J. Roure García: “Covadonga fue increíble. Daría mi vida por gente de la que antes no sabía ni su nombre”
J. Roure García es un converso y muy auténtico. Nos cuenta sus impresiones de la peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad a Covadonga sin tapujos ni medias tintas. Tiene aspecto de tipo duro y es un pedazo de pan. Felizmente casado es un padre de familia alegre que ha gozado estos días viendo a otras familias compartir su amor a Dios y a la patria.
¿Qué supone para un joven combativo como usted haber participado en esta primera pica en Flandes de las peregrinaciones tradicionales en España?
Primero de todo, decir que yo soy un converso… y no alguien al que los padres bautizaron, transmitieron una “fe” débil y por “tradición” (en minúsculas y entrecomillas) y luego pasan de todo, y Dios, en su inmensa Misericordia, los devuelve al camino de la Luz… Yo no soy uno de esos. A mí, mis padres ni siquiera me bautizaron.
Los conversos hemos vivido codo a codo con los enemigos del alma… El mundo, la carne y el demonio han sido nuestro día a día… No teníamos el bautismo, ni los Sacramentos, ni la Verdad Revelada para combatirlos, y a pesar de todo Dios en su infinito Amor nos ha atraído hacia Jesús, que sabiendo de nuestra “mala vida” ha querido morir por nosotros y salvarnos. Dicho esto, para mí personalmente, ha sido una experiencia extraordinaria en todos los sentidos. Que en un mundo en ruinas y putrefacto como este, aparezcan estos destellos de Luz, solo puede ser obra del Altísimo.
Esta muestra de alegría (rezando, cantando, bromeando…), amistad (y unidad entre las gentes de todos los pueblos de España, la Hispanidad y buena parte de Europa…), ayuda desinteresada al prójimo (los voluntarios de NSC, los peregrinos compartiendo todo lo que tenían, ayudándose con las tiendas…), penitencia (hemos ofrecido cansancio, sudor, lagrimas, lluvia y frío, ampollas… a un bien superior) y sobre todo Fe, que ha sido esta Peregrinación, solo nos enseña una Iglesia viva, que camina, que resurge de sus cenizas… y aunque no lo quieran ver o no la quieran guiar… es la que no sucumbirá al Mal.
¿Era consciente de vivir en cierta manera un momento irrepetible para poder contar a sus hijos y un día a sus nietos?
Hace unos años esta peregrinación hubiera sido una cosa de cuatro, yo mismo posiblemente no hubiera acudido. Habrá más, pasaran los años, y nosotros podremos decir que fuimos a la primera.
La mayoría de peregrinos del Camino de Santiago son deportistas, amiguetes, gente “que se busca a sí misma", incluso gente que va “de fiesta” y a ligar… nosotros éramos Soldados de Cristo, sufriendo y rezando por nuestra querida España.
¿Cómo valora el hecho de poder compartir esta experiencia con gente que piensa igual que usted en las cosas esenciales?
Ha sido muy gratificante la desaparición de las mal llamadas “clases sociales". No ha importado el origen social o la edad de los peregrinos, ni su ciudad o país de origen. Todos éramos uno. Cuando te mueve algo superior, esas cosas no importan a nadie. Pido disculpas por usar el lenguaje de los Enemigos de la Fe, pero es una manera rápida y fácil de que se me entienda.
¿Por qué las amistades en Dios son más profundas que las del mundo?
No se contestarle muy bien esta pregunta. Solo le diré que hay gente de mi propia parroquia que no sabia ni su nombre y hoy daría la vida por defenderlos. El resto, Dios dirá.
¿Cuál ha sido el instante más vibrante de estos días?
La última ascensión casi al trote, personalmente estaba roto por llevar nuestro estandarte de 40 kilos las ultimas horas, pero los mozos de la Cruz de Borgoña empezaron a apretar con la Virgen a hombros y marcaron un ritmo brutal. Esa llegada, cantando, casi al trote, mezcla de épica y sacralidad. Jamás lo olvidaremos.