María Marqués gestiona 8 clubs de lectura que acercan al Bien, la Verdad y la Belleza
María Marqués, católica, casada y madre de cuatro hijos. Licenciada en Historia del Arte y diplomada en Biblioteconomía y Documentación. Desde hace ya bastantes años abandonó el ámbito profesional y se dedica a tiempo completo a su familia y a la promoción de la lectura de libros que acerquen al Bien, la Verdad y la Belleza. Actualmente gestiona ocho clubs de lectura, publica un boletín trimestral con todo lo que va leyendo (Boletín+Libros+Libres) y mantiene una cuenta de Instagram con reseñas y recomendaciones de libros para adultos, jóvenes y niños (@maslibros.maslibres).
¿Cómo nace su afición a la lectura?
Aprendí a leer algo más tarde que mis compañeras de colegio, pues pasé mi etapa preescolar en un parvulario donde me cuidaron bien pero no me enseñaron gran cosa. Recuerdo más de un verano de primaria leyendo en voz alta a mi madre (pobre, qué paciencia tuvo).
A pesar de mis dificultades, una religiosa, profesora del colegio, me auguró que sería una gran lectora. Efectivamente, así fue: a los 11 años cayó en mis manos un ejemplar de El maravilloso viaje del Pequeño Nils, de Selma Lagerlof, y se me abrió un mundo nuevo. En ese momento se inició mi gran afición por la lectura, que desde entonces no ha hecho más que crecer.
¿Qué es a su juicio lo más placentero de leer?
Para mí, los principales placeres de la lectura son dos.
Por un lado, nos permite desconectar momentáneamente de lo que nos rodea. Pero no para evadirnos de nuestra vida, sino para comprenderla más profundamente y con una mayor perspectiva.
Y esto va ligado al segundo gran placer de la lectura: el de vivir vidas paralelas, hacer nuevos amigos, viajar a lugares insospechados y aprender cantidad de cosas nuevas, incorporando todo esto a la propia experiencia vital, como si lo hubiéramos vivido en primera persona.
Tal como señala C.S. Lewis en La experiencia de leer, «La primera lectura de una obra es con frecuencia, para quien gusta de la literatura, una experiencia tan intensa que solo las relacionadas con el amor, la religión o la pérdida se le pueden comparar. Transforma por completo la conciencia, uno se convierte en alguien que antes no era».