Estamos más orgullosos que nunca de la Cueva de Belén y del Rosario de Ferraz, sí señora Sánchez
Hace un mes la vicepresidenta de las Cortes regionales de Castilla y León, la socialista Ana Sánchez, que se dice cristiana, colgó en sus redes sociales una publicación burlándose de las personas que rezan el Santo Rosario en la calle Ferraz.
“Por favor, que vuelvan a la cueva pronto o al final nos dan agujetas de reír”, con el emoticono de una carcajada.
La masonería y sus lacayos siempre han hecho alarde de su impiedad y desprecio a las verdaderas tradiciones católicas y nos quieren dar gato por liebre, presentando un sucedáneo de religión filantrópica que en el fondo elimina a Dios de sociedad, mientras, paradójicamente, promueve incumplir sus leyes divinas.
Pues sí, señora Sánchez. Los católicos estamos en la Cueva. Y estamos muy orgullosos de ello, puesto que no olvidamos que Dios nació en una Cueva, en el Portal de Belén, algo que hemos celebrado hace poco, mal que le pese a gente como usted, que quieren reducir la Navidad a las fiestas de invierno o del consumismo pagano. El Rey del Universo quiso nacer de la manera más humilde para darnos ejemplo.
Mientras Dios nacía en una cueva, los palacios del poder de la época los ocupaban personajes infames como Herodes, el de la matanza de los Inocentes. Probablemente la señora Sánchez y su partido sientan una gran admiración por Herodes, el precursor del aborto. Al final Dios venció y Herodes fue barrido. Su final fue horrible, por cierto.
A la Santísima Virgen María, Reina y Señora de todo lo creado, no se le han caído los anillos celestiales por bajar de los cielos a Cova de Iría (Fátima) ni a la gruta de Massabielle (Lourdes) por nombrar 2 de las apariciones marianas más universales. Ha encontrado su complacencia en unos humildes niños, unos pastorcillos con el alma inocente.