José Luis Barceló es escritor y periodista. En 1978 fue Premio Príncipe de Asturias para Jóvenes Investigadores por un trabajo sobre fauna ibérica protegida y ha sido un reconocido activista ambiental en nuestro país. En esta entrevista analiza su libro “Cambio climático sin complejos” de la editorial Sekotia.
¿Por qué un libro sobre el polémico tema del llamado cambio climático?
Nunca hay un motivo cierto para escribir un libro o dejar de escribirlo, el caso es que me parecía que hay muchos libros autorizados sobre la realidad y amenazas del cambio climático, pero pocos que supusieran un contrapunto al problema: siempre se echa la culpa al Ser Humano, se le victimiza y se cuestiona su papel en la Creación.
Ha habido otros Cambios Climáticos incluso en Eras en las que el Ser Humano no era ni siquiera un proyecto. No estábamos los humanos y ya había cambios climáticos.
Me pareció bien ofrecer una visión crítica y actual desde una persona que ha vivido la lucha ambiental y de protección desde dentro, como es mi caso.
Con relación al llamado cambio climático, ¿Qué hay de mito y qué de realidad?
Han existido muchos cambios climáticos, la Tierra no es estática ni espera que el Hombre le resuelva sus problemas. La vida se abre paso sola, con Humanos o sin Humanos. Se habló mucho de los miles de años que costaría recuperar la región ucraniana de Chernobyl tras la catástrofe nuclear de abril de 1986, sin embargo, aunque los humanos no debemos adentrarnos en aquellos parajes, la vida se ha abierto paso y los parajes antaño urbanos han sido reocupados hoy por todo tipo de especies animales y vegetales.
Que el Planeta cambia, eso es indudable, que se deba a la mano humana, podemos ponerlo en duda. Los humanos tenemos una visión muy reducida del entorno ambiental: solo nos fijamos en nuestro entorno más inmediato que, por desgracia, son los ámbitos urbanos. El Planeta lo cubren extensiones gigantescas de territorio inhabitado por humanos que, el las que, sin embargo, lo pueblan otras numerosísimas especies.
Por ejemplo, muy cerca de nuestras grandes capitales, los ecosistemas de dehesa han sido desalojados por el monte bajo o el matorral. El ecosistema de dehesa es eminentemente humano y necesario: desde que no hay ovejas, cabras o ganado vacuno pastando en explotaciones extensivas, han proliferado los incendios.
Las fotos de 1900 o 1905 del entorno de San Lorenzo de El Escorial muestran montañas peladas sin bosques, igual que en entorno del Río Guadarrama. Todo estaba consumido por el consumo de leña y el pastoreo. Hoy nos parecería imposible una Sierra del Guadarrama sin la repoblación o los arbolados de los chalets, por eso afirmo que nuestra visión es muy corta y reducida. Hay hoy más vigilancia ambiental preservación que nunca antes en la Historia humana.
¿Por qué relaciona los castigos del Antiguo Testamento con los cambios climáticos?
Los humanos siempre hemos tendido a responsabilizar a alguien de nuestros fallos y errores y los castigos divinos entran en esta quiniela. Hoy queremos culpabilizarnos del desastre terráqueo echándonos la culpa. Los Humanos siempre requerimos explicaciones y tener la seguridad de que nuestro siguiente paso no será nuevamente un fracaso.
Muchos de esos castigos fueron además “cambios climáticos”, como los “castigos” de las erupciones volcánicas, las plagas o el propio Diluvio Universal, que está comprobado que, no solamente fue un hecho histórico, sino que hubo además varios “diluvios” de esa magnitud. La Historia de la Humanidad nos corrobora que ha habido muchos cambios climáticos en los que ni siquiera el Ser Humano ha tenido nada que ver.
¿Cómo valora la figura de la activista Greta y por qué su movimiento lo compara con la famosa Cruzada de los Niños?
En mi libro “Cambio Climático” sin complejos establecí un paralelismo entre la niña Greta Thunberg y la famosa Cruzada de los Niños, ocurrida en tiempos difíciles en que la peste masacraba Europa. El mensaje de Greta de que “no quiero que tengas esperanza, quiero que entres en pánico”, es muy elocuente acerca de los objetivos que perseguía ella, sus padres o los lobbies quegiraban en torno a Gustav Stenbeck, Daniel Doner, jefe de prensa de la niña, el magnate Kentzog, Bo Thoren o el mismo Al Gore.
Los niños y sus palabras siempre nos infunden ternura y compasión, nos parece que siempre dicen la verdad que no mienten. Se valoraron más las palabras de la niña Thunberg que las de los dignatarios de los países de Naciones Unidas. Pero si una niña pequeña que ha dejado los estudios tiene algo que decir en los Foros Internacionales imagínese los millones de personas adultas y con familias que viven sin trabajo y sin esperanza en todo el planeta.
Mi conclusión es que en los países avanzados tenemos medidas muy diferentes a las que tienen en los países en desarrollo. No podemos poner más interés en defender un geranio o un perrito que en la defensa de la vida de un Humano.
Esto resulta incongruente. Nuestra especie tiene que estar primero. Y además le digo que no es posible que el Ser Humano avance y progrese si no es incrementando el consumo de energía.
La defensa ambiental se ha politizado erróneamente. La opción de limitar el crecimiento y desarrollo humano en un supuesto beneficio del Medio Ambiente no es realmente una opción, los humanos tenemos la obligación de progresar, no de estancarnos.
Es falso que pueda acudirse a modelos de sostenibilidad, ahorro y reciclaje para mantener nuestro nivel de desarrollo, que, además, no ha alcanzado sus máximos ni siquiera en los países ultradesarrollados. Es falaz intentar imponer a los países pobres modelos de los que se llaman “sostenibles” porque el único modelo rápido de desarrollo que existe es el modelo devastador que se impusieron durante los sistemas de los Imperios coloniales coincidiendo con la Revolución Industrial.
¿Por qué el llamando cambio climático y el calentamiento global es una nueva religión?
Bueno, se ha pasado del deshielo de los polos y del agujero de la capa de ozono al calentamiento global, y de ahí al cambio climático. El nuevo “mantra” es la emergencia climática, que muchos ayuntamientos y gobiernos locales o regionales adoptan para estar a la moda. Es una moda mediática y política. Cuando pase todo esto estaremos en otro momento planetario y todo se habrá olvidado, como ocurrió con la “emergencia nuclear” que tanta angustia provocó durante los años 70 y 80, en tiempos de la llamad Guerra Fría.
Desde finales de los años 90 hasta en torno a 2005 se impuso la llamada “Agenda 21” que muchos gobiernos de todas las administraciones territoriales adoptaron. Nada cambió.
Los entornos urbanos traen comportamientos gregarios de las personas, todas unidas en los mismos pensamientos globalistas, muy imbuidos por los medios de comunicación y las redes sociales, las nuevas tendencias y las modas urbanas que pronto se propagan.
Da igual que uno viva en San Petesburgo, Nueva York, Tarragona o Canberra, el caso es que el pensamiento urbano es único y trae tendencias políticas muy comunes y alejadas de la vida rural o del campo. La gente vota diferente. Si en el campo la explotación animal o la caza forman parte de nuestra convivencia con el entorno, en la ciudad se piensa que es una salvajada. Hay un alejamiento total entre la ciudad y el campo. Muchos ecologistas son urbanitas que deambulan en bicicleta por nuestras ciudades, pero que serían incapaces de matar un conejo para comérselo. Nuestra realidad avanzada es triste en términos de lo que se supone que es un himno de verdad.
Leer más... »