La opción benedictina, en un pequeño monasterio urbano, en una parroquia de Badalona
Mossèn Felipe Simón Muñoz es sacerdote diocesano de la archidiócesis de Barcelona. En 2010 llegó a la Parroquia de San Sebastián, en el barrio de Pomar, Badalona, con una gran inquietud por dignificar la vida de las personas ante las diversas realidades y situaciones de precariedad con las que se encontró. Esto le llevó a lanzar, acompañado por la comunidad parroquial, las siguientes iniciativas:
En el 2011 acogió en su parroquia los retiros de Emaús, ahora ya expandidos a muchas parroquias. En 2015 inauguró en dicha parroquia la capilla de Adoración Perpetua, abierta desde entonces las 24 horas del día los 365 días del año. En 2017, fruto de las diversas actividades pastorales que le llevaron a conocer en más profundidad las realidades que lo rodeaban, se creó la fundación Domus Misericordiae Sant Josep, con la finalidad de dignificar la vida de las personas. De este modo se asumía y fortalecía la actividad social y de asistencia de la parroquia. En 2022 se fundó la cooperativa ConMasPasión, para poder ofrecer una reinserción al mercado de trabajo a personas vulnerables en riesgo de exclusión social y así acompañarlos en este camino y permitirles reconstruir sus vidas material y espiritualmente.
¿Qué supuso tener la Adoración Perpetua en su parroquia de San Sebastián, en el barrio de Pomar de Badalona?
Teníamos mucha actividad social en la parroquia, pero faltaba poner a Jesús Eucaristía en el centro. Cuando inauguramos la capilla de Adoración Perpetua, el 13 de mayo de 2015, sentí una protección muy especial en la parroquia. La Adoración es algo crucial en mi ministerio sacerdotal. A parte de celebrar la Santa Misa, me ayuda estar en oración en silencio ante el Santísimo para vencer dificultades, discernir cuál es la mejor decisión a tomar en cada momento y presentar las fatigas de cada día. Es además un proceso sanador que recomiendo, donde hemos vivido en primera persona cambios muy radicales de vida. Personas con fuertes dependencias, problemas familiares de toda índole, de salud física y mental, etc. han encontrado su sustento en estos momentos de adoración. Esto nos ha permitido ser testigos en primera persona del “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”. Poco a poco se ve la evolución y se percibe la alegría entre los adoradores, una alegría profunda que las cosas del mundo no son capaces de dar.