(70) Identidad y misión profética de la vida consagrada
En la fiesta de la Candelaria de este Año dedicado a la vida consagrada, queremos dirigir nuestra mirada y corazón a las múltiples formas con que la Providencia ha adornado y fortalecido a su Iglesia llamando de modo particular a ciertos hombres y mujeres para ser puentes privilegiados entre Dios y las almas.
Lamentamos que en medio de la confusión y hostilidad del mundo, en vez de revalorizar, agradecer y fomentar más que nunca las vocaciones a la vida consagrada, ésta sea a menudo soslayada o silenciada por algunos, pretendiendo que su eficacia está precisamente en la pérdida o “disimulo” de su naturaleza específica. Con la excusa de comprender e impregnar mejor las realidades temporales, hemos visto que lo que se ha logrado, en cambio, es que se salpique de mundo todo lo sagrado, como si ésto debiera vivirse con culpa…
No podemos imaginar el desconcierto y angustia que produce a los jóvenes toparse con guías espirituales (ya sean sacerdotes o catequistas) a los que plantean confiados sus inquietudes vocacionales, y aquellos les salen con que primero “vivan la vida", terminen sus estudios, busquen un trabajo…como si se tratara de una enfermedad que deba evitarse. Luego, “si persisten los síntomas” y se vea que son incurables, ya se verá…¿es esto tener idea de los dones de Dios, que todos debemos cuidar para el bien común de su Iglesia? ¡Con lo maravilloso que es el espectáculo de la obra de Dios, y que la flor sea flor, el cielo esté arriba, la tierra debajo, y que cada uno responda al ser que se le ha dado como tesoro!
Recuerdo a propósito hace un tiempo, en que una religiosa -de clausura- me comentaba la insistencia de algunas hermanas suyas en colocar ordenadores en todas las celdas “para tener mayor comunicación con los otros monasterios", y ella me decía con justificada indignación, que “¡Yo no me hice religiosa renunciando al mundo para que luego me lo filtren con pantallas dentro del monasterio!“…
Podemos comparar con las propuestas contemporáneas de admitir también nuevos “tipos” de familia o “matrimonio” (sic), y veremos que el mentor es siempre el mismo: el mono de Dios, quien se goza en subvertir, bajo la dictadura relativista del “todo cambia; nada permanece".
*¿Acaso no ha cambiado la naturaleza de la vida consagrada?
No; no somos anacrónicos ni nostálgicos al percibir esta realidad, ya que espigando en la riquísima exhortación de S. Juan Pablo II Vita Consecrata (25-3-1996), se advierte también que
“si en el Concilio Vaticano II se señaló la gran realidad de la comunión eclesial, en la cual convergen todos los dones para la edificación del Cuerpo de Cristo y para la misión de la Iglesia en el mundo, en estos últimos años se ha advertido la necesidad de explicitar mejor la identidad de los diversos estados de vida, su vocación y su misión específica en la Iglesia.
La comunión en la Iglesia no es pues uniformidad, sino don del Espíritu que pasa también a través de la variedad de los carismas y de los estados de vida. Estos serán tanto más útiles a la Iglesia y a su misión, cuanto mayor sea el respeto de su identidad. “(VC, 4)
Teniendo en cuenta que “la vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su misión, ya que indica la naturaleza íntima de la vocación cristiana y la aspiración de toda la Iglesia Esposa hacia la unión con el único Esposo”(CV3), el Papa se refiere al “carácter profético de la vida consagrada, como una forma de especial participación en la función profética de Cristo, comunicada por el Espíritu Santo a todo el Pueblo de Dios. (…) La función de signo, que el Concilio Vaticano II reconoce a la vida consagrada, se manifiesta en el testimonio profético de la primacía de Dios y de los valores evangélicos en la vida cristiana. (…)”
La apelación al profetismo ha sido cara a la Teología de la Liberación, algunos de cuyos miembros adjudican con cierta facilidad el término de profeta a personajes que presentan un carisma caracterizado entre otras cosas, por “romper barreras”, dando a la palabra un sesgo incuestionablemente “revolucionario”, con propuestas atrevidas o innovadoras, a menudo en conflicto con la tradición, que es asociada en cambio al “fariseísmo”, leyendo la realidad siempre en “clave dialéctica”.
* El profeta y su celo por la voluntad de Dios
El lenguaje de la Iglesia es diferente, poniendo las cosas en su sitio:
“La tradición patrística ha visto una figura de la vida religiosa monástica en Elías, profeta audaz y amigo de Dios. Vivía en su presencia y contemplaba en silencio su paso, intercedía por el pueblo y proclamaba con valentía su voluntad, defendía los derechos de Dios y se erguía en defensa de los pobres contra los poderosos del mundo (cf. 1 Re 18-19). Este ejemplo demuestra claramente que “La verdadera profecía nace de Dios, de la amistad con Él, de la escucha atenta de su Palabra en las diversas circunstancias de la historia. El profeta siente arder en su corazón la pasión por la santidad de Dios y, tras haber acogido la palabra en el diálogo de la oración, la proclama con la vida, con los labios y con los hechos, haciéndose portavoz de Dios contra el mal y contra el pecado.”
Lejos de justificar o minimizar las miserias del hombre, falsificando la noción de misericordia para acariciar el pecado juntamente con el pecador,
“..el testimonio profético exige la búsqueda apasionada y constante de la voluntad de Dios, la generosa e imprescindible comunión eclesial, el ejercicio del discernimiento espiritual y el amor por la verdad. También se manifiesta en la denuncia de todo aquello que contradice la voluntad de Dios…”
“En nuestro mundo, en el que parece haberse perdido el rastro de Dios, es urgente un audaz testimonio profético por parte de las personas consagradas. Un testimonio ante todo de la afirmación de la primacía de Dios y de los bienes futuros, como se desprende del seguimiento y de la imitación de Cristo casto, pobre y obediente, totalmente entregado a la gloria del Padre y al amor de los hermanos y hermanas. (85)”
*Fidelidad martirial
Esta urgencia tiene un solo nombre, que es antorcha ardiente y luminosa, que es por sí misma fecunda en todo lo que toca: Fidelidad. Y en la medida en que se apaga u opaca, falsificando su alcance, la misma vida cristiana se desdibuja en el mundo, sirviendo solamente a la confusión y desazón.
“(…) La fidelidad al propio carisma conduce a las personas consagradas a dar por doquier un testimonio cualificado, con la lealtad del profeta que no teme arriesgar incluso la propia vida.
“Una especial fuerza persuasiva de la profecía deriva de la coherencia entre el anuncio y la vida. (…) Son miles los que obligados a vivir en clandestinidad por regímenes totalitarios o grupos violentos, obstaculizados en las actividades misioneras, en la ayuda a los pobres, en la asistencia a los enfermos y marginados, han vivido y viven su consagración con largos y heroicos padecimientos, llegando frecuentemente a dar su sangre, en perfecta conformación con Cristo crucificado. (86)”
*Los grandes retos de la vida consagrada
Prosigue el Papa señalando entonces que
“El cometido profético de la vida consagrada surge de tres desafíos principales dirigidos a la Iglesia misma: son desafíos de siempre, que la sociedad contemporánea, al menos en algunas partes del mundo, lanza con formas nuevas y tal vez más radicales. (87)”
-La primera provocación proviene de una cultura hedonística que deslinda la sexualidad de cualquier norma moral objetiva, reduciéndola frecuentemente a mero juego y objeto de consumo, transigiendo, con la complicidad de los medios de comunicación social, con una especie de idolatría del instinto. (88)
-Otra provocación está hoy representada por un materialismo ávido de poseer (por lo cual) “se pide a las personas consagradas, pues, un nuevo y decidido testimonio evangélico de abnegación y de sobriedad, un estilo de vida fraterna inspirado en criterios de sencillez y de hospitalidad, para que sean así un ejemplo también para todos los que permanecen indiferentes ante las necesidades del prójimo.” (89)
-La tercera provocación (referida a la obediencia) proviene de aquellas concepciones de libertad que, prescinden de su relación constitutiva con la verdad y con la norma moral. En realidad, la cultura de la libertad es un auténtico valor, íntimamente unido con el respeto de la persona humana. Pero, ¿cómo no ver las terribles consecuencias de injusticia e incluso de violencia a las que conduce, en la vida de las personas y de los pueblos, el uso deformado de la libertad?” (91)
*Llamado de Nuestra Señora a no convertirse en “ministros del mundo”:
Y quisiéramos complementar estas pautas de la Iglesia con algunas palabras de la Sma. Virgen -Madre y modelo de aquella- que en diferentes ocasiones ha sugerido al p. Stefano Gobbi para esta festividad. En 1979, refiriéndose a las Señales de la Purificación de la Iglesia, presentaba como segunda señal, la indisciplina (la primera fue la confusión):
“Contemplen a su Madre Celestial mientras se presenta en el Templo para ofrecer a su pequeño Hijo (quien) ya desde su nacimiento se somete (…), y así juntos decimos nuestro sí al querer del Padre (…).
Hoy mi Corazón es nuevamente herido al ver cuántos son aquellos que viven sin docilidad a la Voluntad de Dios, porque no observan y a veces desprecian abiertamente las leyes propias del estado sacerdotal. Así la indisciplina se difunde en la Iglesia y cosecha víctimas aún entre los mismos Pastores. Esta es la segunda señal que les indica que ha llegado para la Iglesia el tiempo conclusivo de la purificación: la indisciplina difundida en todos los niveles, especialmente entre el clero.
Es indisciplina la falta de docilidad interior a la voluntad de Dios, que se manifiesta al anular las obligaciones propias de su estado: la obligación de la oración, el buen ejemplo de una vida santa y apostólica.¡Cuántos sacerdotes hay que se dejan absorber por una actividad desordenada y que no oran! Descuidan habitualmente la Liturgia de las Horas, la meditación, el rezo del Santo Rosario. Limitan la oración a una apresurada celebración de la Santa Misa.
Así estos pobres hijos míos se vuelven interiormente vacíos y no tienen ya luz ni fuerza para resistir a las muchas insidias que los rodean. Por esto, llegan a contaminarse con el espíritu del mundo y por ende aceptan su modo de vida, comparten sus valores, participan en sus manifestaciones profanas, se dejan condicionar por sus medios de propaganda, y por fin, se revisten de su misma mentalidad. Luego terminan viviendo como ministros del mundo, según su espíritu, que justifican y difunden, provocando escándalo en medio de tantos fieles.
De aquí nace la creciente rebeldía a las normas canónicas que regulan la vida de los Sacerdotes y la reiterada oposición a la obligación del sagrado celibato, querido por Jesús por medio de su Iglesia (…). Hoy cada uno tiende a regularse según su propio gusto y arbitrio, y ¡con qué escandalosa facilidad se violan las normas de la Iglesia, a pesar de haber sido reafirmadas muchas veces, como la obligación que tienen los sacerdotes de llevar el hábito eclesiástico!
Lamentablemente, a veces los primeros en seguir desobedeciendo esta prescripción son los mismos Pastores, y debido a su mal ejemplo, la indisciplina cunde en todos los sectores de la Iglesia. Este desorden les indica con claridad que ha llegado para ella el momento conclusivo de su purificación…”
*Proteger el carácter sagrado de su persona:
Años más tarde, insiste:
“…Es por eso que Yo los llevo a una escrupulosa observancia de sus prácticas de piedad: que el Oficio Divino nunca sea omitido por ustedes; que su meditación cotidiana sea hecha con calma y con amor; el Rosario sea cada día rezado por ustedes conmigo; la Santa Misa celebrada y vivida, se convierta en el punto de referencia de toda su jornada.
Es voluntad de Dios que (…) nunca participen en espectáculos profanos; no concurran a aquellos lugares que no son adecuados a su dignidad; sepan proteger y defender el carácter sagrado de su persona. Ustedes están en el mundo pero no son del mundo.
No se avergüencen de dar a todos este testimonio público. Por eso les pido que lleven siempre su hábito eclesiástico, para que se vea por doquier que son de Dios.
Causa mucho dolor a mi Corazón Inmaculado el ver que muchos Sacerdotes y hasta algunos Obispos visten como cualquier ciudadano (…).
Es voluntad de Dios que ustedes ardan de un gran celo por la salvación de las almas y estén siempre dispuestos a la tarea que se les ha confiado como ministros de la reconciliación.
Actualmente en gran parte de la Iglesia está desapareciendo este sacramento tan necesario, precisamente porque muchos sacerdotes no van más al confesionario a disposición de las almas que tienen extrema necesidad de este sacramento de la Divina Misericordia.(…)”
*La santidad, opuesta al espíritu del mundo
“… Yo los llevo a la plena manifestación de Su Luz y de Su Gloria. Han llegado los días de su público testimonio (…)
Crean en el Evangelio, vivan el Evangelio, anuncien el Evangelio en su integridad. Contra los errores que se difunden; contra la gran traición obrada por muchos hijos míos, que han mancillado el Evangelio de Jesús por medio de interpretaciones humanas, racionales y naturales hoy, sean ustedes sólo Evangelio vivido y predicado a la letra (…).
Recorran el camino del desprecio del mundo y de ustedes mismos; de la oración incesante, de la mortificación de los sentidos y de la penitencia. Opónganse al espíritu del mundo que difunde por doquier la tolerancia moral, la satisfacción de todas las pasiones, el placer buscado y querido, el pecado cometido conscientemente y en abierto desprecio a la santa Ley del Señor. Entonces, en estos días de impiedad y de tan grande inmoralidad, ustedes difundan el perfume de la santidad…” (2-2-1988)
*Pequeña Grey, en los brazos de María Santísima
“…En estos tenebrosos tiempos de la gran tribulación, si no se dejan llevar en mis brazos con filial abandono y con gran docilidad, difícilmente lograrán huir de las engañosas insidias que les tiende mi adversario.Sus seducciones se han vuelto tan peligrosas y sutiles, que casi no se logra huir de ellas.
Corren el gran peligro de caer en las seducciones que les tiende mi Adversario para alejarlos de Jesús y de Mí. Caen en él sacerdotes y obispos. Caen fieles y también consagrados.
Caen los sencillos y también los doctos. Caen los discípulos y también los maestros.
Nunca caen en él aquellos que –como pequeños niños- se consagran a Mi Corazón Inmaculado y se dejan llevar en mis brazos maternales.
Ya irá apareciendo cada vez con más claridad ante la Iglesia y el mundo que la pequeña grey que en estos tiempos de la gran apostasía, permanecerá fiel a Jesús y a su Evangelio, estará toda custodiada en el recinto materno de mi Corazón Inmaculado….”(1989)
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4 comentarios
Por lo mismo, y a modo de reflexión personal, considero a veces poco justo tachar de progresista y desobediente a todas las monjitas que pertenecen a una congregación que después del Concilio ha dejado, por ejemplo, el hábito religioso: muchas de ellas no hicieron más que poner en práctica la virtud de la obediencia en base a la confianza que la formación preconciliar le había dado hacia sus superiores, en la esperanza de la primavera prometida. De modo que muchas de ellas no tuvieron más culpa que la de acatar ciegamente lo que les pedían de arriba, convirtiendo con ello, la congregación religiosa en refugio y base de operaciones de verdaderos infiltrados.
No es de extrañarnos, pues, que después de tal confusión tengamos supuestas monjas de clausura que vivan viajando para promover el aborto mediante conferencias y que los mismos sacerdotes diocesanos, en el mejor de los casos, vistan como pastores protestantes.
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V.G.: Es verdad lo que señala ud., y creo justo tenerlo muy en cuenta.
He conocido a religiosos hoy muy mayores, que se sienten poco menos que huérfanos y extraños en su propia familia religiosa, completamente "aggiornada"; yo no dudo que el Señor puede sacar santos y aún reformadores de las familias religiosas más relajadas, si lo desea.
Pero también creo que es prudente alertar a las nuevas vocaciones, para que a la hora de decidir, sepan tener en cuenta los signos que denotan los espacios más "oxigenados" para vivir coherentemente su consagración.
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V.G.: Gracias a ud., por estos comentarios. Por supuesto que sí, es una semilla y a veces con árbol lleno de frutos, y en última instancia, lo más importante es que existan lugares donde se pueda seguir buscando la fidelidad y la santidad "a toda costa", y eso Dios nos lo seguirá dando, porque El no descuida a sus hijos. La Comunión de los Santos es inquebrantable. Cristo vence.
Muchas Gracias María Virginia.
Oración y... ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!
Nuestra Reina y Señora INTERCEDA!
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