(113) Guillermo Marcó propone que el Papa "revise" la práctica de la Confesión...
Hay ciertos grupos religiosos que se definen por el seguimiento de un determinado “líder” espiritual, o por el apego a una serie de ”prácticas rituales”.
La fe católica, en cambio, se distingue por la profesión de un determinado Credo, don exclusivamente divino -por ello es una virtud infusa- recibido a través del Bautismo -el que nos hace hijos de Dios- y que será vivida a través de una determinada moral, que por ello identificamos como “moral católica”.No debería haber escisión, pues, entre fe, vida sacramental y moral. Ahora bien, ¿en qué se distingue, pues un católico de alguien que no lo es? En que los católicos compartimos la misma fe, expresada en el Catecismo, “aún vigente”. Lo demás -la opinología, sobre todo- es paja que se lleva el viento, o que consumirán las llamas.
Por eso, cuando alguien lee este artículo del “padre” Guillermo Marcó (removido como vocero del arzobispado de Buenos Aires tras decir que S.S. Benedicto XVI,“no lo representaba” por no reconocer “los valores del Islam”) hay que decirle serenamente: “Pues mire, ese hombre no es católico”…
En alguna otra oportunidad nos referimos a la existencia de personajes dentro de la misma Iglesia Católica, que sin embargo, no son católicos propiamente dichos, ya sean laicos de misa dominical, sacerdotes u obispos, porque sencillamente no comparten la misma fe. Este que comentamos hoy resulta un caso paradigmático, aunque en el video sincretista de hace unos días, se lo haya presentado como “sacerdote católico”.
Marcó intenta en este artículo, supuestamente, explicar el Año de la Misericordia al “mundo”, pues el lector medio de Clarín -periódico de lectura amplicamente mayoritaria en Argentina, junto a La Nación- no es el católico practicante sino el hombre de la calle, más o menos empapado de las leyendas negras de la Iglesia, y contaminado de todos los lugares comunes de la des-información mediática oficial.
¿Se esfuerza entonces Marcó por acercar de nuevo a la fe, apostólicamente, a tantos hijos pródigos que tal vez han sido bautizados y viven “enmundanados”, sin el pan nuestro de cada día que son los Sacramentos? Todo lo contrario. Alimentando la confusión y equívocos de tantas almas que suponen como una injusticia las condiciones para recibir la Comunión Eucarística, arremete nada menos que contra el sacramento de la Confesión, tal como lo entiende la Iglesia.
Para ello acude a la parábola del Hijo Pródigo, sí, pero con una interpretación torcida, que no deja de causarnos pavor:
” (El jubileo) Quiere resaltar la figura del Padre misericordioso que está aguardando la llegada del hijo perdido y que, cuando llega, pobre y maltrecho – después de haber dilapidado su herencia en una vida licenciosa, entre prostitutas y borracheras-, no lo llena de reproches, sino que lo abraza, lo besa, pone un anillo en sus manos y ordena matar al ternero engordado y hace fiesta. El hijo no llega arrepentido, llega por necesidad: “¡Cuántos trabajadores de mi padre tienen pan en abundancia y yo estoy aquí muriéndome de hambre!”, exclama.
La apelación a la palabra de Dios para negar la necesidad del arrepentimiento es a nuestro juicio temeraria y descarada, teniendo en cuenta que en ese texto podemos hallar incluso representados los dos tipos de arrepentimiento requerido para la confesión: tanto el de atrición, por temor al castigo o consecuencias del pecado (Marcó sólo se detiene en este momento, cuando el hijo piensa en los jornaleros de su padre), como el de contrición, de genuino dolor por haber ofendido al Padre. ¿Qué se expresa, si no, con el “he pecado contra el Cielo y contra Ti”. Sin verdadero arrepentimiento, ese hijo podría buscar quizá otro tipo de trabajo para saciar el hambre sin necesidad de regresar a la casa paterna. Es el arrepentimiento y amor filial, doliéndose profundamente de la pérdida de la dignidad filial lo que explica el arriesgarse a ser humillado, pidiendo perdón a su Padre. Creemos que es rebajar el texto evangélico quedarnos solamente con una lectura superficial, de una pura necesidad de hambre material.
Así lo explica S.Juan Pablo II en Dives in Misericordia, que a nuestro modesto juicio no podemos pasar por alto si queremos conocer “la interpretación de la Iglesia":
“La analogía se desplaza claramente hacia el interior del hombre. El patrimonio que aquel tal había recibido de su padre era un recurso de bienes materiales, pero más importante que estos bienes materiales era su dignidad de hijo en la casa paterna. La situación en que llegó a encontrarse cuando ya había perdido los bienes materiales, le debía hacer consciente, por necesidad, de la pérdida de esa dignidad. El no había pensado en ello anteriormente, cuando pidió a su padre que le diese la parte de patrimonio que le correspondía, con el fin de marcharse. Y parece que tampoco sea consciente ahora, cuando se dice a sí mismo: « ¡Cuántos asalariados en casa de mi padre tienen pan en abundancia y yo aquí me muero de hambre! ». El se mide a sí mismo con el metro de los bienes que había perdido y que ya « no posee », mientras que los asalariados en casa de su padre los « poseen ». Estas palabras se refieren ante todo a una relación con los bienes materiales. No obstante, bajo estas palabras se esconde el drama de la dignidad perdida, la conciencia de la filiación echada a perder.
Es entonces cuando toma la decisión: « Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado, contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus jornaleros ». Palabras, éstas, que revelan más a fondo el problema central. A través de la compleja situación material, en que el hijo pródigo había llegado a encontrarse debido a su ligereza, a causa del pecado, había ido madurando el sentido de la dignidad perdida. Cuando él decide volver a la casa paterna y pedir a su padre que lo acoja —no ya en virtud del derecho de hijo, sino en condiciones de mercenario— parece externamente que obra por razones del hambre y de la miseria en que ha caído; pero este motivo está impregnado por la conciencia de una pérdida más profunda: ser un jornalero en la casa del propio padre es ciertamente una gran humillación y vergüenza. No obstante, el hijo pródigo está dispuesto a afrontar tal humillación y vergüenza. Se da cuenta de que ya no tiene ningún otro derecho, sino el de ser mercenario en la casa de su padre. Su decisión es tomada en plena conciencia de lo que merece y de aquello a lo que puede aún tener derecho según las normas de la justicia. Precisamente este razonamiento demuestra que, en el centro de la conciencia del hijo pródigo, emerge el sentido de la dignidad perdida, de aquella dignidad que brota de la relación del hijo con el padre. Con esta decisión emprende el camino
La relación padre-hijo no podía ser alienada, ni destruida por ningún comportamiento. (…) es precisamente tal conciencia lo que le muestra con claridad la dignidad perdida y lo que le hace valorar con rectitud el puesto que podía corresponderle aún en casa de su padre.”
Pero Marcó no se detiene a subrayar la relación filial del pecador, porque evidentemente, no habla a los hijos de Dios y de la Iglesia, o le parecerá que esta filialidad es un “dato menor” (sic), sino que se sitúa “en la vereda de en frente”, casi oponiéndose a ésta, en un claro guiño al mundo:
El problema que entreveo en este esfuerzo por subrayar su misericordia es que hasta hace 40 años y durante siglos la Iglesia amenazó a los pecadores con toda clase de castigos, en la vida presente y en la eterna, sobre todo por pecados privados y, más precisamente, ligados al ejercicio libre del placer y la sexualidad, y un gran número de gente se fue apartando porque después de mucha terapia decidió, en el mejor de los casos, que si Dios existe la había hecho libre para poder decidir por su vida sin que la Iglesia la “reprima”. En el peor, abandonó sus creencias por pensar que son anticuadas e inadaptables al tiempo de hoy. Si continuó con su fe, vivió con conciencia de culpa.
Digamos en otras palabras, que los pobres reprimidos que seguimos con la “fe anticuada", tendríamos que correr a psicoanalizarnos para eliminar “la conciencia culposa", y vivir más libremente, dejando rienda suelta y alegre a las pasiones, sin complicarnos tanto la vida, porque Dios no castiga; no hay pecado, ¡"viva la vida, viva el amor"! (con minúsculas, eh!).
Este mismo discurso podemos encontrar en boca de cualquier agnóstico, liberal o marxista, impregnado de una buena dosis de freudismo barato. Es más, hasta se parece muchísimo a lo que repetía el pseudoartista León Ferrari para justificar las abominaciones (imágenes de María Santísima cubiertas de cucarachas, crucifijos en sartenes, etc.etc.) que exhibía en sus “muestras”.
Parece entonces que -según el p. Marcó- habrá que agradecer a este pontificado el alejar a la gente de los abusos y horrores con que la Iglesia ha torturado hasta ahora a los pobres pecadores…
Luego ya, sin empacho propone casi con todas las letras, una disolución -hasta abolir definitivamente, como inútil-, del sacramento de la Confesión:
Sería interesante que, en esta etapa, el Papa se animara a revisar la práctica del sacramento de la confesión y dejar más libre al creyente en su relación con Dios para que en su fuero íntimo pueda discernir lo bueno y lo malo. Y no usar la confesión como una boletería para poder comulgar, o un consultorio psicológico gratuito donde desahogarse de los pecados de los demás.
Seguimos preparando la alfombra roja para celebrar pronto al heresiarca Lutero con una Iglesia bien protestantizada, ¡vamos!. Lo mejor que podemos quemar en su altar son los sacramentos. ¿Para qué confesión, si el “fuero interno” es infalible? Pecado mortal o venial? ¡Pamplinas! Tras varias décadas de machacar la “opción fundamental” diluyendo la objetividad del pecado, el terreno viene bien abonado, haciendo oídos sordos a lo que también S.Juan Pablo II advirtiera en la Veritatis Splendor:
Se han atribuido a la conciencia individual las prerrogativas de una instancia suprema del juicio moral, que decide categórica e infaliblemente sobre el bien y el mal. Al presupuesto de que se debe seguir la propia conciencia se ha añadido indebidamente la afirmación de que el juicio moral es verdadero por el hecho mismo de que proviene de la conciencia. Pero, de este modo, ha desaparecido la necesaria exigencia de verdad en aras de un criterio de sinceridad, de autenticidad, de «acuerdo con uno mismo», de tal forma que se ha llegado a una concepción radicalmente subjetivista del juicio moral. (32)
recordando el papa más adelante que
70. La exhortación apostólica post-sinodal Reconciliatio et paenitentia ha confirmado la importancia y la actualidad permanente de la distinción entre pecados mortales y veniales, según la tradición de la Iglesia.
Concepción radicalmente subjetivista, esto es, relativismo puro, de honda raíz protestante, inadmisible en quien pretende hablar el lenguaje de la Iglesia.
¿Propone Marcó como un “acto de misericordia” privar a las almas de la maternidad de la Iglesia para orientar, enseñar, iluminar, acompañar esas conciencias, hasta llevarlas al pleno conocimiento de la voluntad de Dios, a través de la doctrina católica, la oración y los sacramentos, y luego recibirlos con los brazos abiertos para repartir Comuniones como caramelos?
Un cuento infantil nos parece lo más ilustrativo para responder a ese cartelito de “sacerdote católico":
“-Abuelita, qué ojos tan grandes tienes!
- Para mirarte mejor…
- Pero abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes…!”
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47 comentarios
Quiera Dios que se abra a la gracia de la conversión, se arrepienta sinceramente de sus pecados y alcance la misericordia de Dios por medio de la Confesión, sacramento que el quiere hacer desaparecer, y que es el único que le posibilitaría la salvación.
Bendiciones.
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Que El Señor Todopoderoso la bendiga y la proteja ,Virginia .
Criollo y andaluz
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V.G.: Bueno, pero "tampoco la pavada", como quien dice, pues conozco también a más de un santo sacerdote que no usa sotana y a quien algunos ensotanados no le llegan ni a los talones. "Ojo al piojo", Marcos...
Lo que dice este hombre no es nuevo, ni original, ya verás como acaba reescribiendo el evangelio, y en la nueva parábola de ese hijo pródigo, el hijo vividor no se arrepiente y el Padre al verlo se va de juerga con el. La nueva moral es a la moral, lo que la nouvelle cuisine es a la cocina, o lo que el arte moderno al arte, un bluff.
Sobre este tema si a alguien le interesa he traducido la obra del Padre Dörmann sobre las tres principales encíclicas dogmáticas de Juan Pablo II: Redemptor Hominis, Dives in Misericordia y Dominum et Vivificantem, así como sobre Signo de Contradicción que es el esquema del retiro que predicó Juan Pablo II a los Cardenales durante el Concilio. El Padre Dörmann se sorprendió del acontecimiento de Asis porque parecía rebasar los límites de la cortesía diplomática para entrar en el campo religioso y eso le llevó a profundizar en el magisterio anterior: en la Mortalium Animos y en otras numerosas Encíclicas.
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V.G.: Le agradezco su interesante comentario.
¿O vamos a decir que el Señor nos enseña en la parábola la importancia de fingir el arrepentimiento ante Dios, o que la Misericordia divina perdona a los que fingen el arrepentimiento en la confesión? Sí, por ahí deben ir los tiros de este sacerdote y de los que piensan como él.
Saludos cordiales.
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V.G.: Por favor, le sugiero que se pare sobre sus pies y no sobre la cabeza, porque creo que está mirando la realidad del revés. y le puede traer problemas de salud.
La Parábola del Hijo Pródigo, en su aparente simplicidad, es un hueso duro de roer que puede tener interpretaciones tal cual, alegóricas e incluso ésta de este señor. Ahora bien, un hijo que vuelve por eso dice: "Padre, creía que podría vivir por mi cuenta pero la necesidad me ha hecho volver" y no "Padre he pecado contra el Cielo y contra ti", porque de esta manera no sólo es pródigo sino también mentiroso.
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V.G.: No, Horacio; no son los únicos textos bíblicos para fundamentar la institución divina de este sacramento. La claridad del siguiente texto es meridiana:
Juan 20, 21-23
Entonces Jesús les dijo otra vez: "Paz a vosotros: Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló en ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; a quienes se los retuviereis, les quedan retenidos".
Citas de los apóstoles acerca de la confesión verbal de los pecados y de su autoridad para perdonar en Cristo:
Lc 24,46-47: Convenía que Cristo padeciese y resucitase de entre los muertos al tercer día y que en su nombre se predicase la penitencia para la remisión de los pecados de todas las gentes.
Hechos 19, 18 Y muchos de los que habían creído VENÍAN, confesando, y dando cuenta de sus hechos. (Venían evidentemente a los apóstoles, no una confesión personal con Dios)
2 Cor 5,18-20 y todo esto proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo, y nos encomendó el ministerio de la reconciliación. Nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Somos pues embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. Os suplicamos en nombre de Cristo ¡Reconcíliense con Dios!
2 Cor 2,10 Y al que vosotros perdonareis algo, yo también; porque si algo he perdonado, a quien lo he perdonado, por vosotros lo he hecho en la persona de Cristo.
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Por otra parte, Santo Tomás se refiere a la oportunidad o no de su institución, al tratar la Penitencia como sacramento, en la Q.84, art.7. Sintetizo la respuesta:
"...en este sacramento los actos del penitente hacen de materia, y lo que pertenece al sacerdote que actúa como ministro de Cristo, constituye lo formal y perfectivo del sacramento. Ahora bien, la materia, también la de los otros sacramentos, tiene ya una preexistencia, sea en la naturaleza, como el agua, sea por combinación artificial, como el pan. Pero para que esta materia sirva para el sacramento se necesita la institución que lo determine. Sin embargo, la forma del sacramento y su virtud operativa dependen íntegramente de la institución de Cristo, de cuya pasión reciben los sacramentos toda su eficacia. Así pues, la materia de este sacramento preexiste en la naturaleza, ya que la razón natural mueve al hombre a hacer penitencia de los males que ha cometido. Pero que el hombre haga penitencia de este o aquel modo ya depende de la institución divina.
Por esto el Señor exhortaba a los hombres, al principio de su predicación, no sólo a arrepentirse, sino también a hacer penitencia indicándoles de modo concreto los actos requeridos para este sacramento. Pero lo que pertenece al oficio de los ministros lo determinó en Mt 16,19, donde dijo a Pedro: A ti te daré las llaves del reino de los cielos, etc. Y la eficacia de este sacramento, así como el origen de su virtud, la manifestó después de la resurrección cuando dijo, según Lc 24,47, que había que predicar en su nombre la penitencia y la remisión de los pecados a todas las gentes, después de haber hablado de la pasión y de la resurrección, porque este sacramento tiene eficacia para perdonar los pecados en virtud del nombre de Cristo, que murió y resucitó.
Y así queda clara la oportunidad de instituir este sacramento en la nueva ley.
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V.G.: Emiliano, cuando el escándalo y daño es notorio y público, la corrección debe ser hecha públicamente. Yo le aseguro que muchos comentaristas frecuentan mucho más la Misa y la Confesión que el común de los "fans" de Marcó, y precisamente por eso, la indignación es tal. Veamos, ahora en serio, ¿se ataca a Marcó, o es Marcó quien ataca la fe de la Iglesia y a quienes la profesamos?...
¿Qué hacer si no hace caso de la corrección y se obstina en su pecado? JESÚS dice que si en privado no se es capaz de convencerlo, se lleve ante dos o tres hermanos para que los escuche a ellos y trate de corregirse.
Si a ellos no escucha y permanece obstinado, que se le lleve delante de la Comunidad.
Si ni a la Comunidad escucha, sea considerado pagano y publicano; es decir, no se cuente desde ese momento en el número de los hermanos. Más ni aun así debe descuidarse su salvación.
: )
Me aterra el hecho de que "la grieta" entre sacerdotes crezca simplemente porque la corrección no llega a tiempo.
Es esto intencional? Hay algo detras de estas exclamaciones que Marcó quiere defender?
Es evidente que el Papa Francisco apoya a Marcó? Que está haciendo la jerarquía de la Iglesia con estos mensajes? Como puede ser que desde estas cosas hasta aceptación de la comunion en la mano son temas que no se revisan de ninguna forma.
Que los que pertenecemos a la Iglesia digamos las cosas como son es correctisimo. Pero debería llegar a la Jerarquía para que reaccione de alguna manera. Sino, estamos en un sistema que nada tiene que ver con nuestra Sagrada Iglesia.
Tambien estan los que se montan un circo sobre determinados mensajes para propagarlos como paganos pero llamando al Escándalo para esto. Eso es otra cosa.
Tradición y Verdad.Abrazo en cristo.
Cuando tomé conciencia que como sacerdote yo no era el que perdonaba, sino Jesús, y al mismo tiempo era yo el que debía perdonar también, como hermano ofendido por el mal que mi hermano que se confesaba había hecho, me hizo mirar el sacramento de la reconciliación y la penitencia con otros ojos. Me hizo ser misericordioso como yo quería que fueran misericordiosos conmigo por todos mis pecados que mucho mal han hecho. Y me hizo ser misericordioso para transmitirle a mis hermanos penitentes el amor inconmensurable de Jesús, un amor que sin ninguna duda jamás se desprende de la verdad, jamás legitima lo que está mal, sino que ilumina y hace ver las cadenas que (muchas veces) invisiblemente nos tienen atados a todos los pecadores. Si no se las ve no se las puede cortar, no se las puede presentar al Señor Jesús para que las rompa y nos libere.
Yo le pude ir entregando todas las cadenas que veía en mí al Señor Jesús, y lo pude hacer por su gracia, orando mucho, encontrándome con su mirada misericordiosa. Y las que aún me queden que las corte y me libere, y aprendí a acusarme de cómo elegí esas cadenas y cómo las mantuve incluso justificándome. Nunca fui más libre que cuando asumí mi esclavitud. Nunca disfruté más el sacramento del perdón cuando lo asumí como adulto en la fe, adulto pecador yo, postrado de corazón ante el Señor Jesús crucificado que me escucha a través de unos oídos sacerdotales disponibles «prestados» al Sumo Sacerdote, único mediador entre Dios y los hombres, que los «usa» por la unción del Espíritu en el crisma, y recibir el perdón de los labios sacerdotales disponibles «prestados» también para que mis oídos puedan fehacientemente escuchar el perdón misericordioso. Muchas veces mis hermanos sacerdotes me mostraron su propia misericordia para conmigo, hermano pecador. Pero también muchas veces eso no se dio.
Los sacerdotes tenemos que reconocer que muchas veces hemos celebrado muy mal este sacramento. Quizá porque no habíamos madurado ni como personas ni como cristianos. También que muchas veces no hemos estudiado lo suficiente, urgidos por hacer cosas que otros podían hacer, dejando de hacer lo sacerdotal específico que sólo los ordenados debemos hacer en la mayor entrega al Señor para que Él pase sin molestias de nuestro ego. El mea culpa abarca también acerca de la deficiente catequesis sobre el tema, dejando sólo en manos de catequistas que vivían el sacramento de la reconciliación y de la penitencia con una mentalidad de niños mal aprendidos, y con la misma deficiencia transmitieron a sus catecúmenos el mismo temor al sacramento y dificultad para vivenciarlo liberadoramente.
Invito a todos los sacerdotes a volver a aprender, a enseñar y a vivenciar gozosamente lo que el Magisterio de la Iglesia nos ha enseñado. Va dicho con una profunda humildad, especialmente hacia mis hermanos sacerdotes, y a la verdad que el Magisterio me transmite tan humilde y fielmente lo hace. Prefiero la adhesión a la apostolicidad en toda su realidad, que a cualquier novedad venga de donde venga.
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V.G.: Muchas gracias, padre.
valores del islam solo un ciego los ve.
"Sería interesante que, en esta etapa, el Papa se animará a revisar la práctica del sacramento de la confesión –hasta el siglo XII estaba reservado para los pecados de escándalo público- y dejar más libre al creyente en su relación con Dios para que en su fuero íntimo pueda discernir lo bueno y lo malo. Y no usar la confesión como una boletería para poder comulgar, o un consultorio psicológico gratuito donde desahogarse de los pecados de los demás."
subrayo:
"hasta el siglo XII estaba reservado para los pecados de escándalo público"
Evidentemente, no es cierto.
Por ejemplo: en 856 Rábano Mauro, siguiendo el parecer de san Agustín, decía: "Poenitentia publica de peccatis publicis, oculta de occultis" [penitencia pública de los pecados públicos, oculta, de los pecados ocultos] (Migne, P. L., 107, 342).
Va contra la verdad segura de forma objetiva, por la propia estructura, y también tiene culpa subjetiva, pues el Catecismo permite valorar la culpa con los datos disponibles: un consagrado con conocimientos teológicos sabe que esto que divulga carece de justificación teológica.
No se puede hacer un juicio subjetivo escatológico porque el corazón sólo lo conoce el Espíritu Santo, tal como dice también el Catecismo.
Si su superior no lo amonesta, entonces es un colaborador y cooperador necesario en la divulgación de un error peligroso contra la fe y la moral católicas, además de cometer un pecado grave.
Para que una confesión sea válida y pueda el pecador recibir la absolución se necesitan: 1)Examen de conciencia; 2)Dolor de los pecados (arrepentimiento); 3)Propósito de enmienda (intención de dejar de pecar), 4)Confesar todos los pecados graves y 5) Cumplir con la penitencia impuesta por el confesor.
Padre Guillermo, que Dios perdone tu pecado de malicia llevando al error a tantos feligreses que confían en sus pastores como guías que los lleven por el camino marcado por el Evangelio. Y si te gustan los valores del Islam...¿no pensaste en convertirte en Imán musulmán?
Es realmente increible que se quiera revisar o practicamente eliminar uno de los 7 sacramentos, que son patrimonio comun e imprescindible de la Iglesia Catolica y las Iglesias Ortodoxas. Si eso es lo que quiere ese cura,que se haga protestante.
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V.G.
Catecismo de la Iglesia Católica:
La celebración del sacramento de la Penitencia
1480 Como todos los sacramentos, la Penitencia es una acción litúrgica. Ordinariamente los elementos de su celebración son: saludo y bendición del sacerdote, lectura de la Palabra de Dios para iluminar la conciencia y suscitar la contrición, y exhortación al arrepentimiento; la confesión que reconoce los pecados y los manifiesta al sacerdote; la imposición y la aceptación de la penitencia; la absolución del sacerdote; alabanza de acción de gracias y despedida con la bendición del sacerdote.
1481 La liturgia bizantina posee expresiones diversas de absolución, en forma deprecativa, que expresan admirablemente el misterio del perdón: "Que el Dios que por el profeta Natán perdonó a David cuando confesó sus pecados, y a Pedro cuando lloró amargamente y a la pecadora cuando derramó lágrimas sobre sus pies, y al publicano, y al pródigo, que este mismo Dios, por medio de mí, pecador, os perdone en esta vida y en la otra y que os haga comparecer sin condenaros en su temible tribunal. El que es bendito por los siglos de los siglos. Amén" (Eulógion to méga [Atenas 1992] p. 222).
1484 "La confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo el único modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia, a no ser que una imposibilidad física o moral excuse de este modo de confesión" (Ritual de la Penitencia, Prenotandos 31). Y esto se establece así por razones profundas. Cristo actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: "Hijo, tus pecados están perdonados" (Mc 2,5); es el médico que se inclina sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de él (cf Mc 2,17) para curarlos; los restaura y los devuelve a la comunión fraterna. Por tanto, la confesión personal es la forma más significativa de la reconciliación con Dios y con la Iglesia.
Código de Derecho Canónico:
DE LOS SACRAMENTOS
840 Los sacramentos del Nuevo Testamento, instituidos por Cristo Nuestro Señor y encomendados a la Iglesia, en cuanto que son acciones de Cristo y de la Iglesia, son signos y medios con los que se expresa y fortalece la fe, se rinde culto a Dios y se realiza la santificación de los hombres, y por tanto contribuyen en gran medida a crear, corroborar y manifestar la comunión eclesiástica; por esta razón, tanto los sagrados ministros como los demás fieles deben comportarse con grandísima veneración y con la debida diligencia al celebrarlos.
841 Puesto que los sacramentos son los mismos para toda la Iglesia y pertenecen al depósito divino, corresponde exclusivamente a la autoridad suprema de la Iglesia aprobar o definir lo que se requiere para su validez, y a ella misma o a otra autoridad competente, de acuerdo con el ⇒ c. 838 § § 3 y 4, corresponde establecer lo que se refiere a su celebración, administración y recepción lícita, así como también al ritual que debe observarse en su celebración.
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Como ud. dice, se sobreentiende que dicha autoridad (mencionada en el último canon citado)NO habilita para modificar SUBSTANCIALMENTE los sacramentos, siendo éstos de institución divina. Creemos que el requisito del arrepentimiento es indispensable y substancial para obtener el perdón de Dios, caso contrario correríamos el riesgo de reducirlo a una burla de El.
segun el tono y el contexto, en español de España g... no es un insulto grave, e incluso explicado puede ser meramente descriptivo.
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V.G.: Gracias Juan, pero si se evitan los insultos, aunque sean leves, es mucho mejor, ¿no?...
"Jesús... ilumina y hace ver las cadenas que (muchas veces) invisiblemente nos tienen atados... Si no se las ve no se las puede cortar, no se las puede presentar al Señor Jesús para que las rompa y nos libere... Nunca fui más libre que cuando asumí mi esclavitud. Nunca disfruté más el sacramento del perdón que cuando lo asumí como adulto en la fe, adulto pecador yo, postrado de corazón ante el Señor Jesús crucificado que me escucha a través de unos oídos sacerdotales disponibles «prestados» al Sumo Sacerdote, único mediador entre Dios y los hombres, que los «usa» por la unción del Espíritu en el crisma, y recibir el perdón de los labios sacerdotales disponibles «prestados» también para que mis oídos puedan fehacientemente escuchar el perdón misericordioso."
Que el Espíritu Santo lo siga iluminando.
V.G.: Disculpe. Angel, pero eso no tiene nada que ver con el post.
"dejar más libre al creyente en su relación con Dios para que en su fuero íntimo pueda discernir lo bueno y lo malo."
Según entiendo -y corríjanme si estoy equivocado- el examen de conciencia es exactamente eso: discernir entre lo bueno y lo malo en su relación con Dios.
Lo que me parece que está mal interpretado es "discernir lo bueno y lo malo en relación con el mundo. "
La conciencia individual es una cosa muy valiosa a la que se le da muy poca importancia. En realidad, nadie lo puede negar, todos sabemos claramente lo que es bueno y lo que es malo, incluso los que tenemos la conciencia dormida desde hace décadas. Enfrentados a la propia conciencia, hasta el más duro de los asesinos llora sus pecados.
Pero enfrentados al mundo, yo soy tan bueno o mejor que el más grande de los santos. ¿Que me echo una canita al aire? Peccata minuta, el cura se echa dos. ¿Que no ayudo a los pobres? ¿Quién lo hace en estos tiempos? Yo soy pobre y me ayudo a mí mismo, con eso basta ¿no?
Hoy día está muy de moda el cuestionario ese para el examen de conciencia que hasta se reparte en el templo los días que hay confesión masiva. He visto quienes llevan bolígrafo para marcar las casillas, no sé si luego le pasan el papelito al cura para que les ponga la penitencia por escrito y luego no se les olvide. Siguiendo el cuestionario, si no me divorcié ni me volví a casar, estoy apto para los altares.
Yo también creo que el penitente debería discenir lo bueno y lo malo. Siempre que no se le olvide que va a confesarse ante Dios, no ante la guardia civil.
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V.G.: Creo que nadie aquí ha despreciado en lo más mínimo la conciencia personal, David. Lo que se pone en tela de juicio es lo que viene detrás del "dejar más libertad para que en su fuero íntimo..." teniendo en cuenta que de algún modo es un dejar al penitente desprotegido frente a los vientos de doctrina que le propone el mundo, y si la conciencia no se forma rectamente, puede ser errónea, y ser así causa de graves males para la propia alma y la del prójimo.
Y la función de formarla corresponde de manera eminente a la Iglesia, como madre y maestra.
Esto de decidir "en su fuero íntimo", dice además una prescindencia de la correspondencia OBJETIVA con el sentir de la Iglesia, de modo que si por ej. a alguien se le dice que el concubinato es pecado grave, pero "su conciencia no lo siente así", habría que "dejarlo tranquilo"... No entraré en casos particulares, pero el marco es más o menos éste.
En cuanto a su última frase, yo agregaría "va a confesarse ante Dios POR MEDIO DEL SACERDOTE", porque también será fácil colegir de su propuesta que si el fiel "se ha confesado con Dios" en su puro fuero interno -vale decir, al modo protestante-, pero sin pasar por el confesionario, tampoco sería tan grave.
Y por muy exhaustiva que sea la lista, aunque llevara mil entradas con comentarios y notas al pie, sigue dejando fuera lo importante que es la conciencia individual, a la que en última instancia no se le puede engañar.
Lamentablemente, nuestra Iglesia se ha vuelto una iglesia de apariencias. Observen ustedes la fila de penitentes -cuando la hay- y verán siempre a las mismas beatas confesando los mismos pecados; mientras afuera quedan todos los que no pueden -o no quieren- aparentar piedad. Quizás el reduccionismo es excesivo, pero no deja de ser cierto: en nuestra Iglesia de hoy, el que no se ha casado dos veces tiene todos los derechos que le traen las apariencias, mientras el que por necesidad debe trabajar los domingos está para siempre excluido.
No creo que el Papa haga caso a semejante disparate, la confesión es el sacramento que más promociona; ya saben que fue el primer papa que se confesó en público, a la vista de la gente y de los medios. Aun así, me duele que algunos sacerdotes piensen así, cuando son ellos precisamente los que deben mantener la fe.
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V.G.: Claro que este es uno de los sacramentos que más necesitamos, Luisa. Igualmente Francisco no es el primero; hay fotos de San Juan Pablo II y de Bendecito XVI confesándose, muy hermosas. Y una bellísima del primero, comulgando de rodillas de manos de este último...
Siempre leyendo a San Juan Pablo II, veía una expecional defensa de la Ortodoxia, de la fidelidad a Dios Nuestro Señor, todos, la Veritatis Splendor,la Fides et Ratio etcAparte para mi mi hermoso de leer!!!!
Quien es Católico, punto 837 del Catecismo, se puede estar con el cuerpo pero no con el alma, y uno se condena, sea el que sea, es magisterial, sino lo divulgan para quedar bien con el mundo, quedaran retratados en el infierno, por las almas que se perdierón, justamente comenté recien lo que hizo el Cura Brochero por un alma!!!!
Que Dios te bendiga y lo haga con la Iglesia.
Muchas Gracias.
Nosotros sabemos que desde el siglo XIX, se infiltran en nuestra Iglesia...y ellos siempre van a generar confusión con un lenguaje actualizado y " democrático", halagador..
Creo que tenemos que estar muy atentos a esta situación porque la masoneria está muy activa.
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V.G.: María Esther, perdón por responder, aunque no soy sacerdote, pero como hermana, le sugiero que trate de buscar una parroquia donde además de cumplir con el precepto dominical, encuentre paz y alimento espiritual genuino. Los fieles no somos de piedra ni de plástico, y realmente necesitamos alimento y pastores de verdad, que nos lo procuren.
No es que haya miles, pero gracias a Dios, aún los hay, y también merecen fieles que los acompañen y secunden. Por sufrir una situación semejante a la suya, hace ya un par de años con mi familia los fines de semana viajamos a veces una hora y vale la pena, porque la parroquia que tenemos a dos cuadras ya nos estaba perjudicando espiritualmente.
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