Albert Vidal: “Hay que hacer ver a los pobres que, a pesar de su dolor, son los primeros para Dios”
Entrevistamos a Albert Vidal, un converso que, tras muchos años alejado, ha vuelto a llevar una vida de oración y de sacramentos. Su apostolado con los pobres, a través de los Jóvenes e hijos de San José, le llena mucho y ser instrumento del amor de Dios. Nos cuenta su experiencia y nos anima al apostolado, cuyo motor es la oración.
Háblanos de usted y cómo nace su actitud de servicio en la Iglesia…
Me llamó Albert Vidal, nací en Barcelona hace 53 años. Mi educación fue la de los chicos de la época. Nacido en una familia católica que no me trasmitieron demasiado la fe, debido a los cambio sociales y a la pretensión de la época. La religión era algo antiguo y con el estigma de ser antimoderno, caduco y sin interés. No es que verbalizaran todo eso, sino que en mi entorno el indiferentismo era el tono habitual respecto a la religión católica. Mi referente fue mi abuela paterna, quién sí practicaba y me conminaba a acercarme a Dios y la Iglesia. Tras mi primera comunión mis padres se separaron y ello propició mi distanciamiento de la oración y de la confianza en Dios. Pedí fuertemente que mis padres volvieran a estar juntos, pero al no ser escuchados mis ruegos, aquello me hizo dejar de prestar atención a Dios.
¿Cómo se fue acercando luego a Dios?
A lo largo de los años, seguí siendo un joven con ganas de saber, y a través de la filosofía y la metafísica en bachillerato y algunas experiencias sensibles en los tiempos de la carrera, me fui acercando a lo sobrenatural de nuevo. Pero fue de la mano de los estudiosos de las religiones, entre ellos algunos gnósticos, como René Guenón, y otros autores que me hicieron ver que había una intelectualidad muy desarrollada que estudiaba el sentido de lo sagrado y la trascendencia.