Sergio Garfia Codón viraliza un artículo sobre la pornografía, gran pecado disfrazado de pasatiempo
Sergio Garfia Codón, tiene 48 años, está casado y es padre de una niña de 8 años. Nació en Sevilla, creció en Castalla (Alicante) y actualmente reside en Murcia. Comenzó a estudiar Filología Hispánica en la Universidad de Alicante (UA) mientras compaginaba su trabajo como redactor de prensa pero, tras unos años de profundo discernimiento, abandonó ambos quehaceres para diplomarse en Ciencias Religiosas por el Instituto Superior San Pablo de Alicante, adscrito a la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia. “La intención –confiesa- era dedicarme a dar clases de Religión y sentar las bases de los estudios teológicos eclesiásticos, por si el Señor me pedía más”.
Finalmente, no lo hizo, y los caminos de Dios lo han llevado a buscar la santidad en medio del mundo como supernumerario del Opus Dei, en el seno de una humilde familia cristiana –de tres miembros, como la de Nazaret-, santificando y santificándose en su trabajo profesional. A Murcia llegó en 2011 para ocuparse de la gerencia de la librería San Pablo, integrada en la red de librerías religiosas del Grupo San Pablo España (PP. Paulinos). Tras cuatro años, los Hermanos Menores Franciscanos le propusieron formar parte de la editorial Espigas y Azucenas OFM, ubicada en el Convento de La Merced de la capital murciana, donde actualmente desempeña la labor de gerente. Le apasiona la escritura y, siempre que sus obligaciones se lo permiten, pone este don al servicio del apostolado, “tratando –afirma- de defender la causa de Cristo en la plaza pública”. Recientemente, el Club Chesterton, en su página web, le ha publicado un artículo sobre un tema controvertido, la pornografía, pero que ha gozado de una amplia acogida. Por tal motivo, Infocatólica ha mantenido una conversación con él…
¿Cómo nace su vocación como redactor y comunicador?
Bueno, ya estando en el instituto, con apenas 17 años, me propusieron ser el corresponsal del diario Información de Alicante en el municipio de Castalla, donde he vivido gran parte de mi vida. Un lugar verdaderamente acogedor. Con el tiempo también llegué a colaborar en La Verdad y en Las Provincias hasta que me incorporé, ya como redactor profesional, al semanario Escaparate Digital. Allí me forjé en el periodismo escrito gracias a un equipo humano fantástico. No obstante, hoy en día concibo la escritura únicamente desde un prisma apologético. Poco a poco he ido comprendiendo que mi necesidad y mi afición por escribir no evidencia otra cosa más que un don puesto en mí exclusivamente para la evangelización. Según nuestra capacidad, según nuestros dones debemos dar razón de nuestra fe. Si para el ejercicio del apostolado hay quien sabe hablar muy bien, pues magnífico: que hable entonces; y si hay quien sabe cantar, debe cantar. En mi caso, yo siento con nitidez una llamada a escribir. En cualquier caso, todos tenemos que ahogar el mal en abundancia de bien. Basta ya de silencios, como decía santa Catalina de Siena. Gritemos. Eso sí, con mansedumbre y suavidad, como aconsejaba san Agustín, pues así es el corazón de nuestro Señor. Pero, en definitiva, no callemos. No nos avergoncemos. Vayamos nosotros también a morir con Él.
¿Por qué decidió escribir un artículo sobre la pornografía, que ha tenido tan buena repercusión?
https://chesterton.es/sergiogarfia/pornografia-el-drama-de-un-pecado-disfrazado-de-pasatiempo/
Sí, con mucho esfuerzo, logramos estar atentos cuando sopla el Espíritu e intuimos lo que quiere, entonces debemos obedecer al instante. Si no, nos tenemos que quitar de en medio. Él es el que manda y nosotros lo único que debemos hacer es no andar distraídos ni estorbar. En otros artículos entendí que debía elogiar, por ejemplo, cómo se vive el compromiso en el matrimonio cristiano, o encomiar la valentía de traer al mundo a un hijo Down, o enaltecer virtudes como la amabilidad o el pudor. Esto último, en su momento -y ahora también, desgraciadamente- me pareció muy urgente, pues sales a la calle y muchas veces percibes hostilidad y falta de recato. Este mundo tiene mucho de intemperie, como bien define el filósofo Josep Maria Esquirol. Pero, volviendo al tema, en esta ocasión, una serie de circunstancias confluyeron para que me animara a poner negro sobre blanco lo que la Iglesia considera sobre la pornografía. Un día cayeron en mis manos varios textos, aparentemente sin conexión, en los que aparecía este tema como denominador común. Poco después, recordé el testimonio de varias jóvenes que, en YouTube, se jactaban de ver cine para adultos con una insensatez que provocaba auténtica pena. Entonces, lo vi claro. De todos modos considero que nunca es suficiente hablar o escribir sobre doctrina cristiana, pues la mies es mucha. De forma recurrente, por tanto, debemos mostrar nuestra posición en temas como el aborto, la eutanasia, el concepto de pecado o la existencia del demonio, por ejemplo. Esto va a ser un no parar hasta el fin de los tiempos.