P. Domenech: “Como cura rural puedo llegar a cada rincón del pueblo, a cada familia y eso es entrañable”
Antonio María Domenech Guillén, sacerdote desde 2004. Nació en el seno de una familia cristiana, y desde la Primera Comunión, creció con Misa diaria y sin televisión. Ahora hay muchos que no tienen, pero entonces era algo muy poco común. Su juventud se fraguó en el seno de la Unión Seglar de San Antonio María Claret, de Barcelona. Pertenece a la Sociedad Misionera de Cristo Rey, y después de estudiar Filosofía por la UNED, y Teología en el Seminario Mater Dei de Castellón, sirve como párroco rural en Cuenca.
Ha trabajado en los tribunales como Promotor de Justicia y Defensor del Vínculo, y también en la investigación sobre los mártires de la Guerra Civil de 1936-39. Ha sido profesor de Religión en los Institutos de Valera y Motilla, y ahora colabora con ACdP con vídeos y conferencias. Lo más importante de su día a día es la labor pastoral en Santa María del Campo Rus, Pinarejo, Villar de la Encina y Carrascosa de Haro, cuatro pueblos de la Diócesis de Cuenca, donde fue ordenado sacerdote y es la diócesis a la que pertenece.
¿Qué supone para usted ser sacerdote en una zona rural?
Resumir qué supone para mí ser sacerdote es suficiente tarea. No veo muy clara la diferencia entre ambas maneras de serlo, aunque es cierto que en ciudades o pueblos muy grandes he colaborado poco. Mi diaconado lo pasé en Nules, pueblo grande de la diócesis de Castellón, pero después, ya he sido siempre cura rural.