Martín Ibarra, fundador del evento, analiza las XII Jornadas Martiriales que se celebran en Barcelona
Martín Ibarra Benlloch es zaragozano, padre de familia e historiador. Especialista en mujer cristiana en la Antigüedad, trabajó en el santuario de Torreciudad como director del Archivo, del Instituto Mariológico y de la revista Scripta de María. Desde el año 2004 se dedica a investigar a los mártires, sobre todo los de la diócesis de Barbastro-Monzón, pero también los beatos gitanos, Ceferino y Emilia. Desde el año 2013, funda y dirige las Jornadas Martiriales.
¿Qué supone celebrar ya las XII Jornadas Martiriales?
Para nosotros resulta un motivo de alegría, prueba de madurez y una exigencia de mejora de cara al futuro. Alegría, porque algo que comenzó con mucha ilusión, pero que podía haber naufragado en cualquier momento ante los embates del oleaje que nos rodea, no ha sido así y las Jornadas Martiriales se han podido desarrollar estos años, según nuestro deseo.
Una prueba de madurez, porque se va asentando la Asociación AMABAM y porque las Jornadas Martiriales se conocen cada vez más. En diversos lugares de España, desean que vayamos allí. Esto nos da mucha alegría y es señal de que hay bastante gente que nos sigue a través de los medios de comunicación. También resulta más fácil solicitar la colaboración de las personas, bien sean conferenciantes, bien participantes en las mesas redondas o en los actos culturales, y que acepten encantados. Esto quiere decir que estamos consiguiendo una madurez, a pesar de la escasez de medios humanos y de recursos económicos. No me cabe la menor duda de que los mártires nos están ayudando desde el Cielo, porque si no sería algo difícil de explicar.
Una exigencia, porque hemos de mantener el nivel alcanzado y procurar que haya más actividades en el futuro.