente todo el día la Palabra de Dios?”…. Bendita sea su respuesta.
En algunos santos tampoco encontramos una gran elocuencia apologética (santa Bernardita, por ejemplo), ni una capacidad intelectual resplandeciente, y tal vez no transmiten al Logos como "nos gustaría", pero sus vidas están tal vez más sumergidas en Él…¡tanto, tan escondidas, que ni su propia voz cuenta ya!
¿Qué elocuencia hemos visto en el glorioso San José, más que su propia vida, inmersa en el Silencio, y quién podría aventajarlo en grandeza? Porque ésta se cifra más que en lo que se hace o dice, en lo que se recibe de la proximidad con Cristo. No sé si él hablaba mucho y fuerte de María Santísima, pero sí sé que nadie la ha custodiado como él.
Hay prédicas extensas de S. Pedro Julián Eymard en que no menciona a la Sma. Virgen, pues su foco está en la Eucaristía, y allí está siempre Ella. Y de otros santos, simplemente no poseemos una sola palabra, más que sus obras y entrega. ¿Y con qué “derecho” podemos pedir precisamente a los cartujos -cuya luz más elocuente es el santo silencio, que conduce a La Palabra-, palabras humanas convincentes?
Creo que lo más maravilloso de la Catolicidad es que conociendo los diferentes carismas de las grandes órdenes y auténticas tradiciones eclesiales, nada humano ni divino queda fuera.
Pero no podemos pedir todo a todos, sino pedir la gracia de recibir lo que cada uno nos puede aportar para seguir creciendo, con sencillez, en fidelidad al Único que es la Verdad y Belleza absoluta.
Ellos contemplan un universo superior al de los ojos y pensamientos de los que vivimos inmersos en la realidad cotidiana; y ese universo superior nos envuelve a todos aún cuando lo ignoremos, y es allí, en ese mundo de relaciones espirituales, realizadas en el Misterio, pero más ciertas y palpables que cualquier evidencia racional-empírica, dónde la caridad nos aproxima a quienes no vemos ni conocemos, pero que, sin embargo, podemos amar y ayudar poniendo en acción los recursos divinos que atenderán a sus necesidades, de modo mejor que el que podemos brindarles nosotros con nuestro esfuerzo sólo humano-temporal-material.
La afirmación de Dom Marcelijn Theeuwes “No temamos jamás permitir que el silencio habite en nosotros”, que usted se complace en citar, es todo un programa de vida espiritual y física, unas gran enseñanza de suma sabiduría, que nos permite elevarnos hasta contemplar la realidad de nuestro mundo bajo la única luz que puede ayudarnos a ver el camino hoy errado por gran parte de la humanidad y de quienes la gobiernan.Debemos replegarnos del excesivo activismo que supone la primacía de lo material-temporal sobre lo espiritual. Error fatal que señala la prisión e ineficacia del mundo moderno del racionalismo científico y tecnológico.
Muchas gracias por ofrecernos este valioso testimonio de la secreta vida de estos hombres de Dios.
Si tan importante es el silencio, ¿Por qué no cierra la boquita?
¿No será que lo que busca es el silencio de los demás?
Ustedes los argentinos saben mucho de silencio. De silencio temeroso para que el poder no te masacre y de silencio connivente para que el poder te favorezca.
Cristo no calló.
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V.G.:Ud. es un insolente, que antes de nombrar al Card. Sarah debería limpiarse la boca.
¿Que Nuestro Señor no calló? Calló y esperó miles de años antes de encarnarse, para hacerlo cuando fuese preciso, obedeciendo al Padre. Calló en su vida oculta durante 30 años, obedeciendo a San José, y sólo 3 predicó. Y nosotros, que no podemos ser sino ecos de la Palabra, hemos de mirar el ejemplo de quienes Lo siguieron más de cerca: mire el Silencio de María Santísima, y el de San José.
Y si hablamos de silencios cómplices, los argentinos al menos hemos tenido la gracia de que haya voces más que contundentes para anunciar la Verdad, a tiempo y a destiempo.
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