(158) "Seamos fuertes, nada de conciliación...!"
“En un mundo en que la mentira es poderosa, la verdad se paga con el sufrimiento. Quien quiera evitar el sufrimiento, mantenerlo lejos de sí, mantiene lejos la vida misma y su grandeza; no puede ser servidor de la verdad, y así servidor de la fe.”(S.S. Benedicto XVI, 28/6/2008)
Mons. J.C. Sanahuja estaba terminando la ampliación -a más de 400 páginas- de su exhaustiva obra “Poder global y religión universal”, cuando se enteró del cáncer que en poco más de un mes lo llevaría a presentar todas sus obras ante el Señor. Los editores se afanaron para que él pudiese verlo, pero la imprenta entregó los ejemplares un par de días después de que él se marchara, como si fuera un testamento, que tal vez -¡Dios lo quiera!- haga resonar con más fuerza sus advertencias y exhaustivos informes sobre el tiempo que se nos ha dado vivir. En su edición del 2009, el propio autor declaraba que “el esfuerzo realizado para ordenar estas notas y apuntes me sería compensado si como consecuencia de su lectura, algunos rezaran más, pensaran más y actuaran sin respetos humanos para romper el corset de lo políticamente correcto, de los lugares comunes y del encantamiento mundano”.
Y es en cierto modo un regocijo para los que fuimos testigos de su empeño de defensa de la verdad, saber que él ya está a buen recaudo de sanciones, silenciamientos y traiciones de quienes temían malquistarse con el mundo por llamar a las cosas –y personas- por su nombre, pues como observa en las introducciones a esta obra (edición 2009 y 2016):
“La confusión ha llegado a límites inimaginables, de la mano de instancias que deberían dar seguridad y luz, confirmando en la fe a los cristianos. Por el contrario, en la Iglesia abundan las dudas, pacta con aquellos que no la aman, ignorando, relegando, y hasta sancionando a aquellos que pretenden ser buenos discípulos de Jesús (…)”
“El compromiso con la verdad no es lo que prevalece en algunas estructuras de tradición cristiana: el miedo a ser tildados de fundamentalistas, la ambigüedad cómplice de la que se saca indigno provecho, la aceptación rendida de los falsos valores de la modernidad: el éxito, la popularidad, la excelencia…, han provocado en algunos una verdadera apostasía material de la fe en Jesucristo…”
Por eso recuerda el inclaudicable derrotero señalado por Pío IX, del que hemos tomado el título de este post, y que no podemos sino enarbolar como enérgica protesta, hoy mismo, ante los coqueteos disimulados que según parece, viene signando la política vaticana con la tiranía comunista –vale decir, diabólica- en China:
“Así como no es posible la conciliación entre Dios y Belial, tampoco lo es entre la Iglesia y los que meditan su perdición. Sin duda es menester que nuestra fuerza vaya acompañada de prudencia, pero no es menester igualmente que una falta de prudencia nos lleve a pactar con la impiedad… No, seamos firmes, nada de conciliación, nada de transacción vedada e imposible.”
Pero esas transacciones se multiplican cada hora, provocando el desolador panorama de “muchos católicos desmovilizados o acobardados, a los que los acontecimientos de estos últimos tres años los han convertido, en el mejor de los casos, en indiferentes”
Y tal como señalaba en la edición del 2009, no podemos dejar de pensar que
“no sirve el consuelo banal y pusilánime de decir ya pasará, el péndulo de la historia volverá a equilibrarse, porque mientras tanto, se dan situaciones que ponen en peligro la fe de muchos”
Y con ella peligran también sus almas. Por eso aquella indiferencia es lo último que debemos permitirnos, porque inevitablemente, cuando el embate de las olas es arrasador, si no se opta por una lúcida y decidida resistencia, lo único que cabe esperar es que nos arrastre la corriente y la epidemia, terminando por aceptar e incorporar los elementos patógenos que no quisimos rechazar o combatir. Las imágenes de desastres naturales que podrían haber sido evitados con pequeñas obras de infraestructura a su tiempo, dan una pálida idea de lo que provoca en las almas la negligencia en la defensa de la Verdad.
En una época en que se ha otorgado el primado a la praxis y a las pasiones – que van y vienen- , urge el reclamo por el primado de la razón y de la fe, que permanecen en la Verdad, y es imposible de disfrazarla por melifluas que sean las excusas.
Se viene formando, en efecto, un ambiente de claudicación generalizada sobre el cual encontramos en este libro una oportuna consideración:
“Parecería que para ellos ya no hay principios inmutables que en conciencia no se pueden ni ceder ni conceder. Como dice Spaemann, se ha impuesto “una nueva ética que juzga las acciones como parte de una estrategia. La acción moral va a ser entonces una acción estratégica. Esta forma de pensar, que en un principio se denominaba corrientemente “utilitarismo”, tiene su origen en el pensamiento político”, y lleva a caer en el consecuencialismo moral. El diálogo se convierte en dialoguismo, en el que se concede lo innegociable, y con la excusa de descubrir lo positivo en las distintas manifestaciones sociales y culturales inficionadas de paganismo, no se resisten a ninguna de sus exigencias abusivas, cohonestan el error, ocultan su fe, no demuestran con obras que son cristianos y con frecuencia se muestran más amigos del enemigo de Dios que de sus hermanos en la fe.”
No se nos escapa el necesario imperativo de la caridad y oportunidad de la corrección fraterna con que muchos comienzan a argumentar a favor de dicho “dialoguismo”, pero no nos podrán negar que los frutos amargos de su uso están a la vista.
Una cita de SS. Benedicto XVI (comentando I Pe 1,22) a la que Mons. Sanahuja alude recurrentemente, merece que nos detengamos en ella porque parece profética:
“Castificantes animas nostras in oboedientia veritatis”. La obediencia a la verdad debería hacer casta (“castificare”) nuestra alma, guiándonos así a la palabra correcta, a la acción correcta. Dicho de otra manera, hablar para lograr aplausos; hablar para decir lo que los hombres quieren escuchar; hablar para obedecer a la dictadura de las opiniones comunes, se considera como una especie de prostitución de la palabra y del alma. La ‘castidad’ a la que alude el apóstol san Pablo significa no someterse a esas condiciones, no buscar los aplausos, sino la obediencia a la verdad.”
Podemos así notar la prostitución de nuestro corazón y nuestra fe católica, cuando es admitida la prostitución de nuestro lenguaje, cuando con tal de no ofrecer incómoda resistencia cedemos a “adaptarlo” hoy a una realidad y mañana a otra, aún opuesta a la primera.El manoseo que se está dando con el otorgamiento de la Eucaristía a los adúlteros es sólo un botón de muestra del desastre.
En última instancia, la fidelidad a la Verdad, que es UNA, comienza tal vez por tener presente en todo momento que la Verdad es Cristo, y Éste, crucificado. Dios se ha hecho hombre, pero jamás camaleón.
El p. Sanahuja nos recuerda entonces el primer deber de resistencia incansable, perseverante, fiel hasta el máximo de hastío y soledades:
“Hoy, más que nunca, nos hace falta la firme convicción que lleva a obrar, a formar grupos, ayudarnos unos a otros, a repasar el Catecismo y transmitirlo con integridad a las nuevas generaciones, si es posible haciéndoles aprender de memoria las antiguas formulaciones del catecismo de perseverancia o el de San Pío X. (…) Nuestra insistencia dará sus frutos, por la gracia de Dios…”
¿Y cómo podremos hacerlo, cómo sembrar en la tormenta, cómo pelear contra Goliat? También hay para esto una respuesta contundente:
“Confiando en Dios contra toda esperanza, huyendo de todo relativismo, llamando a las cosas por su nombre, aprestémonos a dar testimonio día tras día sabiendo que el proceso de recuperación durará decenios, teniendo como estrella polar a la Santísima Virgen María”.
Que nuestros lectores no olviden obsequiar al padre Juan Claudio unas oraciones por su eterno descanso, para que cuanto antes, nos siga animando desde el Cielo, ya triunfante.
———————————————————————————
——————————————————————
Infocatólica agradecerá vuestra generosa colaboración; le sugerimos cómo hacerlo.
5 comentarios
----------------------
V.G.:¡Sin duda!
Mejor se les excomulga y como a Burka se los manda a 12.000 Km de distancia.
----------------------------
V.G.: ¿Vio como al fin de cuentas coincidimos en algo? Nosotros también creemos que a los modernistas hay que "archivarlos" en una islita perdida, para que disfruten las virtudes del buen salvaje de su naturalismo trasnochado.
https://gloria.tv/article/BKBCaU1rYMMd2keLhVPU8nGhX
Alegrémonos porque el mal que estaba oculto sale a la luz, y se le puede combatir. Ya nadie podrá decir que le han engañado. Habrá que elegir.
Yo tengo al lado una parroquia Casperita a la que no volveré. Hasta Francisco no lo tenía claro. Ahora con Francisco está eufóricos y lo proclaman, así que me han hecho las cosas mucho mas fáciles.
Dejar un comentario