(65) ¿Son católicas todas las congregaciones e institutos de la Iglesia?

Por supuesto que no. Aunque gracias al “amigo Okham”, cualquier cosa puede llamarse como le plazca a cada uno; ¡Viva la Pepa!

Siempre me han gustado ciertos detalles ornamentales del carnaval de Venecia; hay disfraces maravillosos,  pero el caballo de Troya es “otro cantar", sobre todo cuando lo tenemos cabalgando intramuros.  Ahora bien, ¿qué provoca más náuseas, el enemigo o el traidor?

Y sin embargo…no imaginamos ni siquiera a Judas riéndose de la Cruz.

Año de la vida Consagrada…”¿consagrada a qué?”, podría preguntar algún extraño. Y a la vista de ciertas aberraciones, preguntamos lo mismo.

Porque creímos que luego de las declaraciones de J.M. Gil Tamayo -considerando que el humor blasfemo es “también necesario” a la sociedad…, en la misma línea que el periódico La Nación-  habíamos leído u oído demasiado, pero por lo visto no.

A ver: ¿hasta qué punto le ha torcido ya el brazo la Masonería a los Jesuitas, gobernándolos, que no hay quien ose tocarlos, intervenirlos o “comisariarlos” cuando pública y escandalosamente se burlan del Divino Fundador de la Iglesia, a la que ensucian con su presencia?  Por supuesto, y por gracia de Dios, en muchas de las Congregaciones e institutos más corrompidos últimamente sigue habiendo todavía algunas honrosísimas y benditas excepciones, pero no es lo habitual.

Por elemental pudor, no publicamos la imagen, pero me refiero a las revistas Etudes (Francia)  en la que ciertos “misioneros”, para solidarizarse con los blasfemos asesinados, no han visto mejor cosa que reproducir algunas de las “creaciones” de aquellos, entre las cuales aparece la Sma. Trinidad sodomizada, el Sagrado Corazón como un homosexual, Benedicto XVI besándose con un guardia suizo, y hasta una viñeta de Ntro. Señor crucificado, pidiendo que lo “descrucifiquen” para poder votar. Por su parte, la página Jesuitas del Perú se hace eco de la noticia sin alarmarse. ¿Las excusas de estos hijastros de S. Ignacio?:

“..Si hay algo que nos identifica y que hacemos con verdadera pasión es tratar de tender puentes de diálogo entre gente de diferentes creencias y culturas. Es en las fronteras del mundo donde estamos llamados a compartir el Evangelio de Jesucristo y a hacer oír la voz de los más pobres y excluidos. Para el jesuita las fronteras no representan obstáculos sino desafíos, nuevas oportunidades por las que alegrarse y entusiasmarse.” De: La Vocación Jesuita

Jorge A Rodríguez R. señala descarada y descerebradamente:  "Poder reír de ciertos rasgos de la institución a la que pertenecemos es un signo de fuerza, porque es una manera de decir que aquello a lo que estamos ligados está más allá de las formas siempre transitorias e imperfectas".

Es decir, para ese señor, la Cruz es meramente un “rasgo” de la Institución a la que pertenecen, o tal vez una forma “siempre transitoria e imperfecta”.  

En cambio, decía S.Juan Pablo II que “Al contemplar a Jesús en su pasión, vemos como en un espejo los sufrimientos de la humanidad, así como nuestras situaciones personales (…): la injusticia, el mal, el pecado, el odio, el sufrimiento y, por último, la muerte.”

Ahora bien: si esto provoca risa, y nada menos que en consagrado, hay que pensar que allí hay cretinismo o insanía, para ser suaves…Pero convengamos en que no manejamos el mismo código.

Surge una serie de respuestas a esos alardes de vacío moral, pero el silencio parece la mejor de ellas, suplicando su conversión, y sobre todo, haciendo y rogando que se haga penitencia por ellos.  

Porque de Dios nadie se burla (Gal.6,7)  y le guste o no al “hermanito” Bermúdez, esas aberraciones de la tolerancia no quedarán sin castigo, pues tanto incienso quemado a la diosa Libertad nos está asfixiando: se confunde con el humo y el azufre.

Para no dar entonces más rienda suelta a nuestros sentimientos, en los que podemos fácilmente resbalar, compartimos algunos párrafos de Nuestro Señor a Sta. Catalina de Siena sobre algunos ministros, cuyos pecados son puestos de manifiesto

“para que tuvieses motivo de dolerte de mi ofensa y de la condenación de estos miserables, y para que con tu amargura y la de los demás servidores míos, por mi bondad y misericordia se disipen tan grandes tinieblas a las que han llegado estos miembros podridos, separados del cuerpo místico de la Iglesia.”

“Estos miserables ministros no son dignos de ser llamados así, sino demonios hechos carne, porque (…) producen confusión y aflicción en los espíritus de las criaturas que les ven vivir desordenadamente. Son causa de penas y confusión de conciencias en los que muchas veces apartan del estado de gracia y de la verdad. Llevan al pecado, haciéndolos andar por el camino de la mentira (…) No escaparán a mi castigo a causa de la dignidad que tienen por ser mis ministros (…) porque han recibido más de mi bondad.  (…) No se dan cuenta de que, queriendo agradar a las criaturas, me desagradan a mí, vuestro Creador….”

Y se refiere entonces a aquello por lo que muchos fieles clamamos hace tiempo para las Forcades, las Caram, los benedictinos amigos del zen, los Pagola, Masiá, etc.etc.: la corrección a las comunidades religiosas, que hoy brilla por su ausencia:

“Algunas veces corrigen, para justificarse, con una pequeña reprensión.

La harán no al mayor, que tenga pecados de más importancia que el menor, por temor a que les moleste y prive de su cargo (…); la harán al menor, porque ven que éste no les puede hacer daño ni quitarles su puesto. Así cometen injusticia por miserable amor a sí mismos. Este amor propio ha envenenado al mundo y al cuerpo místico de la Iglesia y ha convertido en salvaje el jardín de esta esposa; lo han sembrado de flores podridas.

El jardín estuvo cultivado cuando había verdaderos trabajadores, es decir ministros santos (…) Hoy a causa de los malos pastores, hay malos súbditos. La esposa está llena de toda clase de espinas, de muchos y variados pecados.”

Sobre las consecuencias para la Iglesia:

“Ella, en sí, no puede recibir la pestilencia del pecado (…), pero los que se alimentan de los pechos de esta esposa reciben la pestilencia, privándose de la dignidad en que yo los había puesto. Y (si los seglares) les pierden la reverencia, no por eso es menor la culpa de los pecados de los pastores, aunque estos miserables son espejo de miseria en donde les he puesto para que sean espejo de virtud…” (Sta. Catalina de Siena, El Diálogo, Oraciones y Soliloquios, BAC, Madrid, 1980, p.287 ss.)

Siempre encontraremos respuestas consoladoras y oportunas en la Escritura, en la Tradición, y en el Magisterio auténtico. No estamos huérfanos. Cristo es Rey del Universo.

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PD: Un consuelo ha sido el Repudio masivo de los católicos a la revista francesa de los jesuitas.

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