18.03.19

Canon: una investigación que demuestra la verdad histórica de los Evangelios

Entrevista con LAUREANO BENÍTEZ GRANDE-CABALLERO, autor del libro.

En estos tiempos en los que se habla tanto de la inicua «memoria histórica», con la que la ideología neomarxista quiere manipular nuestra historia reciente para borrar las huellas de los crímenes marxistas de la República, utilizando las más sofisticadas estrategias de la ingeniería social para imponer totalitariamente su «Himalaya de mentiras», hay otra memoria que también se quiere tergiversar, una historia que se quiere desnaturalizar para que encaje en los falsos postulados de la ideología modernista: la de la veracidad histórica de los Evangelios Canónicos.

El movimiento modernista que se ha inoculado en la Iglesia desde el laicismo, ha producido una corriente exegética que pone en duda el valor histórico de los Evangelios, a los que el criticismo considera una colección de fábulas, de mitos, de leyendas, de historias cuyo contenido apologético les priva de su veracidad.

Desmontar estas corrientes laicistas sobre el Canon, demostrando su verdad histórica, es el objetivo de la investigación que Laureano Benítez Grande-Caballero acomete en su nuevo libro, al cual entrevistamos:

¿Cómo surgió la idea de publicar una obra sobre la veracidad de los Evangelios?

CANON es la tercera parte de una trilogía de obras que he dedicado al estudio de temas bíblicos. Los dos trabajos anteriores fueron CRUCIFIXIO —sobre la Pasión y Muerte de Cristo—, y RESURRECTIO —sobre la Resurrección—. El objetivo que persigo en estas tres obras es el de recusar los postulados modernistas y laicistas sobre la veracidad histórica de la figura de Jesús, que frecuentemente buscan desacreditarla a partir de un método histórico-crítico desarrollado desde actitudes escépticas, y cuyas críticas son otra modalidad de persecución a la Iglesia, acumulables con otros ataques del laicismo agresivo a la fe católica. Estos ataques tienen lugar en todos los órdenes, pero las agresiones a los Evangelios no son lo suficientemente conocidos, no hay plena conciencia entre los católicos de esta carcoma con la que pretenden corroer los fundamentos de nuestra fe. De ahí que estos trabajos pretendan sacar a la luz esta sibilina persecución.

Como afirma José María Iraburu, «La profanación de las Escrituras, especialmente del Evangelio, realizada por la exégesis protestante liberal y por el modernismo católico, puede considerarse como el mayor mal sufrido por la Iglesia en su historia,pues esa falsificación totaldel Evangelio es “el conjuntode todas las herejías».

El efecto mancomunado de estos postulados críticos ha dado como resultado que, en general, después de casi tres siglos de crítica histórica, si tuviéramos que eliminar todos los episodios evangélicos que han sido cuestionados por los investigadores, solamente nos quedaríamos con unos cuantos. Todo lo demás, según estos críticos, es invención, apología, profecía, simbolismo, exageración…

La intención de esta trilogía puede resumirse con las siguientes palabras: «Santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pedro 3:15).

Es bien sabido que desde comienzos del siglo pasado la corriente modernista que impugna los Evangelios se infiltró en la exégesis tradicional, en especial desde la exégesis liberal protestante. ¿Cómo ha respondido la Iglesia a esta infiltración?

En la encíclica Pascendi (1907), san Pío X explicaba claramente la metodología que emplea el modernismo para socavar la historicidad de los Evangelios. En la instrucción de la Pontificia Comisión Bíblica De historica Evangeliorum veritate (21 abril 1964), Pablo VI reafirma enérgicamente la verdad histórica de los Evangelios. Al comienzo de dicha instrucción se denuncia la difusión de escritos que dudan de la verdad histórica de los dichos y hechos de los Evangelios. Debido a la intervención personal de Pablo VI, la constitución dogmática Dei Verbum (18 noviembre de 1965) mantuvo vigente las grandes verdades de la fe sobre las Sagradas Escrituras, proclamando sin asomo de duda la veracidad y la historicidad de los cuatro Evangelios, tanto de las palabras de Jesús, como de los hechos de su vida, subrayando además que los autores de los escritos fueron testigos fidelísimos asistidos por el Espíritu Santo.

Sin embargo, Vittorio Messoridenuncia el hecho sorprendente de que en la teología y la exégesis bíblica actuales cada vez está más extendida y generalizada la aceptación de los postulados desarrollados por un conjunto de doctrinas críticas que hasta hace bien poco eran rechazadas por haber sido elaboradas por escépticos e incrédulos: «¡Tan sólo nosotros, simples creyentes, somos tan incautos para tomar los Evangelios al pie de la letra, haciéndonos la ilusión de que lo que narra se corresponde con lo que realmente pasó!»

Usted no es teólogo, ni biblista, ni tenía ningún conocimiento especializado que le ayudara en esta labor investigadora. ¿Cómo superó este obstáculo?

Pues como se superan todos los impedimentos a las actividades que acometemos: con infinita paciencia, y con una ímproba dedicación. Pienso que, más que un obstáculo, el ser un lego en la materia me ayudó en mi trabajo, ya que pude desarrollarlo sin prejuicios, sin ideas preconcebidas, sin estar mediatizado por el academicismo. Pienso que el gran mérito de CANON ha sido que es una obra escrita por un simple creyente, pues esto me ha dado libertad para exponer ideas nuevas, sin importarme que vayan contra la hipótesis más menos «oficiales»

Por supuesto, mi falta de formación académica me obligó a consultar muchas fuentes, la mayoría de ellas pertenecientes a la bibliografía básica sobre el tema.

¿Qué metodología empleó en su investigación para probar la veracidad histórica de los Evangelios?

Pues empleé precisamente el método histórico-crítico que emplean los laicistas librepensadores para atacar la credibilidad del Canon, pero desde una perspectiva de fe. Este método historiográfico se basa en la crítica textual, el análisis lingüístico y semántico, el estudio de los géneros literarios y el proceso de redacción. Para entender también los textos evangélicos es preciso asimismo el conocimiento del contexto sociocultural donde nacieron, a través de la antropología cultural.

Hay quien opina que no es tan importante la cuestión de determinar si los Evangelios son fiables o no desde el punto de vista histórico, ya que las enseñanzas que contienen son útiles independientemente de la veracidad o falsedad de sus narraciones. Desde este punto de vista, ¿por qué es tan importante para el creyente de hoy creer en la veracidad histórica de los Evangelios? ¿No es suficiente solo con tener fe en ellos, en que son textos revelados por Dios?

La irrelevancia de los datos históricos se puede aplicar a otras religiones, pero no a la cristiana, ya que ésta tiene como pilar fundamental la encarnación de Dios en nuestra historia, la intervención divina en nuestras circunstancias espacio-temporales, fenómeno que dio lugar a que el Eterno se involucró en nuestro tiempo, a que el reino de Dios invadió nuestra tierra. Así pues, la historicidad del NT es una garantía fundamental para la veracidad de la fe cristiana, ya que los Evangelios cristianos no son ni un sistema metafísico ni un código de conducta, sino que, por encima de todo, son «Buenas Nuevas» que hacen del cristianismo una religión histórica:Cristo es Dios encarnado en nuestra historia, algo que le diferencia sobremanera de los otros fundadores de religiones, en los cuales solamente es relevante el corpus de enseñanzas que transmitieron. Pero la figura de Cristo nos es conocida a través de los Evangelios, de ahí la necesidad de que éstos tengan una veracidad histórica garantizada por la investigación, y no solamente por la fe del que cree en ellos. El debate sobre la Persona de Jesús tiene a los Evangelios como campo de batalla.

¿De qué principios depende la veracidad histórica de los Evangelios, la cual pretende demostrar en las siguientes páginas?

Los argumentos que la mentalidad escéptica maneja a la hora de desarrollar su análisis crítico de los Evangelios son variados: su cronología es muy posterior a los hechos (más de 30 años para el texto más antiguo, el de Marcos); sus autores no fueron testigos directos, sino de «segunda generación», lo cual les otorga una datación más tardía, les resta credibilidad y les añade fantasía y leyenda; los Evangelios están manipulados y deformados para adaptarlos a las exigencias apologéticas de las primeras comunidades cristianas, por lo cual son más catequesis que narración histórica; los textos canónicos presentan tantas divergencias y contradicciones entre los distintos evangelistas, que el conjunto se hace confuso y difícil de creer; un conjunto de episodios de las narraciones evangélicas están extraídas de textos del AT, por lo cual pueden considerarse «profecía historizada».

Con la ayuda metodológica del método histórico-crítico ―del que precisamente se valen los críticos para impugnar la historicidad del Canon―, el objetivo de CANON es rebatir uno por uno los argumentos empleados para negar la veracidad evangélica, demostrando con pruebas y evidencias que es necesario adelantar la cronología evangélica, hasta situarla en épocas muy próximas a los hechos que relata el Canon; que sus autores, o fueron testigos directos, o contaron documentalmente con testimonios transmitidos por testigos oculares; que la perspectiva apologética de los textos canónicos no es en absoluto una excusa para restarles validez histórica; que las divergencias en las narraciones evangélicas son precisamente un criterio de autenticidad; y, por último que los textos canónicos se escribieron primitivamente en arameo, antes de su versión griega.

¿Qué evidencias materiales expone en CANON, a la hora de demostrar su plena historicidad? ¿Es posible demostrarla con pruebas más o menos científicas?

La veracidad histórica del CANON no se apoya en conjeturas, suposiciones, hipótesis vagas e imaginativas, sino que cuenta con un claro conjunto de evidencias. Un grupo importante de éstas proviene de los mismos textos canónicos, donde hay versículos que demuestran meridianamente su verdad histórica, siempre que se consideren de manera objetiva y libre de prejuicios. Por ejemplo, no hay ninguna referencia en los Evangelios a la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70, lo cual quiere decir que se escribieron antes de esa fecha, pues de lo contrario habrían incluido un suceso que fue catastrófico para los judíos de aquel tiempo, y que además era una manera de probar la veracidad de la profecía que Jesús hizo sobre su destrucción.

Esto quiere decir que los Evangelios jamás pudieron escribirse a posteriori de la destrucción del Templo.

Otro hecho significativo es que Lucas no habla de la muerte de san Pablo, después de haberle dedicado casi todos los Hechos de los Apóstoles. Si fue ejecutado en el año 64, eso quiere decir que los Hechos son anteriores, y, como éstos se escribieron después de su Evangelio, ya estamos en la década de los 50. Si tenemos en cuenta que su texto canónico está basado en el evangelio más antiguo, el de san Marcos, fácilmente podemos fechar éste en la década de los 40.

En cuanto a las pruebas científicas, tenemos los papiros, en especial el papiro 7Q5 hallado en una cueva de Qumran, fechado sobre el año 50 por los papirólogos, que contiene unos versículos del evangelio de Marcos según algunos estudiosos.

Éstas y otras evidencias prueban que hay que adelantar la cronología evangélica, lo cual aumenta su credibilidad, al estar más cerca de los hechos que relatan.

La veracidad de unos textos históricos también depende de la credibilidad de sus autores. ¿Qué se expone sobre este punto en CANON?

En efecto, la fiabilidad histórica del CANON depende en gran parte de la confianza que tengamos en que sus autores dicen la verdad, en que sean creíbles. Esta credibilidad aumenta si los autores fueron testigos presenciales, o si tuvieron contacto directo con testigos presenciales que les relataron sus testimonios.

La historiografía crítica niega casi unánimemente la autoría tradicional del CANON, atribuyéndola a discípulos de segunda generación, rechazando que fuera escrito por las personas a las que se les atribuyen los textos evangélicos. Sin embargo, partiendo de que hay muchas evidencias internas de que fueron escritos en una lengua semítica, y de que hay que adelantar su cronología, hay suficientes pruebas para determinar que la autoría tradicional es correcta, pues aparece garantizada por los textos patrísticos desde el siglo II. En la redacción griega pudieron intervenir discípulos de segunda generación, que, o tradujeron los textos desde el arameo, o transcribieron fielmente la predicación apostólica.

Una evidencia de esto nos la proporcionan los mismos autores tradicionales a los que se atribuye el CANON: Marco fue discípulo de Pedro, y no un apóstol: Mateo era un antiguo recaudador de impuestos, profesión ominosa para los judíos: Lucas era un médico proveniente de la gentilidad… Es decir, ninguno era una figura relevante, al revés que ocurre con los Evangelios Apócrifos, que se autoatribuyen sin pudor a personajes mucho más prominentes.

¿Cómo se podría resumir la conclusión final de CANON, la idea central que preside el libro?

Al final de nuestra investigación, demostramos fehacientemente la total exactitud de las siguientes palabras, con las que el exégeta Latourelle concluye su obra Criterios de autenticidad histórica de los evangelios:

«A medida que las investigaciones van avanzando, el material reconocido como auténtico crece sin cesar y tiende a alcanzar al Evangelio entero El prejuicio sistemático de sospecha que ha recaído sobre los evangelios, durante casi un siglo, recae actualmente, gracias al estudio de los criterios de autenticidad, sobre quienes niegan dicha autenticidad. Esta inversión de las posiciones no es un retorno a la ingenuidad acrítica, sino la consecuencia de que los evangelios han encontrado de nuevo crédito a los ojos de la crítica histórica».

La cuestión más grave y decisiva es si se cree o no en la historicidad de los Evangelios. O dicho, con perdón, más claramente: la cuestión central está en si se cree o no en el Evangelio.

El libro CANON: UNA INVESTIGACIÓN QUE DEMUESTRA LA FIABILIDAD HISTÓRICA DE LOS EVANGELIOS puede conseguirse en Amazón

 

Javier Navascués Perez

3 comentarios

  
maru
En estos momentos de tiniebla en la Iglesia, es una muy buena noticia, para restar veracidad a los que dicen lo contrario.
18/03/19 3:37 PM
  
yomismo
"Otro hecho significativo es que Lucas no habla de la muerte de san Pablo, después de haberle dedicado casi todos los Hechos de los Apóstoles."

Y casi lo mismo se podría decir de San Pedro. Es el segundo personaje con más protagonismo de los Hechos de los apóstoles, y además... es San Pedro.
20/03/19 9:36 PM
  
Sofía Z.
Qué bueno Javier.
Muchas gracias.
21/03/19 7:34 AM

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11.03.19

El liberalismo concede los mismos derechos al error que a la verdad

El liberalismo es una de las ideologías más deletéreas para la religión católica, la única verdadera, puesto que concede los mismos derechos al error que a la verdad.

La libertad de cultos, hoy tan ensalzada por los modernistas, fue rotundamente condenada por el Magisterio de la Iglesia. Numerosos Papas nos advirtieron de sus graves peligros, entre ellos León XIII en laencíclica Libertas praestantissimum sobre la verdadera libertad frente al liberalismo.

Javier Martínez,  licenciado en Filosofía y padre de familia, ha estudiado en profindidad la mencionada encíclica. Siguiendo la solidísima doctrina de este Pontífice, de feliz memoria, expone lo dañino que es conceder derechos al mal y al error. Teniendo como base un profundo razonamiento filosófico y teológico, denuncia el gravísimo cáncer del liberalismo y una de sus funestas consecuencias: la libertad de cultos.

¿Cómo se define en la encíclica la auténtica libertad?

Nos recuerda León XIII que actualmente, el hombre post-moderno, tiende a considerarse libre por haberse desprendido de la religión y por hacer aquello que la voluntad y sus pasiones le ordenan. Enarbola la bandera de la libertad, pero de una falsa libertad, aquella que nace del NON SERVIAM. En primer lugar, la libertad solo la tenemos los humanos (por tener inteligencia y razón) la cual nos hace responsables de nuestros actos. La razón juzga la maldad o bondad de los actos, consecuencia de la ley natural. Así pues, la libertad es un medio para alcanzar un fin.La libertad tiene por objeto un fin conforme a razón.

Sin embargo, la voluntad y la razón que la guía, pueden enjuiciar por bueno algo que no lo es y de actuar, por tanto, estaría produciéndose un abuso de la libertad. De esta forma como se dice en la encíclica: la libertad de pecar, no es tal, es una esclavitud de la razón y la voluntad. De tal forma, para que sea auténtica libertad pues, es menester que la razón esté formada en recta doctrina e iluminada por la gracia sobrenatural, que la perfecciona.

¿Cuál sería por tanto la falsa concepción liberal sobre la libertad?

La concepción del liberalismo sobre la libertad, principalmente no es más que una pura licencia (o conjunto de ellas), dado que han apartado y negado la gracia sobrenatural y la identificación y búsqueda clara y deseable del Bien y la Verdad.

En consecuencia, el juicio sobre la Verdad y el Bien queda abandonado a la razón por sí sola. No hay diferencia objetiva entre bien y mal, el vicio y la virtud no se distinguen. Todo ello proviene de la proclamación del hombre como ser soberano frente a Dios, que alcanza su máxima expresión el NON SERVIAM de Lucifer.

Por lo tanto, ¿por qué no debería estar permitida la libertad de cultos?

Es obvio, que el bien debe hacerse y el mal evitarse, como dice León XIII: aquello que es aplicable al hombre lo es también para la sociedad y su bien común. Teniendo presente que el objetivo más elemental de un Estado (que no sea tiránico) es el bien común de sus ciudadanos, se comprende en el mismo, su bien moral, que es frontalmente atacado por el liberalismo al no obedecer éste a una razón suprema y eterna que es el fin de la libertad humana: Dios.

Habiendo expuesto el prudente racionamiento y orden de la libertad, procederemos a explicar que es la libertad de cultos o de religión y su mal intrínseco. No se nos escapa, que teniendo en cuenta el error del liberalismo, que tantas almas directa o indirectamente ha llevado al infierno, todas aquellas “libertades” que se deriven de éste no son más que licencias y vicios, de los más dañinos para el bien terrenal (de los pueblos y los hombres) y el bien espiritual (el de su salvación).

Esta falsa libertad, establece que cada uno puede profesar la religión que quiera o no profesar ninguna. Pero esto es contrario a la verdad, ¿por qué?

Porque la más alta e importante obligación que nos manda Dios es darle culto que merece a través de la religión verdadera. El Amarás a Dios sobre todas las cosas, no sólo debe darse a nivel particular sino también al de los Estados que persiguen el bien común de sus ciudadanos. La gravedad radica en ser infiel a la obligación santísima de darle culto.

¿Por qué no es lícito que gocen de los mismos derechos todas las religiones o mejor dicho equiparar la única religión verdadera con las falsas creencias?

Porque solo la verdad tiene derechos, el mal no los tiene. Pio XII enseña: Lo que no responde a la verdad y a la norma moral no tiene objetivamente ningún derecho de existencia, ni la propaganda ni a la acción.

Acerca de esto, los Papas han hablado claramente y resumen las razones por las que no es lícito que todas las religiones gocen de idénticos derechos:

  • No es lícito, porque suprime la fundamental búsqueda del bien común.

  • No. Porque anula los deberes de honra pública y exclusiva (salvo prudencias circunstanciales) del Estado a Dios. Excepción por prudencia:

León XIII: Aun concediendo derechos sola y exclusivamente a la verdad y a la virtud no se opone a la Iglesia, sin embargo, a la tolerancia por parte de los poderes públicos de algunas situaciones contrarias a la verdad y a la justicia para evitar un mal mayor o para adquirir un mayor bien.

  • No, porque se permite manifestar y propagar el error religioso, cosa que pone en peligro la más importante misión del hombre, su salvación eterna.

¿Qué más consecuencias se derivan de esta libertad de cultos?

Propicia la separación de la Iglesia y el Estado (la separación moral), lo cual deriva en tiranía. Se niega la realeza de Jesucristo, que es Rey de cielos y tierra. La realeza implica instaurar todas las cosas en Cristo, que fundó una sola Iglesia. Con la libertad de cultos no es posible por tanto implantar en la sociedad la realeza de Jesucristo.

La laicización de los Estados y su descristianización acelerada. Pues cuando se otorgan los mismos derechos a todos los errores, la verdadera fe desaparece cada vez más. En una sociedad católica las almas se salvarán más fácilmente, pero en una en donde debe la Iglesia debe existir junto con falsas religiones y sectas, esa salvación se torna mucho más difícil.

Para concluir, ¿Por qué los Estados deberían prohibir la libertad de prensa?

Reconociendo la realeza de Nuestro Señor Jesucristo y asumiendo que todos los derechos son y provienen de él y como afirmaba León XIII en la encíclica Inmortale Dei: no es lícito publicar y exponer a la vista de los hombres lo que es contrario a la virtud y a la verdad, y es mucho menos lícito favorecer y amparar esas publicaciones y exposiciones con la tutela de las leyes.

Javier Navascués Pérez

14 comentarios

  
Joaquín
No me parece buena idea alabar tanto una encíclica que implícitamente acepta un razonamiento moral de tipo utilitarista: conceder derechos al error es malo (la tolerancia es un derecho) pero puede hacerse si con ello se evita un mal mayor o se consigue un bien mayor. Con este razonamiento, León XIII, tan admirable en otras muchas cosas, de hecho invalida toda la enseñanza de la encíclica.
11/03/19 12:09 PM
  
Luis López
El problema es que o seguimos las doctrinas firmes de estos grandes papas del siglo XIX, o atendemos a las novedades a partir del Concilio Vaticano II.

En su Encíclica "Pacem in Terris" (1963, en pleno CVII), San Juan XXIII, dice:

"14. Entre los derechos del hombre débese enumerar también el de poder venerar a Dios, según la recta norma de su conciencia, y profesar la religión en privado y en público".

Es evidente que puede interpretarse razonablemente ese texto como lo siguiente: si en recta conciencia, alguien abraza el error, tiene derecho a pesar de ello, a profesar su religión en público no sólo en privado (lo que siempre ha admitido la Iglesia) sino en público (lo que nunca ha admitido sino meramente tolerado).

Esa interpretación, al no estar rechazada en la misma Encíclica, hay que suponer que es válida, aunque vaya en contra de la doctrina tradicional sobre el error y las falsas religiones.

Lo curioso es que ese texto, sin hacer referencia luego a los deberes respecto a la religión verdadera, cita luego sin rubor a León XIII (en su proclamación de la libertad del cristiano), aunque creo que este Papa se hubiera echado las manos a la cabeza con la afirmación de este sucesor suyo.
11/03/19 1:12 PM
  
DJ L
"Sana laicidad" es un binomio mutuamente excluyente pero que el 100% de los católicos se han tragado y propagan alegremente confiados.

¿En qué área recomendarán nuestros sacerdotes la "sana laicidad" a sus ovejas?
¿Para la Sanidad pública? ¿Enseñanza? ¿Prensa? ¿Arte ¿Política?...así van todas sin Dios, apartado por el Hombre.



12/03/19 4:31 PM
  
Juan Argento
En mi interpretación de este artículo, un objetivo implícito de la crítica realizada por él es la declaración Dignitatis Humanae del Concilio Ecuménico Vaticano II, en la presuposición implícita de que el texto de esa declaración está inspirado en el liberalismo doctrinario descripto aquí. (El cual, de paso, es tratado también en la encíclica Quanta Cura de 1863, cuyas definiciones, a diferencia de las de Libertas praestantissimum, reunen los requisitos para la infalibilidad.)

A partir de esa interpretación, creo conveniente notar que la doctrina enunciada en Dignitatis Humanae no está basada en una afirmación soberbia de la autonomía del hombre frente a Dios, sino por el contrario, en un reconocimiento humilde de las limitaciones cognitivas y epistémicas del hombre concreto en su condición histórica, a quien le insume tiempo y esfuerzo llegar al conocimiento pleno de la verdad.

En el interín, hasta que una persona concreta logra llegar a ese conocimiento pleno superando las dificultades externas e internas presentes en su condición concreta, ¿debe abstenerse de glorificar a Dios y darle gracias, deber que, según S. Pablo en Romanos 1,19-21, todos los hombres tienen a partir del mero conocimiento racional de Dios, aún antes de recibir de Él revelación sobrenatural alguna? ¿O en todo caso debe hacerlo solamente en la privacidad de su hogar y no comunitariamente?

Nótese que este razonamiento no incluye la idolatría, por la cual no se honra a Dios (1 Cor 10,20).
12/03/19 10:55 PM
  
Juan Argento
Corrijo un error en mi comentario anterior: Quanta Cura es de 1864. Y aprovecho para citar una afirmación condenada (infaliblemente) en ella:

"la libertad de conciencia y cultos es un derecho propio de todo hombre, derecho que debe ser proclamado y asegurado por la ley en toda sociedad bien constituida;"

Hay dos sentidos en que esa libertad y derecho pueden ser entendidos: un sentido de autonomía soberbia frente a Dios, "yo hago lo que se me da la gana", el "non serviam", y un sentido de apertura humilde a Dios y búsqueda de la verdad revelada por Él en medio de dificultades internas (por ej. prejuicios adquiridos por la educación) y externas.

El sentido condenado por Quanta Cura es muy claro a partir del término "proclamado". Nadie "proclama" su dificultad para aprender a hablar un idioma o a jugar al futbol. Lo que Dignitatis Humanae dice es que el Estado debe dejar que los que no han logrado aprender a jugar bien al futbol jueguen como pueden entre ellos, en vez de forzarlos a quedarse sentados hasta que logren aprender a jugar bien.
12/03/19 11:19 PM
  
Rafael Escobedo Romero
Como católico y como historiador que investiga específicamente sobre la cuestión de la libertad religiosa, me preocupa mucho la difícil cuestión de la continuidad magisterial en esta materia. Siendo lego en materia teológica, he tratado de profundizar en esta materia y he rogado al Espíritu Santo el don de ciencia para comprenderla, si bien en última instancia, casi siempre agotado, no me suele quedar más remedio que confiar con humildad en mi Madre la Iglesia. Usted, Javier, sabe, igual que yo, que los documentos del Magisterio, todos ellos, igual que la Sagrada Escritura, los católicos hemos de leerlos EN y CON la Iglesia, en comunión con el Papa y los obispos.

Dicho lo cual, de laico a laico, y de lego a lego, me preocupa que su lectura de la "Libertas, praestantissimum" pueda ser errónea e inducir a error a los lectores de su blog. La literalidad del texto de su entrada, el tono de su redacción, incluidas las negritas de énfasis, se contradicen con lo que la Iglesia nos enseña en la "Dignitatis humane":

«Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural. Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil».

A la hora de leer la "Libertas, praestantissimum" y otros documentos magisteriales no cabe ignorar, como si no existiese, la "Dignitatis humanae", así como otros documentos magisteriales en el mismo sentido y, por último, el Catecismo de la Iglesia Católica (2104-2109).

Líbreme Dios de insinuar que los ignora usted, pero la lectura de su entrada, tan breve como tajante, pareciera manifestar lo contrario.
13/03/19 9:26 PM
  
Luis Fernando
Rafael Escobedo Romero, lo que no puede ser, no puede ser... y además es imposible.

Y con eso le digo nada... y todo.
14/03/19 6:02 PM
  
Luis López
Rafael Escobedo dice: "La literalidad del texto de su entrada, el tono de su redacción, incluidas las negritas de énfasis, se contradicen con lo que la Iglesia nos enseña en la "Dignitatis humane":

Pues sí. Pero no las negritas del artículo sino en realidad toda la doctrina anterior al CVII.

Llevo desde hace años intentando convencerme de que no hay contradicción entre la doctrina tradicional sobre la libertad religiosa y la doctrina asentada a partir del CVII, pero sinceramente no puedo, no lo veo. Llevo pensando y repensando los argumentos de los que dicen que no hay contradicción (por ejemplo, el que acaba de dar hábilmente Juan Argento, comentario arriba), pero debo ser muy torpe porque lo que leo y veo es que, tanto en documentos como en la práctica, ha cambiado todo. Absolutamente todo.

Y por muchas argucias dialécticas que usemos, por muchas habilidades de exégesis de textos que empleemos, creo que nadie en conciencia puede negar ese hecho.

¿Alguien piensa que Pío IX, Gregorio XVI, León XIII, Pio X, Benedicto XV, Pio XI e incluso Pio XII comprenderían la DH? Y ojo, no se me diga que eran épocas diferentes porque ese es precisamente el meollo del debate, mucho más grave que lo que pensemos o no sobre la libertad religiosa: si el tiempo puede dar un vuelco de 180 grados a una doctrina milenaria, asentada y firme.

A mí veinte siglos de catolicismo me han enseñado que no. Pero el modernismo dice que sí.
14/03/19 9:04 PM
  
Juan Argento
Luiz López, lo entiendo y claramente no está solo en su percepción de que hay un problema real y de que minimizarlo o esconderlo no es una opción. Si la moderación lo encuentra aceptable, presento a continuación un resumen muy breve de mi entendimiento del tema, por si puede ayudar a clarificar.

Hay 2 casos posibles, tal que el primero da lugar a 2 posiciones válidas en principio:

A. DH contradice definiciones falibles del magisterio anterior. En este caso un católico puede quedarse con las definiciones falibles de DH o con las del magisterio anterior.

B. DH contradice definiciones infalibles del magisterio anterior. En este caso un católico DEBE rechazar DH.

Dado que, evidentemente, el punto más crítico en este tema es la posibilidad de que el caso fáctico sea el B, yo dediqué algún tiempo y energía a estudiar la compatibilidad de DH con Quanta Cura, que es el único documento del magisterio anterior sobre el tema que satisface los requisitos de la infalibilidad. Mi conclusión fue que ambos documentos pueden interpretarse plausiblemente de forma tal que no haya contradicción entre ellos, pero esa interpretación no es de manera alguna trivial ni evidente en una primera lectura. Por si le interesa, publiqué mi estudio en
cuestionesdiscutidas.blogspot.com
14/03/19 11:45 PM
  
Luis López
Juan, le agradezco su comentario y su referencia, que no dude que leeré.

En todo caso, creo que ya no cabe ninguna duda acerca del cambio radical operado con la mera lectura de otro texto importantísimo, la Encíclica de San Juan Pablo II "Redemptor hominis" que ya sin subterfugios considera "ofensiva" la limitación de la libertad religiosa de cualquier comunidad "independientemente de la religión profesada".

Aquí se va mucho más allá de la DH (o más bien saca las consecuencias inevitables de ese texto del CVII). Literalmente afirma lo siguiente:

“Ciertamente, la limitación de la libertad religiosa de las personas o de las comunidades no es sólo una experiencia dolorosa, sino que ofende sobre todo a la dignidad misma del hombre, independientemente de la religión profesada o de la concepción que ellas tengan del mundo. La limitación de la libertad religiosa y su violación contrastan con la dignidad del hombre y con sus derechos objetivos. El mencionado Documento conciliar dice bastante claramente lo que es tal limitación y violación de la libertad religiosa”

Y salvo que neguemos el principio de contradicción, es imposible conciliar ese texto del gran Juan Pablo II con el de otro gran Papa, León XIII ("Libertas praestantissimum"):

"Ahora sólo queremos hacer una advertencia: la libertad de cultos es muy perjudicial para la libertad verdadera, tanto de los gobernantes como de los gobernados".

De hecho, no sé sin quererlo, el texto de San Juan Pablo II, califica de "ofensa" la siguiente proposición condenada en el "Syllabus":

"De aquí que laudablemente se ha establecido por la ley en algunos países católicos, que a los extranjeros que vayan allí, les sea lícito tener público ejercicio del culto propio de cada uno".

¿De verdad piensa que es posible la conciliación? ¿En serio?
15/03/19 1:10 PM
  
Juan Argento
Luis, en este tema y unos cuantos otros es esencial jerarquizar los distintos pronunciamientos del Magisterio. No es lo mismo que un Papa o un concilio ecuménico afirmen simplemente algo a que lo hagan en un marco que da a lo afirmado valor magisterial adicional o incluso definitivo. Por eso justamente me focalicé en ver si podía conciliar Dignitatis Humanae (que no es infalible pero por ser de un concilio ecuménico tiene bastante peso) con Quanta Cura, en la que Pío IX usa un marco que reune los requisitos para la infalibilidad.

Pero atención que el marco de infalibilidad aplica solamente a lo afirmado en Quanta Cura, no a lo afirmado en el Syllabus que la acompaña, como se explica en estos artículos del blog del comentarista "Martin Ellingham":

info-caotica.blogspot.com/2015/08/valor-del-syllabus.html

info-caotica.blogspot.com/2015/08/el-syllabus-es-una-definicion-ex.html
15/03/19 11:25 PM
  
José Ignacio
Osea,se equivocó el Concilio vaticano segundo.Juan XXIII, Pablo VI y San Juan Pablo II. Pero ustedes no.
16/03/19 12:40 AM
  
Luis López
José Ignacio jamás he dicho que el CVII se equivocara en la DH. Lo que digo es que hay un cambio de doctrina consciente (un cambio de doctrina inconsciente si seria un error) y que traicionaria mi conciencia si dijese lo contrario.

Y que ante esa tesitura es logico que se plantee un problema grave de credibilidad de la Iglesia. Negarlo también sería traicionar a mi conciencia
17/03/19 1:48 PM
  
Ecclesiam
«El Concilio Vaticano II, bajo la asistencia del Espíritu Santo, es el XXI concilio ecuménico, y ha de ser recibido íntegramente por todos los hijos de la Iglesia. Puede y debe ser interpretado en todos sus documentos a la luz de la Tradición eclesial. Otra cosa es que cada uno de nosotros sea capaz mentalmente de lograr esa homogénea y continua interpretación. Comprendo que alguno tenga dificultades mentales en la aceptación de ciertos textos.

Ahora bien, si en algún punto ciertos cristianos no alcanzan a ver esa continuidad, tendrán que 1) procurar encontrarla; y si no lo consiguen, deberán 2) preguntar a quien pueda ayudarles; y si tampoco así lo consiguen, 3) habrán de suspender el juicio sobre el tema. 

Lo que nunca nos permitiremos los católicos es afirmar que alguno de los documentos del Sagrado Concilio ecuménico Vaticano II incurre en error, al no salvar la fidelidad a la Tradición doctrinal católica. Si el punto en cuestión es de fe, es imposible que yerre la Iglesia en un Concilio porque es infalible. Si no es cuestión de fe, sino de prudencia pastoral, asistida la Iglesia también en sus discernimientos de modo especial por el ESanto, no podemos hablar de un quiebre con la Tradición doctrinal católica. En ambos casos, nunca nosotros somos quiénes para afirmar que un sagrado Concilio ha errado, quebrando la inquebrantable Tradición doctrinal de la fe católica.

"Creo en la santa Iglesia Católica" (Credo, art. 9º). Eso tiene que ir por delante de todo análisis de un texto conciliar. Explico con un ejemplo lo que quiero decir:

Objeción gravísima. Imaginemos que un cristiano nos dice: "yo no puedo creer en el infierno como una condenación eterna. No logro conciliar esa verdad de fe con la verdad de fe en un Dios infinitamente bueno, que antes de infundir un alma sabe cuál va a ser su destino eterno de salvación o de condenación, y que en cualquier momento puede salvar al pecador con un golpe de gracia que le convierta. No puedo quebrantar en mi mente el principio de contradicción, que Dios ha puesto en ella. No puedo, por tanto, creer en el infierno".

Respuesta. "Ud. primero de todo firme, afirme y confirme todo lo que la Iglesia enseña acerca del infierno como dato de fe. Y después, si es preciso consultando con otros, trate de ayudar el acto intelectual de su razón-fe para que alcance a conciliar dos verdades aparentemente contrapuestas. Si llega a hacerse posible ese acto, perfecto. Si no, tendrá que suspender el juicio, y habrá de auto-prohibierse pensar en ese tema, porque ya ve Ud. que no es capaz de pensar sobre el infierno según la fe católica, y Ud. de ningún modo debe quebrantarla con pensamientos consciente y libremente consentidos".

Ilustro lo dicho con un ejemplo. Von Brentano escribe que la Beata Ana Catalina Emmerick, según ella le contó, "por espacio de mucho tiempo tuvo la costumbre de tratar con Dios de por qué no convierte a los grandes pecadores y por qué castiga eternamente a los que no se convierten. Decía a Dios, que no sabía cómo podía ser así, pues esto era contra su divina naturaleza; que convirtiéndolos ejercitaría su bondad, ya que nada le costaba convertir a los pecadores, los cuales estaban bajo su mano; que debía acordarse de lo que Él y su amado Hijo habian hecho por ellos, pues su Hijo había derramado su sangre y había dado su vida en la cruz; y de lo que Él mismo ha dicho en la Sagrada Escritura acerca de su bondad y misericordia y de las promesas que ha hecho. Si el Señor no es fiel a su palabra, ¿cómo puede pedir a los hombres que cumplan la suya?".

"El señor Lambert [su director espiritual], a quien ella le dijo estas cosas, le repuso diciendo: 'Poco a poco, que vas damasiado lejos'. Después vio ella que eso debía ser así como Dios lo tiene dispuesto' ".

Téngase en cuenta que en este caso, la aparente inconciliabilidad de verdades se produce nada menos que entre una Palabra divina y otra Palabra también divina. El principio de contradicción, en la mente humana (ratio fide illustrata) de la Bta. Ana Catalina, le exige negar la posibilidad de un infierno eterno. Y consiguientemente la Beata, con toda humildad, y reconociendo la extrema falibilidad de nuestra mente, suspende el juicio en ese tema, aceptando sin más lo que Dios mismo enseña sobre el infierno y propone la Iglesia docente. 

Los lefebvrianos a veces parece (no estoy seguro) que, queriendo situar en primer lugar "las cuestiones doctrinales", ponen el acuerdo doctrinal como "condición previa" para poder llegar a la plena comunión con la Iglesia actual, la de Benedicto XVI y del sagrado Concilio ecuménico Vaticano II. Por el contrario, convendría que afirmasen en primer lugar la fe incondicional y plena en la Santa Iglesia Católica, la que hoy existe y vive, y que, en plena comunión con Pedro y bajo Pedro, aceptando totalmente los veinte Concilios, cesen de afirmar que en ciertos temas el Vaticano II contradijo la Tradición doctrinal católica.

Y convendría que después, plenamente dentro de la Iglesia, tratasen, con las ayudas precisas, de conciliar doctrinas que ahora consideran inconciliables. Y si no lo consiguieran... habrían de suspender el juicio. Pero el "creo en la Santa Iglesia Católica" deben ponerlo en primer lugar, incondicionalmente, ya que toda nuestra fe se apoya en la Roca de Pedro, que es infalible».

P. José María Iraburu
24/03/19 1:32 PM

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7.03.19

La existencia de Dios al alcance de todo el mundo

Doy infinitas gracias a Dios por el don de la Fe, que es lo más grande que tenemos y requisito indispensable, junto con las buenas obras, para alcanzar la vida eterna. cuando la muerte llamó a su puerta: “Me voy a la nada”. ¡Qué profunda tristeza!. Me parece desgarrador que alguien pueda pensar que va a la nada, al no ser, un viaje sin retorno a ninguna parte. Y absurdo el argumento del ateo de que no se va a enterar. Precisamente eso es lo terrible. El que ama la vida anhela la inmortalidad.

Siempre me pareció apasionante la apologética y más concretamente el tema de la existencia de Dios, del que se han ocupado tantos los santos y doctores para iluminar a aquellos sabios según el mundo que andan en tinieblas y sombras de muerte.

D. Dante A. Urbina es un autor, conferencista, docente y asesor-consultor especializado en temas de economía, filosofía y teología. Ha participado en diversos debates relacionados con la existencia de Dios en ambientes académicos contra ponentes ateos relevantes. Su libro “¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer” constituye un best-seller, habiendo ocupado varias veces el 1er lugar de su categoría en Amazon. En esta entrevista explica sus profundos conocimientos en la materia de forma sencilla e inteligible.

¿Por qué la existencia de Dios no es evidente en sí misma para nosotros?

Para responder esto en su correcto contexto debemos ir a la etimología (origen) de la palabra “evidente”. Etimológicamente, “evidente” proviene del vocablo latín evidentis que significa “que es visto enteramente”. Pero resulta que Dios en sí mismo no puede ser propiamente visto, dado que no es un ser físico, y tampoco puede ser abarcado enteramente por nuestro entendimiento, dado que es infinito. En ese sentido, la Escritura -que es pertinente citar aquí puesto que se trata de un medio católico- establece que “a Dios nadie lo ha visto jamás” (Juan 1:18). Dicho de otro modo: la existencia de Dios no nos es evidente directamente porque Él está en otro plano (trascendente, inmaterial, etc.).

Hombres de todo tiempo y cultura se han planteado la cuestión de Dios. ¿Puede el hombre con su sola razón natural llegar a descubrir que Dios existe (tal como lo define el Concilio Vaticano I)?

Por supuesto. Como ya señalaba Santo Tomás de Aquino (no puedo evitar el muy sano “vicio” de citarlo puesto que soy filosóficamente tomista), la existencia de Dios si bien no es directamente evidente, sí es perfectamente demostrable a partir de cosas que nos son evidentes. Pues bien, el hombre con su razón natural puede conocer el mundo y a partir de allí inferir la existencia de Dios. Es decir, por medio de la inteligencia podemos deducir lo que no vemos a partir de lo que vemos. Ese es el método aristotélico-tomista. Por tanto, está en lo correcto el Concilio Vaticano I en afirmar que la razón natural puede llegar a descubrir la existencia de Dios y es en ese sentido que yo fuertemente abogo, como queda claro desde el primer capítulo de mi libro ¿Dios existe?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer, por la posición teológica conocida como evidencialismo, de acuerdo con la cual la sola razón humana puede establecer la existencia de Dios a partir de la reflexión sobre las evidencias del mundo.

Y esto también es acorde a la Escritura. Dice el apóstol Pablo refiriéndose a los paganos (es decir, personas que no tienen en específico el elemento de la fe y que, por tanto, solo cuentan con la razón natural): “Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque Él mismo lo ha mostrado; pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer si se reflexiona en lo visible que Él ha hecho” (Romanos 1:19-20). Ergo, el método tomista (que es el que sigo en mi mencionado libro) es perfectamente bíblico: se reflexiona (filosóficamente) sobre lo visible (el mundo) para inferir lo invisible (Dios). En suma, racionalmente podemos llegar al Creador a partir de la creación. Y digo aquí “creación” no porque cometa una falacia de petición de principio (en mi libro, que es eminentemente filosófico, jamás parto de atribuir la cualidad de “creación” para hacer inferencias, sino que parto de términos neutros como “seres”, “universo”, “mundo”, etc.) sino simplemente porque, siendo este un medio católico, el hablar de “creación” sería ya parte de un “lenguaje común compartido”. Cabe hacer esta aclaración pues ya ha habido quienes han distorsionado declaraciones mías de este tipo sacándolas de contexto (fácil es atacar cuando no se enfrentan propiamente mis argumentos sino a distorsiones o ridiculizaciones de los mismos; pero “la mentira tiene patas cortas” y aquí estoy para dejarlo en evidencia).

¿Por qué, en la práctica, hoy en día esto (descubrir la existencia de Dios por medio de la razón) se ha hecho tan difícil?, ¿realmente qué es lo que impide creer al hombre moderno?

Para ponerlo en términos simples y directos: lo que principalmente impide creer al hombre moderno es su contexto, es decir, la modernidad misma. Aquí hay que precisar que por modernidad no me refiero a la acepción tecnológica del término (en el sentido de que ahora tenemos televisores, computadoras, etc.) sino a la sociológica, según la cual correspondería al tipo de civilización e ideología que viene a partir del humanismo del siglo XVI, donde se pasa de una concepción teocéntrica (Dios en el centro) a una concepción antropocéntrica (el hombre en el centro). No se trata propiamente de la era de la razón, como pretenden los modernos, pues también en la Edad Media había razón, en armonía con la fe. Se trata más bien de la era de la razón en ruptura con la fe. En ese contexto, nacen ideologías como el liberalismo, el marxismo, el positivismo, etc. Y luego la razón, loca sin la fe, termina suicidándose. Así la razón termina en el irracionalismo, negando que en esencia o en última instancia pueda haber ser, verdad, bien… todo es relativo. Eso es lo que se llama postmodernidad y esa es la trágica época en la que vivimos. Y la postmodernidad, aparte de su propia enfermedad, acumula de modo sui generis todas las enfermedades de la modernidad.

En ese contexto, cuando alguien nace en la actualidad, no nace en un contexto “amigable a la fe” (como en la Edad Media) ni tampoco en uno neutro donde pudiera usar sin prejuicios su sola razón natural para dilucidar la cuestión de la existencia de Dios, sino en un contexto sumamente hostil a la fe donde eslóganes como “todo es relativo” (relativismo), “sé libre y haz lo que quieras” (liberalismo), “la religión es el opio del pueblo” (marxismo), “solo el conocimiento científico es válido” (positivismo), etc. son algo ya insertado en la mentalidad social. Así que aquí el enemigo para la fe no es la razón sino el contexto cultural contrario a la fe. Y eso está incorporado en la mente de las personas sin necesidad de que lo sepan conscientemente (por ejemplo, se escucha a adolescentes diciendo que “Todo es relativo” sin que conozcan nada sobre el desarrollo filosófico e histórico del relativismo). He ahí el gran poder de las ideologías: que pueden moldear nuestras mentes sin que seamos lo sepamos. Por tanto, un apologista efectivo tiene que ser muy consciente de esta situación y saber tratar con ello frente a personas concretas. Y precisamente a eso va mi próximo libro de apologética, que publicaré este año: a mostrar cómo realizar una apologética efectiva “en tiempo real” frente a personas de las más distintas posiciones (ateos cientificistas, ateos emocionales, agnósticos abiertos, agnósticos cerrados, creyentes con dudas, etc.).

¿Podría explicar las cinco vías de Santo Tomás de Aquino de la forma más sencilla y breve posible?

Difícil tarea teniendo en cuenta que hay varios que, deshonestamente, en lugar de interactuar con mis argumentos tal como están desarrollados con detalle y profundidad en mi obra, toman las versiones más simplificadas que de los mismos doy en entrevistas y, como si eso no bastara, distorsionan y sacan de contexto lo que digo. Pero allí va: 1) Vemos que en el mundo hay movimiento, relaciones de causa-efecto, seres que dependen de otros para existir, distintos grados de perfección, y orden; 2) Todo ello requiere de un sustento ontológico; 3) Pero no es factible una cantidad infinita de seres que se muevan unos a otros, se causen unos a otros, garanticen la existencia de otros, fundamenten la perfección de otros, o den su orden a otros, pues actualmente vemos efectos terminados y, en cambio, un proceso infinito no puede haber terminado; por tanto, se requiere de un ser que sea el Primer motor, la Causa incausada, el Ser subsistente, la Perfección pura, y el Sumo Ordenador; 4) Este ser se corresponde unívocamente con Dios; 5) Luego, Dios existe. Eso dicho de forma en extremo resumida y simplificada. Por tanto, si alguien quiere poner objeciones a esto de modo serio tendrá primero que ir a mi obra donde lo desarrollo con detalle y respondo directamente a múltiples objeciones de filósofos y científicos como David Hume, Immanuel Kant, Arthur Schopenhauer, Bertrand Russell, Richard Dawkins, Stephen Hawking, Graham Oppy, etc.

¿Cuáles serían otros caminos para llegar a la existencia de Dios?

Bueno, aparte de las cinco vías de Santo Tomás de Aquino hay quienes plantean otros argumentos como el ontológico (San Anselmo, Descartes, Alvin Platinga) o el moral (William Lane Craig, Paul Copan), pero personalmente considero -junto con Aquino- que el “argumento ontológico” no llega a ser probatorio y tengo mis dudas sobre la estructura del “argumento moral”. Mis razones al respecto están explicitadas en mi libro ¿Dios existe?

Ahora bien, más allá de los argumentos, otra vía para llegar a la existencia de Dios es, por supuesto, la experiencia personal. Muchísimas personas ni siquiera conocen los argumentos racionales a favor de la existencia de Dios, pero aun así llegan a conocerlo a través de la experiencia personal (de índole espiritual, evidentemente). Dicha experiencia personal no sirve intersubjetivamente para convencer a otros de la existencia de Dios pues es eso, personal, y, por tanto, no directamente transmisible; pero sí sirve subjetivamente para que el creyente tenga certeza propia sobre la existencia de Dios. Así que el creyente, incluso desde su conocimiento limitado, puede llegar a tener conocimiento personal de la existencia de Dios a partir de una experiencia espiritual directa (para el convencimiento interpersonal sí se requeriría de los argumentos basados en la sola razón natural). El ateo, en cambio, está en una situación muy distinta pues para tener propiamente un conocimiento de la (supuesta) “no-existencia de Dios”, al plantear un negativo absoluto (“Dios no existe”), requeriría primero haber explorado absolutamente todos los planos y dimensiones de toda la realidad.

Alguno ha atribuido “deshonestidad intelectual” a este planteamiento mío como si diera una ventaja arbitraria a los creyentes frente a los ateos. Pero eso simplemente demuestra que donde hay deshonestidad (o falta de comprensión) es en el otro lado. Primero, porque en el plano de la argumentación intelectual yo no establezco ninguna ventaja a priori para los creyentes, sino que defiendo fuertemente que tanto ateos como creyentes deben partir de cosas de razonable conocimiento general (por ejemplo, las relaciones de causalidad) y a partir de allí justificar todos sus pasos deductivos para llegar a la existencia o no existencia de Dios. Por supuesto, considero que la postura teísta es la más razonable, pero esa es una ventaja que establezco a posteriori, no a priori (demostración clara de ello es que comencé siendo ateo). En donde considero que hay asimetría es más bien en el conocimiento personal, que se trata de algo distinto y que no uso para argumentar. Y eso no por una cuestión arbitraria sino por la naturaleza misma de las cosas. Para que todos lo entiendan fuera de prejuicios, pondré una analogía. Si alguien quiere afirmar que existe alguien llamado “Dante Urbina” basta con que me conozca sin necesidad de que explore absolutamente todos los registros de nombres de todos los países. En cambio, si alguien hace la afirmación en términos de negativo universal “No existe alguien llamado Dante Urbina”, para afirmarlo propiamente con conocimiento tendría necesariamente que revisar todos los registros de nombres de todos los países y estar también seguro de que absolutamente todos los nombres de personas existentes constan en dichos registros. Como dije, no es deshonestidad, ¡es la naturaleza de las cosas! Ya si alguien quiere cerrar su mente al razonamiento y al sentido común es otra historia…

Javier Navascués

6 comentarios

  
Luis López
He leído los dos libros de Dante Urbina sobre la existencia de Dios (el primero, Dios entre interrogantes; y el segundo, Dios como afirmación), y puedo decir que son verdaderamente estimulantes y absolutamente recomendables, no tanto por la originalidad de sus argumentos (sigue la estela del realismo tomista), sino por contrastarlos brillantemente con las líneas de la filosofía y la ciencia moderna.

De hecho, leyéndolos, se aprende muchísimo sobre ciencia, y ante todo sobre los límites que la ciencia en sentido estricto debe asumir, so riesgo de caer en la falacia del cientifismo (que es una ideología muy en boga pero que no es ciencia).

Ya tengo, y espero muy pronto leer su nuevo libro apologético sobre la fe cristiana. De seguro será tan apasionante como los anteriores.
07/03/19 9:59 AM
  
Sancho
La existencia de Dios, como mero razonamiento lógico, no es más que un concepto abstracto para explicar otros conceptos como la existencia en general, el tiempo y el espacio, pero que es tan inexplicable como aquello que se pretende explicar con él. Para tener un conocimiento concreto, es necesaria la revelación de Dios, como dijo el mismo Jesucristo: "nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11, 27); también el apóstol Pablo: "nadie puede decir: "Jesús es el Señor", si no está impulsado por el Espíritu Santo" (1 Cor 12, 3).

"Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado. Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu. El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu" (1 Cor 2, 12-14). Así que, si alguno no es consciente de tenerlo, hará bien en pedirlo, pues, "Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!" (Lc 11, 13).
07/03/19 2:19 PM
  
Luis Enrique
Lo siento a mí me gustó mucho el libro de Dante Urbina "¿Existe Dios?" Y en él demostraba cómo partiendo de la realidad, de lo real, se llegaba al Dios real de una manera lógica.
07/03/19 5:16 PM
  
pedro de madrid
Yo baso la existencia de Dios, en algo muy simple, si, por ejemplo, disparásemos desde la Tierra un proyectil, que siguiese la misma dirección, insisto, la misma dirección,¿ se encontraría con un límite?, ¿existe ese límite? ¿que hay destrás del límite? , y no quiero seguir haciéndome infinitas preguntas. Eso es la existencia de Dios eterno, sin principio ni fin y que, para que lo creyésemos, envió a su hijo Jesús y aun así, es rechazado, al ponerle el que no cree, un límite a la vida
07/03/19 5:25 PM
  
FSolano
Los defensores del materialismo cientificista incurren a menudo en falacias lógicas, aunque no suelen darse cuenta de ello, probablemente porque sus conocimientos de filosofía no son muy profundos. A menudo, por otra parte, desprecian la filosofía, sin darse cuenta de que la lógica (que es una parte de la filosofía) estudia nuestro modo de pensar, y que sin ella la ciencia se queda sin base de sustentación. Así, Stephen Hawking escribió al principio de su libro El gran diseño:
'La filosofía ha muerto… Los científicos se han convertido en los portadores de la antorcha de los descubrimientos en nuestra búsqueda de conocimiento'.
Y a partir de ahí se dedica a hacer filosofía en un libro de divulgación científica.
07/03/19 9:33 PM
  
Stanley
La primera vía de la demostración racional de la existencia de Dios también podría resumirse de la siguiente manera.

Un movimiento de causas infinito no existiría sin un principio que lo determinase porque no habría tal movimiento. No hay un ser en potencia si no hay un ser en acto y el acto de un ser siempre precede a su potencia. No se puede relacionar un efecto con una causa primera si no hay una causa intermedia. Por consiguiente, toda causa intermedia tiene un principio en acto -su causa- y un fin, también, en acto -su efecto-. Nada puede ser causa y efecto de sí mismo, acto y potencia de sí mismo o causa primera y causa intermedia de otro, por lo que se deduce un algo como principio u origen.

Si el movimiento partiese de una potencia, sin acto previo, nunca se pondría en marcha. Así como la estática precede a la cinemática, el espacio lo hace al tiempo. Aunque la percepción dentro de una nave espacial sin ventanillas, a velocidad constante o nula, sea la misma siempre será una percepción estática y no cinemática. Si se abren las ventanillas el movimiento se percibe, también, respecto a una referencia estática en la bóveda celeste. El tiempo no existe sin un movimiento del espacio. Sin embargo, sí puede existir un espacio sin tiempo. El tiempo es el que denota movimiento sobre un espacio preexistente.

Así que la primera causa debe ser un acto sin potencia previa e inmutable. A ese acto puro, sin potencia o sin causa previa, es al que llamamos Dios, primer motor inmóvil que mueve a todo lo demás.

2001, Una odisea en el espacio.
08/03/19 10:54 AM

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4.03.19

Guillermo Esteban "Grilex": “No hay que llevar el Evangelio en la boca sino en las venas”

Guillermo Esteban, Grilex para los amigos del rap, es un joven de 24 años enamorado de Jesucristo, de ese Cristo que lava los pies de los apóstoles y no los llama siervos sino amigos. Todo un Dios a sus pies que da la vida hasta la última gota de su sangre por nuestro amor, para librarnos del pecado y de la muerte. A partir de ahí ya no se puede fallar a Cristo. Nobleza obliga. Un joven que necesita recibir a Cristo con frecuencia y ofrecer a María Santísima la fragancia de cincuenta rosas diarias. Un joven que al igual que San Pablo cuando se siente débil, se siente fuerte en Cristo.

Tras su conversión dejó de mirar el ombligo de su ego y levantó la mirada al cielo para pensar en los demás. Su vida cambió radicalmente en lo interior, aunque por fuera se sigue mostrando aparentemente igual, con la misma autenticidad. No ha dejado el rap, lo ha sublimado. Las rimas han pasado por el filtro de Dios y se han purificado en el crisol de la Verdad. Ahora va más a la esencia, al corazón, a lo que de verdad importa. Su arte ya solo cotiza para la Vida Eterna dejando que Dios administre los dividendos.

La dureza de sus letras se ha revestido de Buena Noticia, aunque con más fuerza y más potencia. Lo da todo en los escenarios, pero con la paz y alegría de quien está convencido de cuál es su misión en la vida. Su entusiasmo y felicidad lo irradia en sus conciertos, aunque huye del foco considerándose un simple instrumento de Dios y dejando a Él todo el protagonismo.

¿Te acuerdas de tu primera comunión?

No lo recuerdo casi ni incluso tengo recuerdos de mi confirmación como algo especial, la hice como por rutina. Antes de mi conversión era un cristiano de pega, iba a Misa por acompañar a mis padres y poco más. A los 19 años dejé incluso de ir a Misa y no quise pisar la Iglesia.

¿Esa deserción tuvo que ver con tus comienzos en el rap?

Sí, coincidió con esa época. Se me empezó a subir el ego a la cabeza, comencé a menospreciar a la gente con las letras de mis canciones. Era un mundo turbio, pero gracias a Dios fui muy preservado de caer en drogas y en excesos con el alcohol. Toda la vida he sentido la protección del ángel de la guarda. Mis amigos si que que cayeron en determinados excesos, pero yo siempre tenía algo que me frenaba.

También estaba el peligro de endiosarse por el éxito.

En el mundo no sólo artístico, sino del famoseo en general, siempre es más fácil poder tropezarse porque cuanto más bien puedes hacer, allí está el demonio para desviarte del buen camino. La música que hacía no me llenaba, la hacía simplemente porque subía de seguidores y porque creía que era el mejor.

Háblanos del momento de tu conversión…

Dios entró en mi vida a través de la sonrisa de una chica guapa que conocí tras acompañar a mi madre a Misa y me invitó a unas cenas alpha. Allí me llamó la atención la alegría que tenía la gente que servía y caí en la cuenta de que yo había estado viviendo para mí. Esas personas no tenían ningún tipo de contaminación ni por el dinero, ni por nada. Esa alegría era la viva imagen de Dios y además comprobé que la gente católica es gente muy normal, no era gente rara como pensaba. Me encanta la diversidad de gente que hay unida por el mismo recorrido de ir a Cristo.

Y llegó a conquistar a la chica guapa.

Sí y fue magnífico, pero el noviazgo cristiano sirve para discernir si una persona es para ti o no. Dios me puso a esa persona en el momento adecuado para llevarme a la fe, pero luego vimos en oración que Dios no nos llamaba a estar juntos. Después, tras un discernimiento, veo que me siento llamado al matrimonio y ahora actualmente tengo novia.

¿Sientes vergüenza o respeto humano la hora de mostrar tu catolicismo?

No, porque siempre me intentó mostrar tal cómo soy, no me gusta jugar a las dobles máscaras. Dios me ha regalado un don de mostrarme siempre sincero con la verdad por delante y sin ningún tipo de miedo. No soy de medias tintas, soy de todo o nada. Si me junto con gente, católica o no, bendigo la mesa antes de comer por ejemplo.

¿Sientes haber recibido de Dios un cierto liderazgo?

Bueno lo que veo es que la gente que está alejada de Dios es buena y más que perdida está desorientada. Se necesitan jóvenes que se dejen llevar por Dios. Y a esos jóvenes dóciles Dios los pone en determinados movimientos o parroquias para que puedan liderar a través de Él.

La música la utilizo solo para evangelizar y ese es el fin. Todo el dinero que gano en conciertos lo destino para la evangelización porque cualquier proyecto musical implica invertir mucho dinero. Solo grabar una canción y un videoclip es muy caro, necesito ahorrar la recaudación de tres conciertos.

¿Cómo es tu vida diaria de piedad?

Procuro ir a Misa todos los días, pero a veces por cansancio o por otros motivos, no puedo. También rezó el Santo Rosario todos los días, porque es fundamental y lo necesito. Lo rezo por la calle sin problemas. Hay que evangelizar sin llamar la atención. Jesucristo respetaba constantemente a las personas, nunca utilizaba la fuerza, tenía mucho amor, mucha templanza, mucha bondad. Yo no busco el postureo de que me vean rezar. Igualmente tengo momentos de adoración eucarística o de lectura del Evangelio, que para mí hoy en día es fundamental y de ahí sacó las fuerzas. A veces es difícil porque soy humano, tengo mis momentos de bajón, me cuesta…

¿Cual sería tu pasaje favorito del Evangelio, con el que te identificas más?

Cuando Jesucristo lava los pies a los apóstoles. Eso me marca mucho porque me siento un apóstol amado por Jesucristo, que me besa los pies y me da ánimos para seguir. La vocación de Cristo que ha venido a servir y no a ser servidos y a darnos ejemplo de ello. El Jueves Santo suelo ofrecerme como voluntario cuando se necesitan 12 varones para el lavatorio de pies.

¿Haces lectura espiritual?

Sí este año he leído a San Agustín y a San Ignacio de Loyola. Y tengo todavía bastantes libros que leer. Estoy pensando en leer a San Juan Bosco, aunque también leo otras cosas como Jurassic World.

¿Entendiste enseguida que ser católico implica estar en gracia de Dios?

Sí, eso lo entendí rápido porque cuando Cristo me tiró del caballo me enamoré de su Persona. Y cuando te enamoras de alguien procuras no hacerle daño. Pensé que con el Amor que me tiene Cristo no puedo ofenderle ni ir por el mal camino.

Si no evitamos el pecado, el catolicismo es todo mentira.

Si muchas personas viven en pecado es porque les falta conocimiento y enamorarse de Dios, en el fondo no han tenido un encontronazo con Jesucristo. Hay cristianos a los que yo les llamo los que han nacido en la tierra del profeta, desde pequeños saben quién es Jesucristo y se saben su vida de pe a pa, pero no se han encontrado nunca con Él. En muchísimas ocasiones percibo la presencia de Cristo en mi vida, especialmente cuando me siento más cansado, más debilitado y más roto. Me echo a llorar, porque siento que Dios quiere renovar mi vida y darme muchas cosas. Me siento pequeño y que sin Dios nada puedo.

¿Es fácil renunciar a la vida de placeres?

Dios te da facilidades, pero el mundo te lo pone difícil porque al final el demonio siempre está tentando. Mi novia es creyente y rezo con ella, pero también tiene que haber mucho dialogo. Hoy en día lo que falla en muchas parejas es la falta de diálogo porque estamos muy enganchados a las redes sociales y casi no conversamos. Cuesta renunciar a mirar el éxito que tenemos en las redes sociales, pero las personas que tengo alrededor son tan humildes, tan buenas, tan llenas de Dios, que constantemente me ayudan. No es algo que me preocupa mucho porque si no, no haría lo que estoy haciendo. Como la misión es evangelizar y llenar a las personas de amor y de esperanza, hay que desapegarse del éxito o no, si gusta canción digo Bendito sea Dios y si no gusta, también digo lo mismo. Me abandono en Dios.

¿Perteneces a algún grupo?

No, pero suelo ir a muchas parroquias porque tengo varios amigos sacerdotes y muchos amigos catequistas y conozco bastantes grupos de Iglesia y toda su riqueza. Es una pena que unos grupos critiquen a otros grupos cuando ni siquieran se conocen. Cuando te mezclas con unos, con otros, ves la grandeza de Dios. Es una pasada y te abre muchísimo la mente.

¿Tus canciones, tu mensaje, han llegado a convertir a alguien?

La verdad es que me han llegado a decir cosas al respecto, pero siempre me he querido mantener al margen. Quiero que el protagonista sea Dios. Si todo el mundo te dice que eres muy bueno etc es fácil desenfocarte de tu misión.

Estamos a gatas en el camino de la santidad, pero todo es un proceso. El alma va creciendo y cada vez necesita más alimento para nutrirse. Y yo estoy con esa sed y necesidad de llenarme de Dios.

Javier Navascués Pérez

3 comentarios

  
maru
Bendito sea DIOS!

04/03/19 1:09 PM
  
Tulkas
Dos cosas:

1-alguien debería advertirle que su “conversión” viene de la gracia recobida en los Sacramentos de la Iniciación cristiana y de no haber resistido esa gracia. Si lo hizo “por rutina” muy bien, verifica lo de san Pablo: “por gracia sin nuestras obras, para que nadie se gloríe”. ¡Que no somos herejes protestantes hombre!

2-por lo demás muy bien, Cristo a tiempo, Cristo a destiempo
04/03/19 10:24 PM
  
p_quintero5
Grilex eres un grande!!!!!! Tus canciones y tu historia me han ayudado mucho. Gracias!!
26/05/19 10:20 PM

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28.02.19

Mortalium Animos, la condena del falso ecumenismo

Muchos católicos, probablemente de buena fe, tienen una idea sincretista del ecumenismo, algo que no es recto, pues en el sincretismo hay un claro y grave menoscabo para la religión verdadera. De manera sutil se sitúa al mismo nivel a la Iglesia Católica y a las falsas creencias, un grandísimo agravio para la verdadera Iglesia de Cristo. En la práctica es bajar penosamente el listón, claudicar miserablemente ante la mentira, convivir con la falsedad, callar cobardemente aquellos puntos de la doctrina verdadera que puedan escandalizar a los que están en el error. Pareciera incluso que la Iglesia Católica se avergüenza de ser la única verdadera e incluso parece pedir perdón por existir.

Un verdadero ecumenismo tiende a llevar a todas las ovejas al verdadero aprisco de Cristo, a la única Iglesia que Él fundó: “Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz, y serán un rebaño con un solo pastor” (Jn 10:16).

S.S. Pío XI en su encíclica Mortalium Animos, nos da las pautas para practicar el verdadero y recto ecumenismo y condena con rotundidad como una peste el falso ecumenismo. Borja Ruiz ha estudiado a fondo este importante documento y resume los puntos principales de la encíclica.

¿Cuál es el verdadero ecumenismo que la Tradición de la Iglesia admite?

El ecumenismo recto es aquel que intenta y desea la unión de todos los cristianos bajo la única Iglesia de Cristo, la Iglesia católica. Este ecumenismo es un deber e incluso una obligación. De tal forma, su santidad Pío XI dedicó una encíclica para mostrar con claridad los puntos y las advertencias que debíamos tener en cuenta a la hora de practicar el ecumenismo con los herejes y cismáticos.

¿Cuáles son las principales orientaciones que establece Su Santidad Pío XI de feliz memoria?

En primer lugar, se reconoce que la fraternidad entre todos los hombres es algo deseable, algo a lo que debemos de aspirar, sin embargo no todo vale. Acto seguido, el Pontífice, deja absolutamente prohibida la organización o participación en congresos, reuniones o conferencias de aquellos que rechazan la verdadera religión. Todo encuentro con los hermanos separados debe ser única y exclusivamente para exhortarles a la conversión.

Tras este importante aviso, ¿Qué es lo que el Pontífice recuerda a la grey del Señor?

Que solo hay una religión verdadera, la Católica y que fuera de ella no hay salvación, solo hay una Iglesia con una única cabeza, un mismo gobierno, magisterio, sacramentos, tradición y dogmas. Son los elementos distintivos de la única Iglesia que fundó Nuestro Señor.

Aborda de nuevo la pretendida unión de iglesias cristianas. Por un ejercicio de pura lógica, cualquiera podría pensar que esa unión no existe, pero es falso, esa unidad ya está realizada. Ya hay una unidad de fe y de gobierno y esto se da en la Iglesia Católica. No es ningún ideal al que debamos de aspirar, ya existe.

¿Qué sucedería si negamos que esta unidad de fe y de gobierno sólo se da en la Iglesia?

Si negamos esto, relativizamos a la Iglesia Católica. Sería considerar que existen diferentes comunidades cristianas en plano de igualdad que van en busca de su unidad.

Tal es la lógica de estos movimientos ecuménicos, que pretenden establecer un mínimo común de doctrina desechando todo en lo que discrepen. Si bien en una pedagogía ecuménica, puede servir, observar los puntos en común, no es lícito hacerlo, cuando únicamente se pretende como fin y no como medio.

¿De qué grandes peligros nos previene el Papa en materia de ecumenismo?

El peligro de caer en el indiferentismo religioso y el modernismo. Se habla de peligro, pues para enfrentarnos a la tarea de convertir a los que abandonaron la Iglesia, hay que tener gran formación, pedagogía, caridad fraterna y claridad del lenguaje.

Ya hacia el final de la carta encíclica el Papa recuerda que, de ningún modo puede adulterarse, ni cambiar nada en pos de aquellos que se separaron. Finalmente su Santidad como pastor de todas las ovejas, también de las descarriadas, las llama y las exhorta a venir de nuevo al rebaño con las siguientes palabras:

Vuelvan, pues, a la Sede Apostó1ica, asentada en esta ciudad de Roma, que consagraron con su sangre los Príncipes de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, a la Sede raíz y matriz de la Iglesia Católica; vuelvan los hijos disidentes, no ya con el deseo y la esperanza de que la Iglesia de Dios vivo, la columna y el sostén de la verdad abdique de la integridad de su fe, y consienta los errores de ellos, sino para someterse al magisterio y al gobierno de ella. Pluguiese al Cielo alcanzásemos felizmente Nos, lo que no alcanzaron tantos predecesores Nuestros; el poder abrazar con paternales entrañas a los hijos que tanto nos duele ver separados de Nos por una funesta división.

¿Hay alguna oración eficaz para pedir por este recto ecumenismo?

Recomendamos también a los lectores, que cumpliendo con la intención de este Sumo Pontífice, añadan a sus oraciones la siguiente escrita por él mismo, para pedir a la Virgen el laudable propósito de destruir las herejías que atacan la unidad de la Iglesia:

Y ojalá Nuestro Divino Salvador, el cual quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad, oiga Nuestras ardientes oraciones para que se digne llamar a la unidad de la Iglesia a cuantos están separados de ella.

Con este fin, sin duda importantísimo, invocamos y queremos que se invoque la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Divina Gracia, debeladora de todas las herejías y Auxilio de los cristianos, para que cuanto antes nos alcance la gracia de ver alborear el deseadísimo día en que todos los hombres oigan la voz de su divino Hijo, y conserven la unidad del Espíritu Santo con el vínculo de la paz.

 

Javier Navascués Pérez

7 comentarios

  
Luis Fernando
Oh, ¿cómo es esto posible? ¿¿¡¡A quién se le ocurre citar el magisterio sobre esta materia de un Papa anterior al CVII !!??

Vamos, vamos, vamos... ¡¡¡a dónde vamos a llegar!!!

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A ver si alguien nos explica en detalle cómo, aparte de los ordinariatos anglocatólicos -de lo mejor que hizo Benedicto XVI en su pontificado-, se ha aplicado lo de la famosa hermenéutica de la continuidad en esta materia.
28/02/19 9:04 AM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Excelente y muy necesario artículo en los tiempos que estamos viviendo. Muchísimas gracias y que el Espíritu Santo te siga iluminando.
28/02/19 12:58 PM
  
Ramvel
El P. Cantalamessa en una de sus predicaciones, comentando Mt 9:38 dice:
"[...] Aquí se trata, más bien, de las personas que (posiblemente por los motivos que he dicho) no creen en Cristo; pero, creen en Dios y lo sirven en otra religión. [...]"

28/02/19 2:02 PM
  
maru
Me parece muy bien este artículo, comentario. Realmente, parece que hoy dia, la Iglesia Católica, siente vergüenza de su doctrina/magisterio, y por eso, cada vez, lo edulcora más. Por lo que a mí respecta, el ecumenismo, no puede lograrse de cualquier manera. Los católicos no tienen que ceder en sus creencias a favoe de otras religiones; son las otras religiones las que tienen que convertirse , es decir, creer en Jesucristo, muerto y resucitado.
28/02/19 5:47 PM
  
Sofía Z.
Muchísimas gracias Javier N. y también a Borja Ruíz por esta clarísima explicación del sano ecumenismo del que no es, y derriba la fe.
Un abrazo hermanos.
01/03/19 6:19 AM
  
Raquel D. Catequista
"Pareciera incluso que la Iglesia Católica se avergüenza de ser la única verdadera e incluso parece pedir perdón por existir."
Está cumpliendo el Plan Alta Vendita de la masonería eclesiástica.
Gracais por presentar la encíclica de S.S. Pio XI y la consiguiente oración a la Madre de la Divina Gracia:
" ...invocamos y queremos que se invoque la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Divina Gracia, develadora de todas las herejías y Auxilio de los cristianos, para que cuanto antes nos alcance la gracia de ver alborear el deseadísimo día en que todos los hombres oigan la voz de su divino Hijo, y conserven la unidad del Espíritu Santo con el vínculo de la paz." Develadora, de des-correr-el velo.
01/03/19 4:41 PM
  
Anónimo
Es curioso como este ecumenismo ha sido ignorado o más bien negado por todos los papás postconciliares . L o que la mayoría de los católicos piensan hoy es fruto de lo que estos papas han sembrado y practicado delante de todas las cámaras de TV. Es mas casi ningún católico conoce ni ha leído este documento. Si se aplicara ahora , habría que declarar herejes a muchos que están en los altares. Luego nos escandalizamos de los abusos sexuales y la fe ha sido abusada en grado superlativo.
02/03/19 10:17 PM

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