Javier Igartua Ybarra entró sin fe al santuario de la Virgen de la Aparecida y salió transformado del todo

Javier Igartua Ybarra. Nació en Bilbao. Casado, es agente de viajes y ha trabajado en el sector turístico. Nieto de Javier Ybarra asesinado por ETA. En esta entrevista nos cuenta de manera sencilla y directa como fue su conversión. Entró sin fe al santuario de la Virgen de la Aparecida en Cantabria y salió transformado tras sentir el amor maternal de Nuestra Madre del Cielo.

¿Cómo llegó a estar tantos años separado de Dios?

Porque equivocadamente me dejé llevar por la vida. Durante muchos años prefería irme de juerga o quedar con amigos y amigas que ir, por ejemplo, a la Santa Misa. Luego cuando me casé me centré en mi trabajo y en estar con mi mujer. No le dediqué tiempo a Dios porque me centré en mis cosas. Además tampoco entendía el amor a alguien que no conocía personalmente como es Dios.

Tuve mucha dejadez y equivocadamente tampoco pasé tiempo con nuestro Señor para conocerle. Además el asesinato de mi abuelo a manos de ETA me marcó y me enfadó, ya que creí que Dios no era justo y no entendía como había permitido semejante suplicio. En definitiva un cúmulo de circunstancias personales y mi dejadez me alejaron de Dios de forma errónea.

¿Se podría decir que más que separado estaba indiferente a Él?

Las dos a la vez. Separado estaba ya que no le hacía ni caso. Indiferente totalmente, me daba igual, no estaba en mis prioridades. No le consideraba de los míos a Dios, pues lo veía algo lejano. Si no te tomas la molestia de conocerle es difícil. Como conclusión puedo decir que era egoísta y sólo pensaba en mi vida.

¿Cómo fue el momento del encuentro con Dios?

Algo sorprendente e inesperado. Yo, por compromiso, llevé el día de la Virgen de la Aparecida a mi suegra y a una hermana suya al santuario dedicado a esta advocación en Cantabria. Pensé que ese plan era un rollo. Pudimos comer en un sitio que me encanta, al lado del Cristo de Limpias y en ese lugar ya se me fue pasando un poco la pereza espiritual.

Así que las llevé al santuario y me sorprendió saber que querían ir a Misa, pues la hermana de mi suegra necesitaba ayuda. Así que entré, me quedé en la Santa Misa y ahí interiormente algo cambió por completo en mí.

¿Por qué no puede definir muy bien con palabras lo que pasó en esa Misa en el santuario de la Virgen de la Aparecida en Cantabria?

Porque fue algo que no me esperaba y que tampoco se muy bien expresarlo con palabras. Era como si la Virgen me estirara de las orejas y me dijera que volviese a la Iglesia, pues me quería mucho. Sentí un cariño a nuestra Madre María que no había sentido nunca, ya que tenía el corazón cerrado debido a desilusiones personales con gente (excepto con mi mujer que la amo). Por eso me extrañó ese amor por la Virgen María y que alguien que yo había ignorado me llamara interiormente a acercarme a su lado.

Pero lo cierto es que salió totalmente cambiado. ¿Por qué lo compara con la resurrección de Lázaro?

Porque estaba muerto en vida sin la fe y nuestra Madre me resucitó el corazón. Me levanté y anduve en este camino hacia la vida eterna de la mano de María. Al principio caminaba sin saber exactamente el motivo de la llamada de la Virgen y realmente sin saber como hacerlo. Empecé a frecuentar de nuevo los sacramentos sin entender mucho el motivo. Solo tenía una cosa muy clara, que si María quería que volviera, siendo yo como todos un pobre pecador, le iba a decir que sí siempre.

¿Cómo fue el proceso de cambiar de vida a partir de ese momento?

De golpe, ya que de no participar en los sacramentos empecé a hacerlo. Me confesé y empecé a ir a Misa a diario y a rezar el Santo Rosario. Fue de la nada al todo, primeramente, como digo, sin entender muy bien el motivo. Ahora no sabría vivir sin estar un día con la Virgen y con Jesús, al cual llegué a través de nuestra Madre.

Es curioso que su familia y amigos no han entendido el profundo cambio y piensan que es una especie de extravagancia…

A mí no me resulta curioso. Esta vida esta montada de tal manera que no te acerca a Dios. Así que lo que hago es hacer el máximo apostolado posible explicando por qué ahora soy feliz y antes no lo era, al estar alejado de Dios.

Contemplo con ganas la vida eterna y paso por esta vida disfrutando con Dios para llegar a la vida eterna. Veo la vida de una manera completamente distinta. La veo como un camino que conduce con esfuerzo y alegría a la vida eterna.

El cambio es tan real que cosas a las que daba antes mucha importancia, como el fútbol por ejemplo, ahora las relativiza por completo…

Les doy una relativa importancia. Se que lo importante es Dios y esa es mi felicidad. El fútbol y otras felicidades de la vida son finitas, mientras que el amor de Dios es infinito.

Lo cierto es que ha perdido por completo el miedo a la muerte, tanto es así que estaría dispuesto a partir si el Señor le llamase…

Yo creo que es normal. Cuando uno entiende que está aquí de paso y que lo importante es la vida eterna con Dios es fácil no tener miedo. Eso no quiere decir que me quiera morir ahora. Me daría mucha pena por dejar aquí a mi mujer y mi familia, pero aquí estamos de paso. Nunca sabes cuando el Señor te va a llamar, así que hay que intentar hacer bien las cosas importantes.

Por eso lógicamente procura estar lo mejor preparado posible con una vida de sacramentos y de piedad…

Claro, es lo que te comentaba anteriormente. Hay que estar lo más limpio posible de alma y para ello es fundamental recibir los sacramentos con frecuencia. Una vida sin Dios no es vida. Eso es lo más importante que he aprendido.

Por Javier Navascués

1 comentario

  
1345 del Catecismo = La Misa de Todos los Siglos (urge leerlo)
GRAN TESTIMONIO!!
02/03/25 2:17 PM

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