Enrique R. Ansaldi, médico argentino, reflexiona sobre la inmensa alegría de tener 5 hijos sacerdotes

Enrique R. Ansaldi, médico pediatra, casado con Cecilia A. Iwanowski, docente de educación primaria común y especial, ambos oriundos de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina. Residen en San Rafael desde 2000. Jubilado en la Salud Pública, continúa en un consultorio particular. Estudia Bioética desde 2021.

¿Qué supone para usted tener ya cuatro hijos sacerdotes y estar a punto de tener el quinto hijo ordenado?

Comienzo comentando qué supuso el momento de la decisión de José y de Emmanuel de continuar sus vidas en el seminario menor a sus 16 y 14 respectivamente. Habiendo optado por un buen bachillerato humanista era normal o por lo menos no disonante que quisieran probar en propia persona qué era eso de la vida sacerdotal, habiendo decidido cada uno a partir de motivaciones -y seguramente predisposiciones- diferentes.

Luego de unos años, y sucesivamente, también Javier, Gregorio y Joaquín decidieron el mismo camino, y a la fecha son 25 años desde aquellas primeras “movidas vocacionales”, y en el transcurso de este año se concretará si Dios quiere la ordenación sacerdotal de Joaquín1.

El primer impacto personal lo viví cuando José, el primero en recibir la sotana, me visitó en mi nuevo lugar de trabajo y advertí gracias a su presencia religiosa mi nueva identidad social, y con ello un agradecimiento creciente a Dios por su amor operante entre nosotros y por esa primera vocación y lógicamente por las otras cuatro que le siguieron a su tiempo y sumaron uno a uno también allí su presencia religiosa.

Todo ello supuso y aún, ya jubilado, dar explicaciones de ‘por qué se hacen curas’ y ‘por qué todos…’ A lo que desde el inicio cuando me dicen ‘suena raro’, sostuve que sí, que es infrecuente, que muchas familias viven un fenómeno parecido, pero que lo vivimos día a día como normal, como lo que nos vino, y lo asumimos porque vemos a nuestros hijos hacer la elección libre, fiel y felizmente. Por lo tanto, sabemos y queremos esto porque es lo nuestro, don de Dios, y sabe Dios por qué a nosotros y así.

Un breve tiempo después se nos dio una novedad en la casa: agregamos la capilla, para que pudiesen celebrar en sus tiempos de vacaciones.

¿Cómo ha contribuido este hecho a intensificar en su familia el llamado a la santidad?

Retomo lo expresado unos renglones anteriores al decir eso de mi re-identidad que no significa otra cosa que un mayor diálogo con Dios, que no dejé de ser uno más en mi ambiente, “uno más, pero padre de cinco curas” (que, aunque seminaristas al inicio, al verlos ‘ensotanados’ ya les dicen ‘curas’).

Los cónyuges en sacramento cooperamos con Dios en la creación de los hijos y en su educación, buscando que el marco hogareño tienda al ideal del Niño, la Virgen María y el artesano José, meta a la que nos inclinamos desde el noviazgo, y nos consagramos con el matrimonio. Tal búsqueda en realidad, por gracia de Dios, reconocemos que la habíamos iniciado en nuestras respectivas familias de origen… un fenómeno de varias generaciones (unas del este y otras del oeste de Europa), familias de vida sencilla de hogar, trabajo y fe.

Aunque es un don de Dios, más que mérito de los padres, ¿de qué modo cree que este ejemplo edifica a la gente y es motivo de esperanza?

Estoy convencido de no saberlo, pues es Dios solamente quien puede dar esas cuentas, si quiere darlas, de qué, cómo, cuánto y cuándo hace Él con lo que recoge de nuestros sudores. Procuramos vivir lo cotidiano intensamente, aunque la mayoría de las veces nos gana la extensión, las actividades necesarias muchas veces dejan muy arrinconada “o para mañana” al necesario ocio y la contemplación. Igualmente nos gozamos en Dios porque Él sabe el por qué de los fenómenos. Un día -es la esperanza- lo reconoceremos cara a cara por la fidelidad al menos en la intención de obedecer a Jesús “sed santos como mi Padre es santo”. En cada conversación entre apenas conocidos, en las relaciones de vecinos, en los encuentros con parientes, y amigos y también enemigos, nuestro aporte pasa por el intercambio sobre todo de las experiencias de vida familiar y también los condimentos del estudio -docencia, medicina, apologética, vidas ejemplares-, pero no tenemos demasiadas noticias de su repercusión en las personas. Sólo Dios lo sabe.

Usted me dijo que es algo que no pidió, sino que se abandonó a la voluntad de Dios sin pedir nada. ¿Por qué?

Primeramente, porque me enseñaron que el Padrenuestro con sus siete peticiones abarca todas nuestras necesidades materiales e inmateriales. La fe, la adoración, la alabanza, el agradecimiento, el arrepentimiento, el perdón, la esperanza, la comunión, la caridad, la evitación del mal, el ascenso a Dios de quien reza y de todos los hombres de todos los tiempos.

En segundo término, porque la vocación, la llamada, la hace Dios, que sabe a quién y cómo-cuándo-dónde hacerla, siendo que a nosotros padres y nuestro entorno sólo nos corresponde dar el ambiente propicio -a veces nos sale bastante mal según nuestros propósitos, pero Dios es realista y con eso mismo hace maravillas-, y cada uno, libremente, decide qué responderle a Dios. Así es el gesto paterno cotidiano, el deseo más fuerte: sean libres, fieles a Dios, felices. En cuanto al corazón de la mamá… entiendo que Dios cuenta con ella de modo inescrutable para mí.

Nobleza obliga -la nobleza de San José-, y por lo tanto relato un acontecimiento: eran ellos aún niños y hubo una época en que cada domingo el celebrante al finalizar la Misa hacía una oración comunitaria pidiendo ‘muchos y santos sacerdotes’… después de cierto tiempo, y algo incómodo ante esa insistencia del mismo celebrante, le dije a San José: solamente tenemos los cinco hijos niños… haced como mejor corresponda…

Háblenos brevemente de sus destinos actuales…

Sí, actualmente residen los cinco fuera de Argentina, de los cuales solamente dos comparten establemente una misma misión:

José y Javier en una parroquia en las afueras de Toulon, Francia.

Emmanuel estudiando Arqueología en Roma.

Gregorio en una parroquia en las afueras de Portoviejo, Ecuador.

Joaquín (Juan Diego en religión) monje benedictino diácono, en las afueras de Avignon, Francia.

¿Cómo el ambiente familiar fue el entorno adecuado para que germinasen esas vocaciones?

Sabe Dios como de ideal es su campo y cuál su mejor cosecha. Luego cada uno de nuestros hijos deberá dar su respuesta personal, porque de hecho sus procesos fueron distintos, partiendo de casa a edades y por lo tanto momentos distintos de la vida familiar a veces más confortable y otras menos.

La evolución de la familia pese a los altibajos razonablemente normales del conjunto y de sus miembros ha sido de crecimiento en la fe, la oración individual y familiar, el cuidado del prójimo, la vida sacramental empezando por el bautismo pronto, y luego lo demás del curso sacramental normal, y siempre cuanto menos dominicalmente el santo sacrificio de la Misa, la participación en las tareas de casa, los juegos, las mascotas, la hora de lectura, la responsabilidad personal escolar, la comunicación con los vecinos y las familias ampliadas… y atender las llamadas de conocidos o no a la puerta.

Va una anécdota: cierta vez uno de nuestros hijos, a sus tres años, en correspondencia a ese “precepto” atendió a alguien que le pidió unos zapatos para un niño, y le entregó un par o sea dos zapatos ambos izquierdos… con lo que finalmente tres niños quedaron descalzos. Puedo afirmar que darle la prioridad al servicio a Dios y al prójimo, al prójimo amando a Dios, es un hábito que nos lleva al Cielo; y que es posible que a nuestros hijos les haya condicionado para advertir finalmente que el sacerdocio fiel es el mayor servicio a Dios y al prójimo y la realización plena de uno mismo.

Parecido fue el ambiente que, nosotros cónyuges y padres de estos hijos, vivimos en las respectivas familias desde niños, y ese tesoro -en cacharros de barro- es el que trajimos al noviazgo y al matrimonio, siempre dominado por la costosa fidelidad2 a la Verdad, a los fines matrimoniales, a la misión familiar, al culto a Dios sobremanera… la mejor ropa y calzado se reservaba para la Misa… Comprendemos que Dios, de ese modo educativo doméstico nos facilitó la vida y la vocación, y luego -hasta ahora- es el elemento básico para cobijar a nuestros hijos, y para cada día desearles en la oración que les “vaya bien, tengan celo sólo por Él”, y también esperando alguna carta o noticia… si bien es apenas una añadidura.

¿Hasta qué punto pudo influir la vocación de unos en la de otros?

Cabe continuar lo dicho en la respuesta anterior: así como entendemos que nuestras respectivas familias de origen actuaron espontáneamente, naturalmente, para nuestra vocación matrimonial, comprendemos que ese estímulo espontáneo, natural, les ha servido a ellos, cada uno, y de cada uno hacia otro, sin que sepamos cómo, para la escucha y la respuesta vocacional. Sólo Dios lo Sabe exactamente. Es normal que entre hermanos miremos qué y cómo hacen unos y otros y tomemos para sí algo del otro. Fueron procesos diferentes. Alguna vez cada uno podrá contarlo. Por ahora no tenemos detalles de ese fenómeno; salvo uno de ellos que nos dijo, yo también voy, pero nada que ver mis hermanos en esto…

Tenemos cuanto menos otros tres hijos que prontamente, en los primeros meses de sus respectivas gestaciones, con el solo bautismo de deseo, fueron llamados por nuestro Padre. Lo digo convencido de su oración y su influencia sobre sus hermanos sacerdotes y monje diácono.

¿Por qué las familias católicas en donde se educa bien a los hijos pueden ser un gran semillero de vocaciones?

Sabemos que ello existe y que se explica sin rebusques intrincados por cierta ecuación natural, lógica, que relaciona esas características coherentes señaladas. Pedirle manzanas al álamo no es racional porque no es natural. Dios escribe derecho en mis renglones aun torcidos, porque necesita de ellos para darme su gracia, no puede dármela en los renglones del vecino. Dios necesita sacerdotes y religiosos/as, matrimonios, seglares célibes, para extender su Reino hasta abarcar todos los hombres, para lo que ha visto bueno el matrimonio, la familia – y numerosa-, la educación, la nación cristiana … Cuanto más y mejor de ello más posibilidades de respuestas. Es una conjunción de cantidad y calidad ¡si bien Dios puede hacerlo distinto ya que existen los testimonios de vocaciones que nada de aquello tuvieron… o sí, tal vez fue por la oración de aquellas familias tendiendo a la santidad!

¿Por qué los padres no deben oponerse lo más mínimo al llamado de Dios?

Porque debemos responder por la existencia y la felicidad de nuestros hijos, al menos colaborar con ellos como personas dándoles el ámbito para que descubran la oportunidad vocacional y asuman la consecuente responsabilidad -fidelidad-. Es deber cívico y es deber religioso, humano y cristiano, en conjunto un único deber de tipo personal-social, algo ontológicamente incluido y desarrollable necesariamente como sentido y finalidad moral de la vida humana de cada persona. Así la madre, el padre, el hijo, cada hijo; ya que es así como acabamos completando respectivamente cada uno su vocación necesaria. Indudablemente lo hacemos ayudados por el otro, los otros, también en perfección vocacional.

Por Javier Navascués

1Desde hace unos años su nombre monacal es Juan Diego.

2Cfr. Juan Pablo II, Familiaris Consortio, N. 19

7 comentarios

  
numero83 catecismo=cómo ser Tradicionalista para Cristo
Gran alegría!
17/02/25 3:24 PM
  
Carolina
La familia Ansaldi con su si fiel y sostenido a Cristo son de gran bendición y faro luminoso para otras tantas familias.
Gracias por su si fiel, generoso y por su admirable perseverancia.
En oración por ustedes
17/02/25 10:02 PM
  
Marcela
El sueño de mi madre!!
18/02/25 4:14 AM
  
Johanna
Gloria a Dios 🥹 por. Este hermoso. Testimonio de. Esta. Bella familia numerosa. Y. Generosa. Con el. SEÑOR en darle. 5.hijos.Sacerdotes.
Rezamos por. La. Santidad. De. Cada. Uno. De. Ellos.
Jesús José y Maria le acompañen y guarden hasta la Eternidad 🙏 🌿 🌹
18/02/25 6:05 AM
  
Edmundo Florio
tuve la suerte de conocerlos . hermosa familia ! viva Cristo Rey !
18/02/25 10:31 PM
  
Carlos y María Magdalena
Conocemos al matrimonio de Lolo y Ceci porque sus hijos fueron con los nuestros cuando vivieron en Rosario (Prov.SFE. Argentina), que asistían en el Colegio Teodelina F.de Alvear (Hnos.menesianos) - Llevábamos al médico Lolo cuando algunos de nuestros hijos tenían algún problema...Luego se fueron a vivir a San Rafael (Mza.) y allí también los visitamos. También conocemos a varios integrantes de las 2 familias - Rezaremos por la santidad de todos ellos...!!!
19/02/25 12:37 AM
  
Elsa y Norberto
Conosco a lolo y Ceci desde hace mucho tiempo he conocido toda au familia y eran excelentes personas.Ademas cómo es la vida.mi esposa es familia con el lolo.No me extrañó nunca lo de sus hijos porque he conocido su núcleo familiar excelente personas que han dedicado sus vidas al trabajo a la familia y especialmente a la religión católica. Un abrazo grande para ambos y yngran saludo para sus hijos Tita y Norberto
19/02/25 2:39 PM

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