El P. Guillaume Norson nos habla de su ardua labor misionera con los niños pobres de Madagascar
La isla de Madagascar es la más grande de África y la cuarta del mundo. Esta zona tan remota es tierra virgen para que la semilla del Evangelio arraigue con fuerza. La Diócesis de Morombe se encuentra en una de las zonas menos desarrolladas del país, con grandes carencias materiales y mucha pobreza intelectual. Pero allí en medio de la nada, en el desamparo humano más absoluto, Dios hace maravillas y suscita almas eucarísticas y muchas vocaciones al sacerdocio.
El P. Guillaume Norson estudió en el Gran Seminario San Juan Bautista de Vohitsoa (2004-2011) y fue ordenado sacerdote el 16 de septiembre de 2012. Lleva 10 años de vida sacerdotal. El Padre Guillaume apenas habla español y hemos tenido que traducir la entrevista del inglés, idioma en el que se expresa con más soltura. El mensaje es directo y muy potente en su sencillez.
¿Cómo nació su vocación sacerdotal?
Yo tenía 3 cebúes y 10 chivos a los 15 años, y mis padres los vendieron, entonces me dije a mí mismo que quería ir a estudiar. Como no había escuela en casa, pagué a alguien para que me enseñara.
Todo empezó cuando un día un sacerdote se perdió en su camino y providencialmente se detuvo frente a nuestra casa. Me preguntó si quería ser sacerdote, pero yo en ese momento no sabía bien lo que me estaba diciendo. Me dijo que me convirtiese en sacerdote para atender a las escuelas y a las iglesias en el monte… E inmediatamente después, con 15 años como dije, decidí prepararme para ir al seminario y años después, con la ayuda de Dios, fui ordenado sacerdote. Estoy muy feliz de hacer mi misión con los niños del monte.
¿Qué significa para usted trabajar en la Diócesis de Morombe?
Aquí soy como un enviado de Dios para mi diócesis y especialmente para los niños y la gente del monte. Esta diócesis es la fuente de mi vocación porque nuestro pueblo está en el monte, lejos de la ciudad. Sin iglesia, sin escuela, durante mi formación sacerdotal, mi corazón se conmovía verdaderamente de compasión al ver a los niños que no asistían a clase y a las personas que no podían orar. El gran problema que encuentro ahora es la falta de infraestructuras en la misión, pero no se como hacerlo porque estoy solo. Confío en Dios.
¿Cuál es la situación del país y el nivel de desarrollo de la zona?
Nuestra provincia se encuentra en el suroeste más subdesarrollado de Madagascar. Así que nuestra diócesis se encuentra todavía en una situación humana de falta de desarrollo. La situación climática es seca, falta de lluvia y los caminos son secundarios y desgastados. El nivel intelectual es muy bajo. Por lo tanto, se necesita mucho esfuerzo y hay muchas cosas que hacer, pero con la ayuda de Dios todo es posible.