(114) Santo cura Brochero: Sacerdote como Dios quiere y la Iglesia necesita
Los sacerdotes santos son faros de esperanza frente a algunos ejemplos que desmoralizan a la grey, acosada ya bastante por el descrédito del sacerdocio católico en que se ceba la prensa mundana para ocultar las maravillas que Dios obra en sus “otros cristos” cuando son dóciles a su gracia.
La figura imponente del santo “cura gaucho” es uno de esos faros, que con la próxima canonización esperamos sirva de modelo para los neosacerdotes, que a veces ven amenazado su celo apostólico por la contaminación ideológica del Evangelio, así como por la pusilanimidad semipelagiana del “Dios no pide tanto”, que se aplica ya a la justificación del pecado propio o ajeno, ya a la aceptación complaciente del relativismo sincretista reinante. ¡Cuántos sacerdotes jóvenes se “paralizan” ante la sibilina y eufemística sugerencia del “respeto por las diferencias” o del “no violentar las conciencias”, sellando sus labios para la prédica del “sí-sí; no-no"!
Hoy el Cura Brochero es para ellos antorcha fulgurante que anima a seguir subiendo sendas estrechas y escarpadas, para alcanzar las estrellas de las almas.
Hace un tiempo -en el 7º post de este blog- nos hemos ocupado de trazar algunos rasgos de su figura de Sacerdote argentino y católico con ocasión de su beatificación durante el Año Sacerdotal, y -gracias a Dios- es copiosa la bibliografía que acentúa tal o cual aspecto de su riquísima personalidad de aspóstol celoso, infatigable, hasta dar la vida por sus ovejas.
Sigue preocupándonos, sin embargo, la instrumentalización que algunos hacen de su figura, para anclarla a una prédica de corte liberacionista, que con la excusa de la atención a los pobres, no vacila en relegar a un segundo plano la vida sacramental y la primacía de la gracia en toda misión genuinamente católica.
Por eso quisiéramos resaltar algunas líneas de la semblanza que trazara de él Mons. D. Castagna, poniendo algunas cosas en su debido sitio:
(…) ¿Quién es Brochero? ¿De dónde saca la pasión apostólica que lo domina? Para comprenderlo es preciso remontar el vuelo hacia los Apóstoles y entender el fervor evangelizador que aparece en ellos. El Padre Brochero es un apóstol, de la estirpe de aquellos, formados diligentemente por Jesús en la intimidad de su Colegio. Se corre el riesgo de sindicarlo entre quienes se dedican a resolver los graves problemas de los más pobres y excluidos.
También lo logra, de manera eminente, pero la motivación principal de su generosa entrega es el amor a Cristo. No es el cura agauchado, de armas tomar, más movilizador social que siervo paciente. (…)
El final es la rúbrica de una existencia de fidelidad a la Eucaristía y al servicio humilde de sus feligreses. No deja de pensar en las necesidades de la gente, hambrienta de la gracia que él dispensa incansablemente en el ejercicio de su ministerio sagrado(…) Mediante el método de los Ejercicios ignacianos produce un movimiento evangelizador que transforma a los fieles más difíciles de su vasta parroquia. No es un fenómeno hecho cura, popular y líder, en una población que busca ampararse en él como el niño al prestigio de su padre. Es un apóstol, testigo humilde y fiel de Jesús; no tiene otro propósito que cumplir la misión recibida, como su Maestro cumplió la encomendada por su Padre(…)
(…) El sacerdote Brochero aprende, sorteando dificultades, a no desaprovechar las oportunidades que le brindan las diversas etapas del Seminario. (…)Alimenta su espiritualidad bajo la conducción de sus formadores y responde, atravesando las vacilaciones propias de una juventud normal, hasta decidirse definitivamente por el Reino.
Aprende de su Maestro a conformarse con la voluntad del Padre. Aquel “fiat” es para siempre y ya no vuelve su mirada atrás. Su vida sacerdotal es el crecimiento, hasta la heroicidad, de aquel consentimiento inicial.
Sin elucubraciones piadosas amaneradas se mantiene fiel a lo aprendido: amor a la Eucaristía y a la Virgen, rezo piadoso del Breviario y atención a la salud espiritual de su pueblo.
No se le ocurre proponerse como modelo a nadie, hace lo que debe, interiormente animado por el amor a Cristo y a su gente. Brochero es un amigo de Dios que, por serlo, no puede dejar de ser amigo de los hombres. Su modelo es Jesús, que desborda su amor al Padre en su amor a los más desamados, hasta la Cruz. (…) Su fidelidad a Cristo se traduce en fidelidad a la Iglesia. (…)
Su método evangelizador: Confía en el poder de la gracia y echa mano a medios ya consagrados por la Iglesia.
El que atrae su particular empeño es el método ignaciano de los Ejercicios Espirituales. Los populariza de tal modo que su feligresía se acostumbra a confesarse de no haber acudido a ellos al expirar cada año. Él mismo se pone al frente y realiza esfuerzos heroicos para superar los obstáculos que impiden su cumplimiento. (…)El Padre Brochero, por convicción, no rehúye el desafío proveniente de las personas y lleva adelante su propósito de cambiarlas, sea cual fuere el estado moral en que se encuentren(…)para depositar la gracia del Evangelio y de los sacramentos. De otra manera no se entienden sus pintorescas predicas y su extremo empeño por acercar la Eucaristía a sus distantes comunidades y la santa Unción a los enfermos.
El leproso heroico. Los hombres revelan su auténtica calidad cuando sobreviene la ancianidad, la enfermedad, la soledad y la muerte. Brochero entra en esa misteriosa y apasionante etapa final sin dejar de comportarse como lo había hecho siempre. Se enferma de lepra, la recibe como contagio de otro leproso a quien recupera del pecado. Transcribo el relato de una testigo de su tiempo: “En la salida del Tránsito a Pocho vivía un leproso. Era este de tan mala condición y hablar que nadie se arrimaba por no oírle los insultos y blasfemias. Brochero, con todo, no temía visitarlo. Le llevaba ropas y alimentos y hasta se supo que tomaba mate con él. Le disuadíamos, más Brochero respondía con gracia: “Pero, por favor; si allí hay un alma”. Al fin, lo confesó y le llevó la Santa Comunión. Murió el leproso en sus brazos, resignado como un santo”. (“Pregonero del Amor” – Del Forno pág.102) El Padre Brochero acepta con humildad el aislamiento al que lo reduce la temible enfermedad. Se preocupa de disponer de lo necesario para celebrar diariamente la Santa Misa en su pobre pieza de enfermo. Se lo ve en silencio, sereno, “desgranando rosarios”. Allí está el secreto de su vigor apostólico y de la santidad sacerdotal que lo identifica. Ciego, ya no ve sino desde el corazón, pero, se abre camino, como lo hacía en las altas sierras, entre las tinieblas de la tierra, en busca de la Luz que supo y sabe dispensar, incansablemente, a sus feligreses y amigos.
El santo constituye la obra exclusiva de Dios. (…) Brochero aprende a dejarlo hacer a Dios. Su santidad sacerdotal es silenciosa, como la brisa en la que Dios se hace presente, pasando a veces desapercibida o disimulada. (…) A medida que se avanza en el conocimiento de su temple de hombre de Dios, la sorpresa y la veneración brotan espontáneamente.
La santidad que se observa en él es consecuencia de un proceso oculto en el que actúa principalmente la gracia.
Brochero descubre, desde su corazón humilde y silencioso, que es simple y doloroso abrir el alma a la acción del Espíritu. Su vida no es fácil; sabe ser pobre con su Señor y, desde esa pobreza, “hacer la voluntad del Padre”.
Acabo de leer una afirmación suya sobre el sacerdote que me ha conmovido: “el sacerdote que no tiene mucha lástima de los pecadores, es medio sacerdote - y no tanto- estos trapos benditos que llevo encima no son los que me hacen sacerdote: si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano llego”. (Referido por el P. L.Castellani) Los testigos de su vida afirman que Brochero podría haber desempeñado, por su talento y cultura, una función destacada en el clero cordobés. Se decide por un heroico anonadamiento y se hace serrano con su humilde feligresía. Aprende de Dios que, en su Hijo divino, se hace Hombre por amor. Se goza al referir todos los gestos de su ministerio al comportamiento ejemplar de su Maestro. ¡Qué clara su enseñanza al señalar que el sacerdote debe seguir a Jesús en el “anonadamiento” o desacredita la imagen sacerdotal! Mi breve reflexión sobre la personalidad del Cura Brochero es una invitación tímida a conocerlo en su intimidad de hombre santo, de sacerdote como Dios lo quiere y el pueblo lo necesita.
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Presentamos también aquí, para abundar en su conocimiento, un colorido artículo en que hace más de 50 años el escritor y novelista católico argentino Gustavo Martínez Zuviría -más conocido por el seudónimo de Hugo Wast-, lo llamaba ya “el santo criollo”, dando cuenta de las asombrosas transformaciones que obra la santidad al pasar hasta por los más áridos ambientes sociales.
El admirable Cura Brochero, modelo de Apóstol (por Hugo Wast)
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9 comentarios
Gracias María Virginia
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V.G.: Muchas gracias pater, ellos también recuerdan esos días con profunda gratitud y añoranza.Gracias a Dios, siguen creciendo y fortaleciéndose mutuamente, para bien de la Iglesia.
Es el arquetipo para todos los Sacerdotes Argentinos, todo el post es bellísimo.Me dijerón que sus escritos están publicados por la CEA.
Que Dios te bendiga y lo haga con la Iglesia.
Muchas Gracias, un Santo con todo!!!!!
Muchas Gracias.
https://www.youtube.com/watch?v=llIGE89vKD0
1. Por tu entrega generosa
¡sacerdote todo entero!
te tomamos por modelo
glorioso cura Brochero.
Al Señor diste tu vida
y por él a todo hombre:
que en cualquier hermano nuestro
el Señor mismo se esconde
2. Todo enfermo o moribundo
niño, pobre, rico, anciano
recibió siempre el cuidado
de tu amor grande y fecundo.
Fuiste hostia y sacerdote
para todos otro Cristo,
y en la lepra consumaste
de tu vida el sacrificio
Sacerdote de tu gente
sacerdote todo ´e Cristo
nosotros, los sacerdotes
de este tu pueblo argentino;
A Jesús hoy le pedimos
por medio de la Purísima
glorioso Cura Brochero
dar como vos nuestra vida
3. Por salvar su cuerpo y alma
hiciste escuelas y rutas,
y capillas, templos, gruta
para dar al Dios que salva.
Les alcanzaste mil gracias
por tu Misa y tu Breviario
a María los confiaste
desgranando tu Rosario
4. El Milenio que comienza
necesita curas santos
que le den el Evangelio
y lo muestren con sus actos
Y que al mundo testimonien
la Vigencia del Mensaje
que en le pago e´San Alberto
con tu vida proclamaste.
Buscaré información., muy bueno lo de Dani.
Muchas Gracias Maria Virginia.
Buscaré información., muy bueno lo de Dani.
Muchas Gracias Maria Virginia.
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