(97) San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial, y protector de la Iglesia
En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. (Dan.12, 1)
A veces corremos el riesgo de enturbiar la mirada, y quienes vivimos en medio del mundo, aunque sepamos que “Nuestra batalla no es contra la carne y la sangre sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que están en el aire” (Ef 6, 12-13), frecuentemente olvidamos acudir a quienes llevan la delantera del Combate, honrando fervientemente a los santos ángeles y arcángeles.
Es de desear que nuestro celo por la pureza de la doctrina nunca deje de lado el cuidado de la piedad genuina, y por eso no quisiera dejar de llevar hoy a los pies de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, la atención de nuestros lectores. ¡Qué fuente de consuelo, de fortaleza y de gozo es su culto y alabanza! ¡Qué preciosas y contundentes, como marcha triunfal, las letanías con que la Iglesia nos enseña a invocarlos!
- Santa Brígida, en uno de sus éxtasis al visitar la gruta de San Miguel Arcángel (aquí breve video de la gruta) oyó un canto angélico que culminó con una dolorosa y profética visión de la decadencia de su culto:
“…Haz visible la dignidad con la cual Tú nos has revestido
Para que se aprenda a tomar en cuenta nuestro ministerio:
¡aunque aquí, también hoy este Santuario declina
Y los del lugar parece que prefieren, en vez de nosotros, a los ángeles sin luz!”.
Una aguda tristeza llenó el corazón de Santa Brígida, que aumentó en extremo cuando, al aparecérsele Nuestro Señor le dijo:
“Los ingratos se darán cuenta de la pérdida que hacen al olvidarse de los Ángeles, en la hora de la prueba”.
¡No permita Dios que estemos entre esos ingratos, en esta época de tribulación en que Él nos pide fidelidad y testimonio de nuestra fe! No dudo que de la mano de Todos los Santos, no nos extraviaremos, pese a los muchos cantos de sirenas que hoy tratan de desviarnos.
Pues el mismo Ángel que fue enviado al profeta Daniel le dijo que se levantaría el gran príncipe Miguel, protector de los hijos del Pueblo del Señor, y así se quiso manifestar a los fieles con señales sensibles cuánto valía esta protección, para movernos a que le profesásemos devoción, y a que le rindiésemos el más solemne culto.
Vemos por ejemplo que el Santo Padre Pío era un gran devoto del Arcángel San Miguel, a quien recomendaba mencionar en sus súplicas, sobre todo en las tentaciones, e incluso imponía la peregrinación a la gruta de Gargano en el Monte Sant’Angelo como penitencia a quienes iban a confesarse con él. Cada año hacía una cuaresma preparatoria para la fiesta del Arcángel. Pero desde el 3 de julio de 1917 su devoción hacia el Príncipe de la Milicia Celeste tuvo un impulso más claro y mayor, tras un hecho milagroso que vivió en una peregrinación a la gruta.
Al entrar en el santuario, emocionado al recordar lo que le había sucedido en aquel lugar a San Francisco de Asís -que, juzgándose indigno de entrar, se había detenido a la puerta pasando allí la noche entera en oración-, se arrodilló y besó con respeto y gran humildad el umbral de la Gruta. Después, y una vez escuchada la explicación del canónigo sacristán, que le mostró la Tau grabada por san Francisco, entró y se postró de rodillas a los pies del altar de san Miguel encomendándole todo y a todos. De la roca de arriba caían continuamente gruesas gotas de agua por la humedad, pero con gran sorpresa de los seminaristas, que testimoniaron el suceso, el Padre Pío permaneció sin mojarse. Incluso un muchacho que los acompañaba se colocó junto al venerado Padre, pero muy pronto quedó bañado por el agua.
-San Gregorio Magno lo había visto en el aire envainar su espada, para señalar el cese de una peste y el apaciguamiento de la ira de Dios. Otra aparición a San Ausbert, obispo de Avranches, en Francia, llevó a la construcción de Mont-Saint-Michel, en el mar, un famoso lugar de peregrinación.
El 8 de mayo se recuerda otra maravillosa aparición que se produce cerca de Monte Gargano en el Reino de Nápoles.
- San Francisco de Sales señalaba:
“La veneración de San Miguel es el mejor remedio contra el desprecio de los derechos de Dios, contra la insubordinación, el escepticismo, y la infidelidad”
-Por todo esto, el Papa Pío IX concedió las siguientes indulgencias:
– Indulgencia parcial, a los que recen su Corona (consistente en un Padrenuestro y tres Ave Marías en honor de cada uno de los nueve coros angélicos) con el corazón contrito.
– Indulgencia parcial, cada día que lleven consigo la Corona o besaren la medalla de los Santos Ángeles que cuelga de ella.
– Indulgencia plenaria una vez al mes, a aquellos que la rezaren diariamente, el día que escogieren, verdaderamente contritos, confesados y comulgados, rogando por las intenciones de su Santidad.
– Indulgencia plenaria, con las mismas condiciones, en las fiestas de la Aparición de San Miguel Arcángel (8 de mayo); de su Dedicación (29 de septiembre); y de los Santos Ángeles Custodios (2 de octubre).
No es entonces casualidad que en las perversiones y retorcimientos oscuros de la Nueva Era, que engañan a tantos católicos, se vea mezclada precisamente la figura de los Santos Arcángeles en más de una ocasión.
El Maligno sabe que un modo artero de combatir al Príncipe de la milicia celestial es pervirtiendo su culto y su figura, sembrando de paso un manto de desconfianza en no pocos fieles, que a la vista de tales mescolanzas, optan por relegar el culto legítimo a los espíritus celestiales, con gran pérdida para el crecimiento de su vida espiritual.
-Antes de la década de 1900, el cardenal suizo Gaspard Mermillod había dicho,
“cuando la base misma de la sociedad es sacudida como consecuencia de haber negado los derechos de Dios, debemos revivir la veneración de San Miguel y con él alzaron el grito victorioso: “¿Quién es como Dios? ‘”
-En 1994, San Juan Pablo II volvió a instar a los fieles a seguir recitando la oración específicamente para la Iglesia cuando dijo:
“aunque esta oración ya no es recitada al final de la misa, les pido a todos que no olviden de recitarla para obtener ayuda en la batalla contra las fuerzas de las tinieblas y contra el espíritu de este mundo”.
Por eso parecería oportuno, como verdadera obra de misericordia, recordar todo lo que se pueda, la oración que el papa León XIII ordenó que se dijera en la conclusión de la misa, lo que se hizo hasta la década de 1960, en que fue cayendo en desuso. Últimamente, gracias a Dios, hay un firme renacer de esta sagrada costumbre que es de desear se imite en muchas más diócesis, respondiendo al llamado que el año pasado hiciera el propio Papa Francisco.
- El obispo de Peoria, EE.UU., Daniel R. Jenky, reinstauró en todos los templos de la diócesis la oración a San Miguel Arcángel, una oración “de guerra” que se usaba en EEUU durante la Guerra Fría para pedir por los cristianos perseguidos tras la Cortina de Hierro:
“…pido que cada parroquia, escuela, hospital, Centro Newman y casa religiosa de la diócesis inserte la Oración a San Miguel Arcángel entre las intercesiones generales del domingo, justo antes de su oración conclusiva”.
- También podemos ver aquí la decisión de los obispos filipinos y aquí la del obispo de Illinois.
- Recientemente, el padre Gabriel Amorth, exorcista de Roma, dijo que:
“Creo que fue un error haber eliminado, sin un sustituto adecuado, la oración a San Miguel Arcángel que se solía recitar después de cada misa“.
La visión del papa León XIII
El 13 de octubre de 1884, después que el Papa León XIII había terminado de celebrar la Santa Misa en la Capilla del Vaticano, acompañado de unos pocos cardenales y miembros del personal del Vaticano, de repente se detuvo al pie del altar. Se quedó allí durante unos 10 minutos, como si estuviera en trance, con el rostro ceniciento y blanco.
Entonces, va de la capilla a su oficina, y compuso la oración a San Miguel, con las instrucciones que se dijera después de las misas en todo el mundo.
Cuando se le preguntó lo que había sucedido, explicó que, cuando estaba a punto de dejar el altar, de repente escuchó voces, dos voces, una suave y la otra gutural y áspera. Parecían venir de cerca del tabernáculo. Mientras escuchaba, oyó la siguiente conversación:
La voz gutural, la voz de satanás con su orgullo, jactándose a Nuestro Señor:
“Yo puedo destruir tu Iglesia”
La suave voz de Nuestro Señor:
“¿Tu puedes? Entonces sigue adelante y hazlo”.
Satanás: “Para ello, necesito más tiempo y más poder”.
Nuestro Señor: “¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto poder?”
Satanás: “75 años a 100, y un mayor poder sobre aquellos que se entregan a mi servicio”.
Nuestro Señor: “Tú tienes el tiempo, tú tendrás el poder. Has con ellos lo que quieras”.
La primera versión de esta historia apareció en la prensa en 1934, en un diario alemán del domingo.
La forma en que se relató la profecía sugiere que originalmente circuló en forma oral, posiblemente entre el personal del Vaticano y la jerarquía. Como tal, es imposible rastrear una fuente original documentada. Sin embargo, podemos encontrar testimonios de testigos presenciales de los hechos detrás de la institución de la oración Leonina, citada en el diario romano Efemérides Liturgicae V. LXIX, pp 54-60.
En un artículo publicado en 1947, el Padre Domenico Pechenino, un sacerdote que trabajaba en el Vaticano durante la época de León XIII, ofrece un relato de primera mano de estos eventos:
“No recuerdo el año exacto.Una mañana, el gran Papa León XIII había celebrado una misa y, como de costumbre, estaba asistiendo a una misa de acción de gracias.De repente, lo vi levantar la cabeza y mirar a algo por encima de la cabeza del celebrante.Él estaba mirando sin moverse, sin pestañear.Su expresión era de horror y asombro, el color y la expresión de su rostro cambiaba rápidamente.Algo inusual y grave estaba ocurriendo en él.
Por último, cuando recobró sus sentidos, suave pero firme tocó su mano y se puso de pie. Se dirigió a su oficina privada.Su séquito lo siguió con ansiedad y solícito, susurrando: “Santo Padre, ¿no se siente bien?¿Necesita algo?”.Él respondió: “Nada, nada”.
Una media hora más tarde, llamó al Secretario de la Congregación de Ritos y, dándole una hoja de papel, pidió que se imprimiera y se enviara a todos los Ordinarios de todo el mundo.
¿Qué era ese papel? Era la oración que recitamos con el pueblo al final de cada Misa, es la súplica a María y la petición apasionada al Príncipe de la Milicia Celestial:
San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidady asechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Oh Príncipe de la milicia celestial,
arroja al infierno con el divino poder a satanás,
y a todos los espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas. Amen.rogando a Dios que envíe de vuelta al infierno a satanás”.
Como confirmación de la que escribió el padre Pechenino tenemos el autorizado testimonio del cardenal Nasalli Rocca que, en su carta pastoral para la cuaresma, publicada en Bolonia en 1946, escribe:
“León XIII escribió él mismo esa oración. La frase [los demonios] ‘que vagan por el mundo para perdición de las almas’ tiene una explicación histórica, que nos fue referida varias veces por su secretario particular, monseñor Rinaldo Angeli.
León XIII experimentó verdaderamente la visión de los espíritus infernales que se concentraban sobre la Ciudad Eterna (Roma); de esa experiencia surgió la oración que quiso hacer rezar en toda la Iglesia.
El la rezaba con voz vibrante y potente: la oímos muchas veces en la basílica vaticana. No sólo esto, sino que escribió de su puño y letra un exorcismo especial contenido en el Ritual romano (edición de 1954, tít. XII, c. III, pp. 863 y ss.).
El recomendaba a los obispos y los sacerdotes que rezaran a menudo ese exorcismo en sus diócesis parroquiales. El, por su parte, lo rezaba con mucha frecuencia a lo largo del día”.
Como se describe en Apocalipsis 12, San Miguel es el vencedor del demonio, que arroja a la serpiente antigua de la corte celestial en el final de los tiempos.
Valga, pues, como pequeño homenaje de este blog, este bellísimo Himno de Francisco Luis Bernárdez, gran poeta argentino, que ha sido incluido en el Breviario Romano[1],
HIMNO AL ARCÁNGEL SAN MIGUEL
Oh Jesús, que eres fuerza y luz del Padre,
Oh Jesús, que das vida a nuestros pechos:
Te alabamos en coro con los Ángeles,
Que siempre de tu boca están suspensos.
Millares de celestes capitanes
Militan en las huestes que acaudillas,
Pero es Miguel quien a su frente marcha
Y quien empuña la sagrada insignia.
Él es quien precipita en lo más hondo
De los infiernos al dragón funesto,
Y quien fulmina a los rebeldes todos,
Y quien los echa del baluarte excelso.
Sigamos día y noche a nuestro príncipe
Contra el fiero adalid de la soberbia,
Para que desde el trono del Cordero
Nos sea dada la corona eterna.
Gloria al Padre y que Él guarde con sus Ángeles
A los que, redimidos por su Hijo,
Fueron ungidos desde el firmamento
Por el eterno bien del Santo Espíritu.
Invoquemos a San Miguel Arcángel, en estos días próximos del Sínodo, insistentemente, para que disipe el denso humo de satanás del seno de la Iglesia y de cada hogar católico:
Glorioso San Miguel, caudillo y príncipe de los ejércitos celestiales, fiel custodio de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, familiar de la casa de Dios, admirable guía después de Jesucristo, de sobrehumana excelencia y virtud, dígnate librar de todo mal a cuantos confiadamente recurrimos a ti y haz que mediante tu incomparable protección adelantemos todos los días en el santo servicio de Dios.
V. Ruega por nosotros, glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.Oremos. Todopoderoso y Eterno Dios, que por un prodigio de tu bondad y misericordia a favor de la común salvación de los hombres, escogiste por Príncipe de tu Iglesia al gloriosísimo Arcángel San Miguel, te suplicamos nos hagas dignos de ser librados por su poderosa protección de todos nuestros enemigos de modo que en la hora de la muerte ninguno de ellos logre perturbarnos, y podamos ser por él mismo introducidos en la mansión celestial para contemplar eternamente tu augusta y divina Majestad. Por los méritos de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
[1] Quien quiera disfrutar de otras composiciones de este autor incluidas en el Breviario, puede visitar esta página.
Infocatólica agradecerá vuestra generosa colaboración; le sugerimos cómo hacerlo.
10 comentarios
Que Dios te bendiga y bendiga a la Iglesia.
Muchas Gracias.
Se me ocurre, las hermosas oraciones, a San Miguel, con tanto contenido,
Se pueden practicar en una Hora Santa, siempre con atención, sabiendo con quien estamos tratando..
Como tantas hermosísimas oraciones de los Santos, con pausa,meditando su contenido.
Que Dios te bendiga y bendiga a la Iglesia.
Muchas Gracias.
------------------
V.G.: Bendito sea Dios, Juan Carlos. Gracias por compartirlo.
Dios los bendiga, y no tengan miedo de nada. No dejen de rezar por favor, es vital!
Buenísima idea de la autora María Virginia en encomendar a San Miguel el próximo Sínodo de la Familia.
San Miguel Arcángel por favor asiste y actúa en el Sínodo, pues como sabemos, se han visto por ahí algunos demonios que están proponiendo con insistencia el permitir diversas formas de adulterio, las uniones homosexuales equiparadas y tan válidas como las uniones matrimoniales entre hombre y mujer, la “comprensión amorosa” a la cohabitación. Para empeorar la situación son los mismos constituidos como “mafia” manipuladora que interviene en las decisiones de la cúpula de la Iglesia.
Tú presencia ostensible, te aseguro San Miguel, provocaría la desintegración de algunos asistentes, “como vampiros expuestos a la luz”.
Que buena acción será, siguiendo la idea de María Virginia, si todos en estos días enviáramos a nuestros Obispos nacionales que asistirán al Sínodo, un correo solicitando que valientemente se atrevan a rezar en voz alta la oración a San Miguel del Papa León XII y si no fuera posible, al menos en silencio.
----------------------
V.G.: Muchas gracias por visitar este blog, y ciertamente, roguemos especialmente al Príncipe de la Milicia Celestial, nos aliente a seguir combatiendo sin cesar por la gloria de Dios!
Dejar un comentario